“Creo que en la vida existen varios lugares, algunos íntimos, otros abiertos, los primeros son solitarios y únicos, los segundos son de todos, lugares donde todos podemos reinventarnos, recrearnos, redimirnos, lugares para compartir, para ser generosos, lugares para amar y reír, lugares donde llorar y estar con alguien, lugares para construir entre todos” Alejandro
Dicen
los que saben, que todo lo que tocamos y todo lo que nos toca nos va formando,
por eso los persas que son, según algunos, los mejores tejedores de alfombras, que
ellos al tejer saben muy bien que cada una de estas es única, sin embargo,
siempre cuidan en dejar algún defecto, para lograr esto, que sean únicas y también para recordarnos
a todos que la perfección sólo es posible en Dios.
Yo
creo que todo esto se refleja en un solo acto, tan humano que es por si mismo divino, la ternura, esa, la de poder tocar y
ser tocados, la de la magia del tejedor de alfombras, creo que en la música existen muestras de esa
ternura, de ese gozo y dulzura, sonidos que caen suavemente como gotas de
lluvia al golpear contra un cristal y deslizarse lentamente, en armonía, con la
suavidad y la ternura de la creación y del deseo, de lo que podemos tejer en la
vida.
Para
mí en lo particular el impresionismo regala esto, con algunos trazos sobre el lienzo
ilustra como Gaugin y por supuesto en la música con Ravel, Debussy, Foure y Satie. Les
dejo con algunas de las obras que más me gustan, llenas de ternura, de dulzura, de
armonía, de formas y figuras tejidas por el mejor tejedor, tocadas por
la creación misma, espero las disfruten en silencio, con la luz apagada y si es
posible, abrazados, aunque sea a un sueño o a una esperanza, los cuales suelen sentirse cuando se abraza a alguien, a un árbol o a un recuerdo, se comparte el vino y los deseos.
Con
afecto.
Alejandro.
Empiezo
con mi favorita de Maurice Ravel, Pavana
para una infanta difunta, Pavane pour
une infante défunte, 1889.
Debussy:
Préludes I - 8. La fille aux cheveux de lin (1909-1910)
Gabriel
Foure, Después de un sueño, Après un rëve
Après un rëve
Dans
un sommeil que charmait ton image
Je
rêvais le bonheur ardent mirage,
Tes
yeux étaient plus doux, ta voix pure et sonore,
Tu
rayonnais comme un ciel éclairé par l´aurore;
Tu
m´appelais et je quittais la terre
Pour
m´enfuir avec toi vers la lumière,
Les
cieux pour nous entr´ouvraient leurs nues,
Splendeurs
inconnues, lueurs divines entrevues,
Hélas!
Hélas! triste réveil des songes
Je t´appelle, ô nuit,
rends moi tes mensonges,
Reviens, reviens
radieuse,
Reviens ô nuit
mystérieuse
ooOOoo
Después de un sueño
Mientras
dormía, atesorando tu imagen,
Soñé
la dicha, un espejismo ardiente:
Tus
ojos eran más dulces, tu voz pura y sonora,
Brillabas
como un cielo en la claridad de la aurora.
Las ausencias se habitan, son periferias de ciudades vacías, sordas y mudas, ajenas y en silencio.
Realmente
no recuerdo cuando te fuiste, solo al voltear ya no estabas ahí, son imágenes que
te hacen entrar en trance, pedazos que se despegan de las paredes de mi subconsciente
lleno de angustia, que se debate entre la felicidad sin límites y los tormentos
en carne viva.
Para
hablar de las ausencias es indispensable que haya existido la presencia, no hay
ausencia si nunca has estado, por eso las ausencias son duras, por que implican
recuerdos y también demasiados “quizás”, “tal vez”, “y si hubiera…”, son hechos
contundentes de presentes que como el fantasma de Patroclo se van diluyendo,
como los sueños que al despertar solo queda el aroma del recuerdo.
Así el
fantasma de Patroclo entra como un ataphoi,
(sin tumba) cargado de reproche le dice a Aquiles; "¿Duermes, Aquiles, y me tienes olvidado? Te cuidabas de mí
mientras vivía, y ahora que he muerto me abandonas".
Mientras que
Aquiles le tiende los brazos “pero no
consiguió asirlo: disipóse el alma cual si fuese humo y penetró en la tierra
dando chillidos. Aquiles se levantó atónito, dio una palmada y exclamó con voz
lúgubre ¡Oh dioses! (…). Toda la noche ha estado cerca de mí el alma del mísero
Patroclo, derramando lágrimas y despidiendo suspiros, para encargarme lo que
debo hacer; y era muy semejante a él cuando vivía”
Es
hasta este momento en que Aquiles se da cuenta de la ausencia de Patroclo, por
que las ausencias se notan sólo cuando los fantasmas surgen, cuando los
espíritus nos hablan, cuando requerimos de su presencia y los invocamos, porque
solo las ausencias existen por que las presencias se fueron.
“¿Qué hechicería te lo dio?
-En el alba -dijo el poeta- me recordé diciendo unas palabras que al
principio no comprendí. Esas palabras son un poema. Sentí que había cometido un
pecado, quizá el que no perdona el Espíritu.
-El que ahora compartimos los dos -el Rey musitó-. El de haber conocido la
Belleza, que es un don vedado a los hombres. Ahora nos toca expiarlo. Te di un
espejo y una máscara de oro; he aquí el tercer regalo que será el último.
Le puso en la diestra una daga. Del poeta sabemos que se dio muerte al
salir del palacio; del Rey, que es un mendigo que recorre los caminos de
Irlanda, que fue su reino, y que no ha repetido nunca el poema”.
“El espejo y
la máscara”
– Jorge Luis Borges
Ahora
ya no estás, tu ausencia llena todo, dejando siempre u gran vacío, un hueco que
solo queda, así, sin dolor, sin nada…
“En mi mano derecha, respondió Alicia. —Mira ahora la
niña del espejo y dime ¿en qué mano tiene su naranja? —En su mano izquierda. —
¿Y cómo explicas esto? Ella reflexionó un instante y respondió: —Si yo pudiese
pasar del otro lado del espejo, ¿no tendría acaso siempre la naranja en mi mano
derecha?
“Alicia a
través del espejo”- Charles Lutwidge Dodgson,
mejor conocido como Lewis Carroll
Solo
puedo recordarte, saber que tejimos y caminamos, ahora no queda nada de ti, ese
día sencillamente te cubriste con tu abrigo, guardaste la esperanza en un bolso
y te echaste a andar, solo te fuiste.
“- (…) ese tipo de silencio
en donde no se ha dicho todo, y simplemente está ahí, como colgando en la
habitación. No era ese silencio acompañado, en el que te sientas junto a
alguien, en silencio, ambos leyendo, por ejemplo, y es maravilloso. Éste era de
aquellos en donde no todo se ha dicho, se eleva por encima de la habitación,
como si fuera una horrible criatura que se asomara por encima de todos los que
estábamos ahí, y nadie decía nada.
(…) Siempre hay secretos que
no puedes decir: (…) y nadie puede decir nada… Siempre hay secretos, hay
silencios, y cualquiera que rompa esos silencios no es perdonado, porque se
supone que debió haberse quedado callado”.
Entrevista
a Jannette Winterson autora de “Whitbread por Oranges are not the only fruit” (Fruta prohibida)
Y
yo, en secreto, silenciosamente nunca dije nada y tú con tu cuerpo, con tus
roces me decías todo, era mi secreto y no, nunca te dije nada, ambos suponíamos
que no era necesario, que todo estaba dicho ya, pero tú si decías, yo callaba, era
el silencio que abruma, presagio del camino, realmente ahí comenzó la ausencia,
en el silencio, hoy ya no te puedo sentir, ya no camino a tu lado, ahora lo
hago en silencio, extraño tus palabras, tus risas, hoy sigo solo, en silencio.
"El pueblo mexicano tiene dos obsesiones: el
gusto por la muerte y el amor a las flores. Antes de que nosotros
"habláramos castilla" hubo un día del mes consagrado a la muerte;
había extraña guerra que llamaron florida y en sangre los altares chorreaban
buena suerte."
Carlos
Pellicer
"No por siempre en la tierra,
sólo breve tiempo aquí.
Aunque sea oro se rompe,
aunque sea jade se quiebra,
aunque sea pluma de quetzal se desgarra...
¡No por siempre en la tierra,
sólo breve tiempo aquí!"
Nezahualcoyotl.
Se escuchan
los atabales, los teponaxles, las chirimías, de pronto el caracol suena y todos
callan, miran hacia la parte superior, el teopixke (sacerdote) se yergue,
levanta los brazos hacia el cielo mirando el sol de levante, todo está
silencio, en la plaza se ora, en el Uey Teokali (templo mayor) el sacerdote
toma la obsidiana, el tlamanalistli (sacrificio) está por empezar, el
holocausto divino va a ser, la ofrenda es acomodada por 4 sacerdotes, cada uno
sosteniendo una extremidad, el pedernal se alza sobre el pecho de la víctima,
el sacerdote ataviado y pintado como lo distan los cánones, deja caer los
brazos y el cuchillo de obsidiana penetra la piel, el sacerdote introduce la
mano y extrae el corazón, todavía palpitante, lo levanta hacia el cielo y todos
lo miran, se escucha admiración, suena nuevamente el caracol, el universo puede
seguir existiendo, los dioses han recibido el corazón y la sangre preciosa, el
sol asoma pleno, rojo, color carmesí, un acto de muerte que da vida, un acto de
amor que asegura la continuidad.
La muerte entonces
no es la desaparición, en el universo nada se desperdicia, todo vuelve a ser, se transforma...
Decían los
viejos mexicas que el mundo en que vivimos es cuadrado y está completamente
rodeado por el mar. A cierta distancia de la Tierra, el agua se levanta como
una pared y se eleva hasta el cielo. Por eso el océano es azul como el
firmamento y se llama el agua del cielo.
Sobre la
Tierra hay trece cielos. Los nueve más altos son de los dioses. Hasta arriba
vive el dios que lo creó todo, el Dios Doble. Es hombre y es mujer, pues en el
mundo todas las cosas son masculinas o femeninas. Se llama el Señor que esté
cerca y esté lejos porque barca todo el mundo.
Más abajo
están las casas de los distintos dioses y de las culebras de fuego, los cometas
y las señales que vemos en el firmamento.
En el quinto
cielo arde un fuego azul que pinta el firmamento de ese color. Dicen que el
Cielo es nuestro padre y que él fecundó a nuestra madre, la Tierra, para que
nacieran el Sol y el mundo en que nosotros vivimos. De su unión nacieron los
cuatro cielos que están sobre la Tierra. El cuarto cielo es blanco como la sal
y en él viven todos los pájaros. En el tercer cielo vive el Sol y debajo de él
vive la mujer de la falda de estrellas, que cubre el cielo todas las noches y
lo ilumina con cientos de luces. En el cielo más bajo, entre las nubes, vive la
Luna, que siempre anda detrás del Sol pero nunca lo puede alcanzar.
El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli,
el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los
cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto. Estas
mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran
batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que
acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su
muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el
sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala mesoamericana de valores,
habitar el Omeyocan era un privilegio.
El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al
sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al
Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de
plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los mexicas. Para
ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento
de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario
nacimiento y trascender convertido en pájaro.
Debajo de la
Tierra hay nueve mundos más. En el primero están las venas de la Tierra, que
traen el agua del mar hasta las montañas.
Las montañas
son como cántaros inmensos pues tienen piel de piedra pero están huecas por
dentro. Cuando llueve es porque las aguas guardadas en las montañas salen al
cielo a través de las cuevas y se hacen nubes.
Los otros ocho
mundos que hay debajo de la Tierra son del reino de los muertos.
Mictlan o Mictlán,
es el nivel inferior de la tierra de los muertos. Recinto donde irán los
muertos de muerte natural y para ellos idearon "el camino de los
muertos" que sería largo y doloroso, y a él llegarían por igual los nobles
y plebeyos, sin distinción de rango ni riquezas, a excepción de las personas
que no morían ni en guerra, ni durante el parto (estos iban al Tonatiuhichan o Casa
del Sol), ni por muerte relacionada con el agua, (estos iban al Tlalocan o Casa
de Tláloc). Y para que el alma del que había dejado de existir llegase hasta el
trono de Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, debería hacer un largo viaje. El
muerto pasaría primeramente por el río llamado Apanohuaya, y para atravesarlo,
necesitaba el auxilio de un perro de pelo bermejo llamado Techichi, al que
criaban exclusivamente para tal menester y al que le ponían al pescuezo un hilo
flojo de algodón, cuando el difunto llegaba a la orilla del Apanohuaya, si el
perro le conocía como su amo, lo pasaba a cuestas nadando, después del río, el
difunto despojado de sus vestimentas cruzaba por dos montañas que
constantemente chocaban la una contra la otra y que se llamaban Tepetl-Monamictia.
Existen nueve
niveles del inframundo, del Mictlan:
Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso,
la única manera de cruzarlo era con ayuda de Xólotl. Si en vida no se
había tratado bien a algún perro, el muerto se quedaba en esta dimensión
por la eternidad.
Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros
chocan entre sí.
Iztepetl: Cerro de navajas; este
lugar se encontraba erizado de pedernales.
Izteecayan: Lugar en el que sopla el
viento de navajas; este era un sitio con una sierra compuesta de ocho
colinas y nevaba copiosamente.
Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos
flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del
Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho
páramos que había que recorrer.
Timiminaloayan: El lugar donde flechan;
aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban
puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.
Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se
alimentan de los corazones. En este pasaje, una fiera salvaje abría el
pecho del difunto para comerle el corazón, ya que sin este órgano, la
persona caía en un charco donde era ferozmente perseguida por un caimán.
Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que
enceguece; en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de
llegar al sitio donde le esperaba su descanso mortal.
Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el
descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la
muerte.
Con la
invasión y conquista española, llegaron sus mitos y creencias, los cuales los
adaptaron como lo habían hecho los primeros cristianos, así, dialécticamente se
conformo un nuevo proceso, donde lo cristiano y lo indígena se enlazaron en una
trama nueva, cuyo urdimbre ha sido anudado con el amor y la fortaleza de los
ancestros y la esperanza de los descendientes, la trama dibuja colores y
formas, recordándonos no solo la mortalidad sino la importancia de la vida, de
llenarla y trascender no en dinero, ni en poder, sino en solidaridad, compasión,
amor, en trabajo, en compromiso, en andar ligero, cantar fuerte, llorar con el
corazón y amar con todo el cuerpo.
En el siglo
XIXI la voz popular construye rimas, formas de sátiras públicas, las calaveritas,
los altares a los ancestros, a los muertos, se enriquecen, flores, frutos,
comida y bebida, in xochitl in cucatl (en el canto la flor)
Les dejo
algunas calaveras del siglo XIX y la música y danza de lo que pudo ser, pero
que quedo en el olvido.
Una Oración Mexica....
Que todos nuestros sueños tallados con
paciencia en hermosa piedra jade se realicen y no sean perecederos.....
Que cada mujer sea una fortaleza que en
su ceno guarde la vida y la esperanza divina, que cada hombre sea un guerrero
que vista con el bronce de cada atardecer.
Que el sol se refleje en el imperio
subterráneo y que el agua de sus ríos sea la sangre que corra por las venas de
los nuestros.
Que dios bendiga el suelo y las lluvias
formen el sustento, que no se pierda la alegría y las costumbres prevalezcan,
que los sonidos de nuestra identidad le den brillo al color de nuestra piel.
Que todas nuestras voces formen los
colores de un semblante espiritual y que nadie olvide el sabor de la tierra que
cubre las raíces de un árbol milenario.
Que el padre sea sabio y que el hijo
forme su propio camino, que no se pierda la paciencia y que nadie sufra de
amores perdidos.
Que las arenas blancas me den la fuerza
y el humo neutro la inspiración, que la música se a la musa que nos mantenga
viva la esperanza.
Que la grandeza en sus estirpes
trascienda a través de los siglos y con la muerte alimentar la tierra que con
el tiempo volverá a tomar el lugar que corresponde.
ooOOoo
CALAVERAS
Calavera a los
serviles
(Al consumarse
la Independencia, 1822)
Pues que sois
unos muertos indecentes,
no se oiga en vuestras honras el badajo;
sino que con graznidos inclementes
canten en vuestra tumba sólo grajos;
y diga vuestra losa a los vivientes
en letras que se lean sin trabajo:
Aquí yacen los pérfidos serviles,
de sus hermanos duros alguaciles.
- ¡Ámame por compasión,
pedazo de la otra vida!
- ¡No me hable ya de pasión,
calavera corrompida!
José Guadalupe Posada.
Voy a ver a mi modista
que mi sudario me cosa;
me voy a poner hermosa,
con mi blusa nunca vista.
Los festejos sepulcrales,
muchas horas durarán;
los muertos asistirán
con vestidos especiales.
(Calaveras de
autores anónimos editadas por Antonio Vanegas Arroyo a finales del siglo XIX y principios
del XX, las cuales fueron ilustradas por José Guadalupe Posada y Manuel
Manilla)
Calavera del
amor
El que anda de enamorado
y a una mujer echa un reto
no se figura el menguado
que enamora un esqueleto.
Gran Baile de
Calaveras (1906)
Llegó la gran ocasión
de divertirse de veras.
Van a hacer las calaveras
su fiesta en el Panteón.
Las flautas son de canillas.
De huesos son los violines.
De cráneos los cornetines.
Los fagós de rabadillas.
Las viuditas relamidas
que se precian de virtuosas
asistirán ruborosas
todas de blanco vestidas.
Un militar esforzado
que en todas partes corría
la gran cruz de valentía
lucirá muy esforzado.
Los sudarios se reforman,
se remiendan las mortajas
y con las fúnebres cajas
estrado y gradas se forman.
Bailarán los comerciantes,
los sastres y los cocheros,
los soldados, los pulqueros,
albañiles y estudiantes.
ingenieros y cantores,
dependientes y modistas,
carretoneros y artistas,
lavanderas y pintores.
Será una gran igualdad
que nivele grande y chico.
No habrá ni pobre ni rico
en aquella sociedad.
El que quiera la función
mirar de las calaveras
que se muera de deveras
y que se vaya al Panteón.
Calaveras de
las elecciones presidenciales (1919)
Yo os propongo al nunca bien
ponderado y grande mico,
ilustreChónforo Vico,
escapado de Belén.
Prófugo de las Marías,
gran maestro en la ganzúa,
instruido en San Juan de Ulúa
y en la Penitenciaría.
Sabe abrir las cajas fuertes
y extraer una cartera.
ha sido gran calavera
y debe catorce muertes.
Elegid pues pueblo amado
sin dudar y a tapahocico
al muy ilustre y nombrado
y noble Chónforo Vico.
Después de discursos tales
llenos de frases sinceras
se fueron las calaveras
a las urnas sepulcrales.
Salió electo presidente
por su real y hermoso pico
el notable, prominente,
ilustreChónforo Vico.
Calaveras del
montón
(Dedicada a
Porfirio Díaz)
Es una verdad sincera
lo que nos dice esta frase:
Que sólo el ser que no nace
no puede ser calavera.
Es calavera el inglés,
calavera, sí señor,
calavera fue el francés
yFauré y Sadi Carnot.
El chino, el americano,
el papa y los cardenales,
reyes, duques, concejales
y el jefe de la nación
en la tumba son iguales:
Calaveras del montón
Los ricos por su elegancia,
los rotitos con redrojos,
los pobres por su miseria,
los tontos por su ignorancia,
los jóvenes por su infancia,
los hombres de edad madura,
todos en la sepultura,
con las viejas, ¡qué ficción!,
serán, como dice el cura:
Calaveras del montón.
(Dedicada a
Porfirio Díaz con motivo de su salida del poder)
Al señor General Porfirio Díaz.
Se acabó su omnipotencia
y por ser un gran majadero,
la Parca sin más clemencia
se lo llevó al cementerio
dejando a Pancho Madero
que ahora es el mero mero,
y le dice al señor Díaz:
Por andar de peleonero
ahora tienes las patas frías.
De los artistas y artesanos
Agustinillo el albañil
Tú fuiste un buen albañil,
Cargaste sobre tus hombros
los adobes, los escombros
con dificultades mil.
pusiste el tejamanil
con una destreza rara,
cargaste con tu cuchara
al pasar a la otra vida,
y hoy tu cara es convertida
en calavera muy rara.
Carpintero de afición
Tú hiciste muchos primores
como fueron malas puertas
unas torcidas o tuertas
y otros malos mostradores.
Pero en fin, tus valedores
que te quisieron de veras,
vienen todos con sus ceras
y muy piadosos a verte,
que estás por tu infausta suerte
entre tantas calaveras.
Encuadernador de fama
una biblioteca entera
a un doctor encuadernaste,
y con él muy bien quedaste
con obra tan placentera
y tu fama por doquiera
con gran éxito brilló;
todo el mundo la admiró,
y en el libro de la muerte
por la desdichada suerte
tu calavera se vió.
Grabador inteligente
Tú serías buen grabador,
pero toda tu destreza
no te libró de que fueras
a la tumba de cabeza.
sacude allí la pereza
ya deja de ser lo de antes,
que aburrías a los marchantes,
y ahora en tu sepulcro labra
con buriles elegantes
en tu obsequio
una palabra
Un pequeño cuento para la amiga eterna.
Alejandro.
-Hola,
adelante, no sabía si usted vendría en esta ocasión, pero por favor, adelante,
tome asiento.
Ella estaba ahí
frente a él, elegante, sonriendo, como la Gioconda.
Gusta beber
algo, un brandy o mejor un vermuth, ¿blanco supongo?
Ella asintió con
una leve inclinación de cabeza.
El se dirigió a
su pequeño bar, abrió la botella de vermuth y tomo un vaso, cristalino,
transparente, vertió el vermuth y se lo ofreció, ella amablemente tomo el vaso
y aguardo a que el sirviera el suyo.
-¿Le molesta
si fumo?, es que sabe, el sentir el aroma del tabaco me agrada, de hecho,
cuando estoy pensando o escribiendo fumo en demasía, así que imagino que mis
pulmones son un desastre. Encendió su cigarro, inhalo y saboreo el humo.
Perdón, salud
y gracias por venir, levanto su vaso con vermuth y aguardo a que ella hiciera
lo mismo para que ambos dieran el primer sorbo.
El cigarro se consumía
lentamente, el humo dibujaba en el aire formas de todo tipo, como las que hacen
las nubes, la ceniza se acumulaba…
El cigarro se consumió,
solo quedaron las cenizas esparcidas en el cenicero formando un pequeño montículo
y el aroma del cigarro en el ambiente.
La Catrina se
levanto, tomo el cenicero, vació las cenizas en su bolso y salió despacio, desvaneciéndose
suavemente como el humo del cigarro…