sábado, 18 de junio de 2011

Carl Gustav Jung - un alquimista en busca del Opus



Algo que desde niño he buscado e el entender, el conocer, eso que hace un ser raro, a los ocho años iba en mi bicicleta al museo de Antropología (donde curiosamente, varios años después estudie) y me dirigía a la biblioteca, eso hacia los sábados y cuando podía entre semana y claro, las vacaciones, aparte de andar en bicicleta y caminar en ese hermoso (hoy ya no tanto) Bosque de Chapultepec, en esas idas a la biblioteca conocí a demasiadas personas y lugares, me interesaron y hasta la fecha varios temas, entre ellos el mundo de las ideas, el alma, todo eso que hace del ser humano un ente único, su cultura.

Cuando tenía como 20 años cayo entre mis manos un texto sobre alquimia, tema que se puede gozar tan gratamente y que es necesario sentir, en fin, en ese tiempo era mi primer contacto más serio con la magia, la alquimia y las religiones, ese texto no era de uno de los grandes alquimistas, no analizaba la obra de Alberto Magno ni la de Nicolás Flemen, es más no hablaba de la “obra” como tal, ni tampoco hacia esa burda y vanal comparación entre la alquimia y la química, halaba de los símbolos, de lo arquetípico, del alma humana

Carl Gustav Jung se volvió desde entonces uno de mis compañeros de vida más queridos, en 1928 le llegó a sus manos un libro de alquimia china que le sirvió para correlacionar su búsqueda interior con la de los alquimistas. Esta obra se llamaba “El Secreto de la Flor de Oro”, cuya tradición oral se remontaba al siglo VIII de nuestra era. Comenta en sus memorias "Yo devoré prácticamente el manuscrito, pues su contenido vino a corroborar inesperadamente mis ideas sobre el mandala y la circunvalación alrededor de un centro. El contacto con esa obra puso fin a mi aislamiento, pues a través de sus páginas logré conocer a mis precursores ideológicos y relacionarme con ellos".

Cuando leí sobre los arquetipos, el inconsciente colectivo y el mito, entendí que se refería a la esencia de lo humano, al alma misma, no como algo ajeno y etéreo, sino como la parte sustantiva de la vida, los arquetipos son los que cada uno de nosotros crea en sí y de si mismo desde su inconsciente y con los cuales de identifica, así el inconsciente colectivo es la unión de estos, no una suma aritmética cual balance contable, sino una unidad dialéctica, armónica (y por armónica no estoy suponiendo homogeneidad, sino sinergia cambiantes), holística del todo, es como decía Carl Sagan “estamos hechos del mismo material que las estrellas”, por eso la vida, el tiempo son solo sueños, algo relativo a lo humano, más no a lo universal.



Entre sus autores y libros preferidos se encuentra Gerardus Dorneus (s. SVI): "Los pensamientos de este sabio sobre el trabajo de laboratorio y la meditación, sobre las fases del "opus" y de la "conniunctio", así como también sobre el concepto del "Unus Mundus", proporcionaron a Jung la clave para la comprensión de los anhelos alquimistas" (especialmente le interesaron Physica Trismegisti y Philosophia Meditativa). Paracelso le fascinaba igualmente y a su figura dedicó la monografía Paracélsica (1952), a la par que, en sus memorias confesaría que fue estudiando a Paracelso lo que finalmente le llevó "a intuir la esencia de la Alquimia en su relación con la religión y la psicología, o mejor dicho, la Alquimia en su aspecto de filosofía religiosa" - Aniela Jaffe. Secretaria personal de Jung en “Personalidad y Obra de C. G. Jung”, Monte Avila editores.

La Alquimia, para Jung, era ante todo una búsqueda espiritual en la que el alquimista, tratando de encontrar el espíritu mercurial, el "Antrophos", en los elementos de la naturaleza (en la materia), terminaba por hallarlo dentro de sí mismo, y donde queriendo redimir a la naturaleza se redimía a sí mismo. De acuerdo a Jung, "tanto en Oriente como en Occidente, el núcleo central de la Alquimia está representado por la doctrina gnóstica del Anthropos y es, por completo, con arreglo a su esencia, una peculiar doctrina de redención" (Simbolismo del Espíritu). No todos lo lograban, ni mucho menos, pues era fácil quedar prendidos -como ahora- en la gran "red de la diosa Maya", es decir, en los entrelazamientos provocados por las proyecciones psíquicas a través de las cuales uno ve en los demás, e incluso en los objetos animados o inanimados, características que en realidad no son de ellos sino del inconsciente personal de uno mismo.

“Entonces tuve un momento de extraordinaria lucidez, en el cual abarqué con la mirada el camino seguido hasta allí. Pensé: ahora posees la clave de la mitología y tienes posibilidad de abrir entonces todas las puertas que dan a la psiquis humana inconsciente. Pero entonces alguien susurró en mí: «¿Por qué abrir todas las puertas?». Surgió entonces la cuestión de qué era lo que yo había logrado hasta entonces. Había explicado los mitos de los pueblos primitivos, había escrito un libro sobre los héroes, sobre el mito en el que desde siempre vive el hombre. «Pero, ¿en qué mito vive el hombre de hoy?». «En el mito cristiano, podría decirse». «¿Vives tú en él?», me preguntaba. Si debo ser sincero, no. No es el mito en el que yo vivo. «¿Entonces ya no tenemos mito?». «No, al parecer ya no tenemos mito». «¿Pero cuál es, pues, tu mito, el mito en que tú vives?». Entonces me sentí a disgusto y dejé de pensar. Había llegado al límite.”
Carl Gustav Jung – “Recuerdos, sueños, pensamientos”

“Lo inconsciente colectivo es todo menos un sistema aislado y personal. Es objetividad, ancha como el mundo y abierta al mundo. Yo soy el objeto de todos los sujetos, en perfecta inversión de mi consciencia habitual, donde soy siempre sujeto que tiene objetos. Allí estoy en la más inmediata e íntima unión con el mundo, unido hasta tal punto que olvido demasiado fácilmente quien soy en realidad. «Perdido en sí mismo» es una frase adecuada para designar ese estado. Pero ese «mismo» es el mundo, o un mundo cuando puede verlo una consciencia. Por eso hay que saber quién se es”.
C. G. Jung _ “Sobre los arquetipos de lo inconsciente colectivo”

Para finalizar, bueno será recordar estas palabras de Jung en “Mysterium Coniunctionis”- “Aconsejo a los lectores que me critiquen a que dejen a un lado los prejuicios, que prueben el camino que he descrito, o si no, que suspendan su juicio y admitan que no comprenden nada. Desde hace treinta años que estudio estos procesos psíquicos, he adquirido la certeza de que los alquimistas, así como los grandes filósofos de Oriente, se refieren a tales experiencias y que, esencialmente, es nuestra ignorancia de la psique la que nos hace atribuirles el calificativo de místicas".

No hay comentarios:

Publicar un comentario