Hay familias que por alguna razón que desconozco
varios de sus integrantes son brillantes, tal es el caso de los Revueltas,
familia de José Revueltas, quien nació el 20 de noviembre de 1914 en la
población de Santiago Papasquiaro, en el estado de Durango, sus hermanos Silvestre
Revueltas (compositor), Fermín Revueltas (pintor) y Rosaura Revueltas (actriz),
artistas ellos, sin embargo, el único que realmente le hizo honor al apellido
fue José, hombre inteligente, culto, honesto, recto y comunista, un hombre que creía
en la revolución y que en 1968 lo hizo patente al actuar de acuerdo a sus
principios y convicciones, hoy en su esperanza y en la de tantos otros les dejo
esta carta que el escribe en noviembre del ´68, poco antes de ser detenido.
En lo personal guardo un particular afecto a “Una
mujer en la tierra” y a “Dios en la Tierra”, por ello estoy en deuda para
compartirlas, por el momento solo les dejo esta breve carta de Revueltas.
Alejandro
ooOOoo
COMPAÑEROS:
Forman ustedes
el cuerpo de aquellos que en diferentes momentos de la lucha, a partir del 26
de julio de este año violento, amargo pero igualmente jubiloso y esperanzado,
de 1968, constituyen nuestros primeros caídos. La palabra suena áspera y
desnuda: caídos, pero es el tono en que la Historia habla. No sonrían ustedes y
piensen que esto es simple retórica. Las figuras verbales adquieren un
contenido real, viviente y tangible, cuando han dejado de estar vacías y las
anima por dentro el gran aliento cálido de la lucha de los hombres. Es por eso
que la Historia nos da el derecho de hablar por ella. Son ustedes los primeros.
Caerán, caeremos más, pues por ahora es a nosotros a quienes corresponde el
turno de pagar, unilateralmente, el precio del combate. No debe importarnos, pues
caídos no quiere decir lo mismo que vencidos. Atrás de aquel que cae, hay
alguien siempre que recoge la bandera y ésta ondeará, tarde o temprano, en el
punto más alto de la victoria.
Ustedes
compañeros, nosotros, somos jóvenes, nuestro Movimiento es joven. Todo lo que
lucha, todo lo que no se deja vencer, todo lo que combate es joven en tanto
brega por el imperio de la razón y de la dignidad humana. Mediten hondamente en
el significado de nuestra actitud, de las posiciones de nuestro Movimiento y
asimismo en lo que significa en la vida de un hombre el ser un preso político a
una edad tan temprana. Esto indica el espíritu de entrega y sacrificio de una
generación nueva, despierta, viva, combatiente, que ha rechazado la abyección y
a la que no ha podido cegar el espejismo ignominioso del triunfo oportunista y
fácil, ni de la vida sin vicisitudes ni tropiezos.
Ustedes,
compañeros estudiantes que están en la cárcel, se han titulado de hombres con
la boleta de formal prisión, antes de obtener el título académico que los
consagre en esta o en aquella actividad profesional. Han preferido recibirse de
seres humanos, antes que abandonar sus existencias a la deriva gris de la
conformidad y el servilismo, en espera de ser mañana una mercancía más dentro
de una sociedad cuyo único dios es el dinero.
Compañeros: el
luchar en las filas del Movimiento Estudiantil es y ha sido una honra para
todos aquellos que participan en él y para todos aquellos que le prestan y le
han prestado ayuda desinteresada. Pero el estar presos por la causa de nuestro
Movimiento es una honra doble y un timbre de orgullo y dignidad que nadie podrá
jamás arrebatarles. Son ustedes y lo somos todos, una generación con rasgos
históricos muy especiales que la distinguen y delimitan muy precisamente en
relación a las generaciones anteriores. No se trata de que incurramos en un
alarde jactancioso respecto a cualidades que nos hagan mejores a las demás
generaciones del pasado. Ni peores ni mejores. Nos movemos y actuamos dentro de
un contexto social y político diferente en esencia al de otras épocas. Lo único
que nos distingue es que no queremos traicionar nuestro destino ni tampoco
permitir que nadie lo traicione…
…resulta
imposible que nuestra generación del año 68 traicione su destino. Ante nosotros
se plantea, en el mundo y en México, un único dilema insoslayable y rotundo:
victoria o muerte. La victoria, para nuestro país, será un México libre,
democrático sano, donde se pueda respirar, pensar, crear, estudiar, amar. La
muerte -así quedemos, para nuestra desgracia, vivos- será la noche del alma,
las torturas sin fin, el candado en los labios, la miseria del cuerpo y el
espíritu.
Compañeros encarcelados por la causa de la libertad:
A todos nos
sostiene, a ustedes en prisión, a nosotros todavía “libres”, la confianza que
tenemos en el vigor inextinguible de nuestro Movimiento, en su inagotable
tenacidad para vencer, en su disposición resuelta a cualquier clase de
sacrificios, en la inquebrantable rectitud y pureza de miras.
¡Mantengamos
nuestra férrea unidad de propósitos, nuestra disciplina, nuestra mutua
solidaridad, nuestro espíritu combativo, firmes, resueltos, de una pieza,
adentro o fuera de la cárcel, en la lucha a campo abierto y en la obligada
pasividad –no por eso menos combatiente y orgullosa – de las prisiones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario