lunes, 4 de mayo de 2009

El Séptimo sello




Caminando, ir y venir, cruzar valles y abrir caminos, sueños perdidos, palabras olvidadas, recuerdos que no llegan a encontrar a Leto (diosa de la noche y alternativamente de la luz del día), así recuerdo…La primera vez que fui a Galicia, mis amigos me llevaron al río del Olvido. Me dijeron que los legionarios romanos, en los antiguos tiempos imperiales, habían querido invadir estas tierras, pero de aquí no habían pasado: paralizados por el pánico, se habían detenido a la orilla de este río. Y no lo habían atravesado nunca, porque quien cruza el río del Olvido llega a la otra orilla sin saber quién es ni de dónde viene

Por eso hay que detenerse y aguardar el juego de ajedrez decide todo, los viajeros caminan y la vida y la muerte aguardan el final del juego, ese es el séptimo sello

(V. 1) 1 Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora: Cristo abre ese último séptimo sello del libro, e inmediatamente se produce un silencio, como por media hora, es decir, por muy poco tiempo. Es la calma que antecede a la tormenta. Las expresiones de alabanza y el júbilo que Juan oía, se terminan por un momento para dar paso a un silencio. Esto nos habla de algo solemne, majestuoso y terrible. Como dice Herb Vander Lugt, acerca de ese silenciosugiere aparentemente una calma solemne que precederá a un terrible desencadenamiento de la ira de Dios. Es un período de silencio en el cielo que pronto se rompe con la expresión cataclísmica de lo que Apocalipsis llama, las siete trompetas”

(V. 2) 2 Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas: En el espacio de esa media hora de silencio, a siete ángeles que son conocidos para Juan, reciben siete trompetas. Veremos más adelante acerca del significado de las trompetas.

(V. 3) 3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. 5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.

 (V. 5) 5 Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto: Ese octavo ángel, el del incensario, pone en marcha el efecto de las oraciones de los santos, junto con la aprobación de Dios, enviando a la tierra, el juicio de Dios. Dice Lacueva: “Al caer, este fuego produce una especie de trastorno cósmico; el retumbar del trueno va aquí seguido de un terremoto que sacude la tierra, y preludia el comienzo de las plagas que seguirán al toque de las siete trompetas”.

Uno más en la fila de los que van danzando tras la figura de la guadaña

Los veo, mira  los veo. Sobre ellos se cierne el cielo tormentoso. Suben juntos el monte. van el herrero y lisa, el caballero y Raval y Jöns y Jonas, la muerte severa los invita a danzar, van tomados de las manos y bailando, forman una larga cadena: delante va la mismísima muerte con su guadaña y su reloj de arena. el último es Jonas, lleva su laúd y camina de espaldas, ya marchan todos, huyendo del amanecer, en una solemne danza hacia la oscuridad mientras … la lluvia lava sus rostros surcados por la sal de las lágrimas. 

Asì el juego concluye, unos caminan arrastrados hacia el olvido y otros los miran esperando recordar para vivir.