domingo, 11 de julio de 2010

Shakespeare



Desde hace más de 37 años leí por vez primera algo de Shakespeare, algo que no fue impuesto como lectura obligatoria, sencillamente, como muchas cosas, fue el destino (¿casualidad?), he de reconocer que en general el inglés me parece un idioma muy pobre, acaso porque su uso como “lingua franca” se ha enclaustrado en ese ánimo estadounidense del pragmatismo, de la eficiencia, de la oportunidad, desechando su fuerza, sus posibilidades, por eso inicie la lectura de Shakespeare, hoy, a lo largo de los años, me gusta leerlo en inglés de la época, trato de hacerlo en voz alta para escuchar y sentir el ritmo, la fuerza, la ligereza o trascendencia de cada palabra, pero también he aprendido a leerlo por que de verdad es una belleza, las obras que más me gustan, por su orden son Macbeth, el Rey Lear, Falstaf, y Julio Cesar, también me gustan mucho sus sonetos, Venus y Adonis es mi favorito.

Ahora les comparto uno de los sonetos que más me gustan y algunas de las citas que hacen de Macbeth la obra de lo humano (es, guardando las proporciones como el Libro de Job).

Hay una versión cinematográfica que es una belleza, impactante, el film data de 1971 y fue dirigido por Roman Polansky , si pueden véanlo.

Alejandro.

ooOOoo

Soneto 154 – William Shakespeare.


Estaba un bello día, dormido el Niño-Amor
A su lado está el fuego que incendia corazones.
Mientras que varias Ninfas con voto de pureza,
pasaron por allí. La mano virginal

de la más bella virgen, tomó la dulce llama
que a legiones de almas había calentado,
y así, el suave jastial del ardiente deseo,
fue tomado del sueño por la casta doncella.

Luego apagó la antorcha, en una fuente fría,
que del fuego de Amor, tomó calor perpetuo
convertida en un baño que alivia a los enfermos
Esclavo de mi amada, llegué para curarme,

y aprendí sólo esto: Que el fuego del Amor,
aunque calienta el agua, no enfría el corazón

The little Love-God lying once asleep,
Laid by his side his heart-inflaming brand,
Whilst many Nymphs that vow'd chaste life to keep,
Came tripping by, but in her maiden hand,

The fairest votary took ip that fire,
Which many Legions of true hearts had warm'd,
And so the General of hot desire,
Was sleeping by a Virgin hand disarm'd.

This brand she quenched in a cool Well by,
Which from Love's fire took heat perpetual,
Growing a bath and healthful remedy,
For men diseas'd: but I my Mistress' thrall,
Came there for cure and this by that I prove,
Love's fire heats water, water cools not love

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Algo sobre Macheth:


Somos los hombres un instrumento de las tinieblas, lo sobrenatural está en nosotros hasta lo más profundo.

Al asumir el mal nos autodeterminamos. En la interiorización del propio Macbeth, este asume su maldad y se destruye o, más bien, destruye sus valores, asesina su propia mente y se convierte en títere de si mismo a través de la posterior perturbación: asesina el sueño en una larga noche que no encuentra el día. La noche envuelta en maldito humo de infierno, que esconde el vínculo que mantiene la luz y las cosas buenas con el día.

Macbeth suspende su realidad en un momento sin tiempo, deja de pensar y de sentir, solamente sufre. Acaba de asesinar a su amigo: al noble Duncan, ¿traición?, ¿en realidad podemos hablar de fidelidad?, ¿a qué?, ¿a quién?, ¿a “nosotros mismos”?.

Lady Macbeth no fue “fiel” a su propio sexo, renuncia a él para acercarse a los pensamientos de muerte.

Después todo lo humano regresa, ahora la sangre quiere más sangre, el mal comienzo se alimenta con malos actos porque lo diabólico ha dejado de estar aislado y la vida humana vuelve a cubrirlo todo.
Clarisa Álvarez Velasco.

Macbeth aparentemente sus actos ya estaban determinados, esto significaría que no tuvo la libertad de elegir y sus decisiones fueron causadas por acontecimientos externos (como la predicción de las brujas, la influencia de Lady Macbeth, etc.) e internos (como la ambición). Si esto es así, no podría considerársele responsable de sus actos y el sentimiento de culpa del personaje estaría por demás, pero Macbeth sí experimenta el sentimiento de culpa y pese a esto sigue cometiendo crímenes.

En esta idea, siguiendo a Sarte “Estamos condenados a ser libres, porque no podemos dejar de elegir” es decir, que dentro de esa determinación existía un margen de libertad, entonces esto lo haría responsable de sus acciones. Herbert Marcuse sostiene que “La libertad implica arriesgar la vida, no porque implique la liberación de la servidumbre, sino porque el mismo significado de la libertad humana es definido por la mutua (…) con el otro. Y puesto que ésta relación negativa afecta la totalidad de la vida, la libertad solo puede ser probada apostando la vida misma.”, tomando esta tesis como cierta, las acciones de Macbeth fueron manifestación de su libertad. Además un elemento importante que me gustaría introducir es “la duda”, ese momento de balance donde ignora la consecuencia de sus actos, es la prueba la posibilidad de elección “¿Es un bien o es un mal este pensamiento? Si es un mal ¿por qué empieza a cumplirse?[...] Y si es un bien, ¿por qué me aterran horribles imágenes, y palpita mi corazón de un modo inusitado?”

Se puede concluir que existía un fin determinado, pero en los medios para conseguir ese fin poseía cierta libertad, y sostengo esto apelando a otra postulación sartreana “Hay determinismos que no implican la inexistencia de la libertad”.

ooOOoo


Algunas de las citas de Macbeth de Shakespeare que me hacen siempre recordar la condición humana, la mía, la de todos:


Bruja 1“No dormirás más: Macbeth ha asesinado el sueño” (“Sleep no more, Macbeth does murder sleep”).

Lady Macbeth: Si nuestra lengua calla, ¡nuestra sangre hablará! , ¡Que no lo tome en serio!

Bruja 1.Señora. El asesino se gana el infierno. Dejalos en el infierno.

Lady Macbeth: “no querían el crimen pero eran carne blanda […].Se ofrecen, putas del dolor. […] (ríe) Yo no pienso nada, se lo dejo a Macbeth que lo hace por los dos. Pero un capricho, un impulso del corazón no es pensamiento.”

Lady Macbeth: Hasta el cuervo está ronco de graznar la fatídica entrada de Duncan bajo mis almenas. Venid a mí, espíritus que servís a propósitos de muerte, quitadme la ternura y llenadme de los pies a la cabeza de la más ciega crueldad. Espesadme la sangre, tapad toda entrada y acceso a la piedad para que ni pesar ni incitación al sentimiento quebranten mi fiero designio, ni intercedan entre él y su efecto. Venid a mis pechos de mujer y cambiad mi leche en hiel, espíritus del crimen, dondequiera que sirváis a la maldad en vuestra forma invisible. Ven, noche espesa, y envuélvete en el humo más oscuro del infierno para que mi puñal no vea la herida que hace ni el cielo asome por el manto de las sombras gritando: « ¡Alto, alto!»

Macbeth:-Si darle fin ya fuera el fin, más valdría darle fin pronto; si el crimen pudiera echar la red a los efectos y atrapar mi suerte con su muerte; si el golpe todo fuese y todo terminase, aquí y sólo aquí, en este escollo y bajío del tiempo, arriesgaríamos la otra vida. Pero en tales casos nos condenan aquí, pues damos lecciones de sangre que regresan atormentando al instructor: la ecuánime justicia ofrece a nuestros labios el veneno de nuestro propio cáliz. Él goza aquí de doble amparo: primero porque yo soy pariente y súbdito suyo, dos fuertes razones contra el acto; después, como anfitrión debo cerrar la puerta al asesino y no empuñar la daga. Además, Duncan ejerce sus poderes con tanta mansedumbre y es tan puro en su alta dignidad que sus virtudes proclamarán el horror infernal de este crimen como ángeles con lengua de clarín, y la piedad, cual un recién nacido que, desnudo, cabalga el vendaval, o como el querubín del cielo montado en los corceles invisibles de los aires, soplará esta horrible acción en cada ojo hasta que el viento se ahogue en lágrimas. No tengo espuela que aguije los costados de mi plan, sino sólo la ambición del salto que, al lanzarse, sube demasiado y cae del otro...

Macbeth: ¿Es un puñal lo que veo ante mí? ¿Con el mango hacia mi mano? Ven, que te agarre. No te tengo y, sin embargo, sigo viéndote. ¿No eres tú, fatídica ilusión, sensible al tacto y a la vista? ¿O no eres más que un puñal imaginario, creación falaz de una mente enfebrecida? Aún te veo, y pareces tan palpable como este que ahora desenvaino. Me marcas el camino que llevaba, y un arma semejante pensaba utilizar. O mis ojos son la burla de los otros sentidos o valen por todos juntos. Sigo viéndote, y en tu hoja y en tu puño hay gotas de sangre que antes no estaban. No, no existe: es la idea sanguinaria que toma cuerpo ante mis ojos. Muerta parece ahora la mitad del mundo, y los sueños malignos seducen al sueño entre cortinas. Las brujas celebran los ritos de la pálida Hécate, y el crimen descarnado, puesto en acción por el lobo, centinela que aullando da la hora, con los pasos sigilosos de Tarquino el violador, camina hacia su fin como un espectro. Tierra sólida y firme, dondequiera que me lleven, no oigas mis pisadas, no sea que hasta las piedras digan dónde voy y priven a esta hora de un espanto que le es propio. Yo amenazo y él, con vida; las palabras el ardor del acto enfrían.

Macbeth: Me pareció que una voz gritaba: « ¡No durmáis más! Macbeth mata el sueño, el sueño inocente, el sueño que devana una maraña de desvelos, el morir de la vida diaria, baño de fatigas, bálsamo de almas laceradas, plato fuerte de la gran naturaleza, sustento mayor del festín de la vida.»

Lady Macbeth:-No se goza, todo es pérdida si el deseo se logra pero no contenta. Siempre es más seguro ser lo que se mata que tras esa muerte vivir dicha falsa.

Lady Macbeth -No se goza, todo es pérdida si el deseo se logra pero no contenta. Siempre es más seguro ser lo que se mata que tras esa muerte vivir dicha falsa.

Lady Macbeth:. Se lavan y se lavan las manos una y otra vez... Grifos. Baños. Higiene... a pesar de todo. Piernas largas y cierto color desvaído de sus ojos y sus nucas y su color de piel..., pero ¿y los suecos? ¿Y Noruega? ¿Y Holanda? Camareros. Un ballet. Una roca. Nunca se cansan. Sin tacha. Su cortesía. El alemán como actor. ¿Les gusta la máscara y el juego? Aislamiento (...)”

Al final de la tragedia, Macbeth sentencia que:
“La vida es un cuento sin sentido narrado por un idiota”.

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En ninguna obra profundizó tanto Shakespeare el alma humana para sacar de ella lo bueno y lo malo como en Macbeth.


En la obra de teatro Macbeth se comienzan a marcar un sin fin de pecados capitales que corrompen al ser humano. Estos pecados capitales, denominados así por ser “cabeza o principio de todos los demás pecados”, muestran, claramente la cuna de lo moralmente reprobable. Esta codificación moral fue formulada en la época medieval.
Los pecados capitales que se hacen presentes en la obra son:

Soberbia
De la soberbia se desprenden faltas menores:
La vanagloria, que es la satisfacción que uno siente de sí mismo a causa de las ventajas que uno tiene y se ostenta de poseer por sobre los demás. Macbeth refleja la arrogancia y el menosprecio hacia los demás luego de darse cuenta que se había cumplido la segunda predicción de las brujas.

La jactancia, que es la falta de los que se esmeran en alabarse a sí mismos para hacer valer vistosamente su superioridad y sus buenas obras. Macbeth se creía superior, omnipotente. Le habían dicho que sólo podía morir ante las “garras” de un hombre no nacido de una mujer. Y él estaba completamente seguro de que sería inmortal. Creía que nada ni nadie podrían contra él.

La altanería se manifiesta por el modo imperioso con el que se trata al prójimo, hablándole con orgullo, con terquedad y con tono despreciativo. En el primer asesinato que planean, (en el que Duncan es la víctima), se puede ver a Lady Macbeth mucho más segura, decidida, fuerte y perversa que el mismísimo Macbeth. Lo trata con desprecio a su esposo, al negarse a matar a su primo.

La ambición, es el deseo desordenado de elevarse en honores y dignidades como cargos o títulos, sólo considerando los beneficios que se vinculan con el mismo, como la fama y el reconocimiento. Es el tema principal de la obra. La ambición es la que incita a la pareja Macbeth - Lady Macbeth a cometer tan espantosos crímenes. Es aquella que lleva a Macbeth a concluir con la fidelidad que había jurado a todas las personas, ya que después las asesina, en términos metafóricos: “el puñal por la espalda”.

La hipocresía es la simulación de la virtud y la honradez. Macbeth, luego de matar a Duncan, simula un intenso pesar. Aludiendo a que hubiera preferido morir él en lugar de su rey, que a la vez tenían una relación de parentesco, ya que eran primos. El fin de la hipocresía es ocultar los vicios propios o aparentar virtudes que no se tienen.

La presunción consiste en confiar demasiado en sí mismo. Macbeth creía que nadie podía ocupar mejor que él el cargo de rey de Escocia. Se convenció a sí mismo que era capaz de efectuar mejor que cualquier otro el deber de majestad.

Pereza
La acidia o pereza es el más metafísico de los Pecados Capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia en cuanto tal. En la obra literaria Macbeth, el protagonista no quiere aceptar, es decir ignora haber sido el asesino de su primo, el rey hasta ese entonces, Duncan. La simple “pereza”, más aún el “ocio”, no parecen constituir una falta. El concepto de “acidia” o “acedía”, tomado en sentido propio es una “tristeza de ánimo” que nos aparta de las obligaciones espirituales y divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran.

Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos.

Considerada en orden a los efectos que produce es, sin dudas, un pecado mortal.

Avaricia
Fraude, como por ejemplo se puede ver en Macbeth, cuando el protagonista defrauda a toda persona que creía en él, cuando al final de la obra se da a conocer la verdad. Él y su mujer, Lady Macbeth, fueron los asesinos de Banquo y de Duncan.

Dolo, algo muy similar al fraude, el engaño por parte de Lady Macbeth al convencer a todos que no se interesaba por el poder, es decir , hacer creer al pueblo que ella estaba al margen de todo lo que le sucedía al marido. Pero todo lo contrario, era Lady Macbeth quien incitaba a Macbeth a cometer tan horrorosos crímenes.

Perjurio, la acción de no cumplir una obligación, un cargo, un deber. Macbeth quería a toda costa obtener el trono de Escocia, y no le importaba si lo que hiciese para obtenerlo fuera ilegal. Él asesinó a su primo y a la persona que más confianza le brindaba, sólo para saciar sus ganas. Es decir, sólo para poder llegar a ser rey de Escocia. Entonces se llega a la conclusión de que Macbeth no deja a Duncan ni a Banquo cumplir con la obligación de finalizar de manera eficaz, el reinado.

Ira
“El apetito de venganza es desordenado” o contrario a la razón, y por consiguiente la ira es pecado, cuando se desea el castigo al que no lo merece, o si se le desea mayor al merecido, o que se le infrinja sin observar el orden legítimo, o sin proponerse el fin debido que es la conservación de la justicia y la corrección del culpable.

En la obra Lady Macbeth idealiza un plan para acabar con la vida de Duncan y así poder quedarse Macbeth con el trono. A Lady Macbeth poco le importa la vida, solo su ira contra el rey que crece a cada momento hace que la muerte del rey infunda un estrepitoso dolor, pero sin el menor remordimiento.

“También mis manos están rojas, pero mi alma no desfallece como la tuya.”

Hay también pecado en la aplicación de la venganza, aunque esta sea legítima, cuando uno se deja dominar por ciertos movimientos inmoderados de la pasión. De esta manera la ira se convierte en pecado gravísimo porque vulnera la caridad y la justicia. Son hijos de la Ira: el maquiavelismo, el clamor, la indignación, la contumelia, la blasfemia y la riña.

De la definición se desprende que la ira es el uso de una fuerza directa o verbal que transgrede límites de la legítima restitución de un bien ofendido. La violencia, entendida como el uso de la fuerza, si es desmedida, es claramente una anulación del otro.

En una conversación entre Macbeth y su esposa, momentos antes del crimen de Duncan, Macbeth siente remordimientos pero Lady Macbeth se había obsesionado que quería continuar hasta el final. Esta mujer no quería ser la partícipe material del crimen, lo debía ser su esposo.

“Temo que se despierten antes de que este consumado el crimen, y sea peor el amago que el golpe... Yo misma afile los puñales... Si su sueño no se hubiera parecido al de mi padre, yo misma le hubiera dado muerte. Pero aquí está mi marido...”

En el lenguaje, mediante la ofensa o el improperio, encontramos también el deseo de perjuicio e incluso de nulidad del otro.

La ira se convierte en pecado gravísimo cuando nuestro instinto de destrucción sobrepasa toda moderación racional y, desbordando todo límite dictado por una justa sentencia, se desea sólo la inexistencia del prójimo.

Envidia
La envidia es definida como “Desagrado, pesar, tristeza, que se concibe en el ánimo, del bien ajeno, en cuanto este bien se mira como perjudicial a nuestros intereses o a nuestra gloria” De esta manera, para saber si la envidia es una falta moral, es necesario investigar el verdadero motivo que produce la tristeza que se siente frente al bien que posee el prójimo.

La envidia es falta gravísima, cuando nos incomoda y angustia a tal grado del bien o los bienes materiales del otro, que deseamos verlo privado de aquellos bienes que legítimamente a conseguido y al que, nosotros, por nuestra impotencia, no hemos logrado conseguir. De esta manera, este deseo de ver privado al otro de sus bienes nos puede conducir a procurar, por todos los medios, afectivamente quitarle esos bienes o de hacer ver, que aquel no debería poseer lo que posee. La mentira, la traición, la intriga, el oportunismo entre otras faltas se desprenden de esta tristeza frente al bien ajeno y a nuestra propia incapacidad de acceder a tales bienes.

En Macbeth, muere asesinado el rey (Duncan) y el sucesor del mismo (Banquo), de idéntica manera. Ya que Macbeth quería obtener el trono escocés. Los mandó a matar, porque envidiaba el poder que tenían ellos en ese momento. Envidiaba de ellos también que ambos tenían sucesores, por lo que tuvo que mandar a matarlos, aunque los hijos de Duncan, huyeron, Malcolm hacia Inglaterra y Donalbain hacia Irlanda.

Pero la envidia de este se incrementó cuando escuchó que Lady Macbeth dijo “… ¡Espíritus del mal, inspiradores de todo crimen, incorpóreos, invisibles, convertid en hiel la leche de mis pechos! …”. Con esto su esposa quiso decir que no quería tener hijos, y esto era un obstáculo para Macbeth, debido a que le impedía su descendencia. No tendría herederos al trono, en caso de que llegase a ser rey de Escocia.



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