domingo, 23 de septiembre de 2012

Solo pienso




“Cuando el poder del amor sobrepase al amor del poder, el mundo conocerá la paz."
 Jimy Hendrix..

Hace mucho, tanto, tanto tiempo; mucho antes de que el hombre caminara sobre la tierra o que en el cielo se vieran la luna y las estrellas, antes de que todo existiera, cuando nada era todo, Dios y el Diablo hicieron un pacto, dejaron que los humanos caminaran solos, no intervendrían en nada, no responderían a sus suplicas ni a sus deseos, solo dejarían que la humanidad existiera, eso es lo que cuentan os viejos, aquellos que saben todo porque todo lo ven, seres de fuego y estrellas, eso es lo ellos cuentan.

Por eso hay silencio, por eso en el cosmos solo se escucha la música de las esferas…


Si pienso que debería volar y en lugar de hacerlo me arrastro, sólo puedo deprimirme. Pero alguien me puede ayudar a darme cuenta de que ni vuelo ni me arrastro; simplemente, camino.

He visto los días y las noches, me he arropado con el viento y comido los sueños, hoy ya no hay tiempo.

Quisiera volver a sentir, volver a saborear el asombro, porque los asombros son la capacidad de maravillarnos ante lo cotidiano, ante lo que ahí esta y siempre es nuevo.

Quisiera sentir, recordar esa nube o ese pedazo de luna, sentir un cuerpo cálido, una sonrisa, porque la vida es sensaciones, delicias de cada momento, sueños que caminan a nuestro lado.

Quisiera tener tiempo, quisiera saber que todo puede ser, quisiera recorrer nuevamente los valles y las montañas, volver a caminar sobre la arena a la orilla del mar o nadar mar adentro, quisiera volver a sonreír, saber que es sentirse alegre.

Quisiera haber sido sabio, haber aprendido, quisiera no estar cansado, no estar en este infinito letargo que antecede el final.


“nunca tuvimos ni paciencia ni olvido/ pero un poco más lejos hacia nada/ están las lámparas de viaje/ temblando suavemente”.

“en esta noche, llena de insomnio, donde gasté más de un paquete de cigarros, me pregunto cuál es el sentido de las palabras. Si las palabras dicen lo que dicen, o más, o todo, o nada, o lo que se quiere escuchar, o el sinsentido.

“escribo una historia igual a otra historia. Escribo partiendo a un destino sin puerto. Tengo miedo de este mundo. Tengo miedo de este abismo en libertad. No sé cómo mirar la luz de la mañana. Nunca se está a salvo de uno mismo.

El vértigo duele con la intensidad del desgarramiento.

Tengo la devoción que marca cada paso. Pero el paso: adónde se dirige.

Hoy no escribo poemas, hoy escribo las palabras del desamor”.

La imposibilidad de escribir...
la necesidad de hacerlo
la solicitud de hacerlo
la literatura como evidencia
de nuestros pasos

Mas que hijos,
los poemas
declaran
que un día

algún ser
trato de burlar
la soledad
y el tiempo

nunca se logra
el olvido
aplasta

de la obra solo queda
la firma
y una falsa
biografía.


Recuerdo el miedo, la alegría, lo desconocido, el gozo, el placer, los olores, los cuerpos desnudos, uno frente al otro, ambos temblando de emoción, ambos temblando de miedo ante lo desconocido pero anhelado, ambos buscando con sus manos sudadas y temblorosas el otro cuerpo, ambos por primera vez, ambos aprendiendo juntos el placer de vivir.

Eso quisiera, nuevamente estar lleno de sensaciones, de emociones, ambos desnudos, por vez primera, compartiendo todo, intentando ser uno solo, aprendiendo juntos.

¿A quién le digo? todo lo que soy que lo único que tengo es mi cuerpo, mi inteligencia y mi corazón, que esto es lo que soy y solo esto puedo dar, solo mi vida.

Ya no escucho, mi corazón no me habla ha enmudecido, esta maltratado y triste, solo, ya no lo entrego a nadie para que lo cuide, para que lo ame, porque en él me va la vida y el alma, para que me ayude a sanarlo.

me pregunto qué es lo que en verdad necesitamos.

¿La idea no ha muerto?

Ciertamente no ha muerto la idea, porque nada muere definitivamente. Todo reaparece bajo nuevas formas, pero nada muere por completo.

¿Pero las formas sí cambian?

Las formas cambian, sí; las formas son importantes.

La convicción de que la vida tiene una finalidad está grabada en todas las fibras del hombre, es una propiedad de la sustancia humana. Los hombres libres llaman de muchas maneras a tal finalidad, y sobre su naturaleza piensan y hablan mucho.

Me parece, en cambio, digno de atención este hecho: queda claro que hay entre los hombres dos categorías particularmente bien distintas: los salvados y los hundidos. Otras parejas de contrarios (los buenos y los malos, los sabios y los tontos, los cobardes y los valientes, los desgraciados y los afortunados) son bastante menos definidas, parecen menos congénitas, y sobre todo admiten gradaciones intermedias más numerosas y complejas.

Primo Levi (Si esto es un hombre, fragmento)

Y si ya no hubiera tiempo, porque todo tiene su tiempo, un tiempo para amar, otro para el enojo, otro más para el perdón, así los tiempos se distribuyen en el cosmos, forman parte del tiempo del universo y ¿si mi tiempo ya fue?

Yo le pregunto a Dios, yo le grito a Dios, si ya fue, si ya no es mi tiempo para amar y ser amado ¿¡entonces, que!?

Le he dicho a mi corazón que se endurezca, que sea duro, que no sienta, le he dicho a mi corazón que deje de latir, le he dicho a mi estomago que ya no sienta ese vacío de emoción cuando la veo, le he dicho a mi cuerpo, deja de sentir, a mi corazón deja de latir.

“Hay cuatro cosas en la vida que jamás regresan: la flecha disparada, la palabra pronunciada, la vivencia que se tuvo y la oportunidad desperdiciada”.


Los péndulos son mágicos, se mueven, giran sobre su propio eje, en un vaivén constante, deslizándose sobre el aire, se mueven a su propio ritmo, a su tiempo, siempre a su tiempo y cuando llegan a detenerse lo hacen siempre sabiendo que el tiempo es como el viento, sopla siempre, pero siempre regresa, hace que todo se mueva, por eso los péndulos son mágicos, son únicos, son los instrumentos que Dios utiliza para medir la vida.

Ya no importa, mi péndulo ya casi no oscila.

Al principio, existe un gran salón donde se encuentran todas las almas reunidas, ahí los ángeles de Dios forman las parejas, para que, cuando esas almas sean humanos encuentren el alma que les ha sido designada, ese es el don del amor, verdadero, ese es el gran secreto, la piedra filosofal de la existencia.

Hoy ya no hay tiempo, los dones fueron desechados, cayeron sobre tierra yerma, la vida se volvió un vacio, el largo letargo, ese dejarse ir, ese dejarse de sentir, ese corazón roto, esa alma vacía, ese espíritu seco, el tiempo de la tregua ya fue y solo queda el cansancio, el infinito deseo de la no existencia, el hastío, la desolación.


Ya nadie habla, el corazón apenas y si murmura, ahora yo le digo; “Mmmm... corazón no hay amor, pero hay cariño, nunca he sentido amor por otras personas, pero las estimo y me agradan, nunca he llegado a odiar. Necesito a alguien que me ayude, alguien que me enseñe a amar... que me diga el significado del amor”

Porque no logre encontrar, porque he perdido el camino, por que se que la necesito y no logro saber cómo decírselo, por que se que no he aprendido a amar, por que se que el tiempo de la tregua concluyo, por que se que solo puedo esperar

"Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Al principio me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más".

Mario Benedetti “La Tregua”


Eres todo lo que pedía, lo que mi alma vacía quería sentir…

Soledad Vespertina.
Sara Fuentes

Vida, es que acaso esto es imposible? Quiero sentirme vivo!!!! No más espíritu apagado en mí, no más días que se van y y se diluyen con sabor a vinagre, sin sal ni pimienta, invadidos de gris oscuridad, cubiertos los ojos para no dejar entrever, cerrados los labios para no dejar conocer, inexistiendo en una burbuja de acero frío, sin arcoiris de luz y sonido. Soy el caballero de la triste figura, (pero no más triste que mi tristeza), desparramado cojines abajo, no ruidos, no risas, no llantos, no penas, pobre y pétreo espíritu, muriendo de escaso nutriente de voces, de interrupciones, de expresiones, callando, siempre callando a grito cerrado, vagando entre paredes, ojos clavados en maldito invento del siglo xx... o bendito? voces y figuras sin vida inundan mi espacio, mudas o gritando, perdidas tras un botón. Cuando mis párpados se niegan a permanecer más tiempo abiertos, cuando a punto del exterminio, mi espíritu débil se rinde a la muerte del día, oprimo el botón en el momento en que mi voluntad no responde más y a ojos cerrados conduzco mis pasos hasta la blancura y abandono, lugar de olvido, inexpresión, sueños, donde todo parece ser, donde todo parece existir, incluso hasta la felicidad... Ya pronto arribará la luz, y empezará el ajetreo de un nuevo día, antídoto de las soledades vespertinas...


Una Luz para los corazones oscuros... luces del interior que no pueden iluminar más
allá... el fuego de la vida...

Alejandro
(Escrito en febrero del 2008 en la madrugada en que estoy sintiendo tu cuerpo escurrirse suavemente entre mis manos).

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.
Sabines

“...Había una vez una flor, una piedra, un cristal, una reina, un rey, un palacio, un amante y su amada, en algún lugar, hace mucho, mucho tiempo, en una isla en medio del océano, hace cinco mil años...
De esa especie es el amor, la flor mística del alma.
Ese es el centro del sí mismo...”
Carl Gustav Jung


domingo, 16 de septiembre de 2012

Suave Patria, 16 de septiembre 2012




Pensé mucho en escribir esto, para mi la patria es el hogar donde siempre encuentras cobijo, donde puedes ser libre, la patria es el lugar en cualquier momento donde disfrutas la vida, donde te enamoraras y sueñas, el lugar que debes de cuidar y hacerlo más confortable, más alegre, la patria es el lugar donde mueres y estas en tu propia historia.
  

Cuando era niño, hace demasiado tiempo, vivía demasiado cercaq del Bosque de Chapultepec y en el lago y el castillo había festejos, se vendían juguetes, espadas de madera, cascos de cartón, cornetas de metal, banderas mexicanas, la gente pasabla y unos a otros se hacían bromas, recuerdo que cuando por televisión veíamos el “Grito” en el Zócalo, todos los adultos se ponían de pie y cantaban el himno nacional haciendo el saludo a la bandera, con la mano extendida apoyando el dedo pulgar contra el pecho, después cenábamos mole, pozole y tantas cosas sabrosas, al día siguiente íbamos a Chapultepec a ver el desfile militar, todos gritaban.

Así que para mí la patria es mi hogar, el de mi pueblo, el de mi gente, de los que aquí nacimos y de aquellos que decidieron hacerla también su hogar, la patria no es una señora fea vestida con una túnica griega con un águila en la espalda, es la realidad cotidiana, es la responsabilidad y el gozo, esa es la patria, por eso creo que el exilio duele.

Ramón López Velarde poeta hijo de la guerra de revolución, nace en 1888 en Zacatecas y muere en 1921 después de concluir de escribir ·Suave Patria”, así como dos videos, uno de Pablo Moncayo y no es Huapango, sino lo que más me gusta de él, Tierra de Temporal y la Marcha Dragona, la cual no se por qué siempre me pone en cuero de gallina (sic)


Alejandro



Suave Patria

PROEMIO

(…) Diré con una épica sordina:
la Patria es impecable y diamantina.

Suave Patria: permite que te envuelva
en la más honda música de selva
con que me modelaste por entero
al golpe cadencioso de las hachas,
entre risas y gritos de muchachas
y pájaros de oficio carpintero

PRIMER ACTO

Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.

Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.

Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.

Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.

Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.

¿Quién, en la noche que asusta a la rana,
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?

Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco, sabe
ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se vacía
el santo olor de la panadería.

Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera
suave Patria, alacena y pajarera.

Al triste y al feliz dices que sí,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.

¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!

Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático,
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.

Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas;
oigo lo que se fue, lo que aún no toco,
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida,
¡oh, trueno!, la ruleta de mi vida.

(…)

Segundo acto

Suave Patria: tú vales por el río
de las virtudes de tu mujerío.
Tus hijas atraviesan como hadas,
o destilando un invisible alcohol,
vestidas con las redes de tu sol,
cruzan como botellas alambradas.

Suave Patria: te amo no cual mito,
sino por tu verdad de pan bendito;
como a niña que asoma por la reja
con la blusa corrida hasta la oreja
y la falda bajada hasta el huesito.

Inaccesible al deshonor, floreces;
creeré en ti mientras una mexicana
en su tápalo lleve los dobleces
de la tienda, a las seis de la mañana,
y al estrenar su lujo, quede lleno
el país, del aroma del estreno.

Como la sota moza, Patria mía,
en piso de metal, vives al día,
de milagros, como la lotería.

Tu imagen, el Palacio Nacional,
con tu misma grandeza y con tu igual
estatura de niño y de dedal.

Te dará, frente al hambre y el obús,
un higo San Felipe de Jesús.

Suave Patria, vendedora de chía:
quiero raptarte en la cuaresma opaca,
sobre un garañón, y con matraca,
y entre los tiros de la policía.

Tus entrañas no niegan un asilo
para el ave que el párvulo sepulta
en una caja de carretes de hilo,
y nuestra juventud, llorando, oculta
dentro de ti el cadáver hecho poma
de aves que hablan nuestro mismo idioma.

Si me ahogo en tus julios, a mí baja
desde el vergel de tu peinado denso
frescura de rebozo y de tinaja:
y si tirito, dejas que me arrope
en tu respiración azul de incienso
y en tus carnosos labios de rompope.

Por tu balcón de palmas bendecidas
el Domingo de Ramos, yo desfilo
lleno de sombra, porque tú trepidas.

Quieren morir tu ánima y tu estilo,
cual muriéndose van las cantadoras
que en las ferias, con el bravío pecho
empitonando la camisa, han hecho
la lujuria y el ritmo de las horas.

Patria, te doy de tu dicha la clave:
sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;
cincuenta veces es igual el
Ave
taladrada en el hilo del rosario,
y es más feliz que tú, Patria suave.

Sé igual y fiel; pupilas de abandono;
sedienta voz, la trigarante faja
en tus pechugas al vapor; y un trono
a la intemperie, cual una sonaja:
¡la carretera alegórica de paja!


sábado, 15 de septiembre de 2012

202 años por la Paz



 

Mañana es 15 de septiembre del año 2012, un aniversario más del inicio de la guerra de independencia de lo que hoy es México contra la Corona Española, trono ocupado por José Bonaparte, (Pepe Botella), hermano del emperador de los franceses.

Sin embargo, este festejo, esta celebración me lleva recordar la realidad del país, en 1810 se toco la campana del curato de Dolores en lo que hoy es el estado de Guanajuato, en la capital de la república, en cada capital de cada estado, en cada municipio se hace lo mismo, se realiza una verbena popular, es un acto de festejo colectivo, sin embargo desde hace algunos años, hay lugares donde no se lleva a cabo la “ceremonia del grito”, por miedo a ser víctimas de la violencia, por eso decidí mirar la otra realidad, la cotidiana, la que llena nuestras vidas.


CNN – México publico el 20 de enero de este año  un artículo de Ashley Fantz “La lucha contra el narco en México: muertos a cambio de millones”, en el señala:

“La historia de violencia por el combate al crimen organizado se puede resumir en dos cifras: 48,000 muertos y 39,000 millones de dólares”.

“En los últimos cinco años, cerca de 48,000 personas han muerto en episodios de violencia supuestamente relacionados con el narcotráfico en México, según informó la Procuraduría General de la República recientemente. En los primeros tres trimestres del 2011, casi 13,000 personas murieron”.

“Frecuentemente, México es reducido —varias veces por semana— a titulares de prensa relacionados con muertes violentas, como de películas de terror. Treinta y cinco cadáveres abandonados en la autopista durante la hora pico en una de las principales ciudades turísticas. El rostro de una persona cosido a un balón de futbol. Cuerpos encontrados dentro de barriles con ácido. Cabezas rodando en concurridas pistas de baile de clubes nocturnos”.


Ante esto, me acorde de un discurso de Bob Kennedy que dio en 1968, la vigencia de sus palabras continúan, la trascendencia de las mismas más allá de las fronteras y del tiempo es evidente, por eso lo transcribo aquí, creo que por eso lo mataron, por hablar fuerte desde el centro del poder del país más poderoso del mundo.


Hoy no es un día para política, aprovecharé mi único acto de hoy, para hablarles brevemente, de la insensata violencia en América, que de nuevo salpica a nuestro país y la vida de todos nosotros. No incumbe a una sola raza, las víctimas de la violencia son negras y blancas, ricas y pobres, jóvenes y viejas, famosas y desconocidas; son sobre todas las cosas, seres humanos a los que otros seres humanos querían y necesitaban. Nadie, viva donde viva, haga lo que haga, puede estar seguro quien va a sufrir, por un acto insensato de derramamiento de sangre. Sin embargo, sigue, sigue y sigue en este país nuestro. ¿Por qué? ¿Qué ha conseguido siempre la violencia?, ¿Qué ha creado siempre? Siempre que un americano pone fin a la vida de otro americano, innecesariamente, ya sea en nombre de la ley, o desafiando la ley, ya sea un hombre o de una banda que mata a sangre fría o con rabia, en una ataque de violencia, o respondiendo a la violencia, siempre que se rasgue el viento de una vida, que otro hombre a tejido, torpe y penosamente, para él y sus hijos, siempre que hagamos eso, la nación entera será degradada. Y sin embargo parecemos tolerar un nivel creciente de violencia, que ignora nuestra común humanidad, y nuestras demandas a la civilización. Demasiadas veces celebramos la arrogancia y la chulería, y a los bravucones, demasiadas veces excusamos, a los que quieres construir su vida sobre los sueños destrozados de otros seres humanos. Pero hay una cosa clara, la violencia engendra violencia, la represión engendra venganza, y solo una limpieza de toda nuestra sociedad, puede arrancar este mal de nuestros corazones. Pues cuando enseñas a un hombre a odiar y temer a su hermano, cuando le enseñas que es un ser inferior, por su color, o sus creencias, o las normas que siguen, cuando le enseñas que los que son distintos a ti, amenazan su libertad, o tu trabajo, o tu hogar, o tu familia, entonces aprende también a enfrentarse a los otros, no como conciudadano, si no como enemigos, recibiéndolos no como cooperantes, si no como invasores que subyugan y someten. Y al final aprendemos a mirar a nuestros hermanos como extraños, extraños con los que compartimos una ciudad pero no una comunidad, hombres ligados a nosotros en una viviendo común, pero no en un esfuerzo común. Tan solo aprendemos a compartir un miedo común, solo un deseo común, de alejarse del otro, solo un impulso común, de superar el desacuerdo con la fuerza. Nuestra vida en este planeta es demasiado corta, el trabajo por hacer es demasiado grande para dejar que ese espíritu prospere por más tiempo en esta tierra nuestra. Desde luego, no podemos prohibirlo con militares, ni con una resolución, pero quizás podamos recordar, aunque se por un momento, que aquellos que viven con nosotros son nuestros hermanos, que comparten con nosotros el mismo corto momento de vida, que solo buscan, como nosotros, la oportunidad de vivir la vida con bienestar y felicidad, disfrutando lo que la satisfacción y el logro les proporciona. Seguramente este vínculo de sentido común, seguramente este vínculo de objetivos comunes, puede empezar a enseñarnos algo. Seguramente podremos aprender, por lo menos, a mirar alrededor a aquellos de nosotros que son nuestros semejantes, y seguramente podremos empezar a trabajar con algo más de entusiasmo y a curarnos mutuamente las heridas, y convertirnos otra vez, en hermanos y compatriotas de corazón.

Ciudad de Cleveland, Ohio “La amenaza absurda de violencia” Robert F. Kennedy 5 de Abril de 1968

Espero que el año que viene, en México, como en todo el mundo logremos terminar con la violencia, deseo que todos, absolutamente todos los habitantes de este planeta celebremos la independencia del miedo, de la violencia, del dolor, deseo ver a los niños corriendo, gritando, jugando, riendo, a los ancianos charlar, recordando su vida, deseo que podamos caminar sin miedo.

Yo sé que esto no corresponde a la ortodoxia patriótica, pero si es un grito el de la PAZ!!!!

“En sueños caminaba yo
entre la niebla y la ciudad
por calles frías desoladas
cuando una luz blanca y helada
hirió mis ojos
y también hirió la oscuridad
la vi brillar
la veo en el silencio
en la desnuda luz mire
vi mil personas tal vez más
gente que hablaba sin poder hablar
gente que oía sin poder oír
y un sonido que
los envolvía sin piedad
lo puedo oír
sonidos del silencio
entonces yo les quise hablar
entonces los quise ayudar
quise sentirlos como hermanos
quise tomarlos de las manos
pero no podían
no podía despertar
y entender
de un día en el silencio
se arrodillaban a rezar
aquella luz era su dios
yo les grite que despertaran
que la verdad ahí no estaba
que los profetas no, no son luces de neón
y que dios
siempre habla en el silencio”

Simon & Garfunkel - Los sonidos del silencio

sábado, 8 de septiembre de 2012

Muros



“La Poesía es el derecho del hombre
a empujar una puerta,
a encender una antorcha,
a derribar un muro…”
León Felipe



Los muros son fronteras, límites construidos por mano humana, lugares que resguardan y protegen, que aíslan, lugares de inicio de exilio, pero todo esto ¿Para quién?, para quien está adentro o para quien esta afuera?

Los muros rodean ciudades, lugares que deben ser sitiados, rendidos por hambre o devastados, arrasados y conquistados, destruidos.

Los muros, también suelen sostener casas, hogares, adentro se debe amar, soñar, compartir, lugares de conversación, de cobijo, de lectura, de juego, de enojo, de discusión y de acuerdos y decisión.

Lugares que llenamos con objetos necesarios, adorno, legares de compartir la mesa, la sal y el vino, lugares donde los amigos se saben amados.

Y mientras tanto por fuera, los muros pueden estar como ropa usada, raida, descolorida o como el alma de un niño, pintados de arcoíris, formando con sus pinturas todo tipo de posibilidades, acercando el muro a la vida.

Los muros pueden ser murallas que aíslen o paredes que sostengan el techo que cobija.

Esta es alguna de esas cosas sobre las que he escrito, pero creo que Pink Floyd lo ha hecho muy bien.

Alejandro.


domingo, 2 de septiembre de 2012

Como te deseo




De madrugada, en mi habitación, esperando volver a estar en ti

La Amante

Efrain Huerta

Y, desdichada, hallarte vibrante de violetas,
celeste, submarina, subterránea,
ahijada de las nubes,
sobrina del oleaje,
madre de minerales
y vegetales de oro,
universal, florida,
jugosa como caña
y ligera de brisas
y cánticos de seda.

Desdichada penumbra al encontrarte
 negándose tu

Cuerpo a mi deseo,
dándose al día siguiente,
circulando en el aire que respiro,
diseñando mi vida,
mi agonía
y mi muerte sencilla,
y mi futura muerte
entre los muertos.
Ah tu cordial miseria de caricias,
el gesto amargo de tus manos
y la rebelde fuga de tu piel,
cómo me decepcionan,
me castigan y ahogan,
hembra de plata líquida,
insobornable y mía.

Y tu noche de gritos y gemidos,
alimentando vida, creando luz,
provocando sudor, melancolía,
amor y más amor desfallecido,
tumultos de palabras,
mi desdichada niña,
olvidándote, sí, casi perdiéndote
en el ruido de torsos y sollozos.

Pero siendo destino, siendo gloria
tus cabellos castaños, tus miradas
y tus feas rodillas de suave juventud.


Y tú dime, hoy, en tu soledad y en tu deseo, en tu memoria, cuerpos olvidados, alguna vez jóvenes y sensuales, hoy casas olvidadas, sobreviviendo… no, ¡no!, la madrugada, ese momento en que la noche y el día se unen, aguardo el amanecer para cerrar los ojos y volverte a oler, a sentir.

Tus deseos y sensaciones ahí están, aguardando, son recuerdos que viven y te hacen sentir, tu estas ahí, desnudo, ella no está, su lugar conserva su aroma, las sabanas su cuerpo, tus manos la buscan para volver a recorrer su geografía, tus labios la besan en la oscuridad de esa cálida noche, ella tiembla, te abraza, su aroma de deseo y te llena y va subiendo hasta llenarlo todo, su ombligo, centro del universo, cáliz aguardando tus labios, carne que tiembla y goza, el origen de la vida, cada parte con un nombre secreto que solo tus labios conocen y pronuncian como conjuro cuando la besas.

Hoy te deseo al igual que ayer, extraño tu ternura, tu cuerpo desnudo, tus abrazos, ese abrirte para mí y darme cobijo, ser mi hogar, mi refugio, lugar cálido.

Hoy solo te anhelo, te deseo, hoy tu cuerpo, tu aroma, tus labios, tus palabras siguen en mí…aguadando la próxima vez, el día en que volvamos a ser el principio de la creación, la palabra y el sueño de Dios.

Para ti, con mi ternura, deseo, soledad y alegría. 
Alejandro.

Les chants du Maldoror 

Comte de Lautréamont


(...) Se puede amar de todo corazón a aquellos en los que se reconoce grandes defectos. Sería impertinente creer que la imperfección es la única que tiene derecho a complacemos. Nuestras debilidades nos unen tanto uno a otros como podría hacerlo lo que no es la virtud.

Si nuestros amigos nos hacen servicios, pensamos que por ser amigos nos los deben. No pensamos en modo alguno que nos deben su enemistad.

Aquél que naciera para mandar, mandaría hasta en el trono.

Cuando los deberes nos han agotado, creemos haber agotado los deberes. Decimos que todo puede col-mar el corazón del hombre.

Todo vive por la acción. De ahí, la comunicación de los seres, la armonía del universo. Esta ley tan fecunda de la naturaleza, nos parece un vicio en el hombre. Está obligado a obedecerla. Al no poder subsistir en el reposo, deducimos que está en su lugar.

Se sabe lo que son el sol, los cielos. Poseemos el secreto de sus movimientos. En la mano de Elohim, instrumento ciego, resorte insensible, el mundo atrae nuestros homenajes. Las revoluciones de los imperios, las farsas de los tiempos, las naciones, los conquistadores de la ciencia, todo proviene de un átomo que trepa, no dura más de un día, destruye el espectáculo del universo en todas las edades.

Hay más verdades que errores, más buenas cualidades que malas, más placeres que penas. Nos gusta controlar el carácter. Nos elevamos por encima de nuestra especie. Nos enriquecemos con la consideración de la que nos colmamos. Creemos no poder separar nuestro interés del de la humanidad, no hablar mal del género humano sin comprometernos nosotros mismos. Esta ridícula vanidad ha llenado los libros de himnos en favor de la naturaleza. El hombre se halla en desgracia entre los que piensan. Es a quien se cargará de menos vicios. ¿Cuándo no estuvo a punto levantarse, de hacerse restituir sus virtudes?

Nada está dicho. Hemos venido demasiado pronto, después de más de siete mil años de existencia del hombre. En lo que concierne a las costumbres, como en el resto, se ha perdido lo menos bello. Tenemos la ventaja de trabajar después de los antiguos, de los hábiles entre los modernos.

Somos susceptibles de amistad, de justicia, de compasión, de razón. ¡Oh amigos míos!, ¿qué es entonces la ausencia de virtud?

Hasta que mis amigos no mueran, no hablaré de la muerte.

Estamos consternados por nuestras caídas, por ver que nuestras desdichas han podido corregimos de nuestros defectos.

No se puede juzgar la belleza de la muerte por la belleza de la vida.

Los tres puntos terminales hacen que me encoja de hombros por piedad. ¿Es preciso esto para probar que se es un hombre espiritual, es decir, un imbécil? ¡Como si la claridad no valiese igual que la vaguedad, a propósito de puntos!
  
ooOOoo

La última niebla 

María Luisa Bombal

Una vez desnuda, permanezco sentada al borde de la cama. El se aparta y me contempla. Bajo su atenta mirada, echo la cabeza hacia atrás y este ademán me llena de íntimo bienestar. Anudo mis brazos tras la nuca, trenzo y destrenzo las piernas y cada gesto me trae consigo un placer intenso y completo, como si, por fin, tuvieran una razón de ser mis brazos y mi cuello y mis piernas. ¡Aunque este goce fuera la única finalidad del amor, me sentiría ya bien recompensada!

Se acerca; mi cabeza queda a la altura de su pecho, me lo tiende sonriente, oprimo a él mis labios y apoyo en seguida la frente, la cara.

Su carne huele a fruta, a vegetal. En un nuevo arranque echo mis brazos alrededor de su torso y atraigo, otra vez, su pecho contra mi mejilla.

Lo abrazo fuertemente y con todos mis sentidos escucho. Escucho nacer, volar y recaer su soplo; escucho el estallido que el corazón repite incansable en el centro del pecho y hace repercutir en las entrañas y extiende en ondas por todo el cuerpo, transformando cada célula en un eco sonoro. Lo estrecho, lo estrecho siempre con más afán; siento correr la sangre dentro de sus venas y siento trepidar la fuerza que se agazapa inactiva dentro de sus músculos; siento agitarse la burbuja de un suspiro. Entre mis brazos, toda una vida física, con su fragilidad y su misterio, bulle y se precipita. Me pongo a temblar.

Entonces él se inclina sobre mí y rodamos enlazados al hueco del lecho. Su cuerpo me cubre como una grande ola hirviente, me acaricia, me quema, me penetra, me envuelve, me arrastra desfallecida. A mi garganta sube algo así como un sollozo, y no sé por qué empiezo a quejarme, y no sé por qué me es dulce quejarme, y dulce a mi cuerpo el cansancio infligido por la preciosa carga que pesa entre mis muslos.

Cuando despierto, mi amante duerme extendido a mi lado. Es plácida la expresión de su rostro; su aliento es tan leve que debo inclinarme sobre sus labios para sentirlo. Advierto que, prendida a una finísima, casi invisible cadena, una medallita anida entre el vello castaño del pecho; una medallita trivial, de esas que los niños reciben el día de su primera comunión. Mi carne toda se enternece ante este pueril detalle.

Aliso un mechón rebelde apegado a su sien, me incorporo sin despertarlo.
Me visto con sigilo y me voy.

(...)

Aturdida, levanto la cabeza. Entreveo la cara roja y marchita de un extraño. Luego me aparto violentamente, porque reconozco a mi marido.

Hace años que lo miraba sin verlo. ¡Qué viejo lo encuentro, de pronto! ¿Es posible que sea yo la compañera de este hombre maduro? Recuerdo, sin embargo, que éramos de la misma edad cuando nos casamos.

Me asalta la visión de mi cuerpo desnudo y extendido sobre una mesa en la Morgue. Carnes mustias y pegadas a un estrecho esqueleto, un vientre sumido entre las caderas... El suicidio de una mujer casi vieja, ¡qué cosa repugnante e inútil! ¿Mi vida no es acaso ya el comienzo de la muerte? Morir para rehuir; ¿qué nuevas decepciones?, ¿qué nuevos dolores?

Hace algunos años hubiera sido, tal vez, razonable destruir, en un solo impulso de rebeldía, todas las fuerzas en mí acumuladas, para no verlas consumirse, inactivas. Pero un destino implacable me ha robado hasta el derecho de buscar la muerte; me ha ido acorralando lentamente, insensiblemente, a una vejez sin fervores, sin recuerdos...; sin pasado.

Daniel me toma del brazo y echa a andar con la mayor naturalidad.

Parece no haber dado ninguna importancia al incidente. Recuerdo la noche de nuestra boda... A su vez, él finge, ahora, una absoluta ignorancia de mi dolor. Tal vez sea mejor, pienso, y lo sigo.

Lo sigo para llevar a cabo una infinidad de pequeños menesteres; para cumplir con una infinidad de frivolidades amenas; para llorar por costumbre y sonreír por deber. Lo sigo para vivir correctamente, para morir correctamente, algún día.

Alrededor de nosotros, la niebla presta a las cosas un carácter de inmovilidad definitiva.