jueves, 19 de agosto de 2010

Los sabios y compasivos hablan y parapetados tras el pulpito y la sotana condenan.



Hace unos días, en la Ciudad de México la Suprema Corte de Justicia de la Nación decide que no es contrario a los principios, preceptos y espíritu de la Constitución Política de México el que parejas del integradas por personas del mismo sexo adopten, esta decisión ha sido impugnada cual Torquemada (me refiero al que fuera Gran Inquisidor en la España de los Reyes Católicos), por altos jerarcas de la iglesia católica mexicana, ellos, con la cabeza en alto (por que como no tenerla alzada si ellos fueron compinches, amigos, confesores de ese gran hombre, dechado de virtudes cristianas, afecto del Vaticano, el Padre Maciel) han levantado la voz y con dedo flamígero cual arcángel, han cuestionada esta decisión de la Suprema Corte, tan dignos y cristianos caballeros, como aquellos que bendijeron las bombas que cayeron sobre las aldeas Vietnamitas y Camboya mutilando a niños, mujeres y ancianos, o esa iglesia católica Servia que dijo si a las violaciones, asesinatos, mutilaciones para la limpieza racial en la guerra de los Balcanes, esa misma iglesia que vendía los mantos cardenalicios (los maiciaba – dar de comer maíz a las aves de corral), ni que decir de esa iglesia que llego a este continente y sencillamente descarto y en su nombre millones de seres humanos fueron muertos y esclavizados, por la fe.

La Suprema Corte de México rechazo que haya evidencias de que un niño se vería afectado porque una pareja homosexual lo adopte, como lo señaló la Procuraduría General de la República en la impugnación que hizo a nombre del gobierno federal.

Así, en este mundo brutal, donde la vida es en el mejor de los casos es un articulo intercambiable y prescindible, donde la dignidad es algo que esta sujeto a los va y vienes del mercado, resulta que el futuro de un niño es secundario, prescindible, la estupidez y ceguera moral de aquellos que la intolerancia es su argumento, de aquellos que creen que determinar sobre la felicidad es su privilegio y opción, de aquellos que niegan el amor como principio de vida (no lo dije yo, lo dijo Cristo y los Doctores de la Iglesia lo confirman, baste leer la Ciudad de Dios o la Summa Theologica para darse cuenta, así como los propios evangelios, tanto los canónigos como los apócrifos).

Pero el amor, ese que renueva la vida, que fortalece el espíritu humano, ese que es el halito divino esta prohibido, dos personas del mismo sexo no pueden amar y eso no se circunscribe a su propia relación, sino a la que puedan dar a una tercera persona.

Yo creo con toda firmeza y plenamente que lo que el cristianismo le ha dado a la humanidad, le ha dado a la vida es el “AMOR”, por eso, antes de dejarles con un texto escrito por Fernando del Paso y publicado el 18 de agosto en el periódico la Jornada, les comparto algunas de las cosas que creo que deben de servirnos para vivir sin miedo, con tolerancia y respeto, en libertad, algunas palabras que dijo alguien antes de morir por amor y con ese acto darnos la redención:

Eis qui sine paccato est vestum primus in illam lapidem mittat “Aquel de vosotros que este libre de pecado que sea el primero en arrojar la piedra” (Juan 8,7)

"No juzguen a otros para que dios no los juzguen a ustedes. Pues dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros.” (Mateo 7: 1 – 2)

"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" (Lucas 22,34).
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Plegaria de los huérfanos.
Nosotros, Señor, los niños huérfanos y las niñas huérfanas de México te rogamos:
Déjanos gozar la plenitud de nuestra orfandad.
Nuestros padres murieron porque fue tu Voluntad. Nuestros padres nos abandonaron porque fue tu Voluntad. Porque Tú así lo quisiste, nuestras madres fueron violadas por desconocidos a los que nunca volvieron a ver, y ellas nos arrojaron a un basurero o nos dejaron a las puertas de un Templo.
Déjanos, Señor, honrar tu Divina Voluntad.
Es nuestro privilegio.
No nos entregues a la adopción de parejas del mismo sexo. Por mucho amor que piensen darnos.
Por mucho amor que, de verdad, nos den.
Preferimos el desamor del abandono.
Preferimos el desamor de la indiferencia.
Es nuestro privilegio.
Preferimos, a tener dos padres amorosos o dos madres amorosas, vivir como vinimos a este mundo: sin un solo padre, sin una sola madre. Preferimos, a tener el amor toda la vida de dos hombres o dos mujeres de buenas intenciones y buena alma, no tener el amor de nadie desde siempre y para siempre.
Preferimos el desamor de la orfandad.
Déjanos, Señor, la libertad de vivir como huérfanos en un orfanatorio. De vestir como huérfanos, el uniforme del orfanatorio. De comer, como huérfanos, la miserable comida del orfanatorio. De dormir, como huérfanos, en los multitudinarios dormitorios de los orfanatorios. Déjanos, Señor, que cuando lleguemos a los albores de nuestra adolescencia nos echen a la calle, como a todos los huérfanos, del orfanatorio.
Es nuestro privilegio.
Así honramos tu Divina Voluntad.
Déjanos, Señor, quedarnos sin estudios, crecer sin moral y sin religión, sin nadie a quien aprendamos a amar, sin nadie que nos enseñe a amarte.
Déjanos ser niños de la calle, hombres de la calle, mujeres de la calle.
Déjanos disfrazarnos de payasos y malabaristas para malganarnos la vida en las esquinas.
Déjanos ser franeleros toda la vida. Déjanos ser mendigos.
Es nuestro privilegio.
Déjanos dedicarnos a limpiar los parabrisas de los automóviles.
Déjanos ser presa fácil del crimen y de la droga, del alcohol.
Déjanos ser criminales. Déjanos ser ladrones y narcos.
Déjanos caer muertos a los veinte años de una sobredosis.
Déjanos morir de hambre en un callejón, déjanos ser asesinados en la flor de nuestra juventud.
Déjanos vivir parte de nuestra orfandad en las cárceles.
Es nuestro privilegio.
Danos la oportunidad, como se la diste a nuestros padres biológicos, de fundar hogares que podamos destruir para poder tener hijos que, con su orfandad, sean el espejo de la orfandad de sus padres y de sus madres, de su crueldad, de su irresponsabilidad, de su desapego.
Déjanos, Señor, prostituirnos a los doce, a los trece, a los catorce años.
Déjanos, Señor, ser las putitas y los putitos de los proxenetas.
Déjanos, Señor, ser pasto de los pederastas en las escuelas, en tus templos.
Pero no nos des por guía a dos mujeres, o a dos hombres, aunque todos sean, como nosotros, tus hijos, y todos, como nosotros, seres humanos. Por mucho amor que nos prometan. Por mucho amor que nos tengan. Y así nos colmen con alegrías y comprensión. Así nos dignifiquen como pobres criaturas de Dios y por mucho amor que tengan a ti mismo. No merecen nuestro amor recíproco porque no merecen, siquiera, el tuyo.
Preferimos el desamor de la ausencia. Preferimos el desamor del olvido.
Pero si es tu Divina Voluntad, Señor, darnos un hogar y arrancarnos así el privilegio de no haberlo tenido, Señor, haz que las buenas familias cristianas de México que ya tienen hijos, nos adopten; haz que todas las parejas sin hijos de México, nos adopten. A todos, Señor. Cualquiera sea el color de nuestra piel. Así seamos blancos o indios, negros. Así estemos ciegos, o cojos, o mudos. Tú, si te lo propones, Señor, puedes hacerlo.
Diles a esas buenas familias cristianas que así aliviarán sus conciencias: evitándonos ser adoptados por parejas del mismo sexo.
No nos des dos padres o dos madres, Señor. Tú nos diste el frío de la ciudad y el silencio de la noche: los preferimos al calor de sus hogares y a la dulzura de sus palabras.
Y si nada de esto puedes hacer porque no lo quieres hacer, porque tu Divina y misteriosa e inescrutable Divina Voluntad se impone a tu Divina Omnipotencia, Señor, déjanos tranquilos.
Déjanos, así como nacimos parias, ser parias toda la vida para salvaguardar tu Voluntad. Déjanos crecer desprotegidos en el desamor de la intemperie, en la periferia de la sociedad, en el vacío del rechazo y el desdén.
Déjanos Tú, tú, el Señor sin cuya voluntad no se mueve la hoja de un árbol, déjanos, Señor, que como hojas nos arrastre el viento de la soledad y la derelicción.
Es nuestro privilegio: somos los privilegiados de la Tierra porque sabemos que, gracias a tu infinita Misericordia, le has prometido, a aquellos que en esta vida habitan un infierno, que en la otra vida serán ciudadanos del Reino de los Cielos.
Gracias, Señor.

Fernando del Paso - La Jornada 18 de agosto de 2010

viernes, 13 de agosto de 2010

Es la dicha un abismo - Emily Dickinson


¿Es la dicha un abismo por lo tanto
que no me deja dar un paso en falso
por miedo a que el calzado se me arruine?

Prefiero que mis pies se den el gusto
a cuidar los zapatos-
porque en cualquier zapatería una
puede comprar
un nuevo Par-

Mas la dicha se vende una vez sola.
Perdida la patente
nadie podrá comprarla nunca más-
Díganme, pies, decidan la cuestión
¿debe cruzar la señorita, o no?
¡Expídanse, Zapatos!

martes, 10 de agosto de 2010

Dejar de sentir, Pompeya 24 y 25 de agosto del año 69


Y entonces todo se oscureció, al principio hubo silencio, el viento era cálido y casi no se sentía, el silencio, un gran silencio que también cubrió todo, de pronto todo tembló, una gran nube broto de la tierra hasta el cielo, como deseando llegar a los dioses, todos corrimos, sin saber hacia adonde, las madres buscaban a sus hijos, los hombres intentaban abrir camino, ahora sabemos que ya todo termino, es hora de despedirnos, de dejar de vernos, es hora de dejar de sentir...tu cuerpo, de mirar como el lino se desliza suavemente sobre tu cuerpo, dejar de sentir...
Alejandro - palabras de alguien que se va.

"Solo se oían los gemidos de las mujeres, el llanto de los niños, el clamor de los hombres. Unos llamaban a sus padres, otros a sus hijos, otros a sus esposas. Muchos clamaban a los dioses, pero la mayoría estaban convencidos de que ya no había dioses y esa noche era la última del mundo"

Refiriéndose a la noche entre el 24 y 25 de agosto del año 69 de nuestra era sobre la erupción del Vesubio

domingo, 8 de agosto de 2010

Hiroshima 6 de agosto 1945, Nagasaki 9 de agosto 1945


Hiroshima el fue escenario del primer bombardeo atómico de la historia, el 6 de agosto de 1945, en el final de la Segunda Guerra Mundial, por la aviación estadounidense, ordenadas por el ex presidente Harry Truman. Este acto bélico, produjo la muerte de alrededor de 120.000 japoneses, en su casi totalidad civiles, dejando un saldo de casi 300.000 heridos, entre los cuales gran cantidad presenta variaciones y mutaciones genéticas debido a la radiación a la cual estuvieron expuestos.

Nagazaki, el 9 de agosto de 1945 se lanzó sobre ella la segunda bomba atómica. El bombardero estadounidense "Bockscar", en busca de astilleros, en cambio encontró la fábrica de armas Mitsubishi. Sobre este objetivo dejó caer la bomba atómica Fat Man, la segunda bomba atómica en ser detonada sobre Japón y más poderosa que la de Hiroshima.

A pesar de que la bomba falló por una distancia considerable, no perdonó y aun pudo arrasar casi la mitad de la ciudad al caer a un costado del valle de Urakami, donde se emplazaba la ciudad. 75.000 de los 240.000 habitantes de Nagasaki murieron instantáneamente, seguidos por la muerte de una suma equivalente por enfermedades y heridas. Se estima que la suma total de muertos fue de bastante más de 140.000 personas entre civiles y militares.



13 de agosto de 1521


(por cierto los girasoles son originarios de México, junto con las flores de nochebuena y las de muertos -zempazuchitl-)

Este año el 13 de agosto cae en viernes, la mitología popular de la edad media trajo con la conquista la idea de que este es un día aciago, lleno de presagios y portentos, Viernes 13 (creo que existe una película holywoodense sobre este tema, claro, en su forma más trivial y mediocre), su efeméride viene de cuando la ambición y el miedo hicieron de los Templarios objeto del deseo papal y real, en octubre 13 del año del señor de 1307.

Y si, es un día aciago, de funestos presagios y terribles portentos, ese día se abrió el infierno para que las huestes cristianas de toda Europa destruyeran una cultura, la primera con la cual inicia la barbarie de los civilizados, amantes de la Fe y del poder, amantes del placer, del ocio, de la lujuria, cristianos todos, seguidores de roma o de Lutero.

El 13 de agosto de 1521 México – Tenochtitlán se rinde, el Tlatoani Cuahtemoctizin, señor del Anáhuac, es encadenado y junto con los naturales convertido olvido, cada 13 de agosto, día de San Hipólito se realizaba en la muy noble y leal Ciudad de México, capital del Virreinato de la Nueva España el Paseo del Pendón, toda la nobleza, los amos, españoles, criollos llevaban con una gran cantidad de clérigos, el Pendón de Cortes, así, los indios no olvidarían quien los conquisto.

El pueblo, un día cansado se rebela y nos independizamos, bicentenario que este año celebramos, la entelequia de la independencia, la historia oficial en estas dos centurias, ha olvidado este hecho, este momento en el cual dejamos de ser para empezar a ser lo que ahora somos, por eso hoy quiero que la memoria surja y que recuerde a la humanidad los millones de pobladores originarios muertos, de los negros y chinos esclavizados, hoy quiero que se recuerde el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad y a la justicia.

Cuando los Españoles llegaban a cualquier lugar leían el “Requerimiento”, lo hacían en latín y claro, los naturales, seres sin alma (bula papal) no entendían y seguían viviendo conforme sus costumbres, sus leyes, su cultura, evidentemente, ante tal desacato a los Reyes, solo quedaba un camino, la guerra, la destrucción, la asimilación, la esclavitud, les transcribo en primer lugar el requerimiento y después los dejo con un poema mexica escrito aproximadamente en 1528, el cual refleja la angustia de un pueblo sojuzgado, arrasado y vencido por los invasores. Se encuentra incompleto, pero este breve texto nos da una imagen muy amplia de la visión de los indígenas frente a su derrota y sometimiento con una redacción por demás realista y cruda... como debieron haber sido los hechos.
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Requerimiento
De parte del rey, don Fernando, y de su hija, doña Juana, reina de Castilla y León, domadores de pueblos bárbaros, nosotros, sus siervos, os notificamos y os hacemos saber, como mejor podemos, que Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó el cielo y la tierra, y un hombre y una mujer, de quien nos y vosotros y todos los hombres del mundo fueron y son descendientes y procreados, y todos los que después de nosotros vinieran. Mas por la muchedumbre de la generación que de éstos ha salido desde hace cinco mil y hasta más años que el mundo fue creado, fue necesario que los unos hombres fuesen por una parte y otros por otra, y se dividiesen por muchos reinos y provincias, que en una sola no se podían sostener y conservar.

De todas estas gentes Dios nuestro Señor dio cargo a uno, que fue llamado san Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor y superior a quien todos obedeciesen, y fue cabeza de todo el linaje humano, dondequiera que los hombres viniesen en cualquier ley, secta o creencia; y diole todo el mundo por su Reino y jurisdicción, y como quiera que él mandó poner su silla en Roma, como en lugar más aparejado para regir el mundo, y juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judíos, gentiles o de cualquier otra secta o creencia que fueren. A este llamaron Papa, porque quiere decir admirable, padre mayor y gobernador de todos los hombres.

A este san Pedro obedecieron y tomaron por señor, rey y superior del universo los que en aquel tiempo vivían, y así mismo han tenido a todos los otros que después de él fueron elegidos al pontificado, y así se ha continuado hasta ahora, y continuará hasta que el mundo se acabe.

Uno de los Pontífices pasados que en lugar de éste sucedió en aquella dignidad y silla que he dicho, como señor del mundo hizo donación de estas islas y tierra firme del mar Océano a los dichos Rey y Reina y sus sucesores en estos reinos, con todo lo que en ella hay, según se contiene en ciertas escrituras que sobre ello pasaron, según se ha dicho, que podréis ver si quisieseis.

Así que Sus Majestades son reyes y señores de estas islas y tierra firme por virtud de la dicha donación; y como a tales reyes y señores algunas islas más y casi todas a quien esto ha sido notificado, han recibido a Sus Majestades, y los han obedecido y servido y sirven como súbditos lo deben hacer, y con buena voluntad y sin ninguna resistencia y luego sin dilación, como fueron informados de los susodichos, obedecieron y recibieron los varones religiosos que Sus Altezas les enviaban para que les predicasen y enseñasen nuestra Santa Fe y todos ellos de su libre, agradable voluntad, sin premio ni condición alguna, se tornaron cristianos y lo son, y Sus Majestades los recibieron alegre y benignamente, y así los mandaron tratar como a los otros súbditos y vasallos; y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lo mismo.

Por ende, como mejor podemos, os rogamos y requerimos que entendáis bien esto que os hemos dicho, y toméis para entenderlo y deliberar sobre ello el tiempo que fuere justo, y reconozcáis a la Iglesia por señora y superiora del universo mundo, y al Sumo Pontífice, llamado Papa, en su nombre, y al Rey y reina doña Juana, nuestros señores, en su lugar, como a superiores y reyes de esas islas y tierra firme, por virtud de la dicha donación y consintáis y deis lugar que estos padres religiosos os declaren y prediquen lo susodicho.

Si así lo hicieseis, haréis bien, y aquello que sois tenidos y obligados, y Sus Altezas y nos en su nombre, os recibiremos con todo amor y caridad, y os dejaremos vuestras mujeres e hijos y haciendas libres y sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieseis y por bien tuvieseis, y no os compelerán a que os tornéis cristianos, salvo si vosotros informados de la verdad os quisieseis convertir a nuestra santa Fe Católica, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas, y allende de esto sus Majestades os concederán privilegios y exenciones, y os harán muchas mercedes.

Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de Sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen.

Y de cómo lo decimos y requerimos pedimos al presente escribano que nos lo dé por testimonio signado, y a los presente rogamos que de ello sean testigos.
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Poema de la Conquista

Con suerte lamentosa nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos;
Los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
Enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
Y están las paredes manchadas de sesos.
Rojas están las aguas, cual si las hubieran teñido,
Y si las bebíamos, eran agua de salitre.
Golpeábamos los muros de adobe en nuestra ansiedad
Y nos quedaba por herencia una red de agujeros.
En los escudos estuvo nuestro resguardo,
Pero los escudos no detienen la desolación.
Hemos comido panes de colorín,
Hemos masticado grama salitrosa,
Pedazos de adobe, lagartijas, ratones
Y tierra hecha polvo y aun los gusanos...
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Se ha perdido el pueblo mexica

El llanto se extiende, las lágrimas gotean allí en Tlatelolco.
Por agua se fueron ya los mexicanos;
semejan mujeres; la huída es general
¿Adónde vamos?, ¡oh amigos! Luego ¿fue verdad?
Ya abandonan la ciudad de México:
el humo se está levantando; la niebla se está extendiendo...
Con llanto se saludan el Huiznahuácatl Motelhuihtzin.
el Tlailotlácatl Tlacotzin,
el Tlacatecuhtli Oquihtzin
Llorad, amigos míos,
tened entendido que con estos hechos
hemos perdido la nación mexicana.
¡El agua se ha acedado, se acedó la comida!
Esto es lo que ha hecho el Dador de la vida en Tlatelolco.
Sin recato son llevados Motelhuihtzin y Tlacotzin.
Con cantos se animaban unos a otros en Acachinanco,
ah, cuando fueron a ser puestos a prueba allá en Coyoacan.
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Los últimos días del sitio de Tenochtitlan

Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte
nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas,
y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas, están como teñidas,
y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto, los muros de adobe,
y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo, pero
ni con escudos puede ser sostenida su soledad.

Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos.
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal,
todo eso que es precioso,
en nada fue estimado .
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La ruina de tenochcas y tlatelolcas

Afánate, lucha, ¡oh Tlacaltéccatl Temilotzin!:
ya salen de sus naves los hombres de Castilla y los de las chinampas.
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya viene a cerrar el paso el armero [Coyohuehuetzin;
ya salió por el gran camino del Tepeyac el acolhua.
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya se ennegrece el fuego;
ardiendo revienta el tiro,
ya se ha difundido la niebla:
¡Han aprehendido a Cuauhtémoc!
¡Se extiende una brazada de príncipes mexicanos!
¡Es cercado por la guerra el tenochca,
es cercado por la guerra el tlatelolca!
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La prisión de Cuauhtémoc

¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Ya se ennegrece el fuego, ardiendo revienta el tiro:
ya la niebla se ha difundido:
¡Ya aprendieron a Cuauhtemoctzin:
una brazada se extiende de príncipes mexicanos!
¡Es cercado por la guerra el tenochca;
es cercado por la guerra el tlatelolca!
Pasados nueve días son llevados en tumulto a Coyohuacan
Cuauhtemoctzin, Coanacoch, Tetlepanquetzaltzin:
prisioneros son los reyes.
Los confortaba Tlacotzin y les decía:
"Oh sobrinos míos, tened ánimo: con cadenas de oro atados.
prisioneros son los reyes."

Responde el rey Cuauhtemoctzin:
"Oh sobrino mío, estás preso, estás cargado de hierros.
"¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?
"¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!
"¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!
"Por cierto serás esclava, serás persona de otro:
"será forjado el collar, el quetzal será tejido, en Coyohuacan.
"¿Quién eres tú, que te sientas junto al Capitán General?
"¡Ah es doña Isabel, mi sobrinita!
¡Ah, es verdad, prisioneros son los reyes!