domingo, 17 de febrero de 2013

Algo sobre la sensualidad, el erotismo y el Kama Sutra.



Las dos vías
¿Para qué toda esta hueca palabrería?
Sólo dos mundos valen la devoción de un hombre:
la juventud de una mujer de pechos generosos,
inflamada por el vino del ardiente deseo,
o la selva del anacoreta.
(Autor: Bhartrihari. Versión de Octavio Paz)


 


Las primeras tres noches después de estar juntos, la pareja dormía en el suelo, manteniéndose continente sexualmente y comiendo alimentos sin sal o especias. Durante siete días se bañaron ceremoniosamente al sonido de los instrumentos musicales, se vestían bien, cenaban juntos, atendían las funciones y le presentaban los respetos a sus parientes. Esto aplica a todas las clases. Durante la décima noche, él comienza a seducirla con gentiles cortesías cuando se quedan solos en la noche.

El comienza a excitarla y gana su confianza, pero aún se mantiene continente sexualmente. Cuando la excita él no la obliga, ya que las mujeres son como las flores, y deben excitarse tiernamente. Si se toman a la fuerza por hombres que no se ganan su confianza, son mujeres que llegan a odiar el sexo”.

La sola mención de su nombre trae a nuestra mente estimulantes visiones de eróticos frescos donde majestuosos maharajas con enormes genitales están retozando con desnudas ninfas llenas de joyas en posiciones tan exóticas que harían deslizar los discos de cualquier maestro de yoga.

El Kamasutra trata realmente sobre el arte de vivir, sobre encontrar una pareja, mantener el poder en el matrimonio, cometer adulterio, vivir como o con una cortesana, utilizar drogas y también sobre las posiciones en el acto sexual.

El Kamasutra fue escrito originalmente por Vatsyayana y otros sexólogos de la India antigua en una era donde reinaba la sombría visión de la vida Budista que comparaba el Dios del amor con “mara” que significa muerte o destrucción. Ellos también fueron herederos de otra visión del mundo, la de las épicas, el Mahabharata y el Ramayana, las cuales consideraban el amor sexual un asunto sobre el deseo y su gratificación, especialmente el hombre para quién la mujer era un objeto de placer  y una necesidad física más entre muchas otras. Existe una idealización del matrimonio en las épicas, pero considerado principalmente como un acto social y religioso. La obligación hacia el amor y la castidad dentro del matrimonio se le exigía a las esposas, el esposo vivía con menos limitaciones  a quien le esperaba una vida celestial libertina llena de Dioses vigorosos y “apsaras”, los seductores celestiales, espirituales y deseables a la vez, ansiosos de dar y tomar placer. El panteón Hindú de las épicas no es muy diferente al Olimpo Griego donde los Dioses y las Diosas comparten y polemizan con una marcada ausencia de subterfugios morales.

Por ende, Vatsyayana y los primeros sexólogos vivieron en una época donde el deseo sexual corría rampante sin restricciones morales donde la norma era el desenfreno sexual y las relaciones sexuales licenciosas con las mujeres casadas las cuales eran comunes en el Mahabharata. De hecho, Shvetaketu Auddalaki fue el que escribió el primer texto sobre el sexo donde hacía la noble sugerencia de que los hombres no debían dormir con las esposas de otros.


El segundo propósito del Kamasutra, además de rescatar el placer erótico de los propósitos fundamentales de fertilidad y reproducción era proveer un refugio de lo erótico en un mundo donde reinaba la ferocidad de un deseo sexual desenfrenado. El concepto más valioso del Kamasutra es que el placer necesita ser cultivado, y que en el campo del sexo la naturaleza requiere de cultura. La cultura en el Kamasutra significa aprender los 64 artes y para ello se requiere de tiempo y dinero. El texto estaba dirigido a la élite urbana compuesta de princesas, barones, oficiales de alto rango y ricos comerciantes quienes se recreaban seduciendo vírgenes al igual que  las esposas de otros hombres y gastaban considerables cantidades de dinero en regalos con el fin de obtener sus propósitos.

A pesar del rol de la violencia como parte de la sexualidad, el erotismo del Kamasutra es principalmente de iluminación. En sus páginas se encuentran gallardos galanes que invierten horas acicalándose y enseñando a sus loros a hablar. En las tardes se dedican a beber, escuchar música y bailar, cuando no están ocupados en tertulias de poesía u ocupados gastando bromas sexuales con experimentadas cortesanas. En este ambiente de alegre erotismo, el Kamasutra es parte de un clima literario en los primeros 6 siglos del calendario cristiano donde lo erótico  se asociaba con lo brillante y bello del mundo ordinario.

Otro aspecto del Kamasutra es el descubrimiento de la mujer como un sujeto y completo participante en la vida sexual. El texto refleja y fomenta el gozo de la mujer de su sexualidad. Vatsyayana sugiere el estudio de su libro a las mujeres incluso antes de llegar a la pubertad. Dos del total de 7 partes del libro está dedicado a las mujeres. La parte 4 a las esposas y la parte 6 a las cortesanas. La mujer es un elemento activo en el campo erótico y no un recipiente pasivo de la lujuria del hombre. Son representadas como seres con sentimientos y emociones a quienes el hombre necesita comprender para el gozo total del placer erótico.
 
El Kamasutra es un defensor radical del poder de la mujer en una sociedad conservadora y patriarcal. Los libros de leyes de la época consideraban que la mujer no podía contemplar la posibilidad del divorcio: “Una esposa virtuosa debe servir a su marido como un Dios, así el se comporte mal, satisfaga su lujuria libremente y carezca de cualidades”. Vatsyayana por otro lado, veía con ecuanimidad  que las esposas dejaran a sus esposos, el pensaba que las mujeres que no experimentaran los placeres del amor debían odiar a ese hombre y dejarlo por otro.

Lo que distingue al amor romántico del amor erótico del Kamasutra es la presencia omnipresente en el primero de lo que llamamos anhelos. En su búsqueda por la unidad con el amado el anhelo hace énfasis en una entrega voluntaria y una adoración hacia el ser que uno desea. El anhelo presupone un tipo especial de identificación que hace que el amado alcance para el amante al menos una centralidad propia. También requiere de una idealización que hace considerar al amado como un ser infinitamente superior a quien se subordina a sus deseos con gusto. El amor romántico encuentra su realización sólo cuando el amante pasa a ser metafóricamente “filtrable” o “poroso” al amado. El deseo posesivo trata de vencer a su objeto mientras el anhelo tierno lo hace indestructible. El anhelo le da al deseo permanencia y estabilidad.

La porosidad, la entrega, la identificación y la realización no son parte del amor erótico del Kamasutra o de la literatura de ese período. Los poemas de amor en lenguaje Sánscrito y Tamil, así como los textos eróticos, consideran al amado  una pareja quien es una fuente de excitación y placer alegrando sus sentidos pero no un sentimiento del alma.

En resumen, el Kamasutra es un balance precario entre la posesividad del deseo sexual y la ternura del anhelo romántico, entre el desorden del instinto y las fuerzas morales del orden, entre los imperativos de la naturaleza y los intentos civilizados de la cultura. Es una búsqueda de la armonía de todas las fuerzas opuestas que constituyen la sexualidad humana. Como diría Vatsyayana: “cuando la rueda del éctasis sexual entra en movimiento, no hay manuales, no hay orden”.

Dos mitos populares sobre los hijos de la Diosa Parvati ilustran claramente como el “embelesamiento maternal” puede amenazar la integridad sexual de un hijo como hombre.

En un mito relacionado con el hijo mayor del Dios Shiva, Skanda, mató un poderoso demonio. Skanda es recompensado por su madre Parvati con el permiso de divertirse como desee. Skanda le hace el amor a las esposas de los Dioses y los Dioses son incapaces de detenerlo. Ellos se quejan ante Parvati quien decide tomar la forma de cualquier mujer que Skanda se propone a seducir. Skanda se averguenza y piensa “El Universo está lleno de la visión de mi madre” y se vuelve desapasionado.

De acuerdo a otro mito, viendo un mango flotar río abajo, Parvati le dice a sus dos hijos Skanda y Ganesha, que cualquiera de ambos que le dé la vuelta al Universo será premiado con el mango. Skanda impulsivamente se montó en su pavo real y se fué a recorrer el Universo. Ganesha se quedó pensando: “Que querría decir madre con esto?” Entonces él procedió a dar vueltas alrededor de su madre idolatrándola y le dijo: “He ido alrededor de mi Universo”. Ganesha recibió el mango.
El texto anterior proviene de: Historias de la India, http://historiasdelaindia.com/2011/08/03/sexualidad-en-la-india-y-el-kamasutra/

 
  Kama Sutra

El hombre, cuya vida puede alcanzar cien años, debe distribuir su tiempo y dedicarse a los tres fines de la vida, subordinados entre sí, y de tal forma que uno no perjudique a otro. De niño procure adquirir cultura y aspectos análogos de lo Útil; se entregue al Amor durante la juventud, y, en la vejez, a la Ley Sagrada y a la Liberación. O, dada la incertidumbre de la vida, puede dedicarse a cada uno de éstos, cuando tenga oportunidad. El periodo juvenil de estudios, sin embargo, debería durar hasta terminar la instrucción.

Actuar conforme a la Ley Sagrada consiste en fomentar, según las doctrinas, algunos actos, como los  sacrificios a los dioses, que no se cumplen por necesidad, ya que no pertenecen a este mundo y no se perciben las ventajas; y en descartar, siempre según las doctrinas, actos como alimentarse de carne, que se suelen realizar, pues pertenecen a este mundo y se perciben los resultados. La Ley Sagrada se puede aprender en los textos de la Revelación y estando en contacto con personas expertas.
 
Lo Útil es procurarse cultura, tierras, oro, ganado, enseres, amigos y cosas parecidas, y aumentar lo que ya se ha obtenido. Se puede aprender del comportamiento de los funcionarios, de quienes conocen las normas profesionales y de los comerciantes.

El Amor es actuar de forma que resulte agradable al oído, tacto, vista, gusto y olfato, cada uno en su ámbito, todo controlado por la mente unida al alma. Pero, en concreto, el Amor es la sensación adecuada de esta última, rebosante de la alegría que brota de la conciencia, y rica en resultados, relacionada con un contacto especial. Esto se puede aprender en el Kamasutra y frecuentando gente de mundo.
 
Cuando la Ley Sagrada, lo Útil y el Amor entran en conflicto, lo que precede es siempre más importante. Lo Útil, sin embargo, es lo más importante para un soberano, porque en ello se funda el curso regular del mundo; y también para una prostituta. Así se consiguen los tres fines de la vida.

Alguien puede objetar: si la Ley Sagrada no pertenece a este mundo, es conveniente la existencia de un tratado que la exponga; y esta observación vale también para lo Útil, dado que, para triunfar, se necesita un método, y éste se consigue con un manual. Pero el Amor, por el hecho de que se efectúa espontáneamente hasta en los animales, por ser una cosa innata, no necesita un tratado; es la opinión de algunos expertos.

Sin embargo, como depende de la unión erótica de un hombre y una mujer, exige un método, que se consigue con el Kamasutra, dice Vatsyayana. Entre los animales, por el contrario, la vida sexual no necesita métodos, porque las hembras no se mantienen escondidas; el apareamiento tiene lugar, hasta la satisfacción, durante el periodo de celo, y las uniones no se acompañan de reflexión alguna.

Otros sostienen que no se deben realizar las acciones recomendadas por la Ley Sagrada, pues sólo en el futuro producen resultados, por otra parte inciertos. ¿Quién, si no es tonto, daría a otro lo que tiene en la mano? Es preferible un pichón hoy que un pavo real mañana; mejor una moneda de oro segura que un collar de oro incierto; es la opinión de los materialistas.

Vatsyayana sostiene, por el contrario, que se deben realizar las obras previstas por la Ley Sagrada, pues las escrituras no pueden suscitar dudas; vemos que los sortilegios y los exorcismos tienen éxito a veces; las constelaciones, la luna, el sol y el conjunto de los planetas parecen actuar en beneficio del mundo, como si razonaran; además, el curso regular del mundo está determinado por la observancia de las normas sobre las clases sociales y sobre los estadios de la vida(12); y es evidente que la simiente que tenemos en la mano se tira en función de la cosecha futura.

Incluso para algunos no conviene realizar acciones relacionadas con lo Útil. Pues los beneficios, incluso perseguidos con gran esfuerzo, no se consiguen nunca; o, se pueden presentar, sin que se uno los busque. Dado que todo es obra del destino, éste en realidad lleva a los hombres a la riqueza o a la pobreza, al éxito o al fracaso, a la felicidad o a la aflicción. El destino ha trasformado a Bali en Indra, el destino lo ha destronado; siempre el destino lo volverá a colocar en su pedestal. Esto que sostienen los fatalistas.


  
Un método, por el contrario, es el fundamento de toda actividad, pues ésta presupone el esfuerzo del hombre. Dado que hasta el beneficio más seguro depende de algún factor, un hombre inactivo no puede ser afortunado. Es la opinión de Vatsyayana.

Para algunos, por último, no se deben llevar a cabo acciones relacionadas con el Amor, pues se enfrentan con la Ley Sagrada y con lo Útil, que son las cosas más importantes, y, por tanto, con las personas honestas; inducen a un hombre a tener contactos con gente indigna, a iniciativas perversas, a la impureza, y comprometen su futuro. Provocan, además, negligencia, ligereza, desconfianza y exclusión por parte de los demás. Se oye hablar de muchos esclavos del Amor, que han tenido un final horrible, junto con los de su entorno; así Dandakya, rey de los Bhoja, que por amor violó a la hija de un brahmán, terminó arruinado con su estirpe y con su reino. Y baste pensar en el rey de los dioses con Ahalya, en el poderosísimo Kicaka con Draupadi, en Ravana con Sita, y en muchos otros, que vivieron más tarde: esclavos del Amor, como puede verse, gravemente castigados. Es lo que sostienen losdefensores de lo Útil.

En realidad, las acciones relacionadas con el Amor tienen la misma naturaleza que la comida, ya que contribuyen al sostenimiento del cuerpo;  y son fruto de la Ley Sagrada y de lo Útil(18). Pero conviene aprender cómo evitar las consecuencias negativas. Efectivamente, no se dejan de poner las ollas en el fuego porque haya monjes mendicantes; ni se renuncia a sembrar cebada porque haya cervatillos. Es la opinión de Vatsyayana,
 
Valgan unas estrofas sobre el particular:

Un hombre que se dedique, como hemos dicho,
a lo Útil, al Amor y a la Ley Sagrada
consigue la felicidad sin espinas, infinita,
tanto aquí abajo como en el otro mundo.

Los sabios se ocupan de las acciones
en las que no hay dudas sobre las consecuencias,
y en las que se encuentra una satisfacción
sin ocasionar perjuicio alguno a lo Útil.

Se tome la iniciativa que resulte
eficaz para realizar los tres fines de la vida,
o al menos dos, o incluso uno; pero no conseguir uno,
perjudicando a los dos que quedan

(…)

Las sesenta y cuatro ciencias complementarias del Kamasutra, que forman sus ramas secundarias, son:

Canto; música instrumental; danza; pintura;
recortar distintivos {decorativos para la frente}; crear
varias líneas ornamentales con arroz y flores; colocar flores; colorear los dientes,
la ropa y el cuerpo;
incrustar gemas en el suelo;
preparar la cama; hacer música con agua;
rociar con agua [como juego]; realizar trucos
que sorprendan; trenzar collares de varias maneras;
hacer diademas y coronitas; realizar el aseo personal;
distintas formas de adomar las orejas; preparar los perfumes; disponer adornos;
artes de magia; los remedios
de Ku cumara; destrezas con las manos;
cocinar distintos tipos de verduras, sopas
y alimentos sólidos; preparar bebidas, zumos,
condimentos y licores; los trabajos de sastrería y tejido;
el juego de hilos; tocar música con el laúd y el tambor; resolver acertijos;
el juego de las estrofas;
pronunciar trabalenguas; recitar trozos
de libros; conocer las obras teatrales y los cuentos;
completar de memoria estrofas de poesías; distintos modos
de trenzar cintas y juncos;
trabajos de alfarero; carpintería;
arquitectura; saber distinguir la plata y
las piedras preciosas; metalurgia; conocer el color
y los lugares de origen de las piedras preciosas; saber
aplicar las doctrinas sobre el cuidado de los árboles; preparar
peleas de carneros, gallos y perdices; enseñar a hablar a papagayos y estorninos;
ser expertos en dar
friegas, masajes y peinar;
comunicar con el lenguaje de las manos;
conocer los distintos lenguajes convencionales;
hablar en dialecto; interpretación de los oráculos celestes;
descifrar los presagios; el alfabeto de los diagramas místicos;
la técnica de la memorización; saber recitar un texto en tertulia; componer poesías mentalmente;
saber de diccionarios;
conocer la métrica;
tener claras las normas poéticas;
conseguir fingir ser otro; disfrazarse con ropa;
distintos juegos de azar; el juego de los dados; conocer
los juguetes de los niños; ser expertos en las ciencias de las buenas maneras, de la estrategia y del ejercicio físico.
 
(…)

LA DURACIÓN Y EL TEMPERAMENTO
Los distintos tipos de amante masculino, en relación con el órgano sexual, son liebre, toro, caballo. La amante, por el contrario, puede ser cierva, yegua o mujer elefante. En este ámbito, cuando la relación tiene lugar a la par, se dan tres uniones iguales. En caso contrario, existen seis desiguales.

Entre las desiguales, si la preponderancia es del hombre, cuando la relación se efectúa entre categorías contiguas, son posibles dos uniones altas. No contigua, existe una sola unión superior Si la preponderancia es de la mujer, por el contrario, entre categorías contiguas, se dan dos uniones bajas, y, no contigua, una unión inferior. Entre éstas, las uniones iguales son las mejores; las peores, las marcadas por el comparativo. Las otras son moderadamente buenas. Incluso en una situación media, una unión definida "alta" es preferible a una deflnida "baja". Son las nueve uniones según las medidas.
Quien, en el momento de los abrazos, está desganado, tiene poca virilidad y no  aguanta los azotes cariñosos es un hombre de pasión débil.

En antítesis con esto hay amantes de pasión moderada o ardiente; y lo mismo vale para la enamorada.

También en esto, como respecto a las medidas, los tipos de unión son nueve. En relación con la duración, los amantes pueden ser veloces, medios o lentos. Hay diversidad de opiniones respecto a la mujer. Hay quien sostiene que ella no consigue la satisfacción igual que el hombre, sino que su deseo viene aplacado de forma continuada por el macho. Este deseo produce, si viene acompañado de la alegría de la conciencia, un placer distinto, en el que la mujer tiene el conocimiento del deleite. Por otra parte, ni siquiera el placer del hombre pertenece a las categorías definibles por un acto cognoscitivo; y no basta informarse: «¿Cómo es tu placer?»

Entonces, uno podría objetar: ¿Cómo se puede entender (que el placer de la mujer es distinto)? Porque el hombre, llegado al orgasmo, se para, según sus deseos, sin preocuparse de la mujer; ella, sin embargo, no se comporta igual. Es lo que afirma Svetaketu.

Se puede rebatir: cuando el enamorado lo prolonga mucho, las mujeres quedan satisfechas; mientras que, si es veloz, sin reparar en que ellas hayan conseguido la satisfacción, éstas se irritan. Todo esto indica que ellas han conseguido, o no, la satisfacción. No es un planteamiento válido, pues la simple satisfacción del deseo se aprecia, si dura mucho. Y como subsiste la duda, la objeción no demuestra nada. Svetaketu concluye:

En la unión, el hombre acalla
el deseo de la mujer;
si va acompañado de conciencia,
se llama satisfacción.

Para otros, la joven consigue la satisfacción de forma continuada, desde el inicio; el hombre, por el contrario, sólo al final. Esto parece lógico; efectivamente, si ella no consiguiese el deleite, no tendría lugar la concepción. Es la opinión de los discípulos de Babhravya.

Ni siquiera el hecho de que (las mujeres queden satisfechas por los amantes que lo prolongan mucho, ni al revés), basta para disipar las dudas.  Se podría rebatir: si las mujeres alcanzan el placer de forma continuada, no es normal que al inicio se sientan indiferentes y sin muchas ganas; luego, gradualmente, se vuelvan apasionadas sin preocuparse del cuerpo, y al final deseen parar.

(…) Vatsyayana opina que la manifestación de placer de la mujer hay que juzgarla igual a la del hombre: ¿Cómo podría haber una diferencia de resultados, si la especie [humana] es lamisma, y los dos buscan lo mismo? ¿Quizá por la diversidad de instrumentos y de conciencia?...
 
Los expertos en los tratados dicen
que el amor es de cuatro tipos:
por práctica y por conciencia,
por convencimiento y por sensualidad.

El amor que nace de una percepción,
y tiene como característica la reiteración,
hay que considerarlo amor "por práctica",
como sucede con la caza o actividades parecidas.

El amor por acciones nunca antes realizadas,
que no se basa en objetos sensoriales
sino que nace de una idea,
será amor "por conciencia".

Esto se reconoce en el amor con la boca
de los eunucos o de las mujeres,
y en las distintas iniciativas
como besos y otras cosas parecidas.

Quien conoce los tratados llama
amor hecho "por convencimiento",
si piensa: «¡Es eso realmente»,
cuando la causa del afecto es otra.

El amor evidente, conocido por todos,
es el que descansa en los objetos de los sentidos,
porque da los frutos más importantes:
de éste adquieren significado también los otros.

Una vez examinados según el tratado
estos tipos de amor definidos,
se pondrán en práctica de la forma adecuada,
basándose en cómo se nos presentan.

(…)



Incluso al terminar, un amor
adornado con atenciones,
relatos y actos de delicadeza
suscita un placer inmenso.

Con gestos dulces, según el impulso de cada uno,
que despiertan el amor de uno en el otro,
ya dando la espalda con rabia,
ya lanzándose miradas enamoradas,
con juegos de danza, canciones
y declamaciones, admirando
-con ojos trémulos, húmedos de ardorel disco de la luna;
tras el primer encuentro, los deseos
que surgieron de inmediato, e, incluso luego,
el dolor en la lejanía;
contándose todas estas cosas,

y, al terminar las impresiones, con abrazos
estremecidos, mezclados con besos;
un joven acrecienta la pasión,
si se enreda en estas emociones y otras así.


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