domingo, 23 de enero de 2011

Para el mañana



Hace casi un mes que nació mi nieta, Constanza y recién unos amigos muy queridos han sido abuelos por segunda vez, realmente son hechos que por si mismos llenan de luz y esperanza la vida.

Y de pronto la cotidianeidad llega, es como el hada mala de los cuentos, esa que llega y deja caer cual espada de Damocles una maldición sobre la princesa, así la realidad se hace presente, el presente y el futuro y me invade un sabor amargo y una gran impotencia que llena mis manos.

Yo creo que los seres humanos nacen buenos, llenos de esperanza y de alegría, creo que el dolor como el amor, la alegría y la tristeza son parte de la condición humana, se que la vida como todo en el universo es finita, pero que mientras existe puede ser maravillosa.

He pensado en estas dos niñas, mi nieta y la de mis amigos, junto con ellas pienso y mi corazón se llena de dolor al ver a las jóvenes muchachas y muchachos siendo utilizados, arrancándoles el alma y los sueños.

Hoy escribo esto para invitar a que abramos el futuro, ese luminoso, ese digno de vivirse y gozarse, no ajeno a la condición humana, pero si distante al de la violencia y la crueldad, al de la discriminación, un futuro basado en la solidaridad, la tolerancia, el perdón, la verdad y la honestidad.

Alejandro

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