jueves, 3 de enero de 2013

Carta a los Reyes Magos




Queridos Reyes Magos, como le prometí a Santa Clos, les estoy escribiendo, esperando que ustedes si me hagan caso, yo creo que Santa Clos, sencillamente se hizo de ladito para no traer nada, como el mundo se iba a terminar el 21 de diciembre, esto es, tres días antes, pues se dio al libre albedrio y ha de haber tenido una resaca como aliento de reno después de dar la vuelta al mundo.

Les pregunto y espero que me contesten ¿Por qué a veces tenemos que decidir?, sobre todo cuando no sabemos cómo hacerlo, ¿acaso debamos arrancarnos la mitad del corazón?, porque hemos de decidir si cuando Moisés opto y dudo fue castigado, acaso las decisiones más difíciles ¿son siempre dolorosas y llevan una penitencia?, pompas de jabón…

Por qué no se puede sencillamente vivir y andar hacia el futuro, donde quiera que este se encuentre, ¿Por qué no podemos optar sin sentir dolor o arrepentimiento, sin miedo al castigo?

Yo me pregunto, ¿acaso el divino alfarero nos otorgo el libre albedrio no como un don sino como una expiación a pecados cometidos?

Queridos Reyes Magos, es acaso porque decidir se ha vuelto algo tan complejo que hemos olvidado cómo hacerlo o bien tan doloroso que preferimos dejar que todo siga.

Ustedes que llevaron presentes al pesebre, ustedes que otorgaron dones al recién nacido, yo les pregunto ¿acaso lo hicieron con la intención de hacer punible la vida, la dicha, el gozo, el placer, el deseo?

Más señores Reyes, ustedes que son de la más alta nobleza, poderosos señores; magos por sus conocimientos, sabiduría y experiencia, ustedes señores míos ¿podrían darnos la oportunidad de decidir, de optar sin que sea partir el corazón?. Porque sería bonito que podamos vivir la vida sin miedo, con alegría, cantando y bailando. Sería bonito que el futuro no sea esa nebulosa que esta allá en el horizonte, esa línea imaginaria que entre más nos acercamos a ella más se aleja de nosotros (eso es más un castigo digno de Sísifo en el Tártaro).

Queridos Reyes Magos, sé que es difícil, pero podrían dejar algo de alegría, esperanza y paz en cada persona, no importa su edad, total somos poco más de siete mil millones, pero ustedes son tres y son magos.

¿Qué tal si al abrir la puerta y cruzar el umbral cada mañana no vemos un mundo gris, sucio, vacio, lleno de odio, de violencia, de pobreza, de hambre, de intolerancia?, eso también sería lindo ¿no lo creen?

O también que el futuro tenga la certeza de ser algo numinoso, donde sea el espíritu humano, ese que a través de la solidaridad nos ayudo a bajar de los árboles, a caminar y poder soñar, eso sería realmente lindo ¿no les parece?


En fin, mis queridos Reyes Magos, si no pueden traerme nada de esto, entonces me pregunto ¿ustedes dan los mismos dones que llenan el alma de miedo y el corazón se rompe?, porque si es así, señores magos, ya han dado demasiado a esta humanidad que sufre…, creo que es hora de dejar paso a la humanidad que sueña.

Bueno, como siempre, espero su regalo, aquí, sentado, mientras aguardo a poder volar y ya no tenga que…
Llorar a chorros.
Llorar la digestión.
Llorar el sueño.
Llorar ante las puertas y los puertos.
Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas,
las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma,
la camiseta.
Inundar las veredas y los paseos,
y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología,
llorando.
Festejar los cumpleaños familiares,
llorando.
Atravesar el África,
llorando.
Llorar como un cacuy,
como un cocodrilo...
si es verdad
que los cacuyes y los cocodrilos
no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo,
pero llorarlo bien.
Llorarlo con la nariz,
con las rodillas.
Llorarlo por el ombligo,
por la boca.
Llorar de amor,
de hastío,
de alegría.
Llorar de frac,
de flato, de flacura.
Llorar improvisando,
de memoria.
¡Llorar todo el insomnio y todo el día!
Oliverio Girondo.

Alejandro, enero 6, 2013

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