Hay
en mi una parte oscura, que se esconde y vive entre penumbras, esa le gusta
leer Macbeth, hoy les comparto algo que el buen inglés dejo para ser leído en
los tiempos antaño futuros, ahora presentes, se los dejo como cuando Fray
Servando les dejaba a los pusilánimes, los banales, los cobardes, los
indiferentes el gobierno que tenían, se los dejo porque la historia que parece
a mis ojos nueva es una trama que se repite con tanta cotidianidad que ya no
aterra, ya no trasciende, tan solo sega vidas, cercena ilusiones, aquí, en este
año, en este tu mundo señor, del cual el ángel al que se lo encomendaste ha
hecho su trabajo, el trabajo de Dios, la guerra, el hambre la peste, la muerte…
ROSS
¡Ah,
pobre patria! Apenas se conoce.
Ya
no puede llamarse nuestra madre,
sino
nuestra tumba, donde, salvo al ignorante,
a
nadie se ve sonreír; donde no se oyen
los
suspiros, ayes y gemidos que rasgan
el
aire; donde el dolor más violento parece
un
vulgar trastorno. Ya nadie pregunta por quién
tocan
a muerto, y los hombres de bien
caen
antes que la flor de su sombrero,
muriendo sin enfermar.
MACBETH
Había
de morir tarde o temprano;
alguna
vez vendría tal noticia.
Mañana,
y mañana, y mañana
se
arrastra con paso mezquino día tras día
hasta
la sílaba final del tiempo escrito,
y
la luz de todo nuestro ayer guió a los bobos
hacia
el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama!
La
vida es una sombra que camina, un pobre actor
que
en escena se arrebata y contonea
y
nunca más se le oye. Es un cuento
que
cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia,
que no significa nada.
Para terminar, coloco aquí lo inconcebible, aquello que avergüenza y duele, aquello por lo que nuevamente digo con Shakespeare:
Ya no puede llamarse nuestra madre,
sino nuestra tumba, donde, salvo al ignorante,
a nadie se ve sonreír; donde no se oyen
los suspiros, ayes y gemidos que rasgan
el aire; donde el dolor más violento parece
un vulgar trastorno
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