martes, 19 de noviembre de 2013

A UN POETA MUERTO - Luis Cernuda




Alguna vez leí, que poco antes de que asesinaran a Federico García Lorca, este al estar en el lugar, miro al cielo y dijo a voz en cuello "¡¡¡¿Mi luna, donde está mi luna?!!!, poco después sólo se escucharon las descargas que le robaron la vida más no el alma ni la luna.

Alejandro.


Así como en la roca nunca vemos 
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire. 

Leve es la parte de la vida 
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer 
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras, 
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora. 
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.

Igual todo prosigue, 
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías 
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria; 
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz, 
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado 
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.

Como leve sonido: 
hoja que roza un vidrio,
agua que acaricia unas guijas,
lluvia que besa una frente juvenil;

Como rápida caricia: 
pie desnudo sobre el camino,
dedos que ensayan el primer amor,
sábanas tibias sobre el cuerpo solitario;

Como fugaz deseo: 
seda brillante en la luz,
esbelto adolescente entrevisto,
lágrimas por ser más que un hombre;

Como esta vida que no es mía
y sin embargo es la mía,
como este afán sin nombre
que no me pertenece y sin embargo soy yo;

Como todo aquello que de cerca o de lejos 
me roza, me besa, me hiere,
tu presencia está conmigo fuera y dentro,
es mi vida misma y no es mi vida,
así como una hoja y otra hoja
son la apariencia del viento que las lleva.

Como una vela sobre el mar 
resume ese azulado afán que se levanta
hasta las estrellas futuras,
hecho escala de olas
por donde pies divinos descienden al abismo,
también tu forma misma,
ángel, demonio, sueño de un amor soñado,
resume en mí un afán que en otro tiempo levantaba
hasta las nubes sus olas melancólicas.

Sintiendo todavía los pulsos de ese afán, 
yo, el más enamorado,
en las orillas del amor,
sin que una luz me vea
definitivamente muerto o vivo,
contemplo sus olas y quisiera anegarme,
deseando perdidamente
descender, como los ángeles aquellos por la escala de espuma,
hasta el fondo del mismo amor que ningún hombre ha visto.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Romance de la gentil dama y el rústico pastor



Quizá alguna vez, en algún tiempo, en algún lugar encontraremos el futuro, porque sabes, cuando pienso en el cielo me imagino la muerte es sólo una puerta que cuando se abre hay otra puerta detrás de ella, pero si he e imaginar el cielo, veo una puerta abierta te miro a ti entrando por ella….

Alejandro.

Romance de la gentil dama y el rústico pastor
Anónimo, Siglo XV

Estase la gentil dama
paseando en su vergel,
los pies tenía descalzos,
que era maravilla ver;
desde lejos me llamara,
no le quise responder.

Respondile con gran saña:
-¿Qué mandáis, gentil mujer?
Con una voz amorosa
comenzó de responder:
-Ven acá, el pastorcico,
si quieres tomar placer;
siesta es del mediodía,
que ya es hora de comer,
si querrás tomar posada
todo es a tu placer.

-Que no era tiempo, señora,
que me haya de detener,
que tengo mujer y hijos,
y casa de mantener,
y mi ganado en la sierra,
que se me iba a perder,
y aquellos que me lo guardan
no tenían qué comer.

-Vete con Dios, pastorcillo,
no te sabes entender,
hermosuras de mi cuerpo
yo te las hiciera ver:
delgadica en la cintura,
blanca soy como el papel,
la color tengo mezclada
como rosa en el rosel,
el cuello tengo de garza,
los ojos de un esparver,
las teticas agudicas,
que el brial quieren romper,
pues lo que tengo encubierto
maravilla es de lo ver.

-Ni aunque más tengáis, señora,

no me puedo detener.


sábado, 2 de noviembre de 2013

Dia de muertos Ofrenda


¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
otros ojos futuros, otra vida,
otras nubes, morirme de otra muerte!
—esta noche me basta, y este instante
que no acaba de abrirse y revelarme
dónde estuve, quién fui, cómo te llamas,
cómo me llamo yo:

—no pasa nada, sólo un parpadeo
del sol, un movimiento apenas, nada,
no hay redención, no vuelve atrás el tiempo,
los muerto están fijos en su muerte
y no pueden morirse de otra muerte,
intocables, clavados en su gesto,
desde su soledad, desde su muerte
sin remedio nos miran sin mirarnos,
su muerte ya es la estatua de su vida,
un siempre estar ya nada para siempre,
cada minuto es nada para siempre,
un rey fantasma rige sus latidos
y tu gesto final, tu dura máscara
labra sobre tu rostro cambiante:
el monumento somos de una vida
ajena y no vivida, apenas nuestra,

Piedra del Sol, Octavio Paz

La muerte, dice el Eclesiastés que para todo hay un tiempo, hoy es mi tiempo, abro la biblia al azar y leo: Jueces 6:23 “Paz a ti, no tengas temor, no morirás

He andado, he caminado por muchos caminos, he visto y conocido personas, lugares que la gran mayoría no imaginan, he compartido la mesa con los desheredados y con los poderosos, he vivido, confieso que he vivido.
 
Hoy aquí, la muerte antigua llega, ya no hay tzompantli, ni Xipe Totec cubre la vida con piel nueva, el canto, el viejo canto ya no se escucha.

Llego una muerte vestida de monje con mastines y espadas, lebreles que destazaban los sueños de los niños.

Pero después de todo, con alegría y con ironía, aquí estamos, aquí seguimos, colocando la ofrenda para que los ancestros vengan, compartan con nosotros, que sepan que no los hemos olvidado, que nosotros sepamos que están aquí para que nosotros existamos.

Nadie fue ayer ni va hoy,
ni irá mañana hacia
Dios por este mismo camino que yo voy.

Nosotros no hemos visto todavía
los ojos de una estrella
León Felipe, Poemas menores (extracto)
 
Por eso, hoy dejo aquí mi ofrenda a los ancestros, a los suyos, a los míos, a los nuestros, su mezcal, sus cigarros, su mole y tortillas, arroz, sus tamales, dulce de calabaza y las calaveritas de azúcar.

Esta ofrenda para que puedan verla, la dejo construida en dos films, en uno es un juego de ajedrez entre la muerte y el caballero recién llegado de tierra santa, de las cruzadas en una Europa cubierta por la plaga, es de Bergman y resulta que es mi película favorita y que curiosamente es de mi edad.

La segunda es como la muerte puede gratificar pero siempre llega, aunque sea a través de dones que no sepamos usar. Es un filme de Roberto Gavaldon, sucede durante la colonia, en esta Nueva España, es de 1956 y la fotografía es del esplendido Gabriel Figeroa.

El Séptimo sello

Macario

viernes, 1 de noviembre de 2013

Día de muertos, La Petite Morte



Para todas aquellas mujeres conocen la Petit Morte y que por ello hacen que la vida y la carne sean el principio del placer y de la muerte.

En México algo que es conocido prácticamente en todo el mundo es la celebración del Día de Muertos, es algo de que se conoce mucho, pues ha sido objeto de todo tipo de agresiones publicitarias, literarias, etc. Aunque debo reconocer que en algunos casos no fueron agresiones, fueron obras de arte, genuina expresión plástica y humana.

Por mi parte, no he podido excluirme, así que en estos años he escrito para estas fechas algunas cosas que van desde sus orígenes, sincretismos, modernización, turismo hasta el día de brujas y el comercio.


La muerte tiene muchas caras, voces, tiempos, dice el Eclesiastés que “Hay un tiempo para nacer y hay un tiempo para morir”, la vida no es más que un latido en el cosmos, algo al parecer insignificante y tan solo por el hecho de ser es valiosa e importante, la muerte es el emprender el camino al origen, pero hacerlo como dice Cavafis en Ítaca ”Más no hagas con prisas tu camino; / mejor será que dure muchos años, / y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, / rico de cuanto habrás ganado en el camino”

La muerte ha sido objeto de adoración y de desprecio, de orgullo y de terror, la muerte es lo único que es cierto, verdadero y absoluto en la vida humana.

Hoy deseo hablar de una de las muchas caras que tiene la muerte, la del gozo, la del deseo, la del placer, hoy la Catrina desnuda, con carne nueva vuelve a surgir en un segundo, en un placer, en un deseo, en la petite morte.
…que han visto cuando por accidente
caen sin tener salvación
en el placer de la pequeña muerte
desangrándose de pasión?
 
La petite morte, la muerte pequeña, descripción que los francés hicieron de uno de los momentos más importantes, del principio del gozo y del placer.
 
La pequeña muerte (Petite mort)
No nos da risa el amor cuando llega a lo más hondo de su viaje, a lo más alto de su vuelo: en lo más hondo, en lo más alto, nos arranca gemidos y quejidos, voces de dolor, aunque sea jubiloso dolor, lo que pensándolo bien nada tiene de raro, porque nacer es una alegría que duele.
E. Galeano.

Es ese momento en que la vida se va y regresa, ese estado de éxtasis y violencia, es como la creación en si misma, un estallido único de colores, formas, sonidos, es sentir el alma a flor de piel.

La pequeña muerte, un momento, tan solo eso, un momento y todo está ahí, el alfa y el omega.

Es tu carne y la mía fundiéndose, muriendo por un momento y sumándonos al principio del cosmos.
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Haz como si nunca hubiéramos sido, finge que lo bueno no lo fue tanto. Despójame de toda importancia en los rincones de tu mente y tus momentos a solas. No sangres, no te vaya a doler demasiado, o demasiado poco... Ansía el momento de borrar todas mis palabras a media voz en tu oído... Que no se te ocurra gritar mi nombre, ni si quiera cuando llueva demasiado...

Vete corriendo, lejos de mi casa, que tú camino y el mío sean encuentros casi imposibles...
Que no pueda verte, que no pueda oírte. Que el silencio no rompa mi ropa en esta cama llena de desconocidos.
Tú y yo nunca existimos, ¿para que conocernos...? Tú y yo ya nos olvidamos una vez...
Cosas que nunca quisimos.
Pasan. Las horas pasan. Los días, crueles nos roban el tiempo y nos dejan indefensos y débiles.
Los mismos lugares, idénticos... Tan comunes y familiares que ahora se me hacen más extraños que nunca.
Las hojas salpican las tardes y las calles vacías se llenan de individuos grises que se llevan nuestra infancia.
Señores con sombrero, señores que se toman licencias poéticas para destrozarnos la vida y la infancia...
Derechos pocos, memoria toda la imaginable...
Que me devuelvan mi inocencia...

Del Blog: "La petite morte" http://lapetitemort.blogspot.mx/

La petit norte es recuperar la voz del cuerpo, hacer del deseo el poema, es agradecer el cuerpo, el gozo y el placer.

2 de noviembre, día de muertos en México, 2013