Todos
saben que es casi seguro que no lo volverán a ver … su esposa lo busca, su
madre, su padre, sus hermanos, nadie sabe nada, es como si solo fuese un mal
recuerdo, su hijo intenta saber algo de su padre 28 años después.
En
atacama, en una fosa, llena de cuerpos sin historia, se revisan los restos de
los fantasmas, las sombras empiezan a tener rostro, se vuelven a cubrir de
carne, de sueños, de construcción de un Chile diferente, esos sueños que fueron
robados nacen de entre la tierra, ahora él sabe lo que paso con su padre, su
madre al fin puede decirle como es ese niño que estaba por nacer, le cuenta que
sus padres nunca dejaron de buscarlo y que fueron amenazados, golpeados, pero
siempre siguen con sus hermanos buscando, ahora ellos tres se saludan después de
la tormenta.
Ese
mismo día, pero a más de 8,000 kilómetros se escucha el grito de una mujer ya
entrada en años, ella mira la televisión, ve como un avión atraviesa una de las
Torres Gemelas del WTC de Nueva York, sale corriendo, descalza, su hijo, su
hijo trabajaba ahí, era uno de los muchos migrantes que trabajaba en
actividades de limpieza.
Corre,
corre sin detenerse, atraviesa las calles, aunque parece que el tiempo se ha
detenido, todos los ojos miran los edificios, ella voltea, ve como otro avión
golpea la otra torre, sin darse cuenta se detiene y mira, solo mira, con la
vista perdida, todo se ha acabado.
Muertos
por la violencia en extremos del continente, la violencia cobra sus víctimas,
han pasado 12 años desde el 11 de septiembre del 2001, 40 años desde que los
mastines arrancaron la piel de Chile, demasiado tiempo, demasiadas muertes, si
no buscamos construir la justicia y la paz entonces la violencia habrá triunfado.
Hasta
siempre, ¡¡¡Camaradas!!!
Alejandro.
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