domingo, 24 de junio de 2012

De la otredad. Del odio y otras cosas



Desde hace tiempo deseaba escribir sobre el “Martillo de las Brujas”. Ese catecismo que por más de 300 años fue el libro de texto para quienes cazaban brujas, todos ellos creyentes en Cristo, tanto los católicos como los reformistas y los protestantes.

Este texto explica con casos concretos como se pueden identificar, como torturar y por ultimo como purificar el cuerpo que había sido tomado por el Demonio.

Más al empezar a escribir me di cuenta de su carga de odio, mostrada en la misoginia, por ello decidí primero hablar un poco del origen de esa misoginia fundada en la religión, posteriormente recordé la obra que más me gusta de Shakespeare, Macbeth, cuando este se encuentra con las brujas y le predicen su futuro como rey, así que transcribo la primera parte del articulo cuarto.

En esta tragedia de Shakespeare nuevamente se puede gozar de la forma en que hilvana y teje la trama y el urdimbre, el uso de la palabra como bordado y brocado de finas telas, de verdad Shakespeare es maravilloso.

Y para terminar transcribo algunas partes del Martillo de las Brujas, ojala y lo puedan leer por completo, porque es importante entender que la misoginia como muchas otras cosas provienen de nosotros, de cómo sentimos, nos vemos y vemos a los otros, de entender la otredad, por que solo así podremos eliminar los crímenes de odio, tan comunes en nuestra civilizada sociedad.

Alejandro.

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 Por lo general, la misoginia propone un dualismo en la conducta de la mujer. La mujer, se cree, es el monstruo y el latente peligro al hombre como Pandora y las Arpías de las leyendas o la tentación viva y el origen de la caída del hombre como en el caso de las Sirenas, Eva y las femmes fatales del cine moderno.

Otra dimensión de la misoginia es la idea del papel de la mujer estrictamente como madre que debe sufrir por los hijos, como mártir, como servidora del hombre, como ama de casa y como fuente de reproducción. casi como una imitación de las leyendas sobre la Virgen María.

En el mundo occidental y latinoamericano en especial se heredan estas nociones del mundo clásico y se refuerza la imagen de la mujer con conceptos cristianos que proponen la enseñanza del Marianismo, la mujer como el origen de los problemas del hombre, la sumisión de la mujer al hombre y que la mujer es el origen del pecado del hombre (Eva).

San Pablo sobre las mujeres:

Primera epístola de San Pablo a Timoteo

“Asimismo, que las mujeres se atavíen con vestido decoroso, con modestia y prudencia; no con peinados ostentosos, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos; sino más bien con buenas obras, como conviene a mujeres que profesan reverencia a Dios que la mujer aprenda en silencio, con toda sujeción; porque no permito a una mujer enseñar ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.

Pues Adán fue formado primero; después, Eva. Además, Adán no fue engañado; sino la mujer, al ser engañada, incurrió en trasgresión. 

Sin embargo, se salvará teniendo hijos, si permanece en fe, amor y santidad con prudencia.”

San Agustín, el llamado padre de la Iglesia, tenía ideas sucintas sobre el papel de la mujer. En sus Confesiones y De civitate Dei, él alude que "… es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer... No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños."

"Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones."

"Nada rebaja tanto a la mente varonil de su altura como acariciar mujeres y esos contactos corporales que pertenecen al estado del matrimonio."

 Estos son algunos ejemplos como se empieza a codificar la misoginia en el mundo occidental. Los temas del cuerpo femenino como maléfico, el miedo del sexo, el miedo de la mujer con conocimiento, la invención de la brujería, la sujeción de la mujer, la imagen de la mujer y el papel de la mujer son epifenómenos de estos escritos.

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MACBETH

William Shakespeare

CUARTO ACTO

PRIMERA ESCENA

Una caverna.

En medio, un caldero hirviente

Truenos

Entran las tres brujas.


BRUJA PRIMERA
Tres veces maulló el gato atigrado.

BRUJA SEGUNDA
Tres y una más gimió el erizo.

BRUJA TERCERA
Llegó el momento, nos anuncia la arpía.

BRUJA PRIMERA
Bailemos en torno al caldero y alimentémoslo con entrañas envenenadas. Tú, sapo, que durante treinta y un días y otras tantas noches has sudado veneno bajo fría piedra, serás el primero que cuezas en el caldero encantado.

BRUJA SEGUNDA
-Hiervan y cósanse en la cazuela, rueda de víbora, ojo de lagartija, pie de rana, piel de murciélago, lengua de perro, estiércol de sierpe, aguijón de culebra, pierna de lagarto y ala de mochuelo; cósanse y hiervan como si fuesen filtro infernal, para darnos un poderoso hechizo.

LAS TRES
Redoblemos el trabajo y el afán, y arderá el fuego y hervirá el caldero.

BRUJA TERCERA
Hiérvanse, escama de dragón, diente de lobo, betún de brujas, vejiga de tiburón, raíz de cicuta de noche arrancada, hígado de judío blasfemo, hiel de cabra, hojas de abeto plateadas a la luz de la luna que se oculta, nariz de turco, labio de tártaro, dedo de criatura estrangulada al nacer y arrojada al foso por una mujerzuela; todo esto, mezclado con entrañas de tigre, son los ingredientes de nuestra cazuela.

LAS TRES
Redoblemos el trabajo y el afán, y arderá el fuego y hervirá el caldero.

BRUJA SEGUNDA
Enfriémoslo con sangre de mono, y estará el hechizo completo y dispuesto.

 Entra Hécate, uniéndose a las tres brujas.

HÉCATE
¡Magnífico! Han hecho un gran trabajo y participarán del triunfo. Y ahora, canten todas alrededor del caldero, como si los trasgos y las hadas formaran un anillo, y hechicen cuanto han echado a la cazuela.

 Música y canto de las brujas.

Se va Hécate.

BRUJA SEGUNDA
Por la picazón de mis dedos adivino que se acerca un malvado ... ¡Abran paso, puertas, a quienquiera que llame!

 Entra Macbeth.

MACBETH
¿Qué significa esto, fantasmas de la medianoche, viejas horribles y misteriosas? ¿Qué están haciendo?

LAS TRES BRUJAS
Un extraordinario conjuro.

MACBETH
Por ese conjuro, venga de donde hubiere llegado hasta ustedes, han de responderme. Aunque liberen los vientos y los lancen contra las cúpulas de las iglesias; aunque las olas, empujándose unas a otras, destruyan y se traguen todo cuanto atraviesa la mar; aunque la mies se doble y los árboles se destronquen; aunque los castillos caigan sobre las cabezas de sus guardianes, y las torres de los palacios y las cimas de las pirámides besen el polvo del suelo; no importa que el rico tesoro de los gérmenes de la naturaleza desaparezca de una vez y que hasta la misma destrucción quede extenuada; respóndanme a lo que he de preguntarles.

BRUJA PRIMERA
Habla.

BRUJA SEGUNDA
Exige.

BRUJA TERCERA

Responderemos.

BRUJA PRIMERA
¿Prefieres saberlo de nuestros labios, o que te lo digan nuestros genios?

MACBETH
¡Invóquenlos, quiero conocerlos!

BRUJA PRIMERA

Pongamos en el caldero sangre de cerda que haya devorado sus nueve lechoncillos, y echemos a las llamas grasa re sudada de la horca de un asesino.

LAS TRES BRUJAS
¡Hazte presente, espíritu, ven de lo alto o de lo bajo, y muéstrate tú y tu poder!

Truenos. Primera aparición: una cabeza cubierta con un casco.

MACBETH

Dime: ¿es bastante tu poder misterioso...?

BRUJA PRIMERA
Ya sabe lo que tú piensas ... Escucha sus palabras, y guarda silencio.

PRIMERA APARICIÓN
¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Cuídate de Macduff, cuídate del barón de Fife! ... Me voy; ya he dicho bastante.

Desciende.

MACBETH
Seas lo que fueres, gracias por tu excelente advertencia; has llegado acertadamente a mis temores. Pero una palabra más ...

BRUJA PRIMERA
No permite que se le mande ... Aquí tienes otro espíritu, más convincente que el primero.

 Truenos.

Segunda aparición: un niño ensangrentado.

SEGUNDA APARICIÓN
¡Macbeth! ¡Macbeth! ¡Macbeth!

MACBETH
Si tuviera tres oídos, con los tres te escucharía.

SEGUNDA APARICIÓN
Sé sanguinario, audaz y resuelto. Ríete, hasta despreciarlo, del poder de los hombres, porque ninguno nacido de mujer hará mal a Macbeth.

Desciende.

MACBETH
Entonces, vive, Macduff. ¿Qué necesidad tengo de temerte? ... Aun así, mejor es asegurarme por completo y unirme más al destino; no vivirás, para que yo pueda dormir tranquilo a pesar de la tormenta y llamar mentiroso al miedo que intenta desangrar el corazón.

Truenos.

Tercera aparición: un niño coronado, llevando un árbol en las manos.

MACBETH
¿Qué es esto que se eleva como la descendencia de un rey, y que sobre su frente infantil ciñe la corona y el emblema de la soberanía?

LAS TRES BRUJAS
Escucha, pero en silencio.

TERCERA APARICIÓN
Como el león, sé arrogante y no te cuides de quien se enfade o se desespere, ni te preocupen los conspiradores; Macbeth no será vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba contra él a la colina de Dunsinane.

Desciende.

MACBETH
Eso nunca sucederá. ¿Quién es capaz de mover los bosques y de alinear en batalla los árboles separando sus raíces de la tierra que las cubre? ¡Gratos augurios, magníficos! ¡Rebelión, no te levantes nunca hasta que el bosque de Birnam se mueva de su lugar, y verás cómo vive nuestro Macbeth en su elevada posición hasta que le haga pagar su tributo al tiempo y a la muerte! Pero, aun así, mi corazón late insólitamente ante la emoción de saber urta cosa; díganme, si su arte puede decirlo; ¿reinará alguna vez la estirpe de Banquo en nuestra patria?

LAS TRES BRUJAS
No intentes saber más.

MACBETH
Es que quiero quedar conforme; ¡caiga sobre ustedes, si me niegan esto, eterna maldición! Díganme ... ¿por qué se hunde ese caldero y a qué viene ese ruido?

 Oboes.

BRUJA PRIMERA
¡Vengan a nosotras!

BRUJA SEGUNDA
¡Muéstrense!

BRUJA TERCERA
¡Aparezcan!

LAS TRES
Muéstrense a sus ojos y atormenten su corazón. ¡Lleguen como sombras, y como sombras partan!

Aparecen ocho Reyes, el último con un reloj de arena en la mano.
La sobra de Banquo los sigue.
MACBETH
Te pareces mucho al espíritu de Banquo¡ ¡vete de aquí! La vista de tu corona quema mis pupilas. Y tú, el otro que también ciñe sus sienes con círculo áureo, te asemejas al primero y el tercero es igual a ti... ¡Ancianas repugnantes!, ¿por qué ponen esto delante de mí? ... ¡Un cuarto! ... ¡Apartense, ojos! ... ¿Es que la línea ha de extenderse hasta el día del juicio final? ... ¿Todavía otro? ... ¡Y el séptimo! ¡No he de ver ninguno más! ... ¡Aun aparece el octavo, que lleva la ampolleta, hilo de vida que me señala mucho más!; e incluso veo algunos con doble esfera y triple cetro; ¡espantosa visión! ... Pero esto es verdad; porque Banquo, chorreando sangre de la frente, me sonríe indicándome que forman su linaje. ¿Es así?

Se desvanecen las apariciones.

BRUJA PRIMERA
Sí, todo esto es así... ¿Pero por qué se vuelve Macbeth tan pensativo? Pongámonos alrededor de él, hermanas; levantemos su ánimo con nuestros mejores encantos. Voy a hechizar el ambiente para que lance vibraciones, a cuyo son baile nuestra fantástica danza; no dirá este rey que no cumplimos nuestros deberes otorgándole la bienvenida que se merece.

Música.

Danzan las brujas y luego se desvanecen.

MACBETH
¿Dónde están? ¿Se marcharon? ¡Que permanezca para siempre maldita esta hora fatal...! Entren, pasen aquí.

Entra Lennox.

LENNOX
¿Qué desea su alteza?

MACHETH
¿Has visto a las parcas?

LENNOX
No, mi señor.

MACHETH
¿No pasaron por tu lado?

LENNOX
Ciertamente no, mi señor.

MACHETH
¡Inféstese el aire por donde cabalguen, y condenados sean cuantos pongan fe en ellas! ... He oído galope de caballos; ¿quién ha llegado?

LENNOX
Dos o tres, mi señor, que te traen noticia de que Macduff ha huido a Inglaterra.

MACHETH
¡Huido a Inglaterra!

LENNOX
Sí, mi señor.

MACHETH
¡Tiempo, te adelantas a mis temidos designios! Cuando a los propósitos no acompaña acción rápida, nunca se logran. Desde este momento, los primeros impulsos de mi corazón serán las primeras acciones que ejecuten mis manos. Y ahora mismo, para coronar con la obra mis pensamientos, decido lo que mi mente piensa; me haré dueño de Fife, sorprenderé el castillo de Macduff, pasaré a cuchillo a su esposa y a sus hijos, y a cuantos desgraciados sean de su sangre. Sin fanfarronerías, todo esto quedará ejecutado antes que pueda adivinarse la intención. Pero no más apariciones... ¿Dónde están esos caballeros? Llévenme a ellos.


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Malleus Maleficarum
(El martillo de los brujos)

 El más famoso de todos los libros sobre brujería, Malleus Maleficarum (El martillo de los brujos) fue escrito en 1486 por dos monjes dominicos. En el acto, y a lo largo de los tres siglos siguientes, se convirtió en el manual indispensable y la autoridad final para la. Inquisición, para todos 'los jueces, magistrados y sacerdotes, católicos y protestantes, 'en la lucha contra la brujería en Europa.

Abarcaba los poderes y prácticas de los brujos, sus relaciones con el demonio, su descubrimiento.

La Inquisición, la hoguera, la tortura, mental y física, de la cruzada contra 'la brujería: todo esto es conocido. Y detrás de cada uno de los actos sanguinarios se encontraba este libro, a la vez justificación y manual de 'instrucción.

Para cualquier comprensión de la historia y naturaleza de la brujería y el satanismo, Malleus Maleficarum es la fuente importante. La primera fuente.

Los autores:

Heinrich Kramer nació en Schlettstadt, ciudad de la baja Alsacia, al sudeste de Estraburgo. A edad temprana ingresó en la Orden de Santo Domingo y luego fue nombrado Prior de la Casa Dominica de su ciudad natal. Fue predicador general y maestro de teología sagrada. Antes de 1474 se lo designó Inquisidor para el Tirol, Salzburgo, Bohemia y Moravia.

]acobus Sprenger nació en Basilea. Ingresó como novicio en la Casa Dominica de esa ciudad en 1452. 'Se graduó de maestro de teología y fue elegido Prior 'y Regente de Estudios del convento de Colonia. En 1480 se lo eligió decano de la facultad de Teología de la Universidad. En 1488, Provincial de toda la Provincia Alemana.

Ambos fueron nombrados Inquisidores con poderes especiales, por bula papal de Inocencio VIII, para que investigasen los delitos de brujería de las provincias del norte de Alemania. Malleus Maleficarum es el resultado final y autorizado de esas investigaciones y estudios.

El Malleus maleficarum iba precedido por una auténtica bula papal que empezaba con las palabras Summis desiderantes affectibus con las que se la conoce.

Tanto Heinrich Kramer como Jacobus Sprenger fueron nombrados inquisidores con poderes especiales por la bula papal de Inocencio VIII para que investigasen los delitos de brujería de las provincias del norte de Alemania. El Malleus Maleficarum es el resultado final y autorizado de esas investigaciones y estudios

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BULA DE INOCENCIO VIII

Inocencio, Obispo, Siervo de los siervos de Dios, para eterna memoria

Nos anhelamos con la más profunda ansiedad, tal como lo requiere Nuestro apostolado, que la Fe Católica crezca y florezca por doquier, en especial en este Nuestro día, y que toda depravación herética sea alejada de los límites y las fronteras de los fieles, y con gran dicha proclamamos y aun restablecemos los medios y métodos particulares por cuyo intermedio Nuestro piadoso deseo pueda obtener su efecto esperado, puesto que cuando todos los errores hayan sido desarraigados por Muestra diligente obra, ayudada por la azada de un providente agricultor, el celo por nuestra Santa Fe y su regular observancia que darán impresos con más fuerza en los corazones de los fieles. Por cierto que en los últimos tiempos llegó a Nuestros oídos, no sin afligirnos con la más amarga pena, la noticia de que en algunas partes de Alemania septentrional, así como en las provincias, municipios, territorios, distritos y diócesis de Magancia, Colonia, Tréveris, Salzburgo y Bremen, muchas personas de uno y otro sexo, despreocupadas de su salvación y apartadas de la Fe Católica, se abandonaron a demonios, íncubos y súcubos, y con sus encantamientos, hechizos, conjuraciones y otros execrables embrujos y artificios, enormidades y horrendas ofensas, han matado niños que estaban aún en el útero materno, lo cual también hicieron con las crías de los ganados; que arruinaron los productos de la tierra, las uvas de la vid, los frutos de los árboles; más aun, a hombres Y mujeres, animales de carga, rebaños y animales de otras clases, viñedos, huertos, praderas, campos de pastoreo, trigo, cebada Y todo otro cereal; estos desdichados, además, acosan y atormentan a hombres Y mujeres, animales de carga, rebaños y animales de otras clases, con terribles dolores Y penosas enfermedades, tanto internas como exteriores; impiden a los hombres realizar el acto sexual y a las mujeres concebir, por lo cual los esposos no pueden conocer a sus mujeres, ni éstas recibir a aquéllos; por añadidura, en forma blasfema, renuncian a la Fe que les pertenece por el sacramento del Bautismo, y a instigación del Enemigo de la Humanidad no se resguardan de cometer y perpetrar las más espantosas abominaciones y los más asquerosos excesos, con peligro moral para su alma, con lo cual ultrajan a la Divina Majestad y son causa de escándalo y de peligro para muchos. Y aunque Nuestros amados hijos Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger, profesores de teología de la orden de los Frailes Predicadores, han sido nombrados, por medio de Cartas Apostólicas, Inquisidores de estas depravaciones heréticas, y lo son aún, el primero en las ya mencionadas regiones de Alemania septentrional en las que se incluyen los ya citados municipios, distritos, diócesis y otras localidades específicas, y el segundo en ciertos territorios que se extienden a lo largo de las márgenes del Rín, no obstante ello, no pocos clérigos y laicos de dichos países tratan, con excesiva curiosidad, de enterarse de más cosas de las que les conciernen, y como en las ya aludidas cartas delegatorias no hay mención expresa y específica del nombre de estas provincias, municipios, diócesis y distritos, y dado que los dos delegados y las abominaciones que deberán enfrentar no se designan en forma detallada y especial, esas personas no se avergüenzan de aseverar, con la más absoluta desfachatez, que dichas enormidades no se practican en aquellas provincias, y que en consecuencia los mencionados Inquisidores no tienen el derecho legal de ejercer sus poderes inquisitoriales en las provincias, municipios, diócesis, distritos y territorios antes referidos, y que no pueden continuar castigando, condenando a prisión y corrigiendo a criminales convictos de las atroces ofensas y de las muchas maldades que se han expuesto. Por consiguiente, en las referidas provincias, municipios, diócesis y distritos, las abominaciones y enormidades de que se trata permaneces apunes, no sin manifiesto peligro para las almas de muchos y amenaza d8 eterna condenación.

 (…)

Non obstantibus . . . Que ningún hombre, por lo tanto. Pero si alguno se atreviere a hacen tal cosa, Dios no lo quiera,. hacedle saber que sobre él caerá la ira de Dios todopoderoso, y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.

Dado en Roma, en San Pedro, el 9 de diciembre del Año de la Encarnación de Nuestro Señor un mil y cuatrocientos y cuarenta y ocho, en el primer Año de Nuestro pontificado.


 
PRIMERA PARTE

Que trata de los tres concomitantes necesarios de la brujería, cuales son el demonio, un brujo y el permiso de Dios Todopoderoso

 (…)Y el poder de Dios es más fuerte que el del diablo, así que las obras divinas son más verdaderas que las demoniacas. De donde, cuando el mal es poderoso en el mundo, tiene que ser obra del diablo, en permanente conflicto con la de Dios. Por lo tanto, como es ilegal mantener que las malas artes del demonio pueden en apariencia superar la obra, de Dios, del mismo modo es ilegal creer que las más nobles obras de la creación, es decir, los hombres y los animales, puedan ser dañadas o estropeadas por el poder del diablo.

Más aun, que lo que se encuentra bajo la influencia de un objeto material no puede tener poder sobre los objetos corpóreos. Pero los demonios están subordinados a ciertas influencias de las estrellas, porque los magos observan el curso de determinadas estrellas para invocar a los demonios. Por lo tanto, ellos carecen del poder de provocar cambio alguno en un objeto corpóreo, y de ahí que las brujas poseen menos poder que los demonios.

Porque éstos no tienen poder alguno, salvo cierto arte sutil. Pero un arte no puede producir permanentemente una forma verdadera. (Y cierto autor dice: los que escriben sobre alquimia saben que no existe .esperanza de ninguna trasmutación real.) Por lo tanto los demonios, por su parte, mediante el uso de lo más selecto de su industria, no pueden producir curaciones permanentes, ni permanentes enfermedades. Pero si tales estados existen, se debe en verdad a otra causa, que puede ser desconocida y que nada tiene que ver con las obras de diablos o brujos.

En lo qué se refiere a quienes sostienen los otros dos errores, es decir, quienes no niegan que haya demonios y que éstos posean un poder natural, pero que difieren entre sí acerca de los posibles efectos de la magia y de las posibles obras de los brujos: escuela, una, que afirma que éstos pueden en verdad provocar determinados efectos, y que sin embargo tales efectos no son reales, sino fantásticos, mientras que la otra escuela admite que es verdad que algún daño real cae sobre la persona o personas atacadas, pero que cuando un brujo imagina que este daño es efecto de sus artes, se engaña groseramente.

Este error parece basarse en dos pasajes de los Cánones en los cuales se condena a unas mujeres por imaginar falsamente que durante la noche cabalgaban con Diana o Herodías. Esto puede leerse en el Canon. Sin embargo, puesto que tales cosas suceden a menudo por ilusión, quienes suponen que todos los efectos de las brujerías son simple ilusión e imaginación, se equivocan en grande. En segundo lugar, con respecto a un hombre que cree o afirma que una criatura puede ser hecha o trasformada para mejor o para peor, o convertida en otra cosa o semejanza, Por cualquiera que no sea Dios, Creador de todas las cosas, dicho hombre es un infiel y peor aun que un pagano. Por lo que,, y teniendo en cuenta las palabras "trasformado para peor". dicen que si tal efecto es provocado por brujería, no puede ser real, sino que debe ser pura fantasía.

 Y la ley permite que cualquier testigo sea admitido como probatorio contra ellos. Esto lo especifica con toda claridad la parte del Canon que trata sobre la defensa de la Fe. Y se permite el mismo procedimiento en una. acusación de herejía. Cuando se presenta tal acusación, cualquier testigo puede prestar testimonio, tal como si se tratara de un caso de lesa majestad. Porque la brujería es alta traición contra la Majestad de Dios. Y deben ser sometidos a tortura para hacerlos confesar. Cualquier persona, fuese cual fuere su rango o profesión, puede ser torturada ante una acusación de esa clase, y quien sea hallado culpable, aunque confiese su delito, será puesto en el potro, y sufrirá todos los otros tormentos dispuestos por la ley, a fin de que sea castigado en forma proporcional a sus ofensas". Nota: en edades doradas estos criminales sufrían doble castigo, y a menudo eran arrojados a las fieras para que éstas los devorasen. Hoy se los quema en la hoguera, y tal vez ello se deba a que la mayoría son mujeres.

Y esta es la clase más poderosa de brujas, que practica además muchísimos otros encantamientos Pues provocan granizo y graves tempestades y rayos; causan esterilidad en los hombres y animales; ofrecen a los demonios, o matan de otras maneras, los niños que no devoran. Pero éstos son sólo los niños que no han renacido por bautismo en las fuentes porque no pueden devorar a los bautizados, ni a ninguno sin permiso de Dios. Además, y a la vista de sus padres, y cuando nadie más está presente, pueden arrojar al agua a los niños que caminan junto a ella; hacen que los caballos enloquezcan bajo sus jinetes; pueden trasportarse de lugar en lugar, por el aire, en el cuerpo o en la imaginación; pueden afectar a jueces y magistrados, de manera que no les hagan daño; pueden hacer que ellas mismas y otros guarden silencio bajo tortura; pueden provocar un gran temblor en las manos y horror en la mente de quienes quieran arrestarlas; pueden mostrar a otros cosas ocultas y ciertos acontecimientos futuros, por información de los demonios, aunque a veces esto tenga una causa natural (véase la pregunta: de si los diablos pueden predecir el futuro, en el Segundo libro de sentencias); pueden ver cosas ausentes como si estuviesen presentes; pueden llevar la mente de los hombres hacia un amor u odio desmesurado; en ocasiones pueden herir con un rayo a quien les plazca, e inclusive matar a algunos hombres y animales; pueden eliminar el efecto de los deseos de engendrar, e inclusive el poder de copulación, provocar abortos, matar a los niños 'en el útero materno por un simple contacto exterior; en oportunidades pueden embrujar a hombres y animales con una simple mirada, sin tocarlos, y causar la muerte; dedican sus propios hijos a los demonios; y en una palabra, como se dijo, pueden provocar todas las pestes que las otras brujas sólo pueden causar en parte, es decir, cuando la Justicia de Dios así lo permite. Esta, la más poderosa de todas las clases de brujas, puede hacer todas esas cosas, pero no deshacerlas.

Pero es común en todas ellas practicar la copulación carnal con los demonios; por lo tanto, si mostramos el método que usa esta clase principal en su profesión de su sacrilegio, cualquiera puede entender con facilidad el método de las otras clases.

DE COMO LAS BRUJAS IMPIDEN Y OBSTACULIZAN EL PODER DE PROCREACIÓN.

Acerca del método con que obstruyen la función procreadora en hombres y animales, y en ambos sexos, el lector puede consultar lo que ya se escribió en el sentido de si los demonios pueden llevar la mente de los hombres al amor o al odio por medio de las brujas. Allí, después de la solución de los argumentos, se efectúa una declaración específica acerca del método por el cual, con el permiso de Dios, pueden obstruir la función procreadora.

Otro caso ocurrió hace apenas cuatro años en Reichshofen. Había una conocida bruja, que en cualquier momento y por un simple toque podía embrujar a las mujeres y provocar un aborto. Ahora bien, la esposa; de un noble de ese lugar había quedado embarazada y llamado a una comadrona para que la cuidase, y la comadrona le previno que no saliera del castillo, y que ante todo cuidase de no mantener conversaciones con esa bruja. Luego de unas semanas, sin tener en cuenta la advertencia, salió del castillo para visitar a algunas mujeres reunidas en una ocasión festiva; y cuando se sentó por un momento, entró la bruja, y como con el objeto de saludarla, le apoyó ambas manos en el vientre; y de pronto sintió que el niño se movía, dolorido. Asustada por ello, volvió al hogar y le contó a la comadrona lo ocurrido. Y ésta exclamó: "¡Ay!, ya perdiste a tu hijo". Y así resultó ser, cuando le llegó el momento, pues dio a luz, no un aborto entero, sino, poco a poco, fragmentos separados de la cabeza, los pies y las manos. Y este gran dolor fue permitido por Dios para castigar al esposo, cuya obligación era llevar a las brujas ante la justicia y vengar sus injurias al Creador.



DE LA MANERA EN QUE, EN ESPECIAL, AFECTAN A LOS HOMBRES CON OTRAS ENFERMEDADES PARECIDAS

¿Pero quién puede calcular la cantidad de otras enfermedades que infligieron a los hombres, como la ceguera, los más agudos dolores y las contorsiones del cuerpo? Pero expondremos unos pocos ejemplos que vimos con nuestros ojos, o que fueron relatados a uno de nosotros, inquisidores. Cuando se llevaba a cabo una inquisición con ciertas brujas en la, ciudad de Innsbruck, surgió a la luz, entre otros, el siguiente caso. Una mujer honrada, legalmente casada con un miembro de la casa del archiduque, declaró formalmente lo siguiente. En la época de su doncellez se encontraba al servicio de uno de los ciudadanos, cuya esposa fue afectada por fuertes dolores en la cabeza; y llegó una mujer que dijo que podía curarla, e inició ciertos encantamientos y ritos que según afirmó aliviarían los dolores. Y yo observé con cuidado (dijo esta mujer) lo que hacía, y vi que, contra la naturaleza del agua vertida en un vaso, hacía que el agua se elevara en su recipiente, junto con otras ceremonias que no hace falta mencionar. Y como consideré que los dolores de cabeza de mi ama no se mitigaron por estos medios, me dirigí a la bruja, con cierta indignación, con estas palabras: “No sé lo que haces, pero sea lo que fuere, es brujería, y lo haces para tu propio beneficio”. La bruja replicó en el acto: “En el lapso de tres días sabrás si soy o no una bruja”. Y así fue; porque al tercer día, cuando me senté y tomé una rueca, sentí de pronto un terrible dolor en el cuerpo.

Primero surgió dentro de mí, de modo que me pareció que no había parte alguna de mi cuerpo en que no sintiese horribles dolores punzantes; luego me pareció que me derramaban continuamente, sobre la cabeza, carbones encendidos; tercero, desde la coronilla de la cabeza hasta las plantas de los pies, no quedó un solo espacio, mayor que la cabeza de un alfiler, que no estuviese cubierto de una erupción de pústulas blancas; y así seguí en estos dolores, gritando y ansiando la muerte, hasta el cuarto día. Por último el esposo de mi ama me dijo que fuese a cierta taberna, y con gran dificultad me encaminé hacia allí, mientras él caminaba delante, hasta que estuvimos frente a la taberna. “¡Mira! -me dijo-. Hay una hogaza de pan blanco sobre la puerta de la taberna.” “Ya la veo” respondí. Y él dijo: “Bájala, si puedes, pues te hará bien”. Y yo, tomándome de la puerta con una mano hasta donde me fue posible, aferré la hogaza con la otra. “Ábrela -dijo mi amo – y mira con cuidado lo que hay adentro.” Entonces, cuando partí la hogaza, encontré muchas cosas dentro de ella, y en particular unos granos blancos muy parecidos a las pústulas de mi cuerpo; y también vi algunas simientes y hierbas tales, que yo no podía comer, y ni siquiera mirar, con huesos de serpientes y de otros animales. En mi asombro, pregunté a mi amo qué debía hacer, y él me dijo que arrojase todo al fuego. Así lo hice, y he ahí que de pronto, no en una hora o siquiera en unos pocos minutos, sino en el momento mismo en que el pan fue arrojado al fuego, recuperé mi salud anterior

Por último, otra mujer de la diócesis de Estrasburgo confesó que había matado a más niños de los que podía contar. Y se la atrapó de la siguiente manera. Había sido llamada de una ciudad a otra para actuar como comadrona de una mujer, y luego de cumplir con su tarea, regresaba a su hogar. Pero cuando salió de las puertas de la ciudad, el brazo de un niño recién nacido le cayó de la capa con que se había envuelto, en cuyos pliegues se hallaba oculto. Esto lo vieron quienes estaban sentados en la puerta, y cuando ella siguió de largo recogieron del suelo lo que confundieron con un trozo de carne; pero cuando miraron más de cerca y vieron que no era, un trozo de carne, sino que lo reconocieron por los dedos, como el brazo de un niño, le informaron a los magistrados, y se descubrió que un niño había muerto antes del bautismo, con un brazo de menos. De modo que se apresó a la bruja y se la interrogó, y confesó el crimen, y que, como se dijo, había matado a más niños de los que podía contar

Y otra vez, en Deuteronomio, xxii: "No vestirá la, mujer hábito de hombre, ni el hombre ropa de mujer"; porque esto lo hacían en honor de la diosa Venus, y otros en honor de Marte o de Priapo. Y por la misma razón, Él ordenó que los altares de los ídolos fuesen destruidos, y Ezequías destruyó la Serpiente de Bronce, cuando la gente quería hacerle sacrificios, y dijo: es de bronce. Por el mismo motivo, prohibió la observancia de visiones y augurios, y ordenó que el hombreo mujer en quienes existiera un espíritu familiar, fuesen muertos. Los tales se llaman ahora augures. Por lo tanto, todas estas cosas, porque engendran la sospecha de adulterio espiritual, como se dijo, por el celo que Dios tiene de las almas que desposó, como un marido desposa a una mujer, fueron todas prohibidas por Él.

Y así los predicadores también deberíamos tener en cuenta, que ningún sacrificio es más aceptable para Dios que un celo de las almas, como dice San Jerónimo en sus comentarios sobre Ezequiel.

 Un remedio. Cuando ciertas personas, con vistas a un beneficio temporal, se han entregado por entero al demonio, a menudo se vio que, aunque podían liberarse del poder del diablo por una verdadera confesión, fueron atormentadas larga y horriblemente, y en especial durante la noche. Y Dios tolera esto para su castigo. Pero una señal de que han sido liberadas es que, después de la confesión, desaparece todo el dinero de su bolso o cofres. Muchos ejemplos de esto podrían presentarse, pero con fines de brevedad los pasamos por alto y omitimos.

CARTA OFICIAL DE APROBACIÓN DEL MALLEUS MALEFICARUM, DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE LA HONORABLE UNIVERSIDAD DE COLONIA

 El Documento oficial de Aprobación del Tratado Malleus Maleficarum, y las firmas de los Doctores de la Honorabilísima Universidad de Colonia, debidamente asentadas y registradas como documento público y declaración.

En nombre de nuestro Señor Jesucristo, Amén. Sepan todos los hombres por las presentes, que puedan leer, ver o conocer el tenor de este documento oficial y público, que en el Año de Nuestro Señor, 1487, un sábado, el decimonoveno día del mes de mayo, a la quinta hora después del mediodía, aproximadamente, en el afeo tercero del Pontificado de Nuestro Santísimo Padre y Señor, el Señor Inocencio, Papa por providencia divina, octavo de ese nombre, en mi real y concreta presencia, Amold Kolich, notario público, y en presencia de los testigos cuyos nombres más abajo figuran, y que fueron reunidos y en especial convocados para este fin

"Yo, Lamberlos de Monte profesor (aunque indigno) de Teología Sagrada, y en este momento decano de la facultad de Teología Sagrada de la Universidad de Colonia, declaro con solemnidad, y confirmo ésta, mi declaración, por mi propia mano, que he leído y con diligencia examinado y considerado este Tratado, y que, en mi humilde juicio las dos partes nada contienen que sea en manera alguna contrario a las doctrinas de la filosofía, o contrario a la verdad de la Santa Fe Católica y Apostólica, _o contrario a las opiniones de los doctores cuyos escritos son aprobados y permitidos por la Santa Iglesia. Y dadas las importantísimas y saludables materias que contiene este Tratado, que, aunque sólo fuese por la honorable condición, sabiduría y buenos oficios de estos dignísimos y honrados Inquisidores, podría muy bien ser considerado útil y necesario, es preciso ejercer todos los cuidados diligentes para que este Tratado se distribuya con amplitud entre los hombres sabios y henchidos de celo, para que con ello cuenten con la ventaja de tantas y tan bien consideradas orientaciones para el exterminio de las brujas, y que también se ponga en manos de todos los rectores de iglesias, en especial de quienes son hombres honrados, activos y temerosos de Dios, que por la lectura se vean estimulados a despertar en todos los corazones el odio contra la pestilente herejía de las brujas y sus sucias artes, de modo que todos los hombres buenos se vean prevenidos y salvaguardados, y se pueda descubrir y castigar a los malhechores, para que a la plena luz del día la merced y la bendición caigan sobre los rectos y se haga justicia con quienes hacen el mal, y así, en todas las cosas, se glorifique a Dios, a Quien vayan todos los honores, alabanzas y gloria".

El remedio eclesiástico en el tribunal de Dios se establece en el Canon, donde dice: si con el permiso del justo y secreto juicio de Dios, mediante las artes de hechiceras y brujas, y la preparación del demonio, los hombres son hechizados en su función procreadora debe instárselos a que hagan plena confesión ante Dios y Su sacerdote, de todos sus pecados, con corazón contrito y espíritu humilde; y a dar satisfacción a Dios con muchas lágrimas y grandes ofrendas y rezos y ayunos.

De estas palabras resulta claro que tales afecciones sólo se deben al pecado, y sólo ocurren en quienes no viven en estado de gracia. Luego dice cómo los ministros de la iglesia pueden efectuar una cura por medio de exorcismos y otras protecciones y curaciones que proporciona la iglesia. De este modo, con la ayuda de Dios, Abrahán curó con sus oraciones a Abimelech y su casa.

En conclusión, podemos decir que existen cinco remedios que se pueden aplicar en forma lícita a quienes se encuentran hechizados de ese modo, a saber: una peregrinación a algún altar santo y venerable; la verdadera confesión de los pecados, con contrición; el uso abundante de la Señal de la Cruz y de devotas oraciones; exorcismos lícitos por medio de palabras solemnes, cuya naturaleza se explicará más adelante; y por último, puede lograrse un remedio abordando con prudencia a la bruja, como se mostró en el caso del conde que durante tres años no pudo cohabitar carnalmente con una virgen con la cual había casado.


Fin del texto.