sábado, 29 de octubre de 2011

Los muertos y los vivos - 1 y 2 de noviembre



El día de muertos, siempre los muertos, dicen los que dicen que saben que es el sincretismo entre lo indígena y lo europeo, es una fortaleza de los naturales que ha sobrevivido hasta nuestros días, también dicen que... (aquí favor de anotar sus profundos pensamientos), lo que muy pocos saben es que de vez en cuando la muerte no está, sale e vacaciones, tiene permiso, Edmundo Valadés, quien sabe cómo se entero, pero el si supo, yo creo que eso ya no está sucediendo en nuestro mundo, con tantos muertos, es difícil creer que la muerte pueda ausentarse, tiene tanto trabajo que a ver si no la matamos de agotamiento.

Y eso en México nos crea un gran problema, porque ante tanta demanda, el día de muertos es ahora un día que debe ser inscrito en la Constitución.

En México existen dos días, para celebrar la muerte, 365 para ser asesinado, uno para los muertos chicos (niños) y otro para los muertos grandes (los que ya no son niños), los primeros les toca el 1 de noviembre y los segundos el día 2, se prepara una ofrenda (Karina, cuando estaba chica decía ofrelda y no quería comer pan de muerto por que estaba hecho de eso), se prepara lo que más les gusta, y yo creo que a todos les gustaba el totol mole (de guajolote –pavo pa´los desarraigados), el arroz y el tequila, fumaban delicados o faros y tomaban tequila, se adorna con calaveritas de dulce, que llevan el nombre de los santos difuntos (si, el Santo, Blue Demond, etc.) y de algunos que ni son santos ni difuntos, se adorna con flores de Zempaxuchitl, veladoras y claro, las fotos o pinturas o algún recuerdo.

Se va al cementerio (el panteón es donde están los dioses, así que ni modo), se limpian, arreglan y se colocan flores en las lapidas (si no tienen, no importa), se reza, se platica con los difuntos (los muertos pues) y se come y bebe, hasta se les lleva música y si se puede se baila.

Hay quien dice que aquí no importa la muerte y por eso hacemos esto, yo creo que nos importa demasiado, no por las ausencias solamente, sino por que son exilios y redenciones, porque si bien es cierto que esto es algo que a todos nos sucede es también algo a lo que se debe llegar con una buena vida, una vida plena y satisfactoria, no con violencia.

Hoy dedico este breve comentario a todas las víctimas de la violencia, a quienes conocí hace muchos años en Centroamérica y ya no están, muertos por la violencia y el miedo, a los miles de muertos que son la hecatombe para que los señores de la guerra, la violencia y la codicia se regocijen, a los huérfanos, las viudas, los hermanos y hermanas, los padres y madres, los amigos y amigas, los compañeros y compañeras de los muertos, a los hombres, mujeres, niñas y niños que en cualquier parte mueren de indiferencia, de hambre, de soledad, a mis abuelos Concha y José, a mi hermana Josefina, a mi amada sobrina Daniela, a mi mismo.

Dedico esto a todos los vivos, a todos aquellos que tienen un corazón y compasión, a todos los que han sido victimas de la discriminación por su sexo, tendencia sexual, color y creencias religiosas y políticas, a todos y todas los que creen que es posible hacer un mundo en el cual la vida llega con plenitud a la muerte, a los que aman y sueñan, a todos los que morimos dia a dia y volvemos cada mañana a renacer.

Oración a los vivos.
A ti te rezo, a ti que ya no estás aquí, a ti que eres una ausencia y un recuerdo, a ti te ruego por los vivos para que sepamos vivir, a ti te recuerdo y con lagrimas te llamo, desde este mi exilio, por que mi vida esta tan sola con tu muerte, Amén.

Les dejo con algo sobre el día de muertos que ecribi recientemente.

Alejandro.



En el valle del Anáhuac hace más de 500 años, sabíamos que algunos iríamos al lugar sin puertas ni ventanas, al Mictlan, a cualquiera de sus nueve niveles, que se ubicaba al norte:

Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso, la única manera de cruzarlo era con ayuda de Xólotl. Si en vida no se había tratado bien a algún perro, el muerto se quedaba en esta dimensión por la eternidad.

Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros chocan entre sí.
Iztepetl: Cerro de navajas; este lugar se encontraba erizado de pedernales.
Izteecayan: Lugar en el que sopla el viento de navajas; este era un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas y nevaba copiosamente.

Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho páramos que había que recorrer.

Timiminaloayan: El lugar donde flechan; aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.

Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. En este pasaje, una fiera salvaje abría el pecho del difunto para comerle el corazón, ya que sin este órgano, la persona caía en un charco donde era ferozmente perseguida por un caimán.

Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que enceguece; en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de llegar al sitio donde le esperaba su descanso mortal.

Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la muerte.

Al oriente estaba el Tlalocan, la casa de Tlaloc y de sus ayudantes, los pequeños Tlaloques, un paraíso terrenal en donde todo abundaba y a donde los que morían por causa del agua, los ahogados (por agua, que quede claro eh!!!), por un trueno, etc. o enfermedades relacionadas con ella es a donde iban después de la muerte; los elegidos por Tlaloc.

El Tonatiuhichan o «Casa del Sol» es el paraíso, es el máximo deseo al morir es el ser admitido en Tonatiuhichan. Este privilegio está reservado a los guerreros muertos en la batalla o inmolados en la piedra de sacrificios. Son los llamados los cuauhteca o «gente del águila».

A las mujeres muertas en el primer parto se les otorgaba el mismo rango que a los guerreros perecidos en la batalla, pero ellas iban al Cihuatlampa. Si los guerreros acompañaban a Tonatiuh (el Sol) hasta la mitad del cielo, ellas «partiendo de medio día iban haciendo fiesta al sol, descendiendo hasta el occidente, llevábanle en unas andas hechas de quetzales o plumas ricas, que se Llaman quetzalli apanecáyoil; iban delante de él dando voces de alegría y peleando, haciéndole fiesta; dejábanle donde se pone el sol...» cuenta Fray Bernardino de Sahagún.

Los guerreros después de cinco años, convertidos en colibríes y se alimentaban con el néctar de las flores en los jardines de la Casa del Sol, pudiendo también descender a la tierra.

A mí me gusta pensar que estos guerreros no son otros que todos aquellos que han muerto y con su vida han abierto caminos para que los nuevos guerreros anden y encuentren su batalla y que esta sea digna, justa, compasiva, así se honran ellos y a los antiguos Dioses.

LA VIDA PASA...
¡Oh flores que portamos,
oh cantos que llevamos,
nos vamos al Reino del Misterio!
¡A1 menos por un día
estemos juntos, amigos míos!
¡Debemos dejar nuestras flores,
tenemos que dejar nuestros cantos:
y con todo, la tierra seguirá pennanente!
¡Amigos míos, gocemos: gocémonos, amigos!


ENIGMA DE VIVIR
No es verdad que vivimos,
no es verdad que duramos
en la tierra.
¡ Yo tengo que dejar las bellas flores,
tengo que ir en busca del sitio del misterio!
Pero por breve tiempo,
hagamos nuestros los hermosos cantos.


LA VIDA ES SUENO
Sólo venimos a domir,
sólo venimos a soñar:
¡No es verdad, no es verdad
que venimos a vivir en la tierra!
Como hierba en cada primavera
nos vamos convirtiendo:
está reverdecido, echa sus brotes,
nuestro corazón.
Algunas flores produce nuestro cuerpo
y por allá queda marchito.

Que el compartir con los ancestros nos sirva para recordar, aprender y saber que la vida es importante por que cuando vayamos al lugar sin puertas ni ventanas habremos andado, conocido, compartido, aprendido, habremos caminado como guerreros y regresaremos convertidos tanto hombres como mujeres en hermosos colibríes.

In xochitl in cucatl
(En el canto la flor)

Mexico – Tenochtitlan en el Año Matlactliomome Ácatl, del día Chiconahui Cuauhtli, de la Veintena Teotleco ( 1 de noviembre del 2011)

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