sábado, 3 de julio de 2010

Carta a mi mismo 3



La luna tiene cierto encanto y magia que nos hace transformarnos, somos seres de la noche, amantes furibundos, generosos y llenos de gozo, la luna es siempre el último lugar, por eso recurrimos a ella, porque es guía en las noches, luz que ilumina con plata los valles y los bosques, que refleja en el agua de los océanos y los ríos, Selene, diosa de la noche, de lo oculto, de lo intimo, de las sensaciones, de lo sensual de lo erótico, de los cuerpos y de los sueños que juegan cada noche, que se buscan y vuelan, por eso las estrellas son sus amigas y el viento sopla para llevarlos de un lugar a otro.

La justicia sin bondad es árida y cruel, la misericordia es espíritu divino, por eso en las noches la luna nos llena con increíble bondad y dulzura.

Estoy cansado, como siempre, desde hace años, la vida es como el océano en calma, solo se mueve y se desliza en un vaivén interminable, lánguido, creo que por eso los marinos buscaban nuevas tierras o cruzar océanos, porque entonces todo es incógnita, solo es la posibilidad infinita de todas las combinaciones que la vida pueda darnos.
Imagino que a mí me toca solo sobrellevarla, aceptar la cotidianeidad, el hastío, el viejo dios Ennui…

Como dice “Hoy la vi y tenía un rostro ajeno al que yo amaba…”, descorcho una botella de vinos, a pesar de todo, sigue siendo la verdadera ambrosia, ah!! Gramianides recuerdas?, realmente recuerdas?

Sirvo el vino en una copa, me gusta beberlo en copa, no en vaso o porro, es porque puedo mirar su color y olerlo con atención, así al beberlo uso tres sentidos, el oído proviene de cuando escucho como se escancia y miro como se desliza por el cristal, siempre me ha gustado esa imagen de ver como se diluye hasta caer y confundirse, unirse con lo demás y ser parte del todo, es, creo yo, porque cada cosa, cada gota aporta algo al vino, es sinónimo de los dioses, se liba y vierte al piso antes de empezar para honrar a los dioses y a los ancestros, se brinda para compartir el gozo, la alegría, el dolor, la tristeza, se bebe para dar alas a la palabra, al cuerpo, al deseo, por eso se danza y se ama, sin embargo el vino rompe el alma de los impuros, de los que medran, de los traidores y los cobardes y brotan sus miedos, su violencia, sus angustias, sus deseos corruptos, su ama llena de orín.

Escucho mientras bebo y fumo a The Moody Blues con “Nights in whithe satin”, hace tanto tiempo, entonces la luna estaba ahí, más no era Diana sino Selene, ahora estoy convencido que camine y en algún lugar de esos vericuetos, en un camino que se bifurca, encontré a Hécate la ctónica, aquella que en la edad media desviaba a los viandantes para que se perdieran y sin embargo el camino ha sido andado, las aguas surcadas, he comido y bebido, hoy he llegado al lugar donde todo es…

La memoria, los recuerdos se agolpan y brotan desordenadamente, he descubierto que por cada sentido tenemos una memoria, así la música es la memoria auditiva, momentos, caras, situaciones, evocaciones, nostalgias, caminos andados, cuerpos y caras, sueños, esperanzas, amores y desamores, construcción de sueños que al pasar los años son los mitos que trasmitimos de nuestra existencia.

Emerson, Lake and Palmer, “Lucky man”, Neil Young “My my, Hey, Hey”, esa noche, la recuerdo, mis dos amigos y yo habíamos estado tomando vino, comiendo manzanas, quesos, higos, nueces y miel, escuchando música, fumando, charlando, teníamos ya cerca de 15 años de conocernos, ahora serian casi 40 años, recordando amigos, amores y desamores, esa noche fuimos en mi coche a ver el amanecer a más de 1000 kilómetros de distancia, a buscar mi sueño, claro, no llegamos, el automóvil se descompuso, pero lo que en ese momento era cierto es que todos estábamos dispuestos a buscar el sueño de cada uno de nosotros…

La vida está atada a la luna, por eso existen las hilanderas de la luna, aquellas que tejen la vida de los mortales, que van forjando tramas y urdimbres, que anudan y desatan, que rompen los hilos de la vida cuando el tejido de cada uno se ha concluido.

Me gustan los higos, es la fruta más erótica y sensual que conozco, deben comerse con suavidad, con pequeños mordiscos dejando que los labios la toquen suavemente, mientras que la lengua la recorre con suavidad, sintiendo su textura, los mordiscos son pequeños, dulces, suaves, después de cada uno de ellos un breve trago de vino, con lentitud, dejando que el paladar saboree el vino, mientras con la mano retiramos el higo y lo olfateamos despacio, dejando que su aroma nos penetre y se confunda con el del vino, al concluir, cerramos los ojos, damos un trago al vino y despacio lo bebemos mientras evocamos el sueño del deseo y la pasión de los amantes, sin prisas, gon ternura, con pasión, con gozo.

Ahora me doy cuenta que he vivido, que he navegado y caminado por océanos y lugares ignotos, que he aprendido, quizá por eso este letargo, quizá por eso este dejarse ir, porque después de todo, a pesar de no tener nada estoy satisfecho, he vivido.


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