viernes, 27 de diciembre de 2013

Deseos de años nuevo.



Cada año, al terminar, en la Noche Vieja dicen en España y algunos lugares de América Latina y de Europa y curiosamente en México y en otras partes es el Año Nuevo.

Así, que como Marx decía “Por nuestra parte debemos iluminar el viejo mundo y crear positivamente el mundo nuevo…” son dos formas de mirar lo mismo, desde lo que hemos sido y somos y por lo que somos y deseamos ser, la verdad y la esperanza, así sentimos la conclusión y el inicio de años, algunas veces, cerramos ciclos, otras más solo caminamos.
Me gustaría recorrer el “Camino a Santiago”, hacer el recorrido como se ha hecho desde hace 1200 años, un recorrido por la Vía Láctea, ese andar mágico, lugar de recuerdos, presagios, presentes y sueños, lugar de Prisciliano y no de Santiago, quien sabemos que murió martirizado (sic) en Jerusalén, en fin, aquí eso es irrelevante, lo importante es que existe la yuxtaposición de Santiago el Apóstol milagros y protector de España. Matamoros llegaron a llamarle) y del obispo hereje, Prisciliano, Arriano de fe.

Más lo realmente importante es el camino, ese recorrido que Luis Buñuel relata magníficamente en si film: La Vía Láctea (1969) la magia del camino a Santiago.

Por eso no se me ocurre ninguna otra imagen mejor que ese camino (que desearía firmemente hacer y al concluir y llegar a Finis Terrae –por los romanos-) iniciar el camino al horizonte, en el desierto, en esas noches donde las estrellas duermen contigo y la luna te acaricia.

Así, regresando al tema de los deseos, estos están llenos de fe, esperanza, deseo, sueños y a veces de lujuria y avaricia, están llenos del alma del hombre.
En ese mundo viejo los deseos parten del recuerdo, de lo que se es, en el nuevo mundo, los deseos parten de lo que somos, del olvido, de la memoria guardada y oxidada, mirando un amanecer que será siempre mejor.

Este construir los deseos es volver a construirlos como lo hicieron hace más de 1000 años con Prisciliano y Santiago, desear es volver a hacer cada año el Camino a Santiago, esperando andar, tener amigos y amores, sueños y aventuras para que cuando llegamos a Santiago los deseos sean siempre el horizonte y nuestros pies, nuestra fe y nuestra esperanza el camino.

Por ello creo que nuestros deseos deben de estar llenos de nuestros recuerdos, de lo que fuimos y de lo que somos, de nuestros pecados y redenciones, de nuestros actos gentiles y los ominosos, creo que los deseos deben de estar llenos de aquello que nos hace felices y generosos, de aquello que nos permite amar y ser amados, de amigos y alegrías, de tristezas, dolores y soledades, creo que nuestros deseos deben ser ligeros para que no nos pesen mientras caminamos, creo que deben de contener algunas nubes, un poco de cielo y estrellas, algo de tierra y plantas, arcoíris y cascada, viento de cada lugar del universo.
Por último, debemos de saber que nuestros deseos son el camino que dejamos para que nuestros hijos, aquellos que están cerca de nuestro corazón lo caminen, es nuestra heredad, solo eso dejamos, sueños, solo sueños.

Que este año que termina hayamos aprendido lo suficiente y tengamos el valor de romper las convenciones para abrir las puertas y pasar por ellas, que el año entrante, nuestro camino sea digno, justo y sobre todo ligero, alegre, que haya compañía, que haya esperanza de alimento y sueños de abrigo, un buen vino, una sabrosa charla, una gran compañía y un buen café con un delicioso brandy.

Alejandro.

Un fuerte y solidario abrazo, diciembre 27, 2013
Deseo
Federico García Lorca

Sólo tu corazón caliente,
Y nada más.

Mi paraíso, un campo
Sin ruiseñor
Ni liras,
Con un río discreto
Y una fuentecilla.

Sin la espuela del viento
Sobre la fronda,
Ni la estrella que quiere
Ser hoja.

Una enorme luz
Que fuera
Luciérnaga
De otra,
En un campo de
Miradas rotas.

Un reposo claro
Y allí nuestros besos,
Lunares sonoros
Del eco,
Se abrirían muy lejos.

Y tu corazón caliente,
Nada más.

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