domingo, 28 de febrero de 2010

Mujer mira que te mira...




Decía Rosario Castellanos:

"El matrimonio es el ayuntamiento de dos bestias carnívoras de especie diferente que de pronto se hallan encerradas en la misma jaula. Se rasguñan, se mordisquean, se devoran, por conquistar un milímetro más de la mitad de la cama que les corresponde, un gramo más de la ración destinada a cada uno. Y no porque importa la cama ni la ración. Lo que importa es reducir al otro a la esclavitud. Aniquilarlo"

Nocturno
"Me tendí, como el llano, para que aullara el viento.
Y fui una noche entera
ámbito de su furia y su lamento.

¡Ah! ¿quién conoce esclavitud igual
ni más terrible dueño?

En mi aridez, aquí, llevo la marca
de su pie sin regreso Elegía
Nunca, como a tu lado, fui de piedra.
Y yo que me soñaba nube, agua,
aire sobre la hoja,
fuego de mil cambiantes llamaradas,
sólo supe yacer,
pesar, que es lo que sabe hacer la piedra
alrededor del cuello del ahogado





Hablar de mujeres es un tema que me apasiona tanto en su concepción más intelectual como en la más carnal (somos carne, no ángeles –Santa Teresa de Ávila-) así que he pensado en hablar de ellas, en este año tan significativo para México y para quienes lo vivimos día a día, pero de ellas en la perspectiva de las mujeres que luchan, que trascienden los limites y abren las puertas para dar paso a la luz y a la libertad, porque este país, como todos los países y rincones del orbe es construido con dos manos, las de las mujeres y las de los hombros, los caminos son andados por ambos, solo los tontos, los necios, los soberbios siguen pensando diferente, más esto no basta, hay que actuar, por eso hoy escribo sobre mujeres que actuaron desde el ser mujer para poder volar con el viento.

Algunas de estas mujeres fueron hijas, esposas, amantes de hombres principales de su momento, más su valía no radica en ello, sino en su actuar, en su comprender y desear construir una nación sin distingos de sexo, genero, religión, opción política o sexual, de raza o riqueza, más hay más, muchas mas, anónimas, olvidadas en sus nombre vivas en sus actos.
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La Independencia de México, el período de nuestra historia que abarca desde las primeras conspiraciones y el inicio del levantamiento armado la madrugada del 16 de septiembre de 1810 con el “Grito de Dolores” hasta la consumación de la Independencia, en 1821, con la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México, es una etapa de muchos cambios políticos y sociales en el que también las mujeres tuvieron una amplia participación, y a partir del cual su inserción en la vida pública empieza a incrementarse.

Con el estallido de la guerra de independencia, algunas mujeres salieron de sus papeles tradicionales, y algunas otras dieron a sus papeles tradicionales un significado político. Aunque sólo son conocidas las hazañas de unas pocas heroínas, son muchas las mujeres que, en silencio, participaron en la lucha tanto en la parte insurgente como en la realista de una manera esencial para alcanzar los objetivos nacionales de las 2 partes, respectivamente.

Un claro ejemplo de la contribución de la mujer insurgente fue la “seducción de la tropa”, es decir, tratar de persuadir a los soldados para abandonar el ejército realista y unirse a los insurgentes. Algunas de ellas llegaron a prostituirse para cambiarse de bando; tal es el caso de Carmen Camacho quien, después de hacer amistad con los soldados de una guarnición local, los invitaba a acompañarla una noche, en alaguna pulquería ó a algún mesón, y después de unos cuantos tragos, los convencía de desertar, prometiéndoles una parcela en el México independiente, como recompensa.

Esta situación preocupaba profundamente al virrey Félix María Calleja, ya que algunos miembros eclesiásticos, convencidos por mujeres, predicaban la rebelión en los confesionarios. Para 1815, un juez llegó a declarar que las mujeres eran uno de los mayores males que hubieran tenido desde el comienzo de la guerra, pues debido a su “sexo”, eran el instrumento para seducir a toda clase de personas. Y tenía razón, pues gracias a sus largas y amplias faldas, podían contrabandear mensajes y armas debajo de éstas.

Hacían de espías, a través de una red informativa de sirvientas y amigas, que por razones de trabajo ó su matrimonio, estaban diariamente en contacto con oficiales y soldados realistas.

Y cuando eran apresadas, aprovechaban la “debilidad de su sexo”, invocando a la situación de sus hijos, ó fingían embarazo para que las liberaran; otras, simplemente argumentaban que seguían órdenes de sus maridos, en contra de su voluntad.

Por otra parte, mujeres mexicanas casadas con españoles realistas, simpatizaban con los rebeldes, como es el caso de Mariana Rodríguez del toro, que, aunque no desafió a su marido don Manuel Lazarín, tenía un salón en el que la política era un tema de conversación bastante frecuente.

En una de ésas discusiones, doña mariana presentó un plan para tomar al virrey francisco Javier Venegas como rehén para obtener la liberación del padre Miguel Hidalgo; desafortunadamente, su conspiración fue descubierta.

Por parte de las mujeres realistas estaban “las patriotas marianas”, éstas fueron la primer organización femenina secular conocida en la ciudad de México; fue fundada por Ana Iraeta de Mier, cuando el ejército de Hidalgo rodeó la capital en 1810. Su propósito principal era: proteger a la Virgen de los Remedios, patrona del ejército realista. Guardaban la imagen de la virgen en la catedral y la bordaban en las banderas del ejército, para contrarrestar los estandartes de la virgen de Guadalupe; además colaboraron con la propaganda española, recolectaron fondos que destinaron, principalmente, para ayudar a las familias necesitadas de soldados realistas. Este grupo estaba formado aproximadamente por 2500 mujeres.

La gran capacidad de las mujeres de la independencia se hizo evidente entre el gobierno y los revolucionarios, éstos últimos hicieron especiales esfuerzos de propaganda para instar a las mujeres a unirse a la lucha: “a la guerra americanas, vamos con espadas crueles a darle muerte a Calleja y a ver al señor Morelos”, decía uno de los folletos.

Aunque después de la independencia, la nueva república no permitía a las mujeres votar ni ocupar cargos públicos, y se creía que las mujeres a pesar de haber desempeñado un papel sumamente inspirador para ser reconocido, no tuvieron mayor repercusión.

Decía el escritor liberal Guillermo Prieto: “que sepa coser, guisar, barrer... Que halle en la virtud placer y utilidad, que sea religiosa, pero que no desatienda por una novena un guiso... ¡el día que hable de política, me divorcio!....

Describiendo a su mujer ideal. Aún así, la mujer ha demostrado, afortunadamente, que no sólo es una sirvienta, una compañera de cuarto, una madre, es mucho más y gracias a ellas, a nosotras, los mexicanos hemos formado nuestra historia...

Es importante citar las biografías de las mujeres más sobresalientes en la lucha por la independencia, sin querer decir con esto, que la participación de las demás mujeres haya sido menos importante.

Algunas de las mujeres que se recuerdan en esta colaboración, quizá no tuvieron una participación tan destacada con la insurgencia como doña Josefa Ortiz de Domínguez o como doña Leona Vicario que dedicaron su fortuna y su vida a la causa de la Independencia de 1810 en nuestro país. Sin embargo al hablar de las mujeres que participaron en este importante movimiento, trascendieron más por el espíritu de sacrificio y por sus sorpresivas acciones valerosas que por su importante participación como abnegadas y fieles esposas, hermanas, hijas o madres valientes que animaron, aconsejaron y muchas de ellas perdieron su vida y la de sus hijos o que fueron víctimas anónimas en la lucha de la Independencia.

En este trabajo, se rescatan a varías de esas mujeres y se puede aportar el nombre de ellas por conocerlo por el parentesco que tuvieron con insurgentes destacados y en muchos casos sólo se describen los hechos en los que ellas participaron.

María Ricarda Rosales, sobrina de Víctor Rosales e hija de Fulgencio Rosales quien fuera dueño de un obraje en la ciudad de León, Guanajuato, herido en Aculco, fue fusilado y colgado al realizar el rescate de las banderas del Cuerpo de Tres Villas y la de las Milicias de México. María Ricarda fue hecha prisionera en octubre de 1814 en la batalla del Maguey cuando cuidaba y protegía a su pequeño sobrino. Fue trasladada a la ciudad de México, y recluida en las cárceles de la Inquisición, se fugó de ellas, gracias a la ayuda de Leona Vicario.

Andrea González, esposa de José Güemes apodado el “anglo-americano”. Como hecho curioso se le reconoce a José el haber sido bautizado ya siendo un joven por el capellán de Minería Rafael Gil de León quien más adelante sería cura de Querétaro. Güemes vivió como la mayoría de los mexicanos, en la mayor de las pobrezas, participó en once batallas en contra de la tiranía de los españoles; fue un personaje al que se le recuerda por su indisciplina y crueldad. Al ser asesinado, su mujer quedó en el mayor de los desamparos, y como “un acto piadoso” el Virrey ordenó que se contratara a Andrea para que trabajara en las insalubres fábricas de tabacos propiedad del gobierno, donde ahí murió sola y en el abandono.

La esposa del célebre José María Liceaga, cuyo nombre de soltera me fue imposible ubicar, proveniente de una antigua y distinguida familia de Guanajuato. José María Liceaga fue propietario de la próspera Hacienda de La Laja, ubicada cerca de la ciudad de León, Gto., Liceaga, perteneció al Regimiento de Dragones de México.

Liceaga abrazó la causa de la Independencia con el Grado de Capitán después de una reconocida participación con los insurgentes, uno de los hechos menos conocidos, fue cuando tuvo que huir a unas pequeñas islas del lago de Yuriria, ahora conocidas como las Islas Liceaga. Agustín de Iturbide perteneciente a las tropas realistas, las atacó el 31 de octubre de 1812, en donde los 200 insurgentes que las defendían sucumbieron; algunos alcanzados por una bala, otros ahogados. A Liceaga lo salvó el haber salido antes.

A la señora Liceaga, a la muerte de su marido en 1818, se le hizo prisionera acusándola de traición y trasladada a la cárcel de Silao, Gto., por el comandante realista Pedro Ruíz de Otaño. Los bienes de esta dama fueron confiscados.

Rafaela López Aguado de Rayón. Madre de los destacados hermanos Rayón, dio a la causa insurgente a sus cinco hijos, y no dudó, cuando se encontró con la dura decisión de escoger entre la vida de uno de ellos y la sumisión de los demás. Francisco, uno de sus hijos le pidió que aconsejara a sus hermanos a dejar la causa insurgente para salvar sus vidas; y ella llena de dolor y entereza se negó a hacer indicaciones a sus otros cuatro hijos. Tuvo que sufrir la pérdida de su hijo Francisco cuando este fue fusilado en Ixtlahuaca.

También recordamos aquellas valerosas mujeres que ayudaron al tipógrafo José Rabelo y dos cajistas a salir de la ciudad de México ocultándolos en su carruaje, y cruzando las filas enemigas escondidos entre las faldas de ellas para poder reunirse con el doctor José María Cos, eclesiástico de gran fama entre los insurgentes. De esta manera el Dr. Cos pudo imprimir su famoso semanario “El Ilustrador Americano”

María Manuela Taboada, esposa de Mariano Abasolo, el más joven y controvertido insurgente. Capitán del Regimiento de la Reina y amigo de Ignacio Allende. Rico propietario de importantes y prósperas haciendas en Guanajuato como: Rincón, Espejo, San José de las Palmas entre otras. Abasolo se casó con María Manuela, heredera de una gran fortuna. “Bienes de los que no disfrutó pero que le sirvieron para salvarlo de la muerte”. Abasolo se unió al ejército insurgente pese a las súplicas de su joven esposa. Cuando él estaba luchando al lado de Ignacio Allende, María Manuela tuvo que huir de Dolores, para ir en busca de su marido, cuando su casa fue atacada y saqueada por las tropas realistas. A partir de ese momento María Manuela no se separó de su esposo y lo acompañó a través del desierto de Chihuahua, cuando cayeron prisioneros los principales jefes insurgentes. Abasolo fue juzgado por un Consejo de Guerra, que lo sentenció a prisión perpetua fuera de México a cambio de entregar sus bienes a los realistas.

Manuela se regresó a Dolores para reunir el dinero que se les había solicitado por parte del Consejo a cambio de no fusilar a Mariano, para más tarde acompañarlo en el destierro durante cuatro años hasta la muerte de él en 1816. Manuela regresó a México a vivir en su casa de Dolores y educar a su hijo Rafael Abasolo.
Guadalupe Rangel esposa de Albino García, originario del Valle de Santiago, Gto., este trabajaba como caporal y vaquero en un rancho de Guanajuato antes de 1810. Se cuenta que uno de los principales jefes realistas García Conde tratándolo de atrapar lo siguió hasta Valle donde se encontró con las fuerzas de Albino García que lo derrotaron, a pesar que García Conde logró llegar hasta la plaza del pueblo. Días después, los jefes realistas, entraron nuevamente a Valle, sin encontrar al guerrillero, que en ese momento se batía con el jefe realista Guizanotequi, al que por cierto le causó bastantes pérdidas entre su tropa.

En abril, Albino atacó un convoy que estaba en Salamanca y que llevaba el parque y las municiones a las tropas realistas, a pesar de que lo defendían jefes como García Conde e Iturbide, los insurgentes ayudados por mujeres empezaron a disparar a los realistas haciéndolos retroceder y apoderándose del convoy.

Se dice, no hay datos seguros que Guadalupe Rangel, esposa de Albino García montada a caballo y con el sable en la mano, tomaba parte en los combates, animando a los soldados insurgentes con su ejemplo. Fue hecha prisionera y llevada a Guadalajara en 1812.

Para concluir esta breve reseña podemos reconocer que estas señoras vivieron en una época muy diferente a la que vivimos las mujeres en la actualidad, y en esto consiste la gran diferencia de los tiempos. En su época era muy difícil el acceso a la educación porque se consideraba que no era necesario por su calidad de mujer.
La mujer fuerte, la compañera solidaria no sólo de un hombre sino de un ideal, se rebeló, ante la sociedad, ante sus principios y no se adormeció en la comodidad de su condición de ser mujer.




La Güera Rodríguez (María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba (1778-1851)

Es una de las mujeres más singulares que vivieron en los últimos tiempos de la Colonia y las primeras décadas del México independiente. Casada tres veces, viuda en dos ocasiones, logró obtener el divorcio eclesiástico, única forma legal de separación que existía en su época. Se afirma que entre sus amores se contaron el Barón de Humboldt y el joven Bolívar y Agustín de Iturbide. La Inquisición la sometió a juicio como simpatizante de la Independencia.

La salvó su lengua venenosa y bien informada. Imponente, la Güera Rodríguez traspone el portón de la Casa Chata, sede de la Santa Inquisición en el reino de la Nueva España. Era la mañana del 22 de marzo de 1811. A partir de una delación la acusaban de herejía por haber "mantenido trato con el cura renegado, apóstata y excomulgado de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla?... El inquisidor Juan Sáenz de Mañozca fue directo al punto: ?-Confesad, mujer, vuestros nefandos crímenes u os mandaré dar tormento, porque vuestros crímenes no son solamente heréticos y sediciosos, sino que también comprenden vuestra conocida y amoral inclinación al adulterio, a la mancebía y a la bigamia"?.

“¡Parad vuestro carro, señor inquisidor! -repuso la Güera, indignada-. ¿Cómo os atrevéis a habladme, usted de toda la gente de este reino, de moralidad? Para mí sería muy sencillo hacer del dominio público que tres años ha que mantenéis pecaminosas relaciones de sodomía con un efebo de no más de 16 años, novicio en el convento de San Francisco, cuya visitaduría sospechosamente habéis tomado a vuestro cargo".

Esto dice la voz popular, lo cierto es que a la Güera efectivamente le levantaron cargos de herejía pero la Inquisición no pudo probarlos. Aunque nada confirma que tuvo tratos con Hidalgo.

Ella fue un personaje poco conocido de la historia nacional al que no se le ha dado el valor que tuvo. La Güera fue la primera mujer que, sin haber sido electa, ejerció el poder político en México. Obviamente lo hizo a través de Iturbide en un momento muy importante: el de la consumación de la Independencia.

Sin proponérselo directamente, la Güera fue el enlace entre Iturbide, el virrey Apodaca y unos emisarios secretos que llegaron de España para negociar la independencia de México. "Ella tuvo acceso a documentos sumamente confidenciales de la época y actuó como consejera política de Iturbide".

La Güera aprovecha su relación con Iturbide en el contexto de los tratos secretos entre éste, el rey de España y el virrey Ruiz de Apodaca. En el camino se vuelve la consejera política del futuro emperador mexicano. La Güera tenía mucha experiencia en los juegos de poder que adquirió en la corte de los virreyes.

Según la terminología de la época, era una "mujer notoria". Pero de todas las amantes de Iturbide fue la única que realmente influyó políticamente sobre él.

La Güera era temida y condenada, al igual que su hija, quien tuvo una relación erótica con Guadalupe Victoria, el primer Presidente de México. En ese entonces, la opción de las mujeres era la casa o el convento. No solían andar metidas en la vida social y mucho menos en la política. La condena pública de la Güera hizo que luego de su muerte sus descendientes destruyeran mucha de la documentación que ella guardaba. Los escándalos amorosos son ciertos, pero la Güera tuvo la inteligencia de usar su capacidad de seducción para intervenir en la vida política del país.

Existe una carta que el rey de España, Fernando VII, envió al virrey Apodaca [24 de diciembre de 1820] donde le propone conseguir a un caudillo con fuerza y popularidad en el ejército para que haga tratos con los insurgentes. Fernando VII había sido reducido a una mera figura decorativa por la Constitución de Cádiz [1812] y quería restaurar su poder aun a costa de que España perdiera su colonia más importante. Proclamada la Independencia, se llamaría al propio Fernando VII para gobernar como monarca absoluto. Ese documento, explica por qué en el Plan de Iguala se declara la Independencia de México al mismo tiempo que se llama a Fernando VII para encabezar la nueva nación. Sin embargo, como al rey español se le dificulta venir a México, Iturbide se nombra emperador, cuando uno de sus leales, el soldado Pío Marcha. Lo destapa en las calles del centro de la Nueva España. El virrey Apodaca le da la carta a la Güera para que se la muestre a Iturbide. Luego éste se la regresa a la Güera seguramente para deshacerse de un documento tan comprometedor. Por eso aparece entre los papeles de María Ignacia.

Leona Vicario

Fue bautizada como maría de la soledad leona Camila Vicario Fernández de san salvador. Nació el 10 de abril de 1789 en la ciudad de México y murió el 21 de agosto de 1842 en el mismo lugar.

Sus padres fueron el español Gaspar Marín vicario y Camila Fernández de san salvador, natural de la ciudad de san José de Toluca. Leona fue hija única; sus padres se esmeraron en su educación, cosa poco usual en las niñas de la época. Decidieron que leona no sólo aprendiera a rezar, a bordar y a tocar el piano –como toda futura dama-, le inculcaron el amor la historia, la literatura y el arte.

Los padres de leona fallecieron cuando ella era adolescente, dejando en su testamento a don Agustín Pomposo -tío de la niña- como tutor y albacea. Éste se hizo cargo de los bienes y la educación de leona; compró una casa junto a la suya, para que la joven se instalara cómodamente y, al mismo tiempo, tuviera privacidad, otra gran sorpresa para las costumbres de la época.

Leona se aficionó especialmente por los libros de política, filosofía y ciencias. Conoció al joven octaviano obregón y accedió a darle sus votos matrimoniales, pero el compromiso nunca llegó a celebrarse, pues octaviano partió a España.

Y se olvidó del asunto. Para 1809, cuando leona tenía 20 años, llegó un joven apuesto a trabajar en el despacho de abogados de don pomposo, su nombre era: Andrés Quintana Roo. La comunión fue casi natural: compartían ideas políticas, lecturas e intereses vitales.

Al poco tiempo surgió un sentimiento más profundo, que culminaría con la petición de mano de leona, misma que fue negada por don pomposo –realista de hueso colorado-, sabedor de las incendiarias ideas republicanas de Andrés. Como pretexto esgrimió el anterior compromiso de leona con octaviano.

Andrés dejó la capital para enrolarse en el ejército insurgente que luchaba en Oaxaca bajo las órdenes de José María Morelos y Pavón. En lugar de lamentarse, leona alentó a su novio, pues los 2 tenían grandes esperanzas en la independencia de la nueva España. Así mientras Andrés luchaba en Oaxaca, Leona clandestinamente comenzó a ayudar al ejército republicano, mandando correos a los soldados animando a los jóvenes a que se enlistaran, dando gran parte de su fortuna a la causa; en una palabra, arriesgando la vida.

La lucha fue feroz y en todos los ámbitos hubo incluso un edicto de la iglesia católica, en el que animaba a todo creyente de esa fe, a delatar a quien apoyara a los insurgentes, aún si éste fuera un familiar.

Leona mantenía también correspondencia con las esposas de los insurgentes, para darles noticias de sus maridos. Su labor más arriesgada fue convencer a los armeros vizcaínos del virreinato para que hicieran fusiles y cañones, en Tlalpujahua para la causa insurgente. Los armeros resultaron tan eficientes que lograron producir 10 cañones de fusil por día.

Los gastos fueron sufragados casi completamente con la herencia de leona; también se pagó la ropa y medicamentos para los combatientes. En pago por sus servicios, el ejército insurgente le mandó las primeras monedas que acuñó en el sur de México: una de oro y una de plata.
A los 24 años, con todos sus bienes confiscados, leona se casa con Andrés en Oaxaca. Rápidamente se adecuó a la nueva situación, cocinando, curando y escribiendo cartas a quien se lo solicitara.
En ese mismo 1813, forma en guerrero el supremo congreso, que sería encabezado por Andrés Quintana Roo como presidente y varios eminentes insurgentes.

Los realistas persiguen encarnizadamente a los miembros del congreso, leona y Andrés se ven obligados a huir otra vez, y viven de los que encuentran en los montes, refugiándose donde pueden.

Huyendo, leona dio a luz a su primera hija, Genoveva en 1817. Poco tiempo después 2 insurgentes delatan al matrimonio y a su hija, y son aprehendidos en la sierra. Andrés había escapado dejando una solicitud al virrey para que indultara a su pequeña familia. Este es concedido y se les da por destino España.

Dada la precariedad económica que pasaba, leona vive su destierro en Toluca, en donde da a luz a su segunda hija: maría dolores.

Al triunfo del ejército trigarante, quintana roo es nombrado por Iturbide subsecretario de estado y de relaciones exteriores. Sin embargo por desacuerdos políticos con Iturbide y con el gobierno de Anastasio Bustamante, el matrimonio fue perseguido de nueva cuenta. Por fin en 1832 los Quintana Roo, pudieron gozar de tranquilidad y bonanza. Leona murió tranquilamente en su cama; en su casa ubicada en la calle de Santo Domingo a los 53 años de edad.

Josefa Ortiz de Domínguez

Nació en Valladolid, Morelia, en el año de 1768, estudió en el colegio de san Ignacio de Loyola.

En 1791 se casó con miguel Domínguez, en ése entonces corregidor de la ciudad de Querétaro. Junto con don miguel hidalgo y costilla y el capitán Ignacio Allende organizó un grupo de conspiración para derrotar al gobierno español y promover la independencia de la nueva España.

Mujer brillante y decidida, al enterarse de que los realistas habían descubierto el lugar en donde se guardaban las armas para la rebelión que se preparaba, convenció a los insurgentes para que no esperaran hasta diciembre y adelantaran la fecha de la independencia para septiembre.

Ya su marido le había prohibido seguir frecuentando a los caudillos rebeldes, pues las autoridades habían amenazado con encarcelarla si ella seguía envuelta en conspiraciones. Desesperado al ver que no la convencía, el 14 de septiembre de 1810, don Miguel manda encerrarla en su cuarto y pone un empleado en la casa para vigilarla y llevarle sus alimentos. Mujer de recursos, a través de su ventana, doña Josefa se pone en contacto con un mensajero para que cabalgue hacia san miguel el grande, e informe al capitán Ignacio Allende, la gravedad de la situación. Éste viaja inmediatamente al pueblo de dolores y le avisa la cura hidalgo que la conspiración ha sido descubierta. La decisión es unánime: tomar las armas inmediatamente.

Poco después, doña Josefa es apresada por las autoridades españolas y permanece prisionera durante más de 3 años.

Esta gran patriota mexicana iniciadora y promotora del movimiento de independencia, muere en 1829.

Gertrudis Bocanegra

Nació el 11 de abril de 1765 en Pátzcuaro, en Michoacán. Fue hija de padres españoles, de clase media. Se casó con Pedro Advíncula de la Vega, un soldado de la tropa provincial de Michoacán.

Gertrudis Bocanegra fue lectora de los principales autores de la Ilustración, por lo que cuando estalló la guerra de independencia se adhirió a ella. Sirvió como correo de los insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. Fue muy hábil al armar una red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista. Uno de sus hijos se unió a las filas de Miguel Hidalgo y Costilla al iniciar la guerra de Independencia. Tanto él como su esposo perecieron en la guerra.

En la etapa de resistencia de la guerrilla insurgente, Bocanegra fue enviada a Pátzcuaro con el propósito de ayudar a la toma de la ciudad por parte de los rebeldes. Pero fue descubierta, y luego hecha prisionera por el ejército real. Sometida a tortura para que delatara a otros participantes de la guerrilla, Bocanegra se negó siempre a dar información a los españoles. Finalmente fue enjuiciada y encontrada culpable de traición.

Fue sentenciada a muerte, sentencia que se cumplió el 11 de octubre de 1817, en la misma villa de Pátzcuaro donde nació.

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