lunes, 31 de octubre de 2011

La vida inútil de Pito Pérez - testamento



Pito Pérez es un personaje extraordinario, mezcla de revolucionario, hereje, borracho, mujeriego, enamorado, poeta, lleno de anhelos y de vida, de su vida, la cual uso como es debido, como él quería.

Les dejo con su testamento, la brutalidad y franqueza del mismo sólo nos habla de ese hombre único Pito Pérez, escrito por José Rubén Romero en 1944.

Alejandro.
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Testamento de Pito Pérez

“Lego a la Humanidad todo el caudal de mi amargura. “Para los ricos, sedientos de oro, dejo la mierda de mi vida.

“Para los pobres, por cobardes, mi desprecio, porque no se alzan y lo toman todo en un arranque de suprema justicia. ¡Miserables esclavos de una iglesia que les predica resignación y de un gobierno que les pide sumisión, sin darles nada en cambio!

“No creí en nadie. No respeté a nadie. ¿Por qué? Porque nadie creyó en mí, porque nadie me respetó. Solamente los tontos o los enamorados se entregan sin condición.

“¡Libertad, Igualdad, Fraternidad!

“¡Qué farsa más ridícula! A la Libertad la asesinan todos los que ejercen algún mando; la Igualdad la destruyen con el dinero, y la Fraternidad muere a manos de nuestro despiadado egoísmo.

“Esclavo miserable, si todavía alientas alguna esperanza, no te pares a escuchar la voz de los apóstoles: su ideal es subir y permanecer en lo alto, aun aplastando tu cabeza.

“Si Jesús no quiso renunciar a ser Dios, ¿qué puedes esperar de los hombres?...

“¡Humanidad, te conozco; he sido una de tus víctimas! “De niño, me robaste la escuela para que mis hermanos tuvieran profesión; de joven, me quitaste el amor, y en la edad madura, la fe y la confianza en mí mismo. ¡Hasta de mi nombre me despojaste para convertirlo en un apodo estrafalario y mezquino:

Hilo Lacre!

“Dije mis palabras, y otros las hicieron correr por suyas; hice algún bien, y otros recibieron el premio.

“No pocas veces sufrí castigo por delitos ajenos.

“Tuve amigos que me buscaron en sus días de hambre, y me desconocieron en sus horas de abundancia.

“Cercáronme las gentes, como a un payaso, para que las hiciera reír con el relato de mi aventuras, ¡pero nunca enjugaron una sola de mis lágrimas!

“Humanidad, yo te robé unas monedas; hice burla de ti, y mis vicios te escarnecieron. No me arrepiento, y al morir, quisiera tener fuerzas para escupirte en la faz todo mi desprecio.
“Fui Pito Pérez: ¡una sombra que pasó sin comer, de cárcel en cárcel! Hilo Lacre: ¡un dolor hecho alegría de campanas!

“Fui un borracho: ¡nadie! Una verdad en pie: ¡qué locura! Y caminando en la otra acera, enfrente de mí, paseó la Honestidad su decoro y la Cordura su prudencia. El pleito ha sido desigual, lo comprendo; pero del coraje de los humildes surgirá un día el terremoto, y entonces, no quedará piedra sobre piedra.

“¡Humanidad, pronto cobraré lo que me debes!...

Jesús Pérez Gaona.

domingo, 30 de octubre de 2011

Erase una vez en América



Hoy he vuelto a ver “Erase una vez en América”, es más que un filme, es un lienzo de lo humano, jóvenes migrantes en EUA en los primeros años del siglo XX, jóvenes que desean hacerse acreedores al American Dream, ese que abre las puertas de la felicidad, niños, jóvenes, adultos, gangsters, quienes comparten la vida.

No es una película de venganzas, ni de justicias, es una cinta de lo cotidiano, de que es posible por amistad perderlo todo y volver a tenerlo, es una cinta para la memoria, para la palabra, la ambientación, los diálogos, las actuaciones no son más que el reflejo de lo cotidiano.

En lo personal desde la vez primera que la vi hace ya muchos años y las subsecuentes, siempre es una nueva lectura, una nueva sorpresa, porque conforme he ido viviendo aprecio otros ángulos de esa realidad que la edad a veces no desea ver.

Esta cinta debe verse muchas veces para lograr sentirla plenamente, su comprensión no está en la mente, sino en las sensaciones, en los sentimientos.

Alejandro.
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Once Upon a Time in America
Erase una vez en América


Ficha técnica
Dirección: Sergio Leone
Producción: Arnon Milchan
Guion: Leonardo Benvenuti. Piero De Bernardi, Enrico Medioli, Franco Arcalli, Franco Ferrini, Sergio Leone, Stuart Kaminsky,.
Ernesto Gastaldi.

Novela:The Hoods de Harry Grey
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Tonino Delli Colli
Montaje: Nino Baragli, Zach Staenberg
Vestuario: Gabriella Pescucci
Reparto: Robert De Niro, James Woods, Rusty Jacobs, Elizabeth McGovern, Jennifer Connelly, James Hayden, Brian Bloom, William Forsythe, Adrian Curran, Tuesday Weld, Joe Pesci, Treat Williams, James Russo, Burt Young, Danny Aiello.

País(es): Italia, Estados Unidos
Año: 1984
Género: Policiaco, drama
Duración: 322 minutos (versión original), 270 minutos (versión definitiva), 229 minutos (versión Europea), 139 minutos (versión para EEUU)
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Calaveritas

En México existe la tradición de hacer pequeños versos para el día de muertos, esos son sobre personas, algunas veces ya están muertos, otras no, su carácter es por un lado festivo, satírico, político y a veces bucólico.

En estos pequeños versos se dice lo que se desea, en ellos aparte de la persona a quien esta dedicada es obligatoria que aparezca la muerte (la huesuda, la flaca, la calaca, la fría, etc.).

Una de las personas que se convirtió en un eje y piedra de toque de este arte popular fue el grabador, Jose Guadalupe Posada, quien realizaba grabados en los cuales reflejaba al pueblo o la situación política del país, hombre valiente, que desde el Diario del Hogar y Regeneración publico sus trabajos, colaboro con los hermanos Flores Magón.

Les dejo con algunos ejemplos de este grabador y algunas calaveritas que hice yo estas se ilustran con grabados de Posada.

Alejandro
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Posada.
José Guadalupe le gritan,
los federales se lo llevan de nuevo a prisión,
por decir la verdad en la cárcel se encontró,
la muerte espantada por lo que los poderosos le hacían a este señor
y dado que era su modelo, ¡si señor!,
la muerte modelaba para este grabador,
ella toda enojada a Posada se llevo
pa´que siguiera pintándola con tanto fervor
y así la huesuda catrina se quedo.


Diego
Cuentan que cuentan que la huesuda por ahí caminaba,
miro a una princesa y ella pregunto ¿gomitas princesita?
Y esta le contesto, es que un feo sapote me beso,
la muerte se enojo y al sapo busco, pintando lo encontró,
al mirarlo la muerte se espanto,
¡ah! ¡Chin…ches!!! Que feo etas ¡¡¡ca…marón!!! le grito,
Diego luego, luego se volteo y sin más la pinto,
así ella retratada quedo
en un domingo en la Alameda con Diego de niño y Frida de mamá se encontró.


Frida
Vestida de colores en su jardín pintaba,
su mano de artista dibujaba,
eran tantas cosas que ella amaba,
en su casa azul pintaba y pintaba,
hasta Coyocán sus amigos llegaban,
en esa pintura que nadie vio
estaba Diego y León charlando
mientras creían en la revolución,
la muerte descarnada llego
y a Frida con su pintura y sus colores se llevo
para que llenara de sueños coloridos el panteón
y los muertos fueran retratados mientras bailaban un Danzón.


Orozco.
Don José Clemente Orozco,
hombre serio y recto, comunista de vocación,
pintor por gozo y satisfacción,
en él Pomona College el Prometeo pinto,
en Guadalajara el Hombre envuelto en llamas en el cielo coloco,
re bonito le quedo,
a la muerte tanto le gusto
que sin que se diera cuenta al panteón se lo llevo,
ahora pinta y pinta con gran maestría
mientras los muertos cantan pa´la revolución.


Siqueiros.
El quería a Trotsky peinar pero se le cebo,
de harto coraje a la Guerra Civil partió,
en las brigadas internacionales a los fascistas combatió,
su pintura llena de color
en el Poliforum el dejo
La Marcha de la Humanidad en la Tierra y hacia el Cosmos,
la muerte tanto gusto le dio que dijo otro más pa´mi colección
y al otro mundo se lo llevo,
ahora están pintando
y llenado de color el panteón
entre pleito y pleito, Frida, Diego, Orozco, Siqueiros y yo.


Gauguin no tiene nada que ver con estos muralistas, pero como es mi favorito, no puedo dejarlo de lado, sino se vaya a enojar.

Gaugin
En Arles con Van Gogh el vivió,
con el desorejado se peleo,
en Tahiti el lo humano pinto, brochazos sin ton ni son,
el Noa-Noa escribió
y sus amores polinesios en el lienzo los amo,
con esos pincelazos la forma creo,
la muerte sintiendo envidia vino por él y se lo llevo,
ahora pinta unas calacas tan bonitas
que solo por eso los muertos y los vivos sueñan con su color.


Pedro.
La Chorreada lo miro,
tan bonito mi Pedrito, eso digo yo,
el canta y canta,
se le escucha decir “si te vienen a contar cositas malas de mí, no les vayas a decir…”,
y si a toda máquina vivió
y si un chorro de películas filmo,
porque en un rinconcito cerca del cielo a los pobres vio
y los ricos también lloran así lo digo yo,
por eso cuando la huesuda lo escucho,
tan contenta se quedo
que corriendo con sus huesitos a Pedrito persiguió
mientras le gritaba ¡Amorcito corazón…!


Agustín.
Tin Larin se nos murió,
triste estaba el viejerio,
chille y chille se quedo,
Agustín Agustín, tocando el piano con su cigarro, cof, cof, tosia
mientras el Farolito que apenas si alumbra
y aquellos ojos verdes de mirada serena lo veían,
el humo en tus ojos y lagrimas de sangre el cómo tinta tenia,
ah!! Mi flaco de oro, ya te vas de aquí,
a llevar serenata en cada lapida escribir,
cursi, cursi si que soy y por eso yo Agustín con la muerte me voy.


María
Félix no se quedo,
toda derechita y ni un musculo movió,
Doña le decían y el flaco María bonita le componía,
mal hablada siempre groserías decía,
con su puro, su coñac se le veía,
a Armendariz se la armo,
guapa la maja que la muerte se llevo
pa´ ver si una receta de belleza le ponía y más bonita e veía.


Constanza
La niña Constanza gritaba,
chille y chille estaba,
cuando su madre la vio y muda se quedo
con la calaca jugaba la niña
mientras la calaca le cantaba una canción.


Mi chiquita.
Un día cuando comía pan de muerto pregunto
¿de que esta hecho este manjar?
su ama y apá respondieron los dos,
de huesos de muertos, hummm!!! que sabrosos son
ella tanto se espanto
que desde entonces el pan de muerto dejo
y por eso la calaca
cada año en las noches
le dice que en la política Karina no,
porque a los huesos no le entro.


Mi chiquito.
Jugaba Federico
a que era un gran constructor
ciudades, altas y bonitas las hacía,
muchos edificios el les ponía,
la huesuda lo miro
y como era muy tragón un gran loy loy (hot-dog) le dio,
el por construir no se fijo y se atraganto,
la muerte muy feliz se lo llevo
pa´que le construyera su panteón.


Chapis.
Josefina ya estaba en el panteón,
al fin la muerte la alcanzo
pues desde la creación la huesuda queria su corazón,
en el Edén a Eva al kínder llevo,
en el Arca a Noé guio,
en la Roma imperial a Nerón regaño y a los gladiadores unos gatitos regalo,
a Napoleón francés le enseño,
a Porfirio Díaz lo despacho
y la calaca no se la llevo
hasta ahora que la Chapis le grito,
jugamos huesitos si contigo me voy,
hoy todos los muertos la saludan
desde Adán hasta el que hace un rato se murió
pues a todos en vida conoció.


Para las víctimas de la barbarie, de la codicie, del miedo en cualquier lugar del mundo.

Hoy la muerte no trabaja,
a descansar se quedo,
pues de tanto trabajo un colapso ya le dio,
está cansada y triste,
tantos muertos y tantos muertos por la ambición,
la indiferencia y el miedo se llevo
y ahora pide al cielo un poco de compasión,
pide justicia,
ahora la no violencia es su nueva religión.


sábado, 29 de octubre de 2011

Los muertos y los vivos - 1 y 2 de noviembre



El día de muertos, siempre los muertos, dicen los que dicen que saben que es el sincretismo entre lo indígena y lo europeo, es una fortaleza de los naturales que ha sobrevivido hasta nuestros días, también dicen que... (aquí favor de anotar sus profundos pensamientos), lo que muy pocos saben es que de vez en cuando la muerte no está, sale e vacaciones, tiene permiso, Edmundo Valadés, quien sabe cómo se entero, pero el si supo, yo creo que eso ya no está sucediendo en nuestro mundo, con tantos muertos, es difícil creer que la muerte pueda ausentarse, tiene tanto trabajo que a ver si no la matamos de agotamiento.

Y eso en México nos crea un gran problema, porque ante tanta demanda, el día de muertos es ahora un día que debe ser inscrito en la Constitución.

En México existen dos días, para celebrar la muerte, 365 para ser asesinado, uno para los muertos chicos (niños) y otro para los muertos grandes (los que ya no son niños), los primeros les toca el 1 de noviembre y los segundos el día 2, se prepara una ofrenda (Karina, cuando estaba chica decía ofrelda y no quería comer pan de muerto por que estaba hecho de eso), se prepara lo que más les gusta, y yo creo que a todos les gustaba el totol mole (de guajolote –pavo pa´los desarraigados), el arroz y el tequila, fumaban delicados o faros y tomaban tequila, se adorna con calaveritas de dulce, que llevan el nombre de los santos difuntos (si, el Santo, Blue Demond, etc.) y de algunos que ni son santos ni difuntos, se adorna con flores de Zempaxuchitl, veladoras y claro, las fotos o pinturas o algún recuerdo.

Se va al cementerio (el panteón es donde están los dioses, así que ni modo), se limpian, arreglan y se colocan flores en las lapidas (si no tienen, no importa), se reza, se platica con los difuntos (los muertos pues) y se come y bebe, hasta se les lleva música y si se puede se baila.

Hay quien dice que aquí no importa la muerte y por eso hacemos esto, yo creo que nos importa demasiado, no por las ausencias solamente, sino por que son exilios y redenciones, porque si bien es cierto que esto es algo que a todos nos sucede es también algo a lo que se debe llegar con una buena vida, una vida plena y satisfactoria, no con violencia.

Hoy dedico este breve comentario a todas las víctimas de la violencia, a quienes conocí hace muchos años en Centroamérica y ya no están, muertos por la violencia y el miedo, a los miles de muertos que son la hecatombe para que los señores de la guerra, la violencia y la codicia se regocijen, a los huérfanos, las viudas, los hermanos y hermanas, los padres y madres, los amigos y amigas, los compañeros y compañeras de los muertos, a los hombres, mujeres, niñas y niños que en cualquier parte mueren de indiferencia, de hambre, de soledad, a mis abuelos Concha y José, a mi hermana Josefina, a mi amada sobrina Daniela, a mi mismo.

Dedico esto a todos los vivos, a todos aquellos que tienen un corazón y compasión, a todos los que han sido victimas de la discriminación por su sexo, tendencia sexual, color y creencias religiosas y políticas, a todos y todas los que creen que es posible hacer un mundo en el cual la vida llega con plenitud a la muerte, a los que aman y sueñan, a todos los que morimos dia a dia y volvemos cada mañana a renacer.

Oración a los vivos.
A ti te rezo, a ti que ya no estás aquí, a ti que eres una ausencia y un recuerdo, a ti te ruego por los vivos para que sepamos vivir, a ti te recuerdo y con lagrimas te llamo, desde este mi exilio, por que mi vida esta tan sola con tu muerte, Amén.

Les dejo con algo sobre el día de muertos que ecribi recientemente.

Alejandro.



En el valle del Anáhuac hace más de 500 años, sabíamos que algunos iríamos al lugar sin puertas ni ventanas, al Mictlan, a cualquiera de sus nueve niveles, que se ubicaba al norte:

Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso, la única manera de cruzarlo era con ayuda de Xólotl. Si en vida no se había tratado bien a algún perro, el muerto se quedaba en esta dimensión por la eternidad.

Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros chocan entre sí.
Iztepetl: Cerro de navajas; este lugar se encontraba erizado de pedernales.
Izteecayan: Lugar en el que sopla el viento de navajas; este era un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas y nevaba copiosamente.

Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho páramos que había que recorrer.

Timiminaloayan: El lugar donde flechan; aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.

Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. En este pasaje, una fiera salvaje abría el pecho del difunto para comerle el corazón, ya que sin este órgano, la persona caía en un charco donde era ferozmente perseguida por un caimán.

Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que enceguece; en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de llegar al sitio donde le esperaba su descanso mortal.

Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la muerte.

Al oriente estaba el Tlalocan, la casa de Tlaloc y de sus ayudantes, los pequeños Tlaloques, un paraíso terrenal en donde todo abundaba y a donde los que morían por causa del agua, los ahogados (por agua, que quede claro eh!!!), por un trueno, etc. o enfermedades relacionadas con ella es a donde iban después de la muerte; los elegidos por Tlaloc.

El Tonatiuhichan o «Casa del Sol» es el paraíso, es el máximo deseo al morir es el ser admitido en Tonatiuhichan. Este privilegio está reservado a los guerreros muertos en la batalla o inmolados en la piedra de sacrificios. Son los llamados los cuauhteca o «gente del águila».

A las mujeres muertas en el primer parto se les otorgaba el mismo rango que a los guerreros perecidos en la batalla, pero ellas iban al Cihuatlampa. Si los guerreros acompañaban a Tonatiuh (el Sol) hasta la mitad del cielo, ellas «partiendo de medio día iban haciendo fiesta al sol, descendiendo hasta el occidente, llevábanle en unas andas hechas de quetzales o plumas ricas, que se Llaman quetzalli apanecáyoil; iban delante de él dando voces de alegría y peleando, haciéndole fiesta; dejábanle donde se pone el sol...» cuenta Fray Bernardino de Sahagún.

Los guerreros después de cinco años, convertidos en colibríes y se alimentaban con el néctar de las flores en los jardines de la Casa del Sol, pudiendo también descender a la tierra.

A mí me gusta pensar que estos guerreros no son otros que todos aquellos que han muerto y con su vida han abierto caminos para que los nuevos guerreros anden y encuentren su batalla y que esta sea digna, justa, compasiva, así se honran ellos y a los antiguos Dioses.

LA VIDA PASA...
¡Oh flores que portamos,
oh cantos que llevamos,
nos vamos al Reino del Misterio!
¡A1 menos por un día
estemos juntos, amigos míos!
¡Debemos dejar nuestras flores,
tenemos que dejar nuestros cantos:
y con todo, la tierra seguirá pennanente!
¡Amigos míos, gocemos: gocémonos, amigos!


ENIGMA DE VIVIR
No es verdad que vivimos,
no es verdad que duramos
en la tierra.
¡ Yo tengo que dejar las bellas flores,
tengo que ir en busca del sitio del misterio!
Pero por breve tiempo,
hagamos nuestros los hermosos cantos.


LA VIDA ES SUENO
Sólo venimos a domir,
sólo venimos a soñar:
¡No es verdad, no es verdad
que venimos a vivir en la tierra!
Como hierba en cada primavera
nos vamos convirtiendo:
está reverdecido, echa sus brotes,
nuestro corazón.
Algunas flores produce nuestro cuerpo
y por allá queda marchito.

Que el compartir con los ancestros nos sirva para recordar, aprender y saber que la vida es importante por que cuando vayamos al lugar sin puertas ni ventanas habremos andado, conocido, compartido, aprendido, habremos caminado como guerreros y regresaremos convertidos tanto hombres como mujeres en hermosos colibríes.

In xochitl in cucatl
(En el canto la flor)

Mexico – Tenochtitlan en el Año Matlactliomome Ácatl, del día Chiconahui Cuauhtli, de la Veintena Teotleco ( 1 de noviembre del 2011)

domingo, 23 de octubre de 2011

Hipatia



Cuando trabajaba con campesinos y vivía en sus comunidades, solía ver por las noches el cielo, me gustaba sentir el aire fresco en el rostro y mirar el cosmos, ese cielo que ha mudado y que nos hace imaginar y desear.

Así ha debido estar Hipatia, en la ciudad que Alejandro hizo construir en la delta del Nilo, cuando él regresaba ya como Faraón e hijo de Amón de Ziwwa, ahí los Ptolomeos instalaron su capital desde que Ptolomeo Soter, el primer Leida llego con el cadáver de Alejandro para declararse su sucesor, esa Alejandría de Cleopatra XI y Julio Cesar, de ella con Marco Antonio y de su muerte ante la inminencia de Octavio, esa Alejandría del Faro y sobre todo de la Biblioteca, cuidad de Ptolomeo Claudio, el astrónomo que definió los cielos y la tierra como centro del cosmos, concepto que perduro hasta Copérnico y Galileo.

La gran biblioteca, que llego a contar con un acervo de más de 900 mil textos, lugar de encuentros, de enseñanza, de discusión, de compartir, buscar, conocer.

Era el lugar de Hipatia de Alejandría, astrónoma, física, matemática, filosofa, pero ante todo una mujer, cuando Karina era una niña le contè su vida y le decia que ella habria de tratar de ser como Hipatia, una mujer libre, capaz, fuerte, humana, amorosa; hoy les comparto su vida, no solo como mujer de conocimiento, sino como mujer.



Por cierto, existe una película del 2009 “Ágora”, que relata el conflicto y el fanatismo de unos, la sabiduría y la sensatez de Hipatia, en lo personal considero que es una buena cinta, bastante ubicada en el contexto y en las personas.

Ágora
Ficha técnica
Dirección: Alejandro Amenábar
Dirección artística: Guy Hendrix Dyas
Producción: Fernando Bovaira
Diseño de producción: José Luis Escolar
Guion: Alejandro Amenábar, Mateo Gil
Música: Dario Marianelli
Fotografía: Xavi Giménez
Vestuario: Gabriella Pescucci
Reparto: Rachel Weisz, Max Minghella, Oscar Isaac, Ashraf Barhom, Michael Lonsdale, Rupert Evans, Richard Durden

Alejandro
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Hipatia

Nació en Alejandría a mediados del siglo IV, algunas referencias dicen que en el 370 y otras en el 355. Su padre Teón de Alejandría era un célebre matemático y astrónomo, muy querido y apreciado por sus contemporáneos, que seguramente trabajaba y daba clases en la biblioteca del momento, es decir en la biblioteca que en algún momento sustituyó a aquella otra legendaria que desapareció en el incendio del año 48 adC. Teón fue un sabio que no se contentó con guardar los conocimientos de la ciencia para sí y sus discípulos sino que hizo partícipe de ellos a su propia hija, algo verdaderamente insólito en el siglo IV. Hipatia por su parte era una mujer abierta a todo el saber que su padre quisiera volcar sobre ella y así fue cómo se educó en un ambiente académico y culto. En efecto, Teón le transmitió su conocimiento sobre las matemáticas y la astronomía además de la pasión por la búsqueda de lo desconocido. Los historiadores han llegado a asegurar que incluso superó al padre, y que muchos de los escritos conservados que se suponen de Teón son en realidad de la hija.

Aprendió también sobre la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos y sobre los principios de la enseñanza. Viajó a Atenas y a Roma siempre con el mismo afán de aprender y de enseñar. La casa de Hipatia se convirtió en un lugar de enseñanza donde acudían estudiantes de todas partes del mundo conocido, atraídos por su fama. Uno de sus alumnos fue Sinesio de Cirene, obispo de Ptolemaida (en Fenicia), rico y con mucho poder. Este personaje dejó escrita mucha información sobre Hipatia, su maestra. Por medio de él pueden llegar a conocerse los libros que ella escribió para la enseñanza, aunque ninguno ha llegado a nuestros días. Otro alumno llamado Hesiquio el Hebreo escribió unas obras que se conservan, en las que también hace una descripción sobre las actividades de Hipatia y asegura que los magistrados acudían a ella para consultarle sobre asuntos de la administración. Dice también que fue una persona muy influyente en el aspecto político. También se interesaba por la mecánica y ponía en práctica la tecnología. Se sabe que inventó un aparato para destilar el agua, un hidrómetro graduado para medir la densidad de los líquidos y un artefacto para medir el nivel del agua.

Pero Hipatia era pagana y le tocó vivir en tiempos duros para el paganismo. Su situación llegó a ser muy peligrosa en aquella ciudad que se iba haciendo cada vez más cristiana. Los filósofos neoplatónicos como Hipatia pronto se vieron cruelmente perseguidos. Algunos se convirtieron al cristianismo, pero Hipatia no consintió en ello a pesar del miedo y de los consejos de su amigos como el caso de Orestes, prefecto romano y alumno suyo, que no consiguió nada a pesar de sus ruegos. Hipatia resultó ser para sus enemigos, no una mujer científica sino una bruja peligrosa.

Muerte de Hipatia

En el año 412 el obispo Cirilo de Alejandría fue nombrado (para sustituir a su tío Teófilo), patriarca, un título de dignidad eclesiástica que sólo se usaba en Alejandría, Constantinopla y Jerusalén, que equivalía casi al del papa de Roma. Cirilo (elevado siglos más tarde a los altares) era un católico que no consentía ninguna clase de paganismo ni de herejía y que luchó toda su vida defendiendo la ortodoxia de la Iglesia católica y combatiendo el nestorianismo. Los historiadores creen que Cirilo fue el principal responsable de la muerte de Hipatia, aunque no exista documentación directa que lo acredite.

Se dice que Cirilo era enemigo de esta mujer, a la que temía y admiraba a la vez. Pero siguiendo la tónica general de la época, no le era posible comprender ni tampoco consentir que una mujer se dedicase a la ciencia y menos aún a esa clase de ciencia que difícilmente podían comprender las personas que no eran eruditas en el tema. Por lo tanto creó un clima y un ambiente de odio y fanatismo hacia ella, tachándola de hechicera y bruja pagana. En el mes de marzo del año 415, Hipatia fue asesinada de la manera más cruel por un grupo de monjes de la iglesia de San Cirilo de Jerusalén (no hay que confundir a los dos Cirilos: el de Jerusalén había muerto en el año 387). Los hechos están recogidos por un obispo de Egipto del siglo VII llamado Juan de Nikio. En sus escritos justifica la masacre que se hizo en aquel año contra los judíos de Alejandría y también la muerte de Hipatia. Cuenta cómo un grupo de cristianos impetuosos y violentos, seguidores de un lector llamado Pedro fueron en su busca, la golpearon, la desnudaron y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar a un templo llamado Cesareo; allí continuaron con la tortura cortando su piel y su cuerpo con caracolas afiladas, hasta que murió; a continuación descuartizaron su cuerpo y lo llevaron a un lugar llamado Cinaron y allí finalmente lo quemaron. De esta manera creyeron dar muerte a lo que ellos llamaban idolatría y herejía.

Orestes, el prefecto romano amigo y alumno de Hipatia informó de los hechos y pidió a Roma una investigación. Pero por «falta de testigos», se fue retrasando, hasta que llegó un momento en que el propio Cirilo aseguró que Hipatia estaba viva y que habitaba en la ciudad de Atenas. Orestes tuvo que huir de Alejandría y abandonar su cargo. Con la muerte de Hipatia se terminó también la enseñanza del pensamiento de Platón no sólo en Alejandría sino en el resto del Imperio. El interés por las ciencias fue debilitándose y la Historia entró en el oscurantismo. Pudo sobrevivir en Bizancio y poco después empezó de nuevo a florecer en el mundo árabe musulmán.

sábado, 22 de octubre de 2011

El espíritu del perdón, sus límites



“…La pregunta de Arthur no era injustificada, después de todo. ¿Estamos todos los hombres hechos realmente de la misma materia?. Si eso fuera así, ¿Por qué unos son asesinos y otros victimas? ¿Existía realmente alguna relación personal entre nosotros, entre los asesinos y sus víctimas, entre nuestro comandante de campo Wilhaus y un judío torturado?” - Simon Wiesenthal, Los límites del perdón.

Hace poco volví a leer a Simon Wiesenthal, uno de los sobrevivientes del extermino nazi. Desde hace tiempo, demasiado quizás, me he preguntado sobre el perdón, de hecho hace un año, en Octubre 2010, transcribí algo que ya hace varios años redacte y lo intitule “El espíritu del perdón”, en el decía: “Sabes el perdón no es el olvido, ni la indiferencia, es la aceptación, es la posibilidad de enmendar nuestros yerros, es el canto del espíritu que nos da libertad y amor, que brota de la compasión y el dolor, es un acto de fe, pero sobre todo de confianza y de justicia, de compasión (acaso como dice el Corán: El Islam es una religión que está basada en la misericordia y que en todas sus enseñanzas manifiesta misericordia. No se encomienda algo que sea una carga o alguna dificultad insoportable porque Dios dice: "Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades" Corán 2:286).

El perdón requiere de tolerancia, pero requiere de una ofensa real, a veces no existe tal ofensa, es solo la ceguera y la soberbia lo que nos engaña a la vista y al corazón, a veces, sin embargo hay cosas, actos, palabras que no pueden ser perdonadas o que requieren en cierto sentido de un acto de purificación que redima, un acto que demuestre el arrepentimiento y el anhelo de enmendar en lo posible los yerros cometidos, el perdón no exime la culpa ni el castigo, por eso a mí no me es posible perdonar la cobardía ni la traición”.


Sin embargo al revisar esto a la luz de “Los límites del perdón”, de Simon Wiesenthal, me pregunto si es posible perdonar, exculpar al victimario, me di cuenta que hace muchos años me rompieron por dentro, que estoy roto y eso nunca va a sanar, es como una de esas enfermedades que en el mejor de los casos se debe aprender a vivir con ella, que si bien es cierto, no perdonas ni olvidas, tampoco te destruye, no odias, solo buscas justicia, no venganza.

A principio de este año, en México fue capturado un niño de 13 años partícipe de los carteles de narcotraficantes, él tenis básicamente dos funciones, una degollar a las víctimas, dos desaparecer los cuerpos, esto lo hacía con sus hermanas un poco mayores que él, este niño era un drogadicto, el declara que lo secuestraron, le hicieron consumir droga hasta convertirlo en un adicto y posteriormente lo obligaron a cometer los asesinatos y desapariciones (parece un acto de prestidigitación, verdad), comenta el niño que eran aproximadamente 300 víctimas, no sé si esto es posible, pero lo que me queda claro es que ya no existía alma ni escrúpulo alguno en ese cuerpo y en el de sus hermanas y demás victimarios.

Recién fue muerto Gadaffi (anteriormente era Kadaffi), durante varios años fue un símbolo de la lucha contra el imperialismo yankee, después, hace poco se va convirtiendo en su aliado, aunque durante años desarrollo actos comerciales con occidente, su pueblo, se revela, toma las armas y las calles, las aldeas, los caminos y lo combate, forma un gobierno alternativo, durante todos los años que gobernó, miles murieron, en estos últimos meses por su ambición y deseo de poder, mueren otros más.

En 2001 Bush declara la guerra santa, el imperio suelta su jauría, miles de muertos y torturados, hombres, mujeres, niños, ancianos, son víctimas, son secuestrados y llevados a Guantánamo, donde la tortura es lo cotidiano.

Y podemos seguir y llenar cuartillas enteras, miles de letras y de nombres de personas, de lugares que han sido víctimas, los campos de exterminio Nazis, Boznia-Herzegobina, Camboya, Chile, Nicaragua, Ruanda, así como la brutalidad contra los y las diferentes, los homosexuales, las lesbianas, los negros, los amarillos (por eso yo creo que Dios es hermafrodita y tiene la piel como el arcoíris, de colores), y muchos, muchos más.

Simon Wiesenthal, “El punto más importante es, por supuesto, la cuestión del perdón. Perdonar es algo que solo el tiempo puede conceder, pero también el perdón es un acto de voluntad y solo la victima tiene la autoridad para tomar la decisión”.

La pregunta en cuestión es “¿existe un límite para el perdón?”, ¿se deben de perdonar todos los victimarios?, ¿la sociedad, el grupo, la familia que permite esto, no tiene alguna responsabilidad?, ¿acaso las víctimas son solo los muertos, los torturados, los sobrevivientes, no lo son, también sus familiares, amigos, sus compañeros?

“Eres cualquiera y no eres nadie, quien tú inventas o recuerdas y quien inventan y recuerdan otros, los que te conocieron hace tiempo, en otra ciudad y en otra vida, y se quedaron de ti como una imagen congelada de quien eras entonces, una de esas fotos olvidadas que a uno le extrañan y hasta le repelen cuando vuelve a verlas al cabo de los años. Eres quien imaginaba porvenires quiméricos que ahora te parecen pueriles, y quien amó tanto a mujeres de las que ahora ni te acuerdas, y quien te avergüenzas de haber sido, quien fuiste a veces sin que lo supiera nadie. Eres lo que otros, ahora mismo, en alguna parte, cuentan de ti, y lo que alguien que no te ha conocido cuenta que le han contado, y lo que alguien que te odia imagina que eres. Cambias de habitación, de ciudad, de vida, pero hay sombras y dobles tuyos que siguen habitando en los lugares de los que te marchaste, que no han dejado de existir porque tú ya no estés en ellos. De niño corrías por la calle imaginando que cabalgabas, y eras al mismo tiempo el jinete que espolea al caballo con gritos de vaquero de película y el caballo que corre al galope, y también el niño que veía esa cabalgada en una película, y el que al día siguiente se la cuenta con fervor a sus amigos que no fueron a verla al cine de verano, y el que escucha a otro contar historias o películas, con la mirada atenta y las pupilas brillantes, el que pide un cuento más para que su madre no se vaya y apague la luz, el que termina de contarle un cuento a su hijo y ve en su mirada, reconociéndose en ella, todo el entusiasmo nervioso de la imaginación, las ganas de seguir escuchando, de que no se quede en silencio la voz afectuosa que cuenta ni se haga la oscuridad en la habitación rápidamente invadida por las sombras del miedo”. - Muñoz Molina, Antonio – Sefarad.


Eso es lo que queda después de todo, la víctima que sobrevive, sus parientes, sus amigos, sus compañeros se van secando, están rotos, desquebrajados, huecos.

Para Jean Améry las víctimas no pueden admitir nada que no sea la justicia. Y, frente a su ausencia, a los supervivientes, como él, sólo les queda el resentimiento. Nos dice que la sociedad que produce el crimen se convierte para ellos en una sociedad enferma. El aire está viciado por la respiración de los verdugos. No puede olvidarse que éstos actuaron en complicidad con la pasividad informe de muchos. Esa complicidad con los asesinos también ensucia los respiraderos sociales. Es preciso comprender que lo que nos cuenta Améry sobre la repugnancia íntima que sintió en los años sesenta ante el bienestar alemán no es un sentimiento irracional. Los que no somos víctimas debemos comprender el derecho al resentimiento de quienes no llegaron a ver reparada su cualidad de seres humanos. ¿Pedía tanto Améry? Pedía justicia y el reconocimiento de la culpa colectiva de quienes en la sociedad alemana crearon y sostuvieron el nazismo.

Una forma secundaria de justicia, no poética sino necesaria, sería la memoria. El dolor infinito de un ser humano individualizado, o la multitud de los dolores de las multitudes, exigirían algo imposible, una memoria infinita del dolor. Frente a ello sólo puede apostarse por la pequeña memoria de la lucha por la dignidad y contra la barbarie, la negativa a aceptar la reconciliación con el crimen, la certeza de que cuando alguien enarbola (real o simbólicamente) el retrato de Hitler o Stalin, tenemos que rebelarnos frente a los que, al hacerlo, reabren simbólicamente todo el dolor insatisfecho de las víctimas.

La elucidación sobre los campos de concentración nazis y estalinistas y, muy especialmente, la reflexión singular sobre los campos de exterminio, no da lugar a una ceremonia de reconciliación. Cuando miramos a esas experiencias límite no podemos hacerlo en busca de un bálsamo sino para encontrar un revulsivo contra el mal radical que sabemos ha anidado en el pasado y que puede volver a hacerlo en ciertos recovecos del desarrollo histórico.

Para concluir, es cierto, el perdón solo lo otorga la víctima, este es un acto de misericordia hacia ambos (victima-victimario), los actos humanos no se reducen (por desgracia) a esta violencia, sino que la trascienden y son de lo cotidiano, la mujer golpeada, el niño maltratado, el trabajador humillado, la pareja abandonada por ya no servir o ser atractiva, el perdón entonce adquiere un tamaño casi divino, por ello el perdón lo deben otorgar solo quienes sufren y lo deben de recibir aquellos que han recuperado su alma, que están arrepentidos.

Sé que este es un tema que se tamiza en la criba de los sentimientos, pero también sé que no es posible perdonar sino se habla y se acepta, no es sólo un acto moral, ético, ni religioso, tampoco es exclusivamente jurídico o político, es ante todo un acto y un sentimiento humano.

Alejandro.

domingo, 16 de octubre de 2011

El espiritu antiguo del sexo.



Somos un mundo curioso, con el internet, el erotismo y la pornografía han abierto las puertas y pasado a este lado del mundo, sin embargo, seguimos creyendo que en la antigüedad se reproducían por bipartición o esporulación, que el sexo, la sexualidad y el erotismo eran algo inexistente, la visión positivista de la historia no ha sido superada en este pequeño y humano sentido.

La formación judeo-cristiana permite que existan pederastas y lenones (y no tiene nada que ver con John Lennon), pero no admite que se exhiban públicamente los arquetipos sexuales de los pueblos y naciones antiguas, es como un cuento del Pato Donald, asexuado, frustrado y mediocre.

Sin embargo, la historia de la humanidad está íntimamente dada por el sexo, la sexualidad, por lo erótico, lo sensual, por la plástica y el deseo, decía Santa Teresa de Ávila que “Somos carne no Ángeles”, así que, los dejo con algunas muestras de los Egipcios que no solo construían pirámides.

Alejandro.













Θήρα, Thera y con Platón...



Hace muchos años, de hecho cuando era niño, era tan anormal que a los 8 años era un visitante permanente de la biblioteca del Museo Nacional de Antropología, queda (por que todavía ahí está) cerca de la casa, en lo que este país ha dado por denominar el “Bosque de Chapultepec”, en fin ha de haber sido allá por 1966 o 1967, y yo iba en bicicleta, me pasaba las tardes ahí y los sábados en la mañana, en la tarde asistía a los Scouts, de mi anormalidad y creo que yo era algo así como la mascota de la biblioteca, me permitió leer muchas cosas, entre estas, por vez primera leí “Los diálogos de Platón”, descubrí que yo quería ser arqueólogo (cosa que no logre, aunque si antropólogo) y hasta el día de hoy casi 50 años después sigo creyendo en la Atlántida y sueño que yo la descubro, acaso de ahí mi necesidad y necedad de leer a los griegos y a los romanos, de gozarlos cada vez que puedo.

Años después supe de que en una pequeña isla volcánica del Egeo, llamada Santorini, habían descubierto una ciudad bajo las cenizas de una gran erupción, sucedida 1600 años antes de nuestra era, surgió nuevamente Θήρα, Thera o Thira, minoicos, Akrotide,ciudad curiosa, los frescos conservados por la erupción como sucedió con Herculano y Pompeya, no hablan de guerras, ni de conquistas, tampoco de sacrificios, ni tesoros ni tributos, yo deseo pensar que esta es la civilización a la que se refería Platón.

Hay mucho que decir, ahora solo les dejo lo de Platón en sus Dialogos y algunos frescos y fotografías.
Alejandro.


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CRITIAS.-- Escucha, entonces, Sócrates, un relato muy extraño, pero absolutamente verdadero, tal como en una ocasión lo relataba Solón, el más sabio de los siete, que era pariente y muy amigo de mi bisabuelo Drópida, como él mismo afirma en muchos pasajes de su obra poética. Le contó a Critias, nuestro abuelo, que de viejo nos lo relataba a nosotros, que grandes y admirables hazañas antiguas de esta ciudad habían desaparecido a causa del tiempo transcurrido y la destrucción de sus habitantes, y, de todas, una, la más extraordinaria, convendría que ahora a través del recuerdo te la ofreciéramos como presente, para elevar al mismo tiempo loas a la diosa con justicia y verdad en el día de su fiesta nacional, como si le cantáramos un himno.

(…)

"En Egipto", comenzó Critias, "donde la corriente del Nilo se divide en dos en el extremo inferior del Delta, hay una región llamada Saítica, cuya ciudad más importante, Sais --de donde, por cierto, también era el rey Amasis--, tiene por patrona una diosa cuyo nombre en egipcio es Neith y en griego, según la versión de aquellos, Atenea. Afirman que aprecian mucho a Atenas y sostienen que en cierta forma están emparentados con los de esta ciudad.

Solón contaba que cuando llegó allí recibió de ellos muchos honores y que, al consultar sobre las antigüedades a los sacerdotes que más conocían el tema, descubrió que ni él mismo ni ningún otro griego sabía, por decir así, prácticamente nada acerca de esos asuntos. En una ocasión, para entablar conversación con ellos sobre esto, se puso a contar los hechos más antiguos de esta ciudad, la historia de Foroneo, del que se dice que es el primer hombre, y de Níobe y narró cómo Deucalión y Pirras sobrevivieron después del diluvio e hizo la genealogía de sus descendientes y quiso calcular el tiempo transcurrido desde entonces recordando cuántos años había vivido cada uno. En ese instante, un sacerdote muy anciano exclamó: '¡Ay!, Solón, Solón, ¡los griegos seréis siempre niños!, ¡no existe el griego viejo!' Al escuchar esto, Solón le preguntó: '¿Por qué lo dices? 'Todos', replicó aquél, 'tenéis almas de jóvenes, sin creencias antiguas transmitidas por una larga tradición y carecéis de conocimientos encanecidos por el tiempo. Esto se debe a que tuvieron y tendrán lugar muchas destrucciones de hombres, las más grandes por fuego y agua, pero también otras menores provocadas por otras innumerables causas. Tomemos un ejemplo, lo que se cuenta entre vosotros de que una vez Faetón, el hijo del Sol montó en el carro de su padre y, por no ser capaz de marchar por el sendero paterno, quemó lo que estaba sobre la tierra y murió alcanzado por un rayo. La historia, aunque relatada como una leyenda, se refiere, en realidad, a una desviación de los cuerpos que en el cielo giran alrededor de la tierra y a la destrucción, a grandes intervalos, de lo que cubre la superficie terrestre por un gran fuego. Entonces, el número de habitantes de las montañas y de lugares altos y secos que muere es mayor que el de los que viven cerca de los ríos y el mar.

El Nilo, salvador nuestro en otras ocasiones, también nos salva entonces de esa desgracia. Pero cuando los dioses purifican la tierra con aguas y la inundan, se salvan los habitantes de las montañas, pastores de bueyes y cabras, y los que viven en vuestras ciudades son arrastrados al mar por los ríos. En esta región, ni entonces ni nunca fluye el agua de arriba sobre los campos, sino que, por el contrario, es natural que suba, en su totalidad, desde el interior de la tierra. Por ello se dice que lo que aquí se conserva es lo más antiguo. En realidad, sin embargo, en todas las regiones en las que no se da un invierno riguroso y un calor extremo, la raza humana, en mayor o menor número, está siempre presente. Desde antiguo registramos y conservamos en nuestros templos todo aquello que llega a nuestros oídos acerca de lo que pasa entre vosotros, aquí o en cualquier otro lugar, si sucedió algo bello, importante o con otra peculiaridad. Contrariamente, siempre que vosotros, o los demás, os acabáis de proveer de escritura y de todo lo que necesita una ciudad, después del período habitual de años, os vuelve a caer, como una enfermedad, un torrente celestial que deja sólo a los iletrados e incultos, de modo que nacéis de nuevo, como niños, desde el principio, sin saber nada ni de nuestra ciudad ni de lo que ha sucedido entre vosotros durante las épocas antiguas. Por ejemplo, Solón, las genealogías de los vuestros que acabas de exponer poco se diferencian de los cuentos de niños, porque, primero, recordáis un diluvio sobre la tierra, mientras que antes de él habían sucedido muchos y, en segundo lugar, no sabéis ya que la raza mejor y más bella de entre los hombres nació en vuestra región, de la que tú y toda la ciudad vuestra descendéis ahora, al quedar una vez un poco de simiente. Lo habéis olvidado porque los que sobrevivieron ignoraron la escritura durante muchas generaciones. En efecto, antes de la gran destrucción por el agua, la que es ahora la ciudad de los atenienses era la mejor en la guerra y la más absolutamente obediente de las leyes. Cuentan que tuvieron lugar las hazañas más hermosas y que se dio la mejor organización política de todas cuantas hemos recibido noticia bajo el cielo.' Solón solía decir que al escucharlo se sorprendió y tuvo muchas ganas de conocer más, de modo que pidió que le contara con exactitud todo lo que los sacerdotes conservaban de los antiguos atenienses.

El sacerdote replicó: 'Sin ninguna reticencia, oh Solón, lo contaré por ti y por vuestra ciudad, pero sobre todo por la diosa a la que tocó en suerte vuestra patria y también la nuestra y las crió y educó, primero aquélla, mil años antes, después de recibir simiente de Gea y Hefesto, y, más tarde, ésta. Los escritos sagrados establecen la cantidad de ocho mil años para el orden imperante entre nosotros. Ahora, te haré un resumen de las leyes de los ciudadanos de hace nueve mil años y de la hazaña más heroica que realizaron. Más tarde, tomaremos con tranquilidad los escritos mismos y discurriremos en detalle y ordenadamente acerca de todo. En cuanto a las leyes, observa las nuestras, pues descubrirás ahora aquí muchos ejemplos de las que existían entonces entre vosotros. En primer lugar, el que la casta de los sacerdotes esté separada de las otras; después, lo de los artesanos, el que cada oficio trabaje individualmente sin mezclarse con el otro, ni tampoco los pastores, los cazadores ni los agricultores. En particular, supongo que habrás notado que aquí el estamento de los guerreros se encuentra separado de los restantes y que sólo tiene las ocupaciones guerreras que la ley le ordena. Además, la manera en que se arman con escudos y espadas, que fuimos los primeros en utilizar en Asia tal como la diosa los dio a conocer por primera vez en aquellas regiones entre vosotros.

También, ves, creo, cuánto se preocupó nuestra ley desde sus inicios por la sabiduría pues, tras descubrirlo todo acerca del universo, incluidas la adivinación y la medicina, lo trasladó de estos seres divinos al ámbito humano para salud de éste y adquirió el resto de los conocimientos que están relacionados con ellos. En aquel tiempo, pues, la diosa os impuso a vosotros en primer lugar todo este orden y disposición y fundó vuestra ciudad después de elegir la región en que nacisteis porque vio que la buena mezcla de estaciones que se daba en ella podría llegar a producir los hombres más prudentes. Como es amiga de la guerra y de la sabiduría, eligió primero el sitio que daría los hombres más adecuados a ella y lo pobló. Vivíais, pues, bajo estas leyes y, lo que es más importante aún, las respetabais y superabais en virtud a todos los hombres, como es lógico, ya que erais hijos y alumnos de dioses. Admiramos muchas y grandes hazañas de vuestra ciudad registradas aquí, pero una de entre todas se destaca por importancia y excelencia. En efecto, nuestros escritos refieren cómo vuestra ciudad detuvo en una ocasión la marcha insolente de un gran imperio, que avanzaba del exterior, desde el Océano Atlántico, sobre toda Europa y Asia. En aquella época, se podía atravesar aquel océano dado que había una isla delante de la desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles. Esta isla era mayor que Libia y Asia juntas y de ella los de entonces podían pasar a las otras islas y de las islas a toda la tierra firme que se encontraba frente a ellas y rodeaba el océano auténtico, puesto que lo que quedaba dentro de la desembocadura que mencionamos parecía una bahía con un ingreso estrecho. En realidad, era mar y la región que lo rodeaba totalmente podría ser llamada con absoluta corrección tierra firme. En dicha isla, Atlántida, había surgido una confederación de reyes grande y maravillosa que gobernaba sobre ella y muchas otras islas, así como partes de la tierra firme. En este continente, dominaban también los pueblos de Libia, hasta Egipto, y Europa hasta Tirrenia. Toda esta potencia unida intentó una vez esclavizar en un ataque a toda vuestra región, la nuestra y el interior de la desembocadura. Entonces, Solón, el poderío de vuestra ciudad se hizo famoso entre todos los hombres por su excelencia y fuerza, pues superó a todos en valentía y en artes guerreras, condujo en un momento de la lucha a los griegos, luego se vio obligada a combatir sola cuando los otros se separaron, corrió los peligros más extremos y dominó a los que nos atacaban. Alcanzó así una gran victoria e impidió que los que todavía no habían sido esclavizados lo fueran y al resto, cuantos habitábamos más acá de los confines heráclidas, nos liberó generosamente. Posteriormente, tras un violento terremoto y un diluvio extraordinario, en un día y una noche terribles, la clase guerrera vuestra se hundió toda a la vez bajo la tierra y la isla de Atlántida desapareció de la misma manera, hundiéndose en el mar. Por ello, aún ahora el océano es allí intransitable e inescrutable, porque lo impide la arcilla que produjo la isla asentada en ese lugar y que se encuentra a muy poca profundidad".

Entonces todavía no había barcos ni navegación. Él mismo, puesto que era un Dios, ordenó fácilmente la isla que se encontraba en el centro: hizo subir dos fuentes de aguas subterráneas a la superficie -una fluía caliente del manantial y la otra fría- e hizo surgir de la tierra alimentación variada y suficiente. Engendró y crió cinco generaciones de gemelos varones, y dividió toda la isla de Atlántida en diez partes, y entregó la casa materna y la parte que estaba alrededor, la mayor y mejor, al primogénito de los mayores y lo nombró rey de los otros. A los otros los hizo gobernantes y encargó a cada uno el gobierno de muchos hombres y una región de grandes dimensiones. A todos les dio nombres: el mayor y rey, aquel del cual la isla y todo el océano llamado Atlántico tienen un nombre derivado; porque el primero que reinaba entonces llevaba el nombre de Atlante. Al gemelo que nació después de él, al que tocó en suerte la parte externa de la isla, desde las columnas de Heracles hasta la zona denominada ahora en aquel lugar Gadirica, le dio en griego el nombre de Eumelo, pero en la lengua de la región, Gadiro. Su nombre fue probablemente el origen del de esa región. A uno de los que nacieron en segundo lugar lo llamó Anferes, al otro, Evemo. Al que nació primero de los terceros le puso el nombre de Mneseo y al segundo, Autóctono. Al primero del cuarto par le dio el nombre de Elasipo, y el de Méstor al posterior. Al mayor del quinto par de gemelos le puso el nombre de Azaes y al segundo, el de Diáprepes. Todos estos y sus descendientes vivieron allí durante muchas generaciones y gobernaron muchas otras islas en el océano y también dominaron las regiones interiores hacia aquí, como ya se dijo antes, hasta Egipto y Etruria.

La estirpe de Atlas llega a ser numerosa y distinguida. El rey más anciano transmitía siempre al mayor de sus descendientes la monarquía, y la conservaron a lo largo de muchas generaciones. Poseían tan gran cantidad de riquezas como no tuvo nunca antes una dinastía de reyes ni es fácil que llegue a tener en el futuro y estaban provistos de todo de lo que era necesario proveerse en la ciudad y en el resto del país. En efecto, aunque importaban mucho del exterior a causa de su imperio, la mayoría de las cosas necesarias para vivir las proporcionaba la isla. En primer lugar, todo lo que, extraído por la minería, era sólido o fusible, y lo que ahora sólo nombramos -entonces era más que un nombre la especie del oricalco que se extraía de la tierra en muchos lugares de la isla, el más valioso de todos los metales entre los de entonces, con la excepción del oro- y todo lo que proporciona el bosque para los trabajos de los carpinteros, ya que todo lo producían de manera abundante y alimentaba, además, suficientes animales domésticos y salvajes. En especial, la raza de los elefantes era muy numerosa en ella. También tenía comida el resto de los animales que se alimenta en los pantanos, lagunas y ríos y los que pacen en las montañas y en las llanuras, para todos había en abundancia y así también para este animal que es por naturaleza el mayor y el que más come. Además, producía y criaba bien todo lo fragante que hoy da la tierra en cualquier lugar, raíces, follaje, madera, y jugos, destilados, sea de flores o frutos. Pero también el fruto cultivado, el seco, que utilizamos para alimentarnos y cuanto usamos para comida -denominamos legumbres a todas sus clases- y todo lo que es de árboles y nos da bebidas, comidas y aceites, y el que usamos por solaz y placer y llega a ser difícil de almacenar, el fruto de los árboles frutales, y cuantos presentamos como postres agradables al enfermo para estímulo de su apetito, la isla divina que estaba entonces bajo el sol, producía todas estas cosas bellas y admirables y en una cantidad ilimitada. Como recibían todas estas cosas de la tierra, construyeron los templos, los palacios reales, los puertos, los astilleros, y todo el resto de la región, disponiéndolo de la manera siguiente.

En primer lugar, levantaron puentes en los anillos de mar que rodeaban la antigua metrópoli para abrir una vía hacia el exterior y hacia el palacio real. Instalaron directamente desde el principio el palacio real en el edificio del Dios y de sus progenitores y, como cada uno, al recibirlo del otro, mejoraba lo que ya estaba bien, superaba en lo posible a lo anterior, hasta que lo hicieron asombroso por la grandeza y belleza de las obras. A partir del mar, cavaron un canal de trescientos pies de ancho, cien de profundidad y una extensión de cincuenta estadios hasta el anillo exterior y allí hicieron el acceso del mar al canal como a un puerto, abriendo una desembocadura como para que pudieran entrar las naves más grandes. También abrieron, siguiendo la dirección de los puentes, los círculos de tierra que separaba los de mar, lo necesario para que los atravesara un trirremes, y cubrieron la parte superior de modo que el pasaje estuviera debajo, pues los bordes de los anillos de tierra tenían una altura que superaba suficientemente al mar. El anillo mayor, en el que habían vertido el mar por medio de un canal, tenía tres estadios de ancho. El siguiente de tierra era igual a aquel. De los segundos, el líquido tenía un ancho de dos estadios y el seco era, otra vez, igual al líquido anterior. De un estadio era el que corría alrededor de la isla que se encontraba en el centro. La isla, en la que estaba el palacio real, tenía un diámetro de cinco estadios. Rodearon ésta, las zonas circulares y el puente, que tenía una anchura de cien pies, con una muralla de piedras y colocaron sobre los puentes, en los pasajes del mar, torres y puertas a cada lado. Extrajeron la piedra de debajo de la isla central y de debajo de cada una de las zonas circulares exteriores e interiores; las piedras eran de color blanco, negro y rojo. Cuando los extranjeros, construyeron dársenas huecas dobles en el interior, techadas con la misma piedra. Unas casas eran simples, otras mezclaban las piedras y las combinaban de manera variada para su solaz, haciéndolas naturalmente placenteras. Recubrieron de hierra, al que usaban como si fuera pintura, todo el recorrido de la muralla que circundaba el anillo exterior fundieron casiterita sobre la muralla de la zona interior, y oricalco, que poseía unos resplandores de fuego, sobre la que se encontraba alrededor de la Acrópolis El palacio dentro de la Acrópolis estaba dispuesto de la siguiente manera.

En el centro, habían consagrado un templo inaccesible a Clito y Posidón, rodeado de una valla de oro: ese era el lugar en el que al principio concibieron y engendraron la estirpe de las diez familias reales. De las diez regiones enviaban cada año hacia allí frutos de la estación como ofrendas para cada uno de ellos. Había un templo de Posidón de un estadio de longitud y trescientos pies de ancho. Su altura parecía proporcional a estas medidas, puesto que tenía una forma algo bárbara. Recubrieron todo el exterior del templo de plata, excepto las cúpulas, que revistieron de oro. En el interior, el techo de marfil, entremezclado con oro, plata y oricalco, tenía una apariencia multicolor. Revistieron las paredes, columnas y pavimento de oricalco. Dentro del templo colocaron imágenes de oro: El dios de pie sobre un carro llevaba las riendas de seis caballos alados y tocaba, a causa de su altura, el techo con la cabeza; lo rodeaban cien nereidas sobre delfines -pues los de aquel entonces creían que eran tantas. En el interior había muchas otras estatuas que eran exvotos de particulares. Afuera, alrededor del templo, había estatuas de oro de todos, de las mujeres y de los hombres que habían pertenecido a la familia de los diez reyes, así como muchos otros exvotos grandes de los reyes y de particulares de la ciudad y de todas las regiones exteriores que dominaron. Había un altar que concordaba en su grandeza y su manufactura con esta construcción. El palacio, igualmente, se adecuaba a la grandeza del Imperio, así como al orden alrededor del templo. Para utilizar las fuentes de agua fría y caliente que por naturaleza tenían una abundante cantidad de agua en sabor y calidad excelente para el uso, construyeron alrededor edificios, hicieron plantaciones de árboles adecuadas a las aguas, levantaron cisternas al aire libre e invernales cubiertas para los baños calientes -aparte las reales, las públicas y las privadas, además de otras para mujeres y otras para caballos y el resto de los animales de tiro- y ordenaron convenientemente cada una de ellas. Dirigieron la corriente de agua hacia el bosque sagrado de Posidón -múltiples y variados árboles de belleza y altura sobrenatural por la calidad de la tierra- y hacia los círculos exteriores por medio de canales que seguían la dirección de los puentes. Habían construido en aquel lugar muchos templos para muchos dioses, muchos jardines y muchos gimnasios, unos de hombres, otros, separados, de caballos, en las dos islas de los anillos. Además, en el centro de la isla mayor había un hipódromo de un estadio de ancho colocado aparte, cuya extensión permitía que los caballos compitiesen libremente todo el perímetro. Alrededor de este había, aquí y allí, casas de guardia para la mayoría de guardianes. La guardia de los más fieles estaba dispuesta en el anillo más pequeño y más cercano a la acrópolis y a los que más se distinguían en su fidelidad les habían dado casas dentro de la acrópolis en torno a los reyes. Los astilleros estaban llenos de trirremes y de todos los artefactos correspondientes, todo adecuadamente preparado. Los alrededores de la casa de los reyes estaban arreglados de la siguiente manera: cuando se atravesaban los puertos desde afuera -que eran tres- una muralla se extendía en círculo, a partir del mar -a cincuenta estadios por todas partes el anillo mayor y de su puerto- y se cerraba en la desembocadura del canal en el mar. Muchas casas poblaban densamente toda esta zona; la entrada del mar y el puerto mayor estaban llenos de barcos y comerciantes llegados de todas partes que, por su multitud, ocasionaban vocerío, ruido y bullicio variado de día y de noche.

Ahora ya tenemos recordados la ciudad y los alrededores de la antigua edificación, tal y como se describieron entonces. Debemos intentar recordar el resto de la región, como era su naturaleza y su forma en que estaba ordenado. En primer lugar, se decía que todo el lugar era muy alto y escarpado desde el mar, pero que los alrededores de la ciudad eran llanos, suaves y planos, circundados a su vez de montañas que llegaban hasta el mar. Esta llanura era de forma oblonga y tenía por un lado tres mil estadios y dos mil en el centro desde el mar hacía arriba. Esta zona de la isla estaba de cara al viento sur, de espaldas a la constelación de la Osa y protegida por el viento del norte. Entonces se loaba que las montañas que la rodeaban superaban por su número, grandeza y belleza a todas las que hay ahora y que tenían en ellas muchas ricas aldeas de vecinos, ríos, lagos y prados que daban alimento suficiente a todos los animales, domésticos y salvajes, bosques variados en cantidad y especie que proveían abundantemente para todas y cada una de las obras. La naturaleza y muchos reyes, con su largo esfuerzo, habían conformado la llanura de la siguiente manera. En su mayor parte era un cuadrilátero rectangular, y lo que faltaba para formarlo lo había corregido por medio de una fosa cavada a su alrededor. Aunque la profundidad, ancho y longitud que les atribuyeron eran tan grandes, sin contar con las otras obras, que resultaba increíble para algo hecho por las manos del hombre, debemos decir los que escuchamos. Habían cavado una profundidad de cien pies; el ancho era en todos lados de un estadio y, como había sido cavada alrededor de toda la llanura, llegaba a la ciudad por ambos lados y allí dejaba fluir el agua al mar. Desde su parte superior habían abierto canales rectos de cien pies de ancho que corrían a lo ancho de la llanura hasta desembocar nuevamente en la fosa que daba al mar y distaban entre sí cien estadios de distancia uno de otro. Así bajaban a la ciudad la madera de las montañas y proveían con barcos el resto de los productos estacionales, ya que habían abierto comunicaciones transversales de unos canales a otros y hacia la ciudad. Cosechaban la tierra dos veces por año, en invierno con las aguas provenientes de Zeus, y en verano conducían desde los canales las corrientes que produce la tierra.

En cuanto número, estaba dispuesto que cada distrito de la llanura con hombres útiles para la guerra proveyera un jefe. La extensión del distrito era de diez veces diez estadios y los distritos era sesenta mil. Se decía que la cantidad de hombres de la montaña y del resto de la región era innumerable; todos estaban distribuidos en estos distritos y asignados a jefes según las zonas y las aldeas. Estaba reglamentado que cada jefe proveyera en caso de guerra la sexta parte de un carro de guerra hasta diez mil carros, dos caballos y jinetes, además de un par de caballos sin carro, un infante con escudo pequeño y el guerrero que lucha sobre el carro y conduce los dos caballos, dos hoplitas, arqueros y honderos, también dos cada uno, lanzadores de piedras y lanceros con armamento ligero, tres cada uno, y cuatro marineros para cubrir la tripulación de mil doscientas naves. Así estaba dispuesto lo concerniente a la guerra en la ciudad real, lo de las nueve restantes lo estaba de otra manera que llevaría mucho tiempo relatar.

Lo relativo a los puestos de gobierno y los honores estuvo ordenado desde el principio de la siguiente manera. Cada uno de los diez reyes imperaba sobre los hombres y sobre la mayoría de las leyes en su parte y en su ciudad, y castigaba y mataba a quien quería. El gobierno y la comunidad de los reyes se regían por las disposiciones de Posidón tal como se las transmitía la constitución y las leyes escritas por los primeros reyes en una columna de oricalco que se encontraba en el centro de la isla en el templo de Posidón, dónde se reunían, bien cada lustro, bien, de manera alternativa, cada seis años, ara honrar igualmente lo par y lo impar. En las reuniones, deliberaban sobre los asuntos comunes e investigaban si alguno había infringido algo y lo sometían a juicio. Cuando iban a dar veredicto se daban primero las siguientes garantías unos a otros. Rogaban a Posidón que tomara la ofrenda sacrificial que le agradara de entre los toros sueltos en su templo y ellos, que eran sólo diez lo cazaban sin hierro, con maderas y redes. Al que atrapaban lo conducían hacia la columna y lo degollaban encima de ella haciendo votos por las leyes escritas. En la columna, junto a las leyes, había un juramento que proclamaba grandes maldiciones para os que las desobedecieran. Tras hacer el sacrificio según sus leyes y ofrecer todos los miembros del toro, llenaban una cratera y vertían en ella un coagulo de sangre por cada uno. El resto lo arrojaban al fuego una vez que habían limpiado la columna. Luego, mientras extraían sangre de la cratera con fuentes doradas y hacían una libación sobre el fuego, juraban juzgar según las leyes de la columna y castigar si alguien hubiera infringido algo antes, y, además, no infringir intencionalmente en el futuro ninguna de las leyes escritas, ni gobernar ni obedecer a ningún gobernante, excepto aquel que ordenara según las leyes del padre. Una vez que cada uno de ellos hubo prometido esto de sí y de su estirpe, bebido y dedicado la fuente como exvoto en el templo del dios y se hubo ocupado de la comida y de las otras necesidades, cuando llegaba la oscuridad y se había enfriado el fuego sacrificial se vestían con un bellísimo vestido púrpura y se sentaban en el suelo junto a las ascuas del juramento sacrificial.

Durante la noche, tras apagar el fuego que se encontraba alrededor del templo, eran juzgados y juzgaban si alguien acusaba a alguno de ellos de haber infringido alguna ley. Cuando terminaban de juzgar, ala hacerse de día, escribían los juicios en una tablilla de oro y la ofrendaban como recuerdo junto con las vestimentas. Había muchas otras leyes especiales acerca de los honores de cada uno de los reyes; lo más importante: no atacarse nunca unos a otros y ayudarse todos en caso de que alguien intentara destruir la estirpe real en alguna de sus ciudades, y tomar en común, como antes, las determinaciones concernientes a la guerra y a otras actividades, bajo la conducción de la estirpe de Atlante. Ningún rey podía matar a ninguno de su parientes, si no contaba con la aprobación de más de la mitad de los diez.

Según el relato, tan gran potencia y de tales características existentes entonces en aquellas zonas ordenó y envió el Dios contra nuestras tierras por la siguiente razón. Durante muchas generaciones, mientras la naturaleza del Dios era suficientemente fuerte, obedecían las leyes y estaban bien dispuestas hacia lo divino emparentado con ellos. Poseían pensamientos verdaderos y grandes en todo sentido, ya que aplicaban la suavidad junto con la prudencia a los avatares que siempre ocurren y unos a otros, por lo que excepto la virtud, despreciaban todo lo demás, tenían en poco las circunstancias presentes y soportaban con facilidad, como una molestia, el peso del oro y de las otras posiciones. No se equivocaban, embriagados por la vida licenciosa, ni perdían el dominio de sí a causa de la riqueza, sino que, sobrios, reconocían con claridad que todas estas cosas crecen de la amistad unida a la virtud común, pero que con la persecución y la honra de los bienes exteriores, estos decaen y se destruye la virtud con ellos. Sobre la base de tal razonamiento y mientras permanecía la naturaleza divina, prosperaron todos sus bienes, que describimos antes. Más cuando se agotó en ellos la parte divina porque se había mezclado muchas veces con muchos mortales y predominó el carácter humano, ya no pudieron soportar las circunstancias que los rodeaban y se pervirtieron, y al que los podía observar les parecían desvergonzados, ya que habían destruido lo más bello de entre lo más valioso, y los que no pudieron observare la vida verdadera respecto de la felicidad, creían entonces que eran los más perfectos y felices, porque estaban llenos de injusta soberbia y de poder. El Dios de Dioses Zeus, que reina por medio de leyes puesto que puede ver tales cosas, se dio cuenta de que una estirpe buena estaba dispuesta de manera indigna y decidió aplicarles un castigo para que se hicieran más ordenados y alcanzaran la prudencia. Reunió a todos los dioses en su mansión más importante, la que, instalada en el centro del universo, tiene vista a todo lo que participa de la generación y, tras reunirlos, dijo...