Tarde, pero no se debe dejar de lado…
Un
doce de Octubre de 1492, 10 meses y once días después de que Granada fue tomada
por los Reyes Católicos y Boabdil fue exiliado, año también en el cual sus católicas
majestades expulsaron a los judíos de sus reinos, fue hace 516 años y algunos
días, cuando Rodrigo de Triana grito ¡tierra! Y la historia de la humanidad
cambio, no fue el encuentro de dos mundos como se le llamo hace 16 años, fue la
destrucción inmisericorde de un mundo y si, para gestar violentamente un mundo
nuevo, un mundo de maíz y trigo.
Siempre
hay tantas preguntas y tan pocas respuestas.
Un
ahuehuete, en la calzada México – Tacuba, en el pueblo de Popotla, un viejo
árbol sembrado en tiempos de Nezahualcoyotl conmemora la huida del
conquistador, sin embargo yo no entiendo ¿Por qué el árbol de la noche triste?
¿Acaso por los tesoros perdidos después de haberlos robado?, ¿acaso por las
muertes en el gran teocalli ordenada y protagonizada por el que los mexicas
llamaban Tonathiu -Pedro de Alvarado-?, ¿por las calles llenas de dolor y por los
sueños rotos?, porque entonces ¿el árbol de la noche triste?
¿Por
qué cuando deseamos insultar a alguien para decirle tonto, inepto, sucio,
incapaz, estúpido, borracho le decimos indio?, ¿acaso el color de la piel, el
linaje, el idioma hacen mejor a los que no son “indios”? ¿No fueron esos
blancos, de ojos claros quienes en estos quinientos años mataron, despojaron y
violaron?, ¿no fueron esos cultos humanos los que derrocaron la república
española, los que sistemáticamente exterminaron y humillaron a más de once
millones de personas en Birkenau, Dahau y otros tantos campos?, entonces no
entiendo ¿Por qué son mejores que los indios, no lo entiendo?, pero menos
entiendo ¿Por qué nosotros tenemos que insultarlos como si fuéramos mejores?
Pensar
en esas y otras preguntas y buscarles respuesta, miremos lo que somos,
aprendamos de dónde venimos, porque entre esos lugares ha habido también seres
maravillosos, seres que hemos podido conocer y aprender de ellos por ese grito
de dé Triana así León Felipe, Federico García Lorca, Franz Meyer, y tantos
otros.
Por
ahora solo queda recordar les dejo con un poema escrito después del 13 de
agosto de 1521 y que leí por vez primera hace más de 30 años en la Visión de
los Vencidos (de verdad, vale la pena leerlo)
Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte nos
vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas, y
en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas,
están como teñidas, y cuando las
bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto,
los muros de adobe, y era nuestra
herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida
su soledad.
Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio veinte tortas de
grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal, todo eso que es
precioso,
en nada fue estimado.
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