Las dos vías
¿Para qué toda esta hueca palabrería?
Sólo dos mundos valen la devoción de un
hombre:
la juventud de una mujer de pechos
generosos,
inflamada por el vino del ardiente deseo,
o la selva del anacoreta.
(Autor:
Bhartrihari. Versión de Octavio Paz)
Las primeras tres noches después de estar
juntos, la pareja dormía en el suelo, manteniéndose continente sexualmente y
comiendo alimentos sin sal o especias. Durante siete días se bañaron
ceremoniosamente al sonido de los instrumentos musicales, se vestían bien,
cenaban juntos, atendían las funciones y le presentaban los respetos a sus
parientes. Esto aplica a todas las clases. Durante la décima noche, él comienza
a seducirla con gentiles cortesías cuando se quedan solos en la noche.
El comienza a
excitarla y gana su confianza, pero aún se mantiene continente sexualmente.
Cuando la excita él no la obliga, ya que las mujeres son como las flores, y
deben excitarse tiernamente. Si se toman a la fuerza por hombres que no se
ganan su confianza, son mujeres que llegan a odiar el sexo”.
La sola mención de su nombre trae a nuestra mente estimulantes visiones de
eróticos frescos donde majestuosos maharajas con enormes genitales están
retozando con desnudas ninfas llenas de joyas en posiciones tan exóticas que
harían deslizar los discos de cualquier maestro de yoga.
El
Kamasutra trata realmente sobre el arte de vivir, sobre encontrar una pareja,
mantener el poder en el matrimonio, cometer adulterio, vivir como o con una
cortesana, utilizar drogas y también sobre las posiciones en el acto sexual.
El Kamasutra fue escrito originalmente por
Vatsyayana y otros sexólogos de la India antigua en una era donde reinaba la
sombría visión de la vida Budista que comparaba el Dios del amor con “mara” que
significa muerte o destrucción. Ellos también fueron herederos de otra visión
del mundo, la de las épicas, el Mahabharata y el Ramayana, las cuales
consideraban el amor sexual un asunto sobre el deseo y su gratificación,
especialmente el hombre para quién la mujer era un objeto de placer y una
necesidad física más entre muchas otras. Existe una idealización del matrimonio
en las épicas, pero considerado principalmente como un acto social y religioso.
La obligación hacia el amor y la castidad dentro del matrimonio se le exigía a
las esposas, el esposo vivía con menos limitaciones a quien le esperaba
una vida celestial libertina llena de Dioses vigorosos y “apsaras”, los
seductores celestiales, espirituales y deseables a la vez, ansiosos de dar y
tomar placer. El panteón Hindú de las épicas no es muy diferente al Olimpo
Griego donde los Dioses y las Diosas comparten y polemizan con una marcada
ausencia de subterfugios morales.
Por ende,
Vatsyayana y los primeros sexólogos vivieron en una época donde el deseo sexual
corría rampante sin restricciones morales donde la norma era el desenfreno
sexual y las relaciones sexuales licenciosas con las mujeres casadas las cuales
eran comunes en el Mahabharata. De hecho, Shvetaketu Auddalaki fue el que
escribió el primer texto sobre el sexo donde hacía la noble sugerencia de que
los hombres no debían dormir con las esposas de otros.
El segundo
propósito del Kamasutra, además de rescatar el placer erótico de los propósitos
fundamentales de fertilidad y reproducción era proveer un refugio de lo erótico
en un mundo donde reinaba la ferocidad de un deseo sexual desenfrenado. El
concepto más valioso del Kamasutra es que el placer necesita ser cultivado, y
que en el campo del sexo la naturaleza requiere de cultura. La cultura en el
Kamasutra significa aprender los 64 artes y para ello se requiere de tiempo y
dinero. El texto estaba dirigido a la élite urbana compuesta de princesas, barones,
oficiales de alto rango y ricos comerciantes quienes se recreaban seduciendo
vírgenes al igual que las esposas de otros hombres y gastaban
considerables cantidades de dinero en regalos con el fin de obtener sus
propósitos.
A pesar del rol de
la violencia como parte de la sexualidad, el erotismo del Kamasutra es
principalmente de iluminación. En sus páginas se encuentran gallardos galanes
que invierten horas acicalándose y enseñando a sus loros a hablar. En las
tardes se dedican a beber, escuchar música y bailar, cuando no están ocupados
en tertulias de poesía u ocupados gastando bromas sexuales con experimentadas
cortesanas. En este ambiente de alegre erotismo, el Kamasutra es parte de un
clima literario en los primeros 6 siglos del calendario cristiano donde lo
erótico se asociaba con lo brillante y bello del mundo ordinario.
Otro aspecto del Kamasutra es el
descubrimiento de la mujer como un sujeto y completo participante en la vida
sexual. El texto refleja y fomenta el gozo de la mujer de su sexualidad.
Vatsyayana sugiere el estudio de su libro a las mujeres incluso antes de llegar
a la pubertad. Dos del total de 7 partes del libro está dedicado a las mujeres.
La parte 4 a las esposas y la parte 6 a las cortesanas. La mujer es un elemento
activo en el campo erótico y no un recipiente pasivo de la lujuria del hombre.
Son representadas como seres con sentimientos y emociones a quienes el hombre
necesita comprender para el gozo total del placer erótico.
El Kamasutra es un
defensor radical del poder de la mujer en una sociedad conservadora y
patriarcal. Los libros de leyes de la época consideraban que la mujer no podía
contemplar la posibilidad del divorcio: “Una esposa virtuosa debe servir a su
marido como un Dios, así el se comporte mal, satisfaga su lujuria libremente y
carezca de cualidades”. Vatsyayana por otro lado, veía con ecuanimidad
que las esposas dejaran a sus esposos, el pensaba que las mujeres que no
experimentaran los placeres del amor debían odiar a ese hombre y dejarlo por
otro.
Lo que distingue al amor romántico del amor
erótico del Kamasutra es la presencia omnipresente en el primero de lo que
llamamos anhelos. En su búsqueda por la unidad con el amado el anhelo hace
énfasis en una entrega voluntaria y una adoración hacia el ser que uno desea.
El anhelo presupone un tipo especial de identificación que hace que el amado
alcance para el amante al menos una centralidad propia. También requiere de una
idealización que hace considerar al amado como un ser infinitamente superior a
quien se subordina a sus deseos con gusto. El amor romántico encuentra su
realización sólo cuando el amante pasa a ser metafóricamente “filtrable” o
“poroso” al amado. El deseo posesivo trata de vencer a su objeto mientras el
anhelo tierno lo hace indestructible. El anhelo le da al deseo permanencia y
estabilidad.
La porosidad, la
entrega, la identificación y la realización no son parte del amor erótico del
Kamasutra o de la literatura de ese período. Los poemas de amor en lenguaje
Sánscrito y Tamil, así como los textos eróticos, consideran al amado una
pareja quien es una fuente de excitación y placer alegrando sus sentidos pero
no un sentimiento del alma.
En resumen, el
Kamasutra es un balance precario entre la posesividad del deseo sexual y la
ternura del anhelo romántico, entre el desorden del instinto y las fuerzas
morales del orden, entre los imperativos de la naturaleza y los intentos
civilizados de la cultura. Es una búsqueda de la armonía de todas las fuerzas
opuestas que constituyen la sexualidad humana. Como diría Vatsyayana: “cuando
la rueda del éctasis sexual entra en movimiento, no hay manuales, no hay
orden”.
Dos mitos populares sobre los hijos de la
Diosa Parvati ilustran claramente como el “embelesamiento maternal” puede
amenazar la integridad sexual de un hijo como hombre.
En un mito
relacionado con el hijo mayor del Dios Shiva, Skanda, mató un poderoso demonio.
Skanda es recompensado por su madre Parvati con el permiso de divertirse como
desee. Skanda le hace el amor a las esposas de los Dioses y los Dioses son
incapaces de detenerlo. Ellos se quejan ante Parvati quien decide tomar la
forma de cualquier mujer que Skanda se propone a seducir. Skanda se averguenza
y piensa “El Universo está lleno de la visión de mi madre” y se vuelve
desapasionado.
De acuerdo a otro
mito, viendo un mango flotar río abajo, Parvati le dice a sus dos hijos Skanda
y Ganesha, que cualquiera de ambos que le dé la vuelta al Universo será
premiado con el mango. Skanda impulsivamente se montó en su pavo real y se fué
a recorrer el Universo. Ganesha se quedó pensando: “Que querría decir madre con
esto?” Entonces él procedió a dar vueltas alrededor de su madre idolatrándola y
le dijo: “He ido alrededor de mi Universo”. Ganesha recibió el mango.
El
texto anterior proviene de: Historias de la India, http://historiasdelaindia.com/2011/08/03/sexualidad-en-la-india-y-el-kamasutra/
Kama Sutra
El
hombre, cuya vida puede alcanzar cien años, debe distribuir su tiempo y
dedicarse a los tres fines de la vida, subordinados entre sí, y de tal forma
que uno no perjudique a otro. De niño procure adquirir cultura y aspectos
análogos de lo Útil; se entregue al Amor durante la juventud, y, en la vejez, a
la Ley Sagrada y a la Liberación. O, dada la incertidumbre de la vida, puede
dedicarse a cada uno de éstos, cuando tenga oportunidad. El periodo juvenil de
estudios, sin embargo, debería durar hasta terminar la instrucción.
Actuar
conforme a la Ley Sagrada consiste en fomentar, según las doctrinas, algunos
actos, como los sacrificios a los
dioses, que no se cumplen por necesidad, ya que no pertenecen a este mundo y no
se perciben las ventajas; y en descartar, siempre según las doctrinas, actos
como alimentarse de carne, que se suelen realizar, pues pertenecen a este mundo
y se perciben los resultados. La Ley Sagrada se puede aprender en los textos de
la Revelación y estando en contacto con personas expertas.
Lo
Útil es procurarse cultura, tierras, oro, ganado, enseres, amigos y cosas
parecidas, y aumentar lo que ya se ha obtenido. Se puede aprender del
comportamiento de los funcionarios, de quienes conocen las normas profesionales
y de los comerciantes.
El
Amor es actuar de forma que resulte agradable al oído, tacto, vista, gusto y
olfato, cada uno en su ámbito, todo controlado por la mente unida al alma.
Pero, en concreto, el Amor es la sensación adecuada de esta última, rebosante
de la alegría que brota de la conciencia, y rica en resultados, relacionada con
un contacto especial. Esto se puede aprender en el Kamasutra y frecuentando
gente de mundo.
Cuando
la Ley Sagrada, lo Útil y el Amor entran en conflicto, lo que precede es
siempre más importante. Lo Útil, sin embargo, es lo más importante para un
soberano, porque en ello se funda el curso regular del mundo; y también para
una prostituta. Así se consiguen los tres fines de la vida.
Alguien
puede objetar: si la Ley Sagrada no pertenece a este mundo, es conveniente la
existencia de un tratado que la exponga; y esta observación vale también para
lo Útil, dado que, para triunfar, se necesita un método, y éste se consigue con
un manual. Pero el Amor, por el hecho de que se efectúa espontáneamente hasta
en los animales, por ser una cosa innata, no necesita un tratado; es la opinión
de algunos expertos.
Sin
embargo, como depende de la unión erótica de un hombre y una mujer, exige un
método, que se consigue con el Kamasutra, dice Vatsyayana. Entre los animales,
por el contrario, la vida sexual no necesita métodos, porque las hembras no se
mantienen escondidas; el apareamiento tiene lugar, hasta la satisfacción,
durante el periodo de celo, y las uniones no se acompañan de reflexión alguna.
Otros
sostienen que no se deben realizar las acciones recomendadas por la Ley
Sagrada, pues sólo en el futuro producen resultados, por otra parte inciertos.
¿Quién, si no es tonto, daría a otro lo que tiene en la mano? Es preferible un
pichón hoy que un pavo real mañana; mejor una moneda de oro segura que un collar
de oro incierto; es la opinión de los materialistas.
Vatsyayana
sostiene, por el contrario, que se deben realizar las obras previstas por la
Ley Sagrada, pues las escrituras no pueden suscitar dudas; vemos que los
sortilegios y los exorcismos tienen éxito a veces; las constelaciones, la luna,
el sol y el conjunto de los planetas parecen actuar en beneficio del mundo,
como si razonaran; además, el curso regular del mundo está determinado por la
observancia de las normas sobre las clases sociales y sobre los estadios de la
vida(12); y es evidente que la simiente que tenemos en la mano se tira en
función de la cosecha futura.
Incluso
para algunos no conviene realizar acciones relacionadas con lo Útil. Pues los
beneficios, incluso perseguidos con gran esfuerzo, no se consiguen nunca; o, se
pueden presentar, sin que se uno los busque. Dado que todo es obra del destino,
éste en realidad lleva a los hombres a la riqueza o a la pobreza, al éxito o al
fracaso, a la felicidad o a la aflicción. El destino ha trasformado a Bali en
Indra, el destino lo ha destronado; siempre el destino lo volverá a colocar en
su pedestal. Esto que sostienen los fatalistas.
Un
método, por el contrario, es el fundamento de toda actividad, pues ésta
presupone el esfuerzo del hombre. Dado que hasta el beneficio más seguro depende
de algún factor, un hombre inactivo no puede ser afortunado. Es la opinión de
Vatsyayana.
Para
algunos, por último, no se deben llevar a cabo acciones relacionadas con el
Amor, pues se enfrentan con la Ley Sagrada y con lo Útil, que son las cosas más
importantes, y, por tanto, con las personas honestas; inducen a un hombre a
tener contactos con gente indigna, a iniciativas perversas, a la impureza, y
comprometen su futuro. Provocan, además, negligencia, ligereza, desconfianza y exclusión
por parte de los demás. Se oye hablar de muchos esclavos del Amor, que han
tenido un final horrible, junto con los de su entorno; así Dandakya, rey de los
Bhoja, que por amor violó a la hija de un brahmán, terminó arruinado con su
estirpe y con su reino. Y baste pensar en el rey de los dioses con Ahalya, en
el poderosísimo Kicaka con Draupadi, en Ravana con Sita, y en muchos otros, que
vivieron más tarde: esclavos del Amor, como puede verse, gravemente castigados.
Es lo que sostienen losdefensores de lo Útil.
En
realidad, las acciones relacionadas con el Amor tienen la misma naturaleza que
la comida, ya que contribuyen al sostenimiento del cuerpo; y son fruto de la Ley Sagrada y de lo Útil(18).
Pero conviene aprender cómo evitar las consecuencias negativas. Efectivamente,
no se dejan de poner las ollas en el fuego porque haya monjes mendicantes; ni
se renuncia a sembrar cebada porque haya cervatillos. Es la opinión de
Vatsyayana,
Valgan
unas estrofas sobre el particular:
Un hombre que
se dedique, como hemos dicho,
a lo Útil, al
Amor y a la Ley Sagrada
consigue la
felicidad sin espinas, infinita,
tanto aquí
abajo como en el otro mundo.
Los sabios se
ocupan de las acciones
en las que no
hay dudas sobre las consecuencias,
y en las que
se encuentra una satisfacción
sin ocasionar
perjuicio alguno a lo Útil.
Se tome la
iniciativa que resulte
eficaz para
realizar los tres fines de la vida,
o al menos
dos, o incluso uno; pero no conseguir uno,
perjudicando a
los dos que quedan
(…)
Las
sesenta y cuatro ciencias complementarias del Kamasutra, que forman sus ramas
secundarias, son:
Canto; música
instrumental; danza; pintura;
recortar
distintivos {decorativos para la frente}; crear
varias líneas ornamentales
con arroz y flores; colocar flores; colorear los dientes,
la ropa y el
cuerpo;
incrustar
gemas en el suelo;
preparar la cama;
hacer música con agua;
rociar con
agua [como juego]; realizar trucos
que
sorprendan; trenzar collares de varias maneras;
hacer diademas
y coronitas; realizar el aseo personal;
distintas
formas de adomar las orejas; preparar los perfumes; disponer adornos;
artes de
magia; los remedios
de Ku cumara;
destrezas con las manos;
cocinar
distintos tipos de verduras, sopas
y alimentos
sólidos; preparar bebidas, zumos,
condimentos y
licores; los trabajos de sastrería y tejido;
el juego de
hilos; tocar música con el laúd y el tambor; resolver acertijos;
el juego de
las estrofas;
pronunciar
trabalenguas; recitar trozos
de libros; conocer
las obras teatrales y los cuentos;
completar de
memoria estrofas de poesías; distintos modos
de trenzar
cintas y juncos;
trabajos de
alfarero; carpintería;
arquitectura;
saber distinguir la plata y
las piedras
preciosas; metalurgia; conocer el color
y los lugares
de origen de las piedras preciosas; saber
aplicar las
doctrinas sobre el cuidado de los árboles; preparar
peleas de carneros,
gallos y perdices; enseñar a hablar a papagayos y estorninos;
ser expertos
en dar
friegas, masajes
y peinar;
comunicar con
el lenguaje de las manos;
conocer los
distintos lenguajes convencionales;
hablar en
dialecto; interpretación de los oráculos celestes;
descifrar los
presagios; el alfabeto de los diagramas místicos;
la técnica de
la memorización; saber recitar un texto en tertulia; componer poesías
mentalmente;
saber de
diccionarios;
conocer la
métrica;
tener claras
las normas poéticas;
conseguir
fingir ser otro; disfrazarse con ropa;
distintos
juegos de azar; el juego de los dados; conocer
los juguetes
de los niños; ser expertos en las ciencias de las buenas maneras, de la
estrategia y del ejercicio físico.
(…)
LA
DURACIÓN Y EL TEMPERAMENTO
Los
distintos tipos de amante masculino, en relación con el órgano sexual, son
liebre, toro, caballo. La amante, por el contrario, puede ser cierva, yegua o
mujer elefante. En este ámbito, cuando la relación tiene lugar a la par, se dan
tres uniones iguales. En caso contrario, existen seis desiguales.
Entre
las desiguales, si la preponderancia es del hombre, cuando la relación se efectúa
entre categorías contiguas, son posibles dos uniones altas. No contigua, existe
una sola unión superior Si la preponderancia es de la mujer, por el contrario,
entre categorías contiguas, se dan dos uniones bajas, y, no contigua, una unión
inferior. Entre éstas, las uniones iguales son las mejores; las peores, las
marcadas por el comparativo. Las otras son moderadamente buenas. Incluso en una
situación media, una unión definida "alta" es preferible a una
deflnida "baja". Son las nueve uniones según las medidas.
Quien,
en el momento de los abrazos, está desganado, tiene poca virilidad y no aguanta los azotes cariñosos es un hombre de
pasión débil.
En
antítesis con esto hay amantes de pasión moderada o ardiente; y lo mismo vale
para la enamorada.
También
en esto, como respecto a las medidas, los tipos de unión son nueve. En relación
con la duración, los amantes pueden ser veloces, medios o lentos. Hay
diversidad de opiniones respecto a la mujer. Hay quien sostiene que ella no
consigue la satisfacción igual que el hombre, sino que su deseo viene aplacado
de forma continuada por el macho. Este deseo produce, si viene acompañado de la
alegría de la conciencia, un placer distinto, en el que la mujer tiene el
conocimiento del deleite. Por otra parte, ni siquiera el placer del hombre
pertenece a las categorías definibles por un acto cognoscitivo; y no basta
informarse: «¿Cómo es tu placer?»
Entonces,
uno podría objetar: ¿Cómo se puede entender (que el placer de la mujer es
distinto)? Porque el hombre, llegado al orgasmo, se para, según sus deseos, sin
preocuparse de la mujer; ella, sin embargo, no se comporta igual. Es lo que
afirma Svetaketu.
Se
puede rebatir: cuando el enamorado lo prolonga mucho, las mujeres quedan
satisfechas; mientras que, si es veloz, sin reparar en que ellas hayan
conseguido la satisfacción, éstas se irritan. Todo esto indica que ellas han
conseguido, o no, la satisfacción. No es un planteamiento válido, pues la
simple satisfacción del deseo se aprecia, si dura mucho. Y como subsiste la
duda, la objeción no demuestra nada. Svetaketu concluye:
En la unión,
el hombre acalla
el deseo de la
mujer;
si va
acompañado de conciencia,
se llama
satisfacción.
Para
otros, la joven consigue la satisfacción de forma continuada, desde el inicio;
el hombre, por el contrario, sólo al final. Esto parece lógico; efectivamente,
si ella no consiguiese el deleite, no tendría lugar la concepción. Es la
opinión de los discípulos de Babhravya.
Ni
siquiera el hecho de que (las mujeres queden satisfechas por los amantes que lo
prolongan mucho, ni al revés), basta para disipar las dudas. Se podría rebatir: si las mujeres alcanzan el
placer de forma continuada, no es normal que al inicio se sientan indiferentes
y sin muchas ganas; luego, gradualmente, se vuelvan apasionadas sin preocuparse
del cuerpo, y al final deseen parar.
(…)
Vatsyayana opina que la manifestación de placer de la mujer hay que juzgarla igual
a la del hombre: ¿Cómo podría haber una diferencia de resultados, si la especie
[humana] es lamisma, y los dos buscan lo mismo? ¿Quizá por la diversidad de
instrumentos y de conciencia?...
Los expertos
en los tratados dicen
que el amor es
de cuatro tipos:
por práctica y
por conciencia,
por
convencimiento y por sensualidad.
El amor que
nace de una percepción,
y tiene como
característica la reiteración,
hay que
considerarlo amor "por práctica",
como sucede
con la caza o actividades parecidas.
El amor por
acciones nunca antes realizadas,
que no se basa
en objetos sensoriales
sino que nace
de una idea,
será amor
"por conciencia".
Esto se
reconoce en el amor con la boca
de los eunucos
o de las mujeres,
y en las
distintas iniciativas
como besos y
otras cosas parecidas.
Quien conoce
los tratados llama
amor hecho
"por convencimiento",
si piensa:
«¡Es eso realmente»,
cuando la
causa del afecto es otra.
El amor
evidente, conocido por todos,
es el que
descansa en los objetos de los sentidos,
porque da los
frutos más importantes:
de éste
adquieren significado también los otros.
Una vez
examinados según el tratado
estos tipos de
amor definidos,
se pondrán en
práctica de la forma adecuada,
basándose en
cómo se nos presentan.
(…)
Incluso al
terminar, un amor
adornado con
atenciones,
relatos y
actos de delicadeza
suscita un
placer inmenso.
Con gestos
dulces, según el impulso de cada uno,
que despiertan
el amor de uno en el otro,
ya dando la
espalda con rabia,
ya lanzándose
miradas enamoradas,
con juegos de
danza, canciones
y
declamaciones, admirando
-con ojos
trémulos, húmedos de ardorel disco de la luna;
tras el primer
encuentro, los deseos
que surgieron
de inmediato, e, incluso luego,
el dolor en la
lejanía;
contándose
todas estas cosas,
y, al terminar
las impresiones, con abrazos
estremecidos,
mezclados con besos;
un joven
acrecienta la pasión,
si se enreda
en estas emociones y otras así.
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