Yo
he visto la vida, sin embargo nunca la he sentido, tan solo soy el Omega, el
fin, el camino termina en mí, yo soy quien corta el hilo, yo soy quien conduce
la barca y al que se le da el óbolo en la Estigia.
Yo
estoy aquí, a tu lado, todo el tiempo, todos los días, a cada minuto, a cada día,
cada acto de tu vida, cada momento, yo estoy ahí, contigo, junto a ti,
caminando al lado tuyo.
Cuando
debes de cerrar el libro de la vida, yo soy la última letra, la última hoja, pero
tú, tu empuñas la pluma, tu escribes.
Hoy
que todo se llena de mí, la sangre que riega la tierra, el polvo que llega a
los ojos, esa la haces tú, tu destruyes, tu depredas, tu, eso, lo haces tú, tu
ambición, tu vanidad, tu megalomanía, tu ceguera, tu quemas las ideas y los
niños, las piras arden, la vida se va, tú lo haces, la impunidad eres tú, la
injusticia eres tú, la indiferencia eres tú, el silencio, el silencio y sigues caminando sin ver, sin sentir, sin indignarte.
Yo,
yo solo soy el punto del final, ese que tú colocas o que la vida pinta.
Honra
la muerte como lo que es, tu única compañera, honra la vida como lo que es, tu única
oportunidad de ser feliz, la esperanza de que lo único que tenemos es la vida, lo único que tienes es tu derecho inalienable de vivir, de ser feliz, de buscar que todos lo sean, de luchar, de no permitir, de no callar, de no cerrar los ojos ni los oidos, de gritar y decir fuerte sin miedo.
"Cuántas posibles muertes dará a la vida o al olvido"
Jorge Luis Borges
Solo la muerte
Pablo
Neruda
Hay cementerios solos,
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.
A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.
Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.
Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.
tumbas llenas de huesos sin sonido,
el corazón pasando un túnel
oscuro, oscuro, oscuro,
como un naufragio hacia adentro nos morimos,
como ahogarnos en el corazón,
como irnos cayendo desde la piel del alma.
Hay cadáveres,
hay pies de pegajosa losa fría,
hay la muerte en los huesos,
como un sonido puro,
como un ladrido de perro,
saliendo de ciertas campanas, de ciertas tumbas,
creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia.
Yo veo, solo, a veces,
ataúdes a vela
zarpar con difuntos pálidos, con mujeres de trenzas muertas,
con panaderos blancos como ángeles,
con niñas pensativas casadas con notarios,
ataúdes subiendo el río vertical de los muertos,
el río morado,
hacia arriba, con las velas hinchadas por el sonido de la muerte,
hinchadas por el sonido silencioso de la muerte.
A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan
y su vestido suena, callado como un árbol.
Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado.
Pero la muerte va también por el mundo vestida de escoba,
lame el suelo buscando difuntos;
la muerte está en la escoba,
en la lengua de la muerte buscando muertos,
es la aguja de la muerte buscando hilo.
La muerte está en los catres:
en los colchones lentos, en las frazadas negras
vive tendida, y de repente sopla:
sopla un sonido oscuro que hincha sábanas,
y hay camas navegando a un puerto
en donde está esperando, vestida de almirante.
"Yo nací un día en que Dios estuvo enfermo, grave"
Cesar
Vallejo.
Hay
golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza,
como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
EL RECLUTA
José
Asunción Silva
Hasta
que manos piadosas
Algún
sepulcro le dieron,
Al
bajar de la cañada
Junto
á las matas de helecho,
Destrozada
la cabeza
Por
una bala de remington;
Con
la blusa de bayeta
Y la
camisa de lienzo,
Un
escapulario santo
Colgado
al huesoso cuello,
Los
pantalones de manta
Manchados
de barro fresco,
Las
rudas manos crispadas,
Los ojos
aún abiertos,
Y la
sangre, ya viscosa,
Pegándole
los cabellos,
Estuvo
toda la noche
De
aquel combate sangriento
Abandonado
el cadáver
Del
pobre recluta muerto.
Su
nombre ?... Un oscuro nombre...
Difunto
Fuan Abudelo,
Cuando
hablan de la campaña
Lo
nombran los compañeros...
Su
madre ?... Una pobre madre,
Que
en el rancho, al pie del cerro,
Abandonada
y estúpida
Pasa
los días inciertos.
Su
vida ?...Una oscura vida,
La
vida vaga de un cuerpo,
Que
fué tranquila y sin odios
Hasta
en el cuartel infecto,
Do
penetrado de frío,
Que
le calaba los huesos
Y que
tiritar le hacia
Bajo
el bayetón deshecho,
Conoció
toda la angustia
De
largas noches sin sueño,
Y de
tristes soledades,
El
pobre recluta muerto.
Los
soldados que seguían
En
titánicos esfuerzos,
De Egipto
á los arenales
Y de
Rusia á los desiertos,
Al
hombre de ojos de águila
Y de
caprichos de hierro,
Tenían
tras del reñido
Batallar,
largo y supremo,
En
cada voz, un halago,
En
cada mandato, un premio.
Mas
del Capitán Londoño,
Que
fué su Jefe en el Cuerpo,
Sólo
conoció dos órdenes
De
detención y de cepo,
Un
planazo en las espaldas
Y el
modo de gritar-juego!
Hasta
la tarde en que, herido
En el
combate siniestro,
Cayó,
gritando-¡adíós, mama!
El
pobre recluta muerto.
"El
espejo":
Omar Ortiz
No es verdad que los ojos sean el espejo del alma.
Si tal ocurriera, los asesinos caerían fulminados
y nada sucede cuando el torturador cruza y se peina.
Si tal ocurriera, los asesinos caerían fulminados
y nada sucede cuando el torturador cruza y se peina.
Llanura de Tuluá
Fernando Charry Lara
Al borde del camino, los dos
cuerpos
uno junto del otro,
desde lejos parecen amarse.
uno junto del otro,
desde lejos parecen amarse.
Un
hombre y una muchacha, delgadas
formas cálidas
tendidas en la hierba, devorándose.
formas cálidas
tendidas en la hierba, devorándose.
Estrechamente
enlazando sus cinturas
aquellos brazos jóvenes,
aquellos brazos jóvenes,
se
piensa:
Soñarán entregadas sus dos bocas,
sus silencios, sus manos, sus miradas.
Soñarán entregadas sus dos bocas,
sus silencios, sus manos, sus miradas.
Mas
no hay beso, sino el viento,
sino el aire
seco del verano sin movimiento.
sino el aire
seco del verano sin movimiento.
Uno
junto del otro están caídos,
muertos,
al borde del camino, los dos cuerpos.
muertos,
al borde del camino, los dos cuerpos.
Debieron
ser esbeltas sus dos sombras
de languidez
adorándose en la tarde.
de languidez
adorándose en la tarde.
Y
debieron ser terribles sus dos rostros
frente a las
amenazas y relámpagos.
frente a las
amenazas y relámpagos.
son
cuerpos que son piedra, que son nada,
son cuerpos de mentira, mutilados,
de su suerte ignorantes, de su muerte,
y ahora, ya de cerca contemplados,
ocasión de voraces negras aves.
son cuerpos de mentira, mutilados,
de su suerte ignorantes, de su muerte,
y ahora, ya de cerca contemplados,
ocasión de voraces negras aves.
A Cali ha llegado
la muerte.
Emilia Ayarza de Herrera, De
El universo es la patria (1962)
No.
Ni la sangre de polvo.
Ni el rumor de las venas sub-terrestres.
Ni los ojos de antiguas polillas vagabundas.
Ni los hombres de párpados doblados.
Ni la casulla del viento.
Ni la tierra pintada de frutos en la tarde.
Ni la sangre de polvo.
Ni el rumor de las venas sub-terrestres.
Ni los ojos de antiguas polillas vagabundas.
Ni los hombres de párpados doblados.
Ni la casulla del viento.
Ni la tierra pintada de frutos en la tarde.
No.
Nada.
Ni el sexo que comienza en la lengua de los niños.
Ni los pastores de culebras.
Ni las esquinas infieles sobre las ventanas.
Ni la dignidad de los trapiches
sostenida en el breve equilibrio de la caña.
Ni el transparente río que se hunde por los muslos de Cali.
Nada.
Ni el sexo que comienza en la lengua de los niños.
Ni los pastores de culebras.
Ni las esquinas infieles sobre las ventanas.
Ni la dignidad de los trapiches
sostenida en el breve equilibrio de la caña.
Ni el transparente río que se hunde por los muslos de Cali.
No.
Nada.
Ni las almadías del sueño.
Ni el somnoliento camello de la cordillera.
Ni el monólogo amarillo del sol en el espacio.
Ni la paz de los escarabajos.
Ni la mariposa pintora.
Ni el grillo concertista.
Ni la boñiga de oro.
Ni los geranios, ni las bicicletas
que absorben con sus esponjas de silencio
la tibia pereza de los muros
Nada.
Ni las almadías del sueño.
Ni el somnoliento camello de la cordillera.
Ni el monólogo amarillo del sol en el espacio.
Ni la paz de los escarabajos.
Ni la mariposa pintora.
Ni el grillo concertista.
Ni la boñiga de oro.
Ni los geranios, ni las bicicletas
que absorben con sus esponjas de silencio
la tibia pereza de los muros
No.
Nada.
Ni el candor de las escuelas que traza palotes de ausencia en los tableros.
Ni los borrachos que miran fijamente a la ventera
y le derraman el corazón entre las trenzas.
Ni las polleras de los siete-cueros.
Ni la barba de cristal de los torrentes.
Ni los panales detrás de las ortigas
Ni los bueyes de artificial melancolía.
No.
Nada pudo detener la muerte.
Llegó a Cali navegando
y los corceles del Océano Pacífico
la saludaron volcando sus belfos espumeantes en la playa.
Llegó por el pito de los buques
por las banderas de los guacamayos
por el ojo de las agujas que remienda el pudor de las modistas
por la voz de los muertos en los árboles
por los billetes rubios
por el alma incolora de los camioneros
por los ojos trasnochadores de los naipes
por la felina displicencia de los grandes
por la rosa ignorante
por el paisaje de zapatos sin huella.
Nada.
Ni el candor de las escuelas que traza palotes de ausencia en los tableros.
Ni los borrachos que miran fijamente a la ventera
y le derraman el corazón entre las trenzas.
Ni las polleras de los siete-cueros.
Ni la barba de cristal de los torrentes.
Ni los panales detrás de las ortigas
Ni los bueyes de artificial melancolía.
No.
Nada pudo detener la muerte.
Llegó a Cali navegando
y los corceles del Océano Pacífico
la saludaron volcando sus belfos espumeantes en la playa.
Llegó por el pito de los buques
por las banderas de los guacamayos
por el ojo de las agujas que remienda el pudor de las modistas
por la voz de los muertos en los árboles
por los billetes rubios
por el alma incolora de los camioneros
por los ojos trasnochadores de los naipes
por la felina displicencia de los grandes
por la rosa ignorante
por el paisaje de zapatos sin huella.
Llegó sin pasaporte y cruzó la
frontera
caminando sobre el miedo rosado de los niños
por el clavicordio dorado de los campanarios
por el pelo de agua de los cosos
por la sencillez de los pueblos
donde los campesinos y las almojábanas se encaran con el sol
y los mendigos pegan su coto a las ventanillas del tren.
caminando sobre el miedo rosado de los niños
por el clavicordio dorado de los campanarios
por el pelo de agua de los cosos
por la sencillez de los pueblos
donde los campesinos y las almojábanas se encaran con el sol
y los mendigos pegan su coto a las ventanillas del tren.
Llegó sin autorización de los muertos
que se salieron de sus tumbas
a protestar en un mitin putrefacto y amarillo.
que se salieron de sus tumbas
a protestar en un mitin putrefacto y amarillo.
Llegó por en medio de las garzas
los taladros
por entre el múltiple corazón de pitahayas
por la flor que se colocan las solteronas tras la oreja
por los solares donde hacen venias al viento los interiores parroquiales
y un tulipán oye misa diariamente.
los taladros
por entre el múltiple corazón de pitahayas
por la flor que se colocan las solteronas tras la oreja
por los solares donde hacen venias al viento los interiores parroquiales
y un tulipán oye misa diariamente.
Por cerca de los gallos
que creen en la blancura de los huevos
por los tejados donde los zuros escriben la epopeya de los celos
y los gatos y la luna
forman siete lechos y un violín.
que creen en la blancura de los huevos
por los tejados donde los zuros escriben la epopeya de los celos
y los gatos y la luna
forman siete lechos y un violín.
Invadió los palacios, las haciendas
los ranchos y las niñas de capul.
Invadió el cielo y sus altos corderos extraviados.
Invadió la secreta desnudez de los cadáveres.
(La ciudad era un racimo de plomo derretido
y la muerte le salía a bocanadas).
los ranchos y las niñas de capul.
Invadió el cielo y sus altos corderos extraviados.
Invadió la secreta desnudez de los cadáveres.
(La ciudad era un racimo de plomo derretido
y la muerte le salía a bocanadas).
La historia de Cali dejó de ser un río
deliberadamente puro
por cuyas ondas los días eran barcos de vidrio.
por cuyas ondas los días eran barcos de vidrio.
El rojo fue una lluvia sostenida en el
aire
y entre los montes de cristal la sangre
dibujará para siempre vitrales en la sombra!
y entre los montes de cristal la sangre
dibujará para siempre vitrales en la sombra!
¡Hay que llorar desesperadamente!
La muerte, solo la muerte....
En Chile, en Argentina y en toda
esta, nuestra a América, los asesinos, los dueños del terror y la violencia,
han escondido los cuerpos, han tratado de esconder la muerte, pero la
ignominia, lo obsceno, lo ominoso ahí queda.
El 16 de Julio de 1945 se realizaba
la prueba nuclear Trinity, que consistía en hacer estallar una bomba de
plutonio en un lugar apartado de Nuevo México. Faltaba menos de un mes para que
Hiroshima y Nagasaki fueran víctimas de la fisión nuclear. Militares y
científicos de primer orden fueron, desde varios kilómetros de distancia,
testigos directos de la prueba, encontrándose entre ellos el que se puede
considerar su principal artífice, Robert Oppenheimer. Cuando se llevó a
cabo la explosión de prueba en Nuevo México, Oppenheimer citó las anteriores
palabras del texto sagrado hindú Bhagavad Gita.
“We knew the world would
not be the same. A few people laughed, a few people cried, most people were
silent. I remember the line from the Hindu scripture, the Bhagavad-Gita. Vishnu
is trying to persuade the Prince that he should do his duty and to impress him
takes on his multi-armed form and says: "Now
I am become Death, the destroyer of worlds." I suppose we all thought
that one way or another”.
“Supimos que el mundo no sería el mismo. Unas pocas
personas rieron, unas pocas lloraron, muchas estuvieron en silencio. Recuerdo
la línea de la escritura Hindú, el Bhagavad-Gita. Vishnu está tratando de
persuadir al Príncipe para que haga su deber y para impresionarlo toma su forma
con múltiples brazos y dice, “Ahora, me
he convertido en la muerte, destructora de mundos.” Supongo que todos
pensamos eso, de una u otra forma”.
Yo Vengo A Ofrecer Mi Corazón
Letra y música Fito Paez
¿Quién
dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón,
tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
yo vengo a ofrecer mi corazón,
tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
No
será tan fácil, ya sé qué pasa,
no será tan simple como pensaba,
como abrir el pecho y sacar el alma,
una cuchillada del amor.
no será tan simple como pensaba,
como abrir el pecho y sacar el alma,
una cuchillada del amor.
Luna
de los pobres siempre abierta,
yo vengo a ofrecer mi corazón,
como un documento inalterable
yo vengo a ofrecer mi corazón.
yo vengo a ofrecer mi corazón,
como un documento inalterable
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Y
uniré las puntas de un mismo lazo,
y me iré tranquilo, me iré despacio,
y te daré todo, y me darás algo,
algo que me alivie un poco más.
y me iré tranquilo, me iré despacio,
y te daré todo, y me darás algo,
algo que me alivie un poco más.
Cuando
no haya nadie cerca o lejos,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
cuando los satélites no alcancen,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
yo vengo a ofrecer mi corazón.
cuando los satélites no alcancen,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Y
hablo de países y de esperanzas,
hablo por la vida, hablo por la nada,
hablo de cambiar ésta, nuestra casa,
de cambiarla por cambiar, nomás.
hablo por la vida, hablo por la nada,
hablo de cambiar ésta, nuestra casa,
de cambiarla por cambiar, nomás.
¿Quién
dijo que todo está perdido?
yo vengo a ofrecer mi corazón.
yo vengo a ofrecer mi corazón.
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