Armenia, ahí estaba el antiguo país de Mitani, lugar de done
se cuenta provenía la madre de Tutankamón, es un lugar lejano para nosotros, algunas
veces místico o mágico, identificado con los apóstoles y la cristiandad, hoy
deseo escribir sobre Armenia, en 1915 ocurrió algo que nunca debió de ser, una
de esas cosas que siempre duelen, que avergüenzan, no solo a los perpetradores,
sino a la humanidad entera.
El domingo 12 de abril, el Papa Francisco dijo en San Pedro, "En el
siglo pasado, nuestra familia humana vivió tres tragedias masivas y sin
precedentes", donde se conmemoró el 100 aniversario de la masacre del
pueblo armenio. "La primera, que es considerada '-el primer genocidio del
siglo XX-, golpeó a los armenios", dijo, refiriéndose a una declaración
hecha en 2001 por el papa Juan Pablo II y el líder de la iglesia armenia.
En
el año 2002 Atom Egoyan presenta el film “Ararat”, refiriéndose
a la montaña donde encallo el Arca de Noé, per describiendo con objetividad y
de manera plástica la masacre, película que ampliamente recomiendo.
Al
terminar, dejo que Aurora Mardiganián, una joven en esa masacre cuente su
historia a través de un documental que pronto verá la luz pública.
Hoy no escribo esto para los muertos, ni sus descendientes,
lo escribo para nosotros, 100 años después, para los victimarios, porque al
final, la crueldad y lo ominoso son solo la enseñanza de la posibilidad del
miedo, de la estupidez, del odio y la ira.
Armenia, una Vida Anunciada,
Después de la caída del reino de Armenia en 428, la mayor parte del país
fue incorporada al Imperio sasánida,
gobernado por los descendientes de Seleuco, general de Alejandro el Grande. Después
de una rebelión en 451, los armenios mantuvieron su libertad religiosa,
mientras que Armenia ganó autonomía y el derecho a ser gobernada por uno un
marzpan nativo. El marzpanato de Armenia duró hasta 640, cuando la Persia Sasánida fue destruida por el Califato árabe.
Tras la conquista
árabe de Armenia, Armenia fue inicialmente agrupada en una unidad
administrativa con el nombre de Arminiyya, que también incluyó partes de Georgia y de Albania caucásica y tenía su centro en la ciudad armenia de Dvin, bajo un gobernador árabe. A mediados
del siglo IX la administración fue delegada en el príncipe de Armenia,
reconocido por el califa y el emperador
bizantino. El principado de Armenia duró hasta el año 884, cuando el país recuperó la
independencia del debilitado imperio
árabe. Hacia 1045 forman parte del imperio Bizantino y desde el siglo XVI ha
sido integrada sucesivamente al Imperio Otomano, lo cual sucede definitivamente
en el siglo XIX, (actual Turquía).
Durante la primera
guerra, Esto era debido al hecho de que el ejército ruso mantuvo un contingente
de tropas armenias, integrado por unidades irregulares armenias. El 24 de abril
de 1915 las autoridades otomanas arrestaron a los intelectuales armenios.
Con la ley de Tehcir,
una gran proporción de armenios que vivían en Anatolia falleció como resultado
del genocidio armenio. Había resistencia armenia local en la región,
desarrollada contra las actividades del Imperio otomano. Los acontecimientos de
1915 a 1917 se consideran por los armenios y la inmensa mayoría de
historiadores occidentales como matanzas totales patrocinadas por el estado
Transcribo una nota del
periódico español ABC escrita por Daniel Iriarte corresponsal en Estambul y publicada el 26/04/2015
Miles de
personas conmemoran el genocidio en Estambul, aunque muchos turcos lamentan la
indiferencia hacia el sufrimiento de sus antepasados
ABC
Cae la tarde
en Estambul, y la gente comienza a reunirse frente al Instituto Francés, muy
cerca de la emblemática plaza de Taksim. Un grupo de personas pasan junto a un
panel de madera, recortado como si fuese la silueta de un árbol, y atan cintas
de colores a lo que pretenden ser las ramas. Se trata de un homenaje a los intelectuales armenios
ejecutados por las autoridades otomanas hace exactamente un siglo, las
muertes que marcaron el inicio de lo que poco después sería la destrucción de
la comunidad armenia del Imperio. Lo que el mundo conoce como el genocidio
armenio.
Poco
después, cientos, miles de personas comienzan a inundar la calle. Enarbolan
pancartas de mártires: de patriarcas y líderes políticos que murieron en 1915;
de Hrant Dink, el periodista turco-armenio cuyo asesinato a manos de un
pistolero ultranacionalista provocó tal oleada de rechazo que supuso el inicio
del movimiento que vemos hoy; y de Sevag Balikci, un joven armenio muerto a
manos de un soldado turco en 2011, mientras realizaba su servicio militar. «¡Estado asesino, rendirá cuentas!»,
grita la multitud. En los altavoces suenan canciones armenias. La contramanifestación
que se reúne a cientos de metros de allí, en cambio, apenas logra reunir a unas
pocas decenas de nacionalistas turcos.
«Es muy importante estar aquí hoy, por dos
razones. La primera, para que los armenios puedan pasar página, que
puedan mirar al futuro en lugar de al pasado. Pero también, el que el estado
turco reconozca el genocidio y pida disculpas hace más difícil que pueda
repetirse. Porque mientras el estado niegue lo que pasó, está abierto a hacerlo
de nuevo», afirma el escritor Roni Margulies, un conocido intelectual
progresista turco que ha acudido al evento. «Hay mucha gente, sobre todo en las regiones del este de Turquía,
que sabe lo que pasó, porque lo escuchó de sus abuelos. Esta gente sabe lo que
hizo el estado, y que no fue castigado por ello», dice a ABC.
Durante
mucho tiempo, la cuestión de las matanzas de los armenios durante la Primera
Guerra Mundial ha sido un asunto tabú en Turquía, y su sola mención podía
acarrear importantes represalias legales. La atmósfera, sin embargo, ha ido
cambiando con el tiempo. Oficialmente,el
estado turco ya no niega estas muertes, aunque sigue existiendo un
importante malestar ante el asunto. Muchos turcos alegan que, mientras el mundo
ha mostrado una gran empatía con el terrible destino de los armenios, ha
exhibido una indiferencia similar ante las tragedias sufridas por las
poblaciones musulmanas del Imperio Otomano a manos de los nacionalistas
balcánicos y eslavos, que provocaron cientos de miles de muertos y desplazados.
Los datos
sociológicos respecto a la cuestión son llamativos: según una reciente encuesta
del Centro de Estudios de Economía y Política Exterior de Turquía (EDAM), un
9,1 % de los turcos cree que se debería ofrecer una disculpa por lo sucedido, y
reconocer el caso como genocidio, una cifra que se ha incrementado
sensiblemente en los últimos años. El mismo porcentaje opina que solo se
debería producir una disculpa, sin reconocimiento. Otro 12 % cree que se debería expresar dolor por las muertes,
pero no adoptar ninguna otra medida, y un 21,3 % prefiere dejar las cosas tal y
como están. Pero lo más significativo es la opción mayoritaria: un 23,5 % cree
que se debe expresar dolor por todos los muertos del periodo, no solamente los
armenios, lo que entronca con el sentimiento apuntado arriba.
Las
autoridades turcas parecen haber optado por una opción intermedia. El gobierno
turco, que en los últimos días ha llamado a consultas a sus embajadores en el
Vaticano y Viena después de que el Papa Francisco y el Parlamento austriaco
utilizasen el término «genocidio», condenó ayer a los presidentes de Rusia,
Francia y Alemania por el mismo motivo. También protestó formalmente contra el
discurso del estadounidense Barack Obama, acusándole de aplicar una «percepción
unilateral y selectiva de la justicia». Una postura que la semana pasada
provocó el enfrentamiento del ejecutivo
de Recep Tayyip Erdogan con uno de sus asesores, el armenio Ethem
Mahçupyan, contratado el año pasado como parte de una política de apertura
hacia las minorías religiosas del país.
«Si
aceptamos que lo sucedido en Bosnia
y África fueron genocidios, es imposible no llamar también genocidio a
lo que sucedió a los armenios en 1915», declaró Mahçupyan en una entrevista
televisiva, contradiciendo los comentarios realizados veinticuatro horas antes
por el propio Erdogan y por el primer ministro Ahmet Davutoglu. El asesor, de
hecho, dejó de serlo pocos días después. La explicación oficial, sostenida
incluso por él mismo, es que había alcanzado la edad de jubilación.
Pero,
consciente tal vez de la necesidad de cierta flexibilidad, Erdogan trató a la
vez de mostrarse ayer sensible respecto a la cuestión armenia. «Permítame
reiterar que somos conscientes de
los tristes eventos experimentados en el pasado por la comunidad
armenia, y que comparto sinceramente su dolor. Por favor, tenga la seguridad de
que nuestros corazones siguen abiertos a los nietos de los armenios otomanos en
todo el mundo», declaró en un comunicado dirigido al Patriarca armenio de
Turquía, Aram Atesyan, en inglés, armenio y turco. El Ministro de Asuntos
Europeos, Volkan Bozkir, también asistió ayer a una misa oficiada por Atesyan
en honor a los armenios que murieron en 1915.
UN INVESTIGADOR DE
ARGENTINA DESCUBRE EL FILM.
Por Sergio
Kniasian.
Video
subtitulado en español por Carla Serafini.
Durante ocho
décadas los historiadores buscaron por todo el mundo copias de la película
“Ravished Armenia”. Pero todo fue en vano. Hoy en día se puede afirmar,
lamentablemente, que ya no existe. Sólo sobrevive un fragmento de la misma, que
fuera descubierto en 1994 por el investigador Eduardo Kozanlián de Buenos
Aires, quien dedicó gran parte de su tiempo en rastrear en diferentes países
todo lo concerniente al "fenómeno Mardiganián.".
Fascinado desde
su juventud por el tema, comenzó en un inicio, a recoger datos e información
dispersa sobre el libro, sobre “Aurorita” (así llama Kozanlián a la
protagonista de la historia Aurora Mardiganián), sobre el film, etc., llegando
con los años, a formar un archivo envidiable sobre el tema.
Eduardo
Kozanlián Viajó varias veces a EEUU donde buscó rastros de todo lo concerniente
al libro y a la película. Gracias a su personalidad inquieta y perseverante,
consiguió originales de las primeras ediciones, fotografías, recortes de la
prensa del momento, documentos relacionados, etc.
La pasión de
años tuvo su recompensa, pues mientras revisaba archivos buscando rastros de la
película se topó con ella.
Este último
tramo de la historia del film se relaciona con el conocido cineasta,
recientemente fallecido Yervánt Setián.
Nacido en
Adabazar, Setián tenía ocho años cuando junto con su madre y sus dos hermanas
fueron empujadas a destinos inciertos cuando el gobierno turco ordenó la
deportación de toda la población armenia a los desiertos de Siria con el fin
expreso de que no sobrevivieran.
Los Setián se
salvaron del Primer Genocidio del siglo XX, quedando en Damasco y tras unos
años se embarcaron en una nave atestada de refugiados rumbo a Francia. Allí el
joven Yervánt pudo dedicarse a la cinematografía comenzando muy tímidamente
hasta llegar a concretar el estudio Cine Seto, con una producción bastante
interesante Años después en 1947 se estableció en Yervánt Setián Armenia
Soviética, donde prosiguió su carrera. Ya afincado en Ereván fue aceptado como
operador de filmaciones en el Estudio Haifilm, donde durante 30 años sirvió al
desarrollo del séptimo arte y transmitió sus experiencias y conocimientos a la
juventud.
Kozanlián,
durante un viaje turístico que realizó a la capital de Armenia en 1994, se
entrevistó con Setián. Con estas palabras se refiere al gran artista: “No solo
fue un cineasta sino también un recopilador de documentos que revelaron a la posteridad
el martirio de su pueblo acorralado por sus verdugos. Así pudo rescatar y
llevar a su patria -pagando un alto precio a la empresa George Miller, después
de una trabajosa colecta- la película "El martirio de un pueblo",
filmada en Inglaterra sobre la base de pruebas documentales de Elsa Kederián,
una sobreviviente a la tragedia que arrasó con 100.000 niñas armenias. Este
film se trataba en realidad de "Ravished Armenia" o "Auction of
Souls ("Armenia arrasada" o "Subasta de Almas") que
descubrí en Ereván hace algunos años. Parte de este film se conserva gracias a
Setián; y con respecto a Elsa Kederián, es nada menos que Aurora Mardiganián,
identidad de la que Setián no tuvo conocimiento, ni tampoco de que, en
realidad, se filmó en los Estados Unidos.” 1 Setián entregó sus documentos al
Archivo de Documentos de Armenia, donde estuvieron guardados por varios años.
Correspondió a Kozanlián hallar el film en cuestión cuando estaba haciendo
algunas pesquisas, justamente en Archivo de Documentos de Armenia en 1994. Los
largos años de investigación y la consecuente familiarización de los rostros de
los actores y participantes en el film, le permitió identificar el film en
cuestión. Se pudo recuperar un segmento de veinte minutos de extensión
insertada en una obra un poco más extensa.
1 Kozanlián
Eduardo, “Los ojos de Cine Seto”, Diario “ARMENIA”, Buenos Aires, 14 octubre
1998, pg. 5.
Los primeros 2
minutos 10 segundos y los últimos 55 segundos no pertenecen al film original,
son agregados de Yervánt Setián, quien en ningun momento pretendió que fueran
del film, sino que los puso debido a que eran afines a los sucesos de la época.
.Por lo tanto quedan aproximadamente 14 minutos 30 segundos del original.
2 Kozanlián
durante sus últimos viajes a los EEUU, para ver si podía encontrar nuevos
elementos acerca del “fenómeno Mardiganian”, obsequió copias del fragmento del
film a quien se interesaba sobre el tema o a quienes lo ayudaron en sus
investigaciones. Hoy está al alcance de todos, distribuido por varias firmas
comerciales o personales, tanto en video como su versión digitalizada en DVD.
Algunos vienen acompañados con una detallada historia del libro y la película,
omitiendo el nombre de quien lo redescubrió y repartió por doquier. Inclusive
algunas versiones tienen de tapa el afiche que promocionaba el film en su
época, que es nada menos que una fotografía que Kozanlián mismo había tomada
del original que se exhibe en el Armenian Library and Museum of America, de
Watertown, Massachussets.
Finalmente Kozanlián
donó la película recuperada al Instituto-Museo del Genocidio Armenio de Ereván,
gracias a lo cual hoy existe una copia en los archivos del mismo. Dicho sea de
paso, el Museo del Genocidio en el año 2009 celebró con una gran difusión del
tema, el 90º aniversario de la publicación del libro «Ravished Armenia» y del
estreno de la película muda «Subasta de almas», ambos en 1919.
El Museo envió a
cuanto órgano de difusión existente, tanto de Armenia como de la Diáspora,
informes de prensa detallados. Además publicó postales alusivas y armó una
exhibición virtual que se puede consultar en en la página de Internet http://www.genocide-museum.am/eng/online_exhibition_6.php Todas las notas e informes del Museo
mencionan indefectiblemente el nombre de Eduardo Kozanlián 3 y su
descubrimiento del fragmento del film con suma gratitud.
3 Eduardo
Kozanlián, nació el 18 de febrero de 1947 en Bucarest, Rumania. Con su familia
se estableció en Buenos Aires en 1952. Estudió en los colegios armenios
Arslanián (actual Instituto Educativo San Gregorio El Iluminador) y
Mekhitarista. Ferviente entusiasta de la lucha del pueblo armenio por el
reconocimiento de sus derechos, desde muy joven se enrola en las filas de la
FRA-Dashnaktsutiún, donde en la actualidad cumple tareas de responsabilidad.
Publicado 29th January 2013 por GUÍA ARMENIA
MENC
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