jueves, 18 de julio de 2013

Mi adicción por las palabras




Y el que Había estado muerto Salió, atados los pies y las manos con vendas y su cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: --Desatadle y dejadle ir.”
Juan: 11, 44-45

Hoy he regresado, tengo una fuerte adicción a la escritura, intente dejar de hacerlo, pero no hay cura posible, acaso la muerte o una lobotomía, en fin, un buen día, por la tarde, cuando el viento sopla suave y te acaricia eche a andar, caminos nuevos unos, otros ya andados tantas veces, así recorrí varios libros. Ese andar me llevo a las imágenes, vi muchas películas, recorrí celuloides por camino, en blanco y negro, estmancolor, imágenes de otros ahora viven en mí, también recorrí mis imágenes impresas, esas viejas fotografías en blanco y negro, en colores ya desteñidos, vi esas caras, muchas de las cuales no vistas desde hace tantos años, otras que ya no existen y algunas más que su ausencia es un gran vacío y soledad en mi camino, hoy me doy cuenta que realmente no tengo tantas fotografías y las de Karina y Federico no quedaron conmigo en fin, eso de digitalizar es un trabajo difícil, no sólo el aspecto técnico, sino también por lo que implica, la memoria, ese recuerdo que brota y se hace presente hoy a la distancia del tiempo, acompañado de tantas emociones y te hace mirar y caminar hacia adelante, por eso la memoria existe para recordarnos que el pasado no es el olvido, sino el porvenir, epifanías de un nuevo mundo.

Más en este andar sin darme cuenta lo que realmente fue mi báculo y sextante fue la letra, escribí, escribí mucho, lo hice para mí y para algunas personas que acaso nunca vean lo que les he escrito, pero el escribir era algo necesario.

Al inicio la angustia, esa hoja de papel, blanca, un océano infinito, inmaculado aguardando a ser surcado por la tinta, de mi pluma fuente, ahí está, aguardando y yo sólo la miro, las ideas llenan una tras otra, pero no alcanzan mi mano, hasta que de pronto, como si fuese un verdadero milagro, mi mano sujeta la estilográfica y la desliza sobe el papel, la tinta broto, al principio lentamente, pero conforme avanza va llenando ese blanco océano y dibuja con letras y palabras, mares, continentes, ciudades, aldeas, rostros, ríos, montañas y valles, estepas, desiertos, glaciares, estrellas y lunas, días y noches, amaneceres llenos del aroma de placer, caminos y andares, naos, sextantes y astrolabios.

Y avanzas, una, do tres hojas y sigues sin poder detenerte, tejes palabras, haces dibujos tomados de la mano de Dios y del Diablo.

Así mientras escribes caminas, andas en varias direcciones y tejes, con hilos maravillosos vas dibujando con palabras, la trama es clara, el urdimbre construye y anuda, eso es el escribir, sentir el gozo de decir y de que la alegría, el llanto o el temor estén presentes, es invitar a los ángeles y a los demonios a un festín, bacanal de letras, de tinta, de papel.

Así, con el alma tranquila he decidido volver a escribir en el Blog, deseando compartir un poco y agradeciendo su solidaridad y generosidad.

Mi escritorio, un día de julio del año 2013, en la Ciudad de México.


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