martes, 1 de febrero de 2011

Primer discurso de Cicerón ante el Senado Romano contra Catilina


Esto es lo que dijo Cicerón ante el Senado de Roma cuando Lucio Sergio Catilina se alzo contra Roma, se le conoce como Catilinarias y esta es el inicio de la primera.

Hoy lo expongo aquí, porque si cambiamos los nombres, este bien podría ser el texto que algún valiente dijera ante los legisladores de cualquier nación que este como la nuestra.

Alejandro.
______________________________


IN L. CATILINAM. ORATIO PRIMA
Marco Tulio Ciceron
Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia? nihilne te nocturnum praesidium Palatii, nihil urbis vigiliae, nihil timor populi, nihil concursus bonorum omnium, nihil hic munitissimus habendi senatus locus, nihil horum ora vultusque moverunt? patere tua consilia non sentis, constrictam iam horum omnium scientia teneri coniurationem tuam non vides? quid proxima, quid superiore nocte egeris, ubi fueris, quos convocaveris, quid consilii ceperis, quem nostrum ignorare arbitraris? O tempora, o mores! senatus haec intellegit, consul videt; hic tamen vivit. Vivit? immo vero etiam in seantum venit, fit publici consilii particeps, notat et designat oculis ad caedem unumquemque nostrum. Nos autem fortes viri satisfacere rei publicae videmur, si istius furorem ac tela vitemus. Ad mortem te, Catilina, duci iussu consulis iam pridem oportebat, in te conferri pestem, quam tu in nos omnes iam diu machinaris. An vero vir amplitissimus, P. Scipio, pontifex maximus, Ti. Gracchum mediocriter labefactantem statum rei publicae privatus interfecit: Catilinam, orbem terrae caede atque incendiis vastare cupientem, nos consules perferemus? nam illa nimis antiqua praetereo, quod C. Servilius Ahala Sp. Maelium novis rebus studentem manu sua occidit. Fuit, fuit ista quondam in hac re publica virtus, ut viri fortes acrioribus supliciis civem perniciosum quam acerbissimum hostem coercerent. Habemus senatus consultum in te, Catilina, vehemens et grave; non deest rei publicae consilium neque auctoritas huius ordinis: nos, nos, dico aperte, consules desumus.


¿Hasta cuándo, Catilina, vas a abusar de nuestra paciencia? ¿Cuánto tiempo todavía ese furor tuyo nos burlará? ¿Hasta qué límite (tu) audacia irrefrenada se agitará?¿ Acaso nada la guardia nocturna del palatino, nada de los vigías de la ciudad, nada el temor del pueblo. Nada la afluencia de todos los buenos, nada este lugar muy fortificado para reunir al senado, nada los rostros y faces de éstos te han conmovido? ¿No te das cuenta que tus planes se han descubierto? ¿No ves que tu conjuración es ya sofocada por el conocimiento de todos éstos? lo que hiciste en la noche próxima, en la anterior, dónde estabas, a los que convocaste, qué decisiones tomaste, ¿quién de nosotros crees que lo ignora? ¡Oh tiempos, oh costumbres! El Senado se da cuenta de estas cosas, el cónsul lo ve; este sin embargo vive. ¿vive? incluso todavía más viene al senado, se hace partícipe del consejo público tacha y señala con sus ojos para la muerte a cada uno de nosotros. Sin embargo, nosotros, varones fuertes, creemos beneficiar a la república, si evitamos el furor y la armas de ése. Catilina, convenía ya hace tiempo que tú fueras conducido a la muerte por mandato del cónsul, que la ruina que tu maquinas contra todos nosotros ya desde hace tiempo se vuelva contra tí. ¿Acaso Publio Escipión, varón muy ilustre, pontífice máximo, mató como particular a Tiberio Graco que amenazaba ligeramente el estado de la república:y nosotros, cónsules, vamos a soportar a Catilina, que desea devastar el orbe de la tierra con la muerte e incendios? pues omito aquellas cosas demasiado antiguas, que Cayo Servilio Ahala mató con su propia mano a Espurio Melio, que era aficionado a asuntos nuevos. Existió, existió en otros tiempos en esta república una virtud, la de que los hombres valerosos atajaran al ciudadano pernicioso con suplicios mas duros que al enemigo más cruel. Tenemos un decreto del Senado contra ti, Catilina, vehemente y serio; no falta a la república ni consejo ni autoridad de este orden: nosotros, nosotros, los digo abiertamente, los cónsules somos los que faltamos.

3 comentarios:

  1. Muy buen aporte con Cicerón

    ResponderEliminar
  2. ¿Qué de cosas de la Política? Siempre apartada de la real filosofía de esta, servir al Estado y a sus pueblos, pero siempre surgen los transgresores de esta ciencia, y se la apropian, sucedió en Italia y la Roma Imperial, sucedió en la Francia de las Revoluciones, en la Alemania, la España, Estados Unidos y nuestra Latino América, copió las prácticas y lecciones políticas, y hoy es lo que estamos viendo, sobresalen los liderazgos al estilo de Lucio Sergio Catilina, perdonado de pena de muerte por Cicerón a pesar que este se enteró que sería asesinado por los conspiradores encabezados por Catilina, hoy no existe en las leyes la pena de muerte, pero la violencia política se da a la tarea de los asesinatos en la oscuridad de la noche.

    ResponderEliminar
  3. ¿Qué de cosas de la Política? Siempre apartada de la real filosofía de esta, servir al Estado y a sus pueblos, pero siempre surgen los transgresores de esta ciencia, y se la apropian, sucedió en Italia y la Roma Imperial, sucedió en la Francia de las Revoluciones, en la Alemania, la España, Estados Unidos y nuestra Latino América, copió las prácticas y lecciones políticas, y hoy es lo que estamos viendo, sobresalen los liderazgos al estilo de Lucio Sergio Catilina, perdonado de pena de muerte por Cicerón a pesar que este se enteró que sería asesinado por los conspiradores encabezados por Catilina, hoy no existe en las leyes la pena de muerte, pero la violencia política se da a la tarea de los asesinatos en la oscuridad de la noche.

    ResponderEliminar