lunes, 30 de diciembre de 2013

Para caminar desde el pasado hasta el futuro, el horizonte (diciembre 2013-enero 2014)


Cada nuevo amigo que ganamos en la carrera de la vida nos perfecciona y enriquece más aún por lo que de nosotros mismos nos descubre, que por lo que de él mismo nos da.


Miguel De Unamuno

Quien no sueña al iniciar el año, quien no recuerda al concluir el año, esta vaciando su voz y su canto.

Hoy deseo que sea a través de la poesía el camino para transitar del aquí y ahora, del pasado al futuro, al ahí esta.

Un gran abrazo y como dice el señor Spok, Larga vida y prosperidad, así como un viaje bueno por esta nueva aventura que inicia el primero de enero del 2014.


Alejandro.


Voces
Haikus de Kobayashi Issa
Para el corazón
que no duda,
las blancas flores del ciruelo.
* * *
Las flores han caído:
ahora nuestras mentes
están tranquilas.
* * *
Mientras dormía profundamente,
muy fatigado,
la primavera tocaba a su fin.
* * *
El mendigo
tiene el cielo y la tierra
como ropa de verano.
* * *
Silencio:
una hoja se hunde
en el agua clara.
* * *
La noche es larga;
el sonido del agua
dice lo que pienso.
* * *
Escuchamos los insectos
y las voces humanas
con distintos oídos.
* * *

El año se va:
oculto mis canas
a mi padre.

Año nuevo

Cada año nuevo

Cielo y tierra en armonía
El primer día.
Haiku de Shiki Masaoka

viernes, 27 de diciembre de 2013

Deseos de años nuevo.



Cada año, al terminar, en la Noche Vieja dicen en España y algunos lugares de América Latina y de Europa y curiosamente en México y en otras partes es el Año Nuevo.

Así, que como Marx decía “Por nuestra parte debemos iluminar el viejo mundo y crear positivamente el mundo nuevo…” son dos formas de mirar lo mismo, desde lo que hemos sido y somos y por lo que somos y deseamos ser, la verdad y la esperanza, así sentimos la conclusión y el inicio de años, algunas veces, cerramos ciclos, otras más solo caminamos.
Me gustaría recorrer el “Camino a Santiago”, hacer el recorrido como se ha hecho desde hace 1200 años, un recorrido por la Vía Láctea, ese andar mágico, lugar de recuerdos, presagios, presentes y sueños, lugar de Prisciliano y no de Santiago, quien sabemos que murió martirizado (sic) en Jerusalén, en fin, aquí eso es irrelevante, lo importante es que existe la yuxtaposición de Santiago el Apóstol milagros y protector de España. Matamoros llegaron a llamarle) y del obispo hereje, Prisciliano, Arriano de fe.

Más lo realmente importante es el camino, ese recorrido que Luis Buñuel relata magníficamente en si film: La Vía Láctea (1969) la magia del camino a Santiago.

Por eso no se me ocurre ninguna otra imagen mejor que ese camino (que desearía firmemente hacer y al concluir y llegar a Finis Terrae –por los romanos-) iniciar el camino al horizonte, en el desierto, en esas noches donde las estrellas duermen contigo y la luna te acaricia.

Así, regresando al tema de los deseos, estos están llenos de fe, esperanza, deseo, sueños y a veces de lujuria y avaricia, están llenos del alma del hombre.
En ese mundo viejo los deseos parten del recuerdo, de lo que se es, en el nuevo mundo, los deseos parten de lo que somos, del olvido, de la memoria guardada y oxidada, mirando un amanecer que será siempre mejor.

Este construir los deseos es volver a construirlos como lo hicieron hace más de 1000 años con Prisciliano y Santiago, desear es volver a hacer cada año el Camino a Santiago, esperando andar, tener amigos y amores, sueños y aventuras para que cuando llegamos a Santiago los deseos sean siempre el horizonte y nuestros pies, nuestra fe y nuestra esperanza el camino.

Por ello creo que nuestros deseos deben de estar llenos de nuestros recuerdos, de lo que fuimos y de lo que somos, de nuestros pecados y redenciones, de nuestros actos gentiles y los ominosos, creo que los deseos deben de estar llenos de aquello que nos hace felices y generosos, de aquello que nos permite amar y ser amados, de amigos y alegrías, de tristezas, dolores y soledades, creo que nuestros deseos deben ser ligeros para que no nos pesen mientras caminamos, creo que deben de contener algunas nubes, un poco de cielo y estrellas, algo de tierra y plantas, arcoíris y cascada, viento de cada lugar del universo.
Por último, debemos de saber que nuestros deseos son el camino que dejamos para que nuestros hijos, aquellos que están cerca de nuestro corazón lo caminen, es nuestra heredad, solo eso dejamos, sueños, solo sueños.

Que este año que termina hayamos aprendido lo suficiente y tengamos el valor de romper las convenciones para abrir las puertas y pasar por ellas, que el año entrante, nuestro camino sea digno, justo y sobre todo ligero, alegre, que haya compañía, que haya esperanza de alimento y sueños de abrigo, un buen vino, una sabrosa charla, una gran compañía y un buen café con un delicioso brandy.

Alejandro.

Un fuerte y solidario abrazo, diciembre 27, 2013
Deseo
Federico García Lorca

Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.

Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.

Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.

Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
Nada más.

martes, 24 de diciembre de 2013

La navidad, Santa Clos y yo.


Cuando era niño, mi mamá acostumbraba que pasáramos la navidad de alguien, amigos de ella a los que yo llame tíos y a sus hijos primos, bueno, es que mi familia se reducía a mi madre, ya que mi padre había salido a comprar cigarros tiempo antes de que yo naciera y hasta el día de hoy no ha regresado.

En estas fechas en una de las avenidas principales de la Ciudad de México, cerca de la Alameda Central, existía la tienda Sears (ahora es una iglesia que no entiendo su sentido religioso ni cosmogónico, aunque Tom Cruise es algo así como su divinidad y bueno, es una de tantas variantes que dio el Anglicanismo y que se multiplicaron en los EUA), en fin, en esa tienda había un aparador que siempre adornaban para navidad y era una maravilla, trenes en maquetas, Santa Clos, nieve, en fin todo eso que ahora se es propio de la navidad yankee y no solo ajeno sino imposible en un país que el principal tren que tiene “La Bestia” sirve para mover a los migrantes y hacerlos objeto de los criminales, de un país donde la mayoría de la nieve se vende en barquillos, donde Santa Clos es un extraño adherido, pero siempre un extraño.

Así mis navidades eran con mis “tíos y primos”, aunque debo reconocer que siempre fui bien aceptado, años después, solía pasar estas fechas con amigos, bebiendo, escuchando música, amando.

Santa Claus y los Reyes Magos siempre trajeron regalos, cuando mis hijos les toco, sencillamente Santa Claus había sido eliminado, se festejaba la natividad, tanto para darles gusto a ellos como para mantener parte de la cultura de mi país, en esa fecha lo que se les daba era ropa y los Reyes Magos traían juguetes y dinero.

Así que Santa Clos y yo no acostumbramos charlar, pero hoy hare una excepción, cuando la vida pasa, cada día el horizonte, (al menos el mío) deja de ser una línea imaginaria que entre más te acercas a ella más se aleja de ti, para quedar fija y este cada vez más cerca, hasta que al fin logre estar en ella, ese día es próximo, por tanto, este es un buen momento para escribirle.

Yo como Neruda confieso que he vivido, que he caminado y he pecado, que deje de creer hace muchos años y que considero que la vida es una aventura y que el perdón solo es posible darlo por quien ha sido ofendido, creo firmemente en la compasión y en la tolerancia, en la no violencia.

Ahora tú, mi querido y extraño Santa Claus, tu que compensas lo bueno y te alejas de los fundamentos del cristianismo al buscar la oveja perdida “¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla?” (Lucas 15-4), al juzgar bajo tu criterio y así hacer posible que los malos cual camellos entren al reino de Dios “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Mas os digo que es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.” (Mateo 19:23-24)

Tu que vives lejos de los humanos, desconociendo sus dolores y tristezas, tu que desconoces el gozo, el placer, la lujuria y el deseo, tu que otorga bienes cuando el hambre y la miseria ronda en más de la mitad de los habitantes de la tierra, tu que cenas en la casa de los ricos y en los palacios, tu ¿con que derecho nos juzgas? Tú que eres un corruptor y un perverso al negar el derecho a vivir y a vivir plenamente.

Yo te pregunto a ti, hoy festejamos el natalicio de Cristo o un acto de fe y esperanza, donde los dones deben de ser dados a todos.

Mi querido Santa Claus, , en algún momento, en algún lugar te corrompiste, perdiste el camino, en algún lugar dejaste de ser el dador de bendiciones para venderte al mejor postor, anhelo que te recuerdes a ti mismo y poco a poco  que vuelvas a ser Nicolás de Bari, un hombre justo y bueno.

Hoy que el horizonte deja de ser esa línea imaginaria quisiera pensarte como cuando era niño, como un amigo, como un papalote que vuela y da alegría, quisiera pensarte y sentirte para que cuando sea el tiempo el tiempo yo te escriba mi última carta y aguarde dormido.


Alejando, diciembre 24-2013

viernes, 6 de diciembre de 2013

Capitulaciones de Granada



En el año 711, las tropas árabes y beréberes del noroeste de África cruzaron el estrecho de Gibraltar, derrotaron al ejército visigodo en la batalla de Guadalete y, en poco tiempo, se hicieron con el control de casi toda la península ibérica. El rápido avance de las tropas musulmanas fue posible por la debilidad del Reino visigodo y la escasa resistencia de su ejército, aunque también contó con la ayuda de las poblaciones descontentas con dos siglos de autoridad visigoda.

Así, resulta que ese año de 1711 el Islam, llego a Iberia, Islam que significa “sumisión” y que es a través de un libro que compila en el llamado Corán que significa “recitación la palabra de Allah, de Dios.

El 1 de enero de 1492 cae la última ciudad musulmana, Granada, esa de Lorca y sus gitanos he aquí los términos en los cuales es rendida una civilización:

El texto de las Capitulaciones de la Guerra de Granada, según aparece en la obra de Mármol "Rebelión y Castigo..." pp. 147-150, es el siguiente:
  • Primeramente, que el rey moro y los alcaides y alfaquís, cadís, meftís, alguaciles y sabios, y los caudillos y hombres buenos, y todo el comun de la ciudad de Granada y de su Albaicin y arrabales, darán y entregarán á sus altezas ó á la persona que mandaren, con amor, paz y buena voluntad, verdadera en trato y en obra, dentro de cuarenta dias primeros siguientes, la fortaleza de la Alhambra y Alhizán, con todas sus torres y puertas, y todas las otras fortalezas, torres y puertas de la ciudad de Granada y del Albaicin y arrabales que salen al campo, para que las ocupen en su nombre con su gente y a su voluntad, con que se mande á las justicias que no consientan que los cristianos suban al muro que está entre el Alcazaba y el Albaicin, de donde se descubren las casas de los moros; y que si alguno subiere, sea luego castigado con rigor.
  • Que cumplido el término de los cuarenta dias, todos los moros se entregarán á sus altezas libre y espontáneamente, y cumplirán lo que son obligados á cumplir los buenos y leales vasallos con sus reyes y señores naturales; y para seguridad de su entrega, un dia antes que entreguen las fortalezas darán en rehenes al alguacil Jucef Aben Comixa, con quinientas personas hijos y hermanos de los principales de la ciudad y del Albaicin y arrabales, para que estén en poder de sus altezas diez dias, mientras se entregan y aseguran las fortalezas, poniendo en ellas gente y bastimientos; en el cual tiempo se les dará todo lo que hubieren menester para su sustento; y entregadas, los pornán en libertad.
  • Que siendo entregadas las fortalezas, sus altezas y el príncipe don Juan, su hijo, por sí y por los reyes sus sucesores, recibirán por sus vasallos naturales, debajo de su palabra, seguro y amparo real, al rey Abí Abdilehi, y á los alcaides, cadís, alfaquís, meftís, sabios, alguaciles, caudillos y escuderos, y á todo el comun, chicos y grandes, así hombres como mujeres, vecinos de Granada y de su Albaicin y arrabales, y de las fortalezas, villas y lugares de su tierra y de la Alpujarra, y de los otros lugares que entraren debajo deste concierto y capitulación, de cualquier manera que sea, y los dejarán en sus Casas, haciendas y heredades, entonces y en todo tiempo y para siempre jamás, y no les consentirán hacer mal ni daño sin intervenir en ello justicia y haber causa, ni les quitarán sus bienes ni sus haciendas ni parte dello; antes serán acatados, honrados y respetados d e sus súbditos y vasallos, como lo son todos los que viven debajo de su gobierno y mando.
  • Que el día que sus altezas enviaren á tomar posesión de la Alhambra, mandarán entrar su gente por la puerta de Bib Lacha ó por la de Bibnest, ó por el campo fuera de la ciudad, porque entrando por las calles no hayan algun escándalo.
  • Que el dia que el rey Abí Abdilehi entregare las fortalezas y torres, sus altezas le mandarán entregar á su hijo con todos los rehenes, y sus mujeres y criados, excepto los que se hubieren vuelto cristianos.
  • Que sus altezas y sus sucesores para siempre jamás dejarán vivir al rey Abí Abdilehi y á sus alcaides, cadís, meftís, alguaciles, caudillos y hombres buenos y á todo el comun, chicos y grandes, en su ley, y no les consentirán quitar sus mezquitas ni sus torres ni los almuedanes, ni les tocarán en los habices y rentas que tienen para ellas, ni les perturbarán los usos y costumbres en que están.
  • Que los moros sean juzgados en sus leyes y causas por el derecho del xara que tienen costumbre de guardar, con parecer de sus cadís y jueces.
  • Que no les tomarán ni consentirán tomar agora m en ningun tiempo para siempre jamás, las armas ni los caballos, excepto los tiros de pólvora chicos y grandes, los cuales han de entregar brevemente á quien sus altezas mandaren.
  • Que todos los moros, chicos y grandes, hombres y mujeres, así de Granada y su tierra como de la Alpujarra y de todos los lugares, que quisieren irse á vivir á Berbería ó á otras partes donde les pareciere, puedan vender sus haciendas, muebles y raíces, de cualquier manera que sean, á quien y como les pareciere, y que sus altezas ni sus sucesores en ningun tiempo las quitarán ni consentirán quitar á los que las hubieren comprado; y que si sus altezas las quisieren comprar, las puedan tomar por el tanto que estuvieren igualadas, aunque no se hallen en la ciudad, dejando personas con su poder que lo puedan hacer.
  • Que á los moros que se quisieren ir á Berbería ó á otras partes les darán sus altezas pasaje libre y seguro con sus familias, bienes muebles, mercaderías, joyas, oro, plata y todo género de armas, salvo los instrumentos y tiros de pólvora; y para los que quisieren pasar luego, les darán diez navíos gruesos que por tiempo de setenta dias asistan en los puertos donde los pidieren, y los lleven libres y seguros á los puertos de Berbería, donde acostumbran llegar los navíos de mercaderes cristianos á contratar. Y demás desto, todos los que en término de tres años se quisieren ir, lo puedan hacer, y sus altezas les mandarán dar navíos donde los pidieren, en que pasen seguros, con que avisen cincuenta dias antes, y no les llevarán fletes ni otra cosa alguna por ello.
  • Que pasados los dichos tres años, todas las veces que se quisieren pasar á Berbería lo puedan hacer, y se les dará licencia para ello pagando á sus altezas un ducado por cabeza y el flete de los navíos en que pasaren.
  • Que si los moros que quisieren irse á Berbería no pudieren vender sus bienes raíces que tuvieren en la ciudad de Granada y su Albaicin y arrabales, y en la Alpujarra y en otras partes, los puedan dejar encomendados á terceras personas con poder para cobrar los réditos, y que todo lo que rentaren lo puedan enviar á sus dueños á Berbería donde estuvieren, sin que se les ponga impedimento alguno.
  • Que no mandarán sus altezas ni el príncipe don Juan su hijo, ni los que después dellos sucedieren, para siempre jamás, que los moros que fueren sus vasallos traigan señales en los vestidos como los traen los judíos.
  • Que el rey Abdilehi ni los otros moros de la ciudad de Granada ni de su Albaicin y arrabales no pagarán los pechos que pagan por razon de las casas y posesiones por tiempo de tres años primeros siguientes, y que solamente pagarán los diezmos de agosto y otoño, y el diezmo de ganado que tuvieren al tiempo del dezmar, en el mes de abril y en el de mayo, conviene á saber, de lo criado, como lo tienen de costumbre pagar los cristianos.
  • Que al tiempo de la entrega de la ciudad y lugares, sean los moros obligados á dar y entregar á sus altezas todos los captivos cristianos varones y hembras, para que los pongan en libertad, sin que por ellos pidan ni lleven cosa alguna; y que si algun moro hubiere vendido alguno en Berbería y se lo pidieren diciendo tenerlo en su poder, en tal caso, jurando en su ley y dando testigos como lo vendió antes destas capitulaciones, no le será mas pedido ni él esté obligado á darle.
  • Que sus altezas mandarán que en ningun tiempo se tomen al rey Ahí Abdilehi ni á los alcaides, cadís, meftís, caudillos, alguaciles ni escuderos las bestias de carga ni los criados para ningun servicio, si no fuere con su voluntad, pagándoles sus jornales justamente.
  • Que no consentirán que los cristianos entren en las mezquitas de los moros donde hacen su zalá sin licencia de los alfaquís, y el que de otra manera entrare será castigado por ello.
  • Que no permitirán sus altezas que los judíos tengan facultad ni mando sobre los moros ni sean recaudadores de ninguna renta.
  • Que el rey Abdilehi y sus alcaides, cadís, alfaquís, meftís, alguaciles, sabios, caudillos y escuderos, y todo el comun de la ciudad de Granada y del Albaicin y arrabales, y de la Alpujarra y otros lugares, serán respetados y bien tratados por sus altezas y ministros, y que su razón será oida y se les guardarán sus costumbres y ritos, y que á todos los alcaides y alfaquís les dejarán cobrar sus rentas y gozar de sus preeminencias y libertades, como lo tienen de costumbre y es justo que se les guarde.
  • Que sus altezas mandarán que no se les echen huéspedes ni se les tome ropa ni aves ni bestias ni bastimentos de ninguna suerte á los moros sin su voluntad.
  • Que los pleitos que ocurrieren entre los moros serán juzgados por su ley y xara, que dicen de la Zuna, y por sus cadís y jueces, como lo tienen de costumbre, y que si el pleito fuere entre cristiano y moro, el juicio dél sea por alcalde cristiano y cadí moro, porque las partes no se puedan quejar de la sentencia.
  • Que ningun juez pueda juzgar ni apremiará ningun moro por delito que otro hubiere cometido, ni el padre sea preso por el hijo, ni el hijo por el padre, ni hermano contra hermano, ni pariente por pariente, sino que el que hiciere el mal aquel lo pague.
  • Que sus altezas harán perdon general á todos los moros que se hubieren hallado en la prisión de Hamete Abí Alí, su vasallo, y asi á ellos como á los lugares de Cabtil, por los cristianos que han muerto ni por los deservicios que han hecho á sus altezas, no les será hecho mal ni daño, ni se les pedirá cosa de cuanto han tomado ni robado.
  • Que si en algun tiempo los moros que están captivos en poder de cristianos huyeren á la ciudad de Granada ó á otros lugares de los contenidos en estas capitulaciones, sean libres, y sus dueños no los puedan pedir ni los jueces mandarlos dar, salvo si fueren canarios ó negros de Gelofe ó de las islas.
  • Que los moros no darán ni pagarán á sus altezas mas tributo que aquello que acostumbran á dar á los reyes moros.
  • Que á todos los moros de Granada y su tierra y de la Alpujarra, que estuvieren en Berbería, se les dará término de tres años primeros siguientes para que si quisieren puedan venir y entrar en este concierto y gozar dél. Y que si hubieren pasado algunos cristianos captivos á Berbería, teniéndolos vendidos y fuera de su poder, no sean obligados a traerlos ni á volver nada del precio en que los hubieren vendido.
  • Que si el Rey ti otro cualquier moro después de pasado a Berbería quisiere volverse A España, no le contentando la tierra ni el trato de aquellas partes, sus altezas les darán licencia por término de tres años para poderlo hacer, y gozar destas capitulaciones como todos los demás.
  • Que si los moros que entraren debajo destas capitulaciones y conciertos quisieren ir con sus mercaderías A tratar y contratar en Berbería, se les dará licencia para poderlo hacer libremente, y lo mesmo en todos los lugares de Castilla y de la Andalucía, sin pagar portazgos ni los otros derechos que los cristianos acostumbran pagar.
  • Que no se permitirá que ninguna persona maltrate de obra ni de palabra á los cristianos ó cristianas que antes destas capitulaciones se hobieren vuelto moros; y que si algun moro tuviere alguna renegada por mujer, no será apremiada á ser cristiana contra su voluntad, sino que será interrogado en presencia de cristianos y de moros, y se seguirá su voluntad; y lo mesmo se entenderá con los niños y niñas nacidos de cristiana y moro.
  • Que ningun moro ni mora serán apremiados á ser cristianos contra su voluntad; y que si alguna doncella ó casada ó viuda, por razon de algunos amores, se quisiere tomar cristiana, tampoco será recebida hasta ser interrogada; y si hubiere sacado alguna ropa ó joyas de casa de sus padres ó de otra parte, se restituirá á su dueño, y serán castigados los culpados por justicia.
  • Que sus altezas ni sus sucesores en ningun tiempo pedirán al rey Abí Abdilehi ni á los de Granada y su tierra, ni á los demás que entraren en estas capitulaciones, que restituyan caballos, bagajes, ganados, oro, plata, joyas, ni otra cosa de lo que hubieren ganado en cualquier manera durante la guerra y rebelion, así de cristianos como de moros mudejares ó no mudejares; y que si algunos conocieren las cosas que les han sido tomadas, no las puedan pedir; antes sean castigados si las pidieren.
  • Que si algun moro hobiere herido ó muerto cristiano ó cristiana siendo sus captivos, no les será pedido ni demandado en ningun tiempo.
  • Que pasados los tres años de las franquezas, no pagarán los moros de renta de las haciendas y tierras realengas mas de aquello que justamente pareciere que deben pagar conforme al valor y calidad dellas.
  • Que los jueces, alcaldes y gobernadores que sus altezas hubieren de poner en la ciudad de Granada y su tierra, serán personas tales que honrarán á los moros y los tratarán amorosamente, y les guardarán estas capitulaciones; y que si alguno hiciere cosa indebida, sus altezas lo mandarán mudar y castigar.
  • Que sus altezas y sus sucesores no pedirán ni demandarán al rey Abdilehi ni á otra persona alguna de las contenidas en estas capitulaciones, cosa que hayan hecho, de cualquier condicion que sea, hasta el dia de la entrega de la ciudad y de las fortalezas.
  • Que níngun alcaide, escudero ni criado del rey Zagal no terná cargo ni mando en ningun tiempo sobre los moros de Granada.
  • Que por hacer bien y merced al rey Ahí Abdilehi y á los vecinos y moradores de Granada y de su Albaicin y arrabales, mandarán que todos los moros captivos, así hombres como mujeres, que estuvieren en poder de cristianos, sean libres sin pagar cosa alguna, los que se hallaren en la Andalucía dentro de cinco meses, y los que en Castilla dentro de ocho; y que dos dias después que los moros hayan entregado los cristianos captivos que hubiere en Granada, sus altezas les mandarán entregar doscientos moros y moras. Y demás desto pondrán en libertad á Aben Adrami, que está en poder de Gonzalo Hernandez de Córdoba, y á Hozmin, que está en poder del conde de Tendilla, y á Reduan, que lo tiene el conde de Cabra, y á Aben Mueden y al hijo del alfaquí Hademi, que todos son hombres principales vecinos de Granada, y á los cinco escuderos que fueron presos en la rota de Brahem Abenc errax, sabiéndose dónde están.
  • Que todos los moros de la Alpujarra que vinieren á servicio de sus altezas darán y entregarán dentro de quince días todos los captivos cristianos que tuvieren en su poder, sin que se les dé cosa alguna por ellos; y que si alguno es tuviere igualado por trueco que dé otro moro, sus altezas mandarán que los jueces se lo hagan dar luego.
  • Que sus altezas mandarán guardar las costumbres que tienen los moros en lo de las herencias, y que en lo tocante á ellas serán jueces sus cadís.
  • Que todos los otros moros, demás de los contenidos en este concierto, que quisieren venirse al servicio de sus altezas dentro de treinta dias, lo puedan hacer y gozar dél y de todo lo en él contenido, excepto de la franqueza de los tres años.
  • Que los habices y rentas de las mezquitas, y las limosnas y otras cosas que se acostumbran dar á las mudarazas y estudios y escuelas donde enseñan á los niños, quedarán á cargo de los alfaquís para que los destribuyan y repartan como les pareciere, y que sus altezas ni sus ministros no se entremeterán en ello ni en parte dello, ni mandarán tomarlas ni depositarías en ningun tiempo para siempre jamás.
  • Que sus altezas mandarán dar seguro á todos los navíos de Berbería que estuvieren en los puertos del reino de Granada, para que se vayan libremente, con que no lleven ningun cristiano cautivo, y que mientras estuvieren en los puertos no consentirán que se les haga agravio ni se les tomará cosa de sus haciendas; mas si embarcaren ó pasaren algunos cristianos captivos, no les valdrá este seguro, y para ello han de ser visitados a la partida.
  • Que no serán compelidos ni apremiados los moros para ningun servicio de guerra contra su voluntad, y si sus altezas quisieren servirse de algunos de á caballo, llamándolos para algun lugar de la Andalucía, les mandarán pagar su sueldo desde el día que salieren hasta que vuelvan á sus casas.
  • Que sus altezas mandarán guardar las ordenanzas de las aguas de fuentes y acequias que entran en Granada, y no las consentirán mudar, ni tomar cosa ni parte dellas; y si alguna persona lo hiciere, ó echare alguna inmundicia dentro, será castigado por ello.
  • Que si algun cautivo moro, habiendo dejado otro moro en prendas por su rescate, se hubiere huido á la ciudad de Granada ó á los lugares de su tierra, sea libre, y no obligado el uno ni el otro á pagar el tal rescate, ni las justicias le compelan á ello.
  • Que las deudas que hubiere entre los moros con recaudos y escrituras se mandarán pagar con efeto, y que por virtud de la mudanza de señorío no se consentirá sino que cada uno pague lo que debe.
  • Que las carnicerías de los cristianos estarán apartadas de las de los moros, y no se mezclarán los bastimentos de los unos con los de los otros; y si alguno lo hiciere, será por ello castigado.
  • Que los judíos naturales de Granada y de su Albaicin y arrabales, y los de la Alpujarra y de todos los otros lugares contenidos en estas capitulaciones, gozarán dellas, con que los que no hubieren sido cristianos se pasen á Berbería dentro de tres años, que corran desde 8 de diciembre deste año.
  • Y que todo lo contenido en estas capitulaciones lo mandarán sus altezas guardar desde el dia que se entregaren las fortalezas de la ciudad de Granada en adelante. De lo cual mandaron dar, y dieron su carta y provision real firmada de sus nombres, y sellada con su sello, y refrendada de Hernando de Zafra, su secretario, su fecha en el real de la vega de Granada, á 28 dias del mes de noviembre del año de nuestra salvación 1.491.



domingo, 1 de diciembre de 2013

Las viñas de la ira


La mente y el espíritu humano tienen formas singulares de actuar, leen donde la razón dice que no hay nada, caminan por caminos escondidos buscando sueños perdidos o recuerdos olvidados.
Alejandro

Yo estaré en todas partes, en todas partes donde quiera que mires, donde exista una posibilidad de que los hambrientos coman, allí estaré, donde exista un hombre que sufra allí estaré, y estaré en la risa de los niños cuando sientan hambre y la cena esté ya preparada, y cuando los hombres coman de la tierra que trabajan y vivan en las casas que levanten, allí también estaré.
John Streimberk

Hubo un tiempo en que estábamos bien -y prosiguió-: Hubo un tiempo en que estábamos en la tierra y teníamos unos límites. Los viejos morían, y nacían los pequeños y éramos siempre una cosa... éramos una familia... una unidad delimitada. Ahora no hay ningún límite claro. Al... suspirando por marcharse solo. El tío John no hace más que dejarse llevar. Y Padre ha perdido su lugar. Ya no es la cabeza de la familia. Y Rosasharn... -miró detrás de ella y vio los ojos abiertos de par en par de la joven-. Va a tener un bebé y no habrá familia. No sé. He intentado mantener la familia.

- Antes significaba que eras de Oklahoma. Ahora quiere decir que eres un cerdo hijo de perra, que eres una mierda. En sí no significa nada, es el tono con que lo dicen. [...] He oído que hay trescientas mil personas como nosotros, que viven como cerdos porque en California todo tiene propietario. No queda nada libre. Y los propietarios se van a agarrar a sus posesiones aunque tengan que matar hasta el último hombre para conservarlas.

Los frutos de las raíces de las vides, de los árboles, deben destruirse para mantener los precios y esto es lo más triste y lo más amargo de todo. [...] La gente viene con redes para pescar en el río y los vigilantes se lo impiden; vienen en coches destartalados para coger las naranjas arrojadas, pero han sido rociadas con queroseno. Y se quedan inmóviles y ven las patatas pasar flotando, escuchan chillar a los cerdos cuando los meten en una zanja y los cubren con cal viva, miran las montañas de naranjas escurrirse hasta rezumar podredumbre; y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listos para la vendimia.

Pero me gusta pensar lo bien que estaremos, a lo mejor, en California, donde nunca hace frío y la fruta crece por todas partes. La gente vivirá en los lugares más hermosos, en casitas blancas levantadas entre los naranjos. Me pregunto... es decir, si todo conseguimos un empleo y todos trabajamos, tal vez podamos comprar una de esas casitas blancas. Y los pequeños saldrán a recoger naranjas del mismo árbol. No podrían aguantarlo, gritarán como locos.

Dijo fieramente: ve río abajo y díselo. Ve hasta la calle y púdrete y díselo de este modo. Esa es tu manera de hablar. Ni siquiera sabemos si eras niño o niña. No lo averiguaremos. Baja ahora y yace en la calle. Quizás entonces se den cuenta -giró la caja con suavidad hacia la corriente y la soltó.

Los ojos de Madre fueron más allá de los de Rose of Sharon y luego volvieron a ellos. Y las dos mujeres se miraron profundamente la una a la otra. La respiración de la muchacha era entrecortada.

Ella dijo:
-Sí.
Madre sonrió.
- Sabía que lo harías. ¡Lo sabía! -miró sus manos, entrelazadas en su regazo.
- Rose of Sharon susurró:
- ¡Podéis... saliros todos?
[...]
Luego levantó su cuerpo y se ciñó el edredón. Caminó despacio hacia el rincón y contempló el rostro gastado y los ojos, abiertos y asustados. Entonces, lentamente, se acostó a su lado. Él meneó la cabeza con lentitud a un lado y a otro. Rose of Sharon aflojó un lado de la manta y descubrió el pecho.

- Tienes que hacerlo- dijo. Se acercó más a él y atrajo la cabeza hacia sí-. Toma- dijo- Así -su mano sujetó la cabeza por detrás. Sus dedos se movieron con delicadeza entre el pelo del hombre. Ella levantó la vista y miró a través del granero, y sus labios se juntaron y dibujaron una sonrisa misteriosa.

John Steinbeck,, 1999, "Las uvas de la ira,