Adolfo Sánchez Vázquez iniciando ese 25 de mayo
de 1939, junto a más de 1.600 compatriotas, el viaje que volvió a unir los dos
mundos, no con el animo del conquistador, sino como el del amigo, el del
camarada, así se dio inicio del exilio español, embarcandose en el puerto
francés de Sète a bordo del Sinaia rumbo al esa mar desconocida, rumbo
al exilio en Mèxico), de esa travesia, existen recuerdos que el cita, dos sobresalen: el día en que desde la
cubierta avistaron por última vez las costas de España, al paso por el estrecho
de Gibraltar, y el octogenario escritor Antonio Zozaya pronunció unas emotivas
palabras de despedida, y la mañana en que Juan Rejano, compañero de camarote en
la bodega del buque, le recitó su conocido poema: “Como en otro tiempo por la mar salada / te va un río español de sangre
roja /, de generosa sangre desbordada. / Pero eres tú, esta vez, quien nos
conquistas / y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!”.
El Sinaia llegó al puerto de Veracruz el 13 de
junio y fue recibido de modo entusiasta por más de 20.000 obreros y altos
representantes del Gobierno y el pueblo mexicanos. Ese puerto sería llamado
después Puerto de la Libertad, pues hasta 1942 arribarían a sus muelles un
total de 30.000 españoles sin patria. Puede que Sánchez Vázquez fuera el último
poeta sobreviviente de esa primera travesía, en la que quizá alumbró dos
sonetos clave para identificar el doble sentimiento de nostalgia y dolor que
respiraron las víctimas de aquella diáspora. “El alma la modela el sentimiento / y se exaltan las viejas primaveras”,
dice el poeta en el primero. “¿En qué
región del aire, en qué mares / –¡oh latitud humana del tormento! / tuvo el
crimen tan claro yacimiento / y la muerte más vivos hontanares?”, se
pregunta en el segundo.
Adolfo Sánchez Vázquez
Tres poemas
Al héroe caído
Tu corazón caliente, derribado,
levanta un estandarte en la mañana
por la pendiente del dolor cruzado.
levanta un estandarte en la mañana
por la pendiente del dolor cruzado.
Contra el rumbo del aire, se devana
gran madeja de muerte en tu cintura
enredada de sangre en tu ventana.
gran madeja de muerte en tu cintura
enredada de sangre en tu ventana.
Entre nieblas de pólvora, va oscura
la mano que te lleva hacia estaciones
que clavarán la muerte en tu espesura.
la mano que te lleva hacia estaciones
que clavarán la muerte en tu espesura.
¡Camaradas, de esbeltos corazones,
vedle, muerto, caído, prisionero,
del ataque de mudos tiburones!
vedle, muerto, caído, prisionero,
del ataque de mudos tiburones!
¡Vedle, pronto, vosotros, marinero,
aviador, tanguista, combatiente,
navegando sin vida, sin remero!
aviador, tanguista, combatiente,
navegando sin vida, sin remero!
¡Qué se aparten las manos de su frente,
que en pañuelos de sangre, no vencida,
van bordando un gemido transparente!
que en pañuelos de sangre, no vencida,
van bordando un gemido transparente!
De pie, junto a su mano descendida,
firmes estamos, el fusil al brazo,
muro ardiente sobre la pena erguida.
firmes estamos, el fusil al brazo,
muro ardiente sobre la pena erguida.
Yo sé esperar
Si para hallar la paz en esta guerra
he de enterrarlo todo en el olvido,
y arrancarme de cuajo mi sentido
y extirpar la raíz a que se aferra;
he de enterrarlo todo en el olvido,
y arrancarme de cuajo mi sentido
y extirpar la raíz a que se aferra;
si para ver la luz de aquella tierra
y recobrar de pronto lo perdido,
he de olvidar el odio y lo sufrido
y cambiar la verdad por lo que yerra,
y recobrar de pronto lo perdido,
he de olvidar el odio y lo sufrido
y cambiar la verdad por lo que yerra,
prefiero que el recuerdo me alimente,
conservar el sentido con paciencia
y no dar lo que busco por hallado,
conservar el sentido con paciencia
y no dar lo que busco por hallado,
que el pasado no pasa enteramente
y el que olvida su paso, su presencia,
desterrado no está, sino enterrado.
y el que olvida su paso, su presencia,
desterrado no está, sino enterrado.
Al dolor del destierro condenados
Al dolor del destierro condenados
—la raíz en la tierra que perdimos—
con el dolor humano nos medimos,
que no hay mejor medida, desterrados.
—la raíz en la tierra que perdimos—
con el dolor humano nos medimos,
que no hay mejor medida, desterrados.
Los metales por años trabajados,
las espigas que puras recogimos,
el amor y hasta el odio que sentimos,
los medimos de nuevo, desbordados.
las espigas que puras recogimos,
el amor y hasta el odio que sentimos,
los medimos de nuevo, desbordados.
Medimos el dolor que precipita
al olvido la sangre innecesaria
y que afirma la vida en su cimiento.
al olvido la sangre innecesaria
y que afirma la vida en su cimiento.
Por él nuestra verdad se delimita
contra toda carroña originaria
y el destierro se torna fundamento.
contra toda carroña originaria
y el destierro se torna fundamento.
Pedro Garfias
Pedro
Garfias nació en Salamanca el 27 de mayo de 1901. En 1918, Pedro Garfias se
traslada a Madrid, para cursar estudios de Derecho que nunca terminó. Desde esa
fecha hasta 1921, formó parte del movimiento poético vanguardista más
importante de este siglo, el ultraísmo. Cuando abandona a los ultraístas, funda
la revista Horizonte, que en el año de su fundación conseguía publicar trabajos
de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Federico García Lorca
entre otros. En 1938 obtuvo el Premio Nacional de Literatura por su libro Poesías
de la guerra española. En abril de 1939 marcha a Inglaterra donde escribe su
libro fundamental “Primavera en Eaton Hasting”. Ese mismo año embarca hacia
México. El 9 de agosto de 1967, Pedro Garfias murió en Monterrey (México).
Entre sus obras destacan: "El ala del Sur" (1927), "Poesías de
la guerra" (1937), "Héroes del Sur" (1938), "Primavera en
Eaton Hastings" (1939), "Poesías de la guerra española" (1941) y
"De soledad y otros pesares" (1948).
Pedro
Garfias escribió: "Se ha producido
en toda España una explosión de barbarie... Este levantamiento criminal de
militarismo, clericalismo y aristocratismo de casta contra la República
democrática, contra el pueblo, representado por su Gobierno del Frente Popular,
ha encontrado en los procedimientos fascistas la novedad de fortalecer todos
aquellos elementos mortales de nuestra historia... Contra este monstruoso
estallido del fascismo... nosotros, escritores, artistas, investigadores
científicos, hombres de actividad intelectual... declaramos nuestra
identificación plena y activa con el pueblo, que ahora lucha gloriosamente al
lado del Gobierno del Frente Popular..." El poeta se marchó a las
trincheras siendo nombrado Comisario político del Batallón Villafranca en el
frente sur. Tras la derrota cruza la frontera con Francia donde es internado en
un campo de concentración. Consigue llegar a Escocia y más tarde fue evacuado
en el buque frances Sinaia con otros 1.620 republicanos al Mejico de Lázaro
Cárdenas, donde moriría.
Yo sé que ya mi voz se va perdiendo...
1953
A Pedro Camacho
Yo sé que ya mi voz se va perdiendo,
yo sé que ya mis ojos vuelan poco,
sé que de tanto ya sentirme loco
loco me estoy volviendo.
Sé que mi amor sé fue sin haber sido,
que mi vida se va porque así quiere,
y que mi anhelo de vivir se muere
en pasmo convertido.
Sé que esto ya no cuenta y que no es cuento
ni el velo ni el desvelo de la noche.
ni el velo ni el desvelo de la noche.
Apenas siento deslizarse el río.
Al corazón pongo el oído atento.
Como Rubén siento pasar un coche
y pasa por mi carne un largo frío.
El iba solo...
Él iba solo
tambaleándose...
tambaleándose...
Borracho de amor,
borracho de hambre,
borracho de alcohol,
quién sabe.
borracho de hambre,
borracho de alcohol,
quién sabe.
Él iba solo
tambaleándose.
tambaleándose.
Pasear contigo en soledad perfecta...
Pasear contigo en soledad perfecta
fondo azul de colinas y a los lados
árboles comprensivos y vigilantes
el doble paso caprichoso y lento.
fondo azul de colinas y a los lados
árboles comprensivos y vigilantes
el doble paso caprichoso y lento.
Pasear contigo en soledad callada
al través de un silencio transparente
la frente levantada al sol que sube
orgulloso del brío de su vuelo.
al través de un silencio transparente
la frente levantada al sol que sube
orgulloso del brío de su vuelo.
Pasear contigo por la superficie
de redondez suave de la tierra
con lentitud perseverante y noble...
contigo y tu recuerdo y tu esperanza.
de redondez suave de la tierra
con lentitud perseverante y noble...
contigo y tu recuerdo y tu esperanza.
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