“Luz… Cuando mis lágrimas te alcancen la función de mis ojos ya no será llorar, sino ver…”
Colofón – León Felipe
La vida son caminos, pero también vericuetos, a lo largo de todos estos años he aprendido que no son los grandes momentos ni las cosas importantes, las que construyen el andar y el camino, son las pequeñas, las casi insignificantes, as{i las arenas son las importantes, la poesía entro a mi vida porque a los 12 años, allá por 1968 fui a tomar un café con ese espíritu del adolescente que empieza hacerlo, acompañado de un amigo, en ese café estaba una parte fundamental de mi andar y mi camino, conocí, vi a León Felipe, ese fue mi único encuentro con él, ese mismo año, por alguna razón que desconozco cayó en mis manos un libro de poesía, era muy delgado, la portada era roja (carmesí, creo) y decía obras de León Felipe, era “Ese viejo y roto violín”, la vida, con dos hechos insignificantes me dio la oportunidad de conocer la poesía y al poeta.
El ha sido, por su tono de inocencia, con su fuerza y su convicción quien me dijo por vez primera que la poesía la escribe el poeta desde “el lugar preciso del hombre”, que es un compromiso, que habla como el español “muy alto”.
Ese viejo que era como un humilde guijarro, que soñaba y creía en la luz del poeta prometeico. Hoy quiero dejarles con un poco de ese buen hombre, de ese mexicano que nació en España y uso la pluma y el papel como fusil, bandera y trinchera contra las dictaduras, contra lo ominoso, ese viejo que escribe desde el exilio.
Empieza por contar las piedras / luego contarás las estrellas.
En un mundo injusto el que clama por la justicia es tomado por loco.
No se trata de ser el primero, sino de llegar con todos y a tiempo.
Poetas, nunca cantemos / la vida de un mismo pueblo, / ni la flor de un solo huerto. /Que sean todos los pueblos / y todos los huertos nuestros.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad. Pero me han dormido con todos los cuentos... Y sé todos los cuentos."
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