Los pensamientos siempre hablan, a veces gritan para que les pongas atención, para que los escuches y cuando juegan, siempre gritan y entonces, cuando quieres oír que te dice tu corazón, no lo escuchas, porque sabes, el corazón es un musculo, bombea la sangre a todo el cuerpo y eso requiere de mucha energía, así que siempre habla muy bajito, como para que solo tú lo escuches.
Ah! y en los sueños, en los sueños cuando el espíritu sale y recorre el universo, es cuando aprovechan para salir los sueños que han estado dormidos algunos y otros guardados en la buhardilla entre los viejos trebejos, junto al viejo y roto violín, o en un cajón también olvidado, empolvado.
Esos sueños que paradójicamente son tan queridos, porque son los de la infancia y adolescencia, esos sueños de princesas y reyes, de generales, de cuando volar era tan sencillo ¿recuerdas cuando podías volar…?
Esos sueños que lo eran todo hoy son solo recuerdos y muchas veces dolor, pero siempre son queridos, son entrañables, esos sueños a veces logran escaparse, como si fuese su última oportunidad y salen para recordarnos lo que debemos hacer mientras caminamos despiertos, pero esos sueños, tampoco son escuchados, esos sueños vienen de tan hondo, de lo más profundo que no los vemos y si por accidente los vemos y los escuchamos nos horrorizan, son como una némesis.
Y las palabras, esas que sirven para construir, que son como mil manos y mil ojos, que caminan, esas casi no las usamos, no porque no sepamos hablar, sino porque a veces no hay nada que decir o a quien decirlo.
He pensado en que así como a nosotros nos sucede, también acontece con el cosmos, hay épocas de númenes, de claridad y brillantez, épocas en las cuales la humanidad tiene oportunidad de contar con esos seres humanos maravillosos, seres privilegiados, no por su inteligencia, sino por su imaginación, por su inspiración, te digo esto, porque en los años veintes y sesentas del último siglo del milenio que se diluyo (me gusta pensar que el tiempo es como una clepsidra de agua, donde el tiempo se desliza suavemente para caer y diluirse con la eternidad, en eones de vida y sueños, de color y sonidos), se llenaron de esos espíritus libres, de esos espíritus que iluminan la vida, porque hay otros tiempos, los tiempos aciagos, donde solo soplan vientos de tormenta y tempestad, en los cuales el miedo y la locura son los genes de los seres que buscan el poder, que consideran el dolor y la violencia como el lenguaje, esos seres que encarcelan sueños y rompen impunemente la vida.
Eso, imagino que es lo que llaman el equilibrio del universo, el bien y el mal, la luz y la oscuridad, pero en esencia es lo mismo, son las dos caras de la misma moneda, acaso y ahí radica la vida y el espíritu, el que nosotros damos aliento a uno mientras que extraemos el halito del otro, ¿justicia poética?
Yo soy básicamente un hedonista, creo que ya te habrás dado cuenta de ello, el placer es el de las sensaciones, aquel que no solo satisface el cuerpo (por eso no es un pecado capital, es curioso, acaso Dios también se regocija en su propio hedonismo y ¿por eso no lo incluyo?), sin embargo la búsqueda del placer trasciende los límites de la vida, no porque sea el bien y el mal, sino porque nuevamente están las dos caras aquella que te lleva al placer, al gozo desde tu cuerpo, tu intelecto y tu espíritu y aquel otro que te conduce al deseo nunca satisfecho, al sentirte consumido por la necesidad de la satisfacción inmediata, es curioso, pero este es el más anhelado y llevado a la carne, es el que practicamos con tanta cotidianeidad que hasta llegamos a decir que es el único y no hacemos daño, en fin, nuevamente…
Sabes, algún día podre volver a caminar descalzo sobre la grama, podre sentir como me pica los pies, recostarme en ella, nadar en un rio durante una noche de luna llena y después salir y sentir como el viento me recorre y seca, recostarme en el pasto, rodar y reír, porque hay que reír y así, cantar y gritar, echar las palabras que durante tantos años han estado atoradas en la garganta, también llorare, no por lo que se fue, porque eso ya es ido, ni por lo que vendrá, porque aun esta en el vientre, tan solo llorare para dejar que salgan las lagrimas que se han acumulado hasta formar un océano y así, desnudo, sin dolor, los pensamientos, esos que son los viejos recuerdos saldrán a charlar conmigo, tanto habrá que decirnos y las palabras serán las agujas que borden y hagan la trama, las que anuden junto con la memoria mi mortaja, porque entonces, serviré un buen vaso de vino y encenderé con una cerilla (como la de León Felipe) un cigarro, comeré con delicadeza y dulzura unos higos, sintiendo su aroma, su sabor y su textura, mientras bebo a mi salud y fumo y en ese valle lleno de todo el cigarro se vaya consumiendo y queden cenizas y el humo se vaya con el viento, así el valle quedara vacio, yo ya me habré ido.
Julio / 2009
¡OH, ESTE VIEJO Y ROTO VIOLIN!
León Felipe
Precioso!! me encanta cómo escribes!! Siempre me conmueves!!
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