lunes, 18 de agosto de 2014

Poemas de África


África sigue siendo para muchos de nosotros un lugar extraño, tan raro como lo sería alguna lejana y perdida estrella, sin embargo la música que se toca, se canta y se baila llega siempre a nuestros oídos.


Esa África sangrada por todas sus venas donde ríos inmensos de personas fluyeron para crear la prosperidad de otros y la miseria de su tierra, hoy quiero recordar esa África que sufre, esa África que está aquí, entre nosotros, esa África que canta y exige su derecho a la felicidad, con todo mi cariño y respeto para todas las mujeres, los hombres, jóvenes o viejos, niños y aquellos otros que están por venir, porque este mundo también es suyo.

Dichos del exilio

Ahmad Al-Shahawi, Egipto

La tierra es una cárcel,
y los cielos guardan las estrellas fugaces.
Huye,
entra en el trono del
amor,
pues la muerte es una criatura,
y tu lugar es el desierto.
Tu secreto se ha difundido,
y la duración de tu tiempo surge de una rosa.
Visitarás un istmo
y serás aniquilado,
mas tu alma permanecerá indescifrable.
 

Mulato

Fernando Costa Andrade, Angola.

Pertenezco a la generación que ha de vencer
e intenta abrir nuevos caminos
sobre el mundo.
No paro ni me canso
ni me asusto
ni tan siquiera grito
las voces que el silencio enronqueció.
Nací igual que un mensaje
con raíces en todos los continentes…
Me hicieron capaz de amar
y de crear
me cargaron los hombros
de certezas
y me dieron el coraje de superar
impedimentos
Pero soy apenas Hombre
igual a ti hermano de todas las europas
y a ti hermano que transparentas
las áfricas futuras.
 

Patria


Manuel Rui Alves Monteiro. Angola.

En qué floresta mar o
hasta casa punto de encuentro
caminos o palabras
en qué cabellos crespos ondulados
lisos dónde (¿por qué esta pregunta?)
se muere ciudadano
en qué trayecto se cumple
la trayectoria
en qué lengua se libera
la libertad y
en qué derrota
se siente una victoria…
ah, la Patria, esa invención.
 

Tu cuerpo moreno.

Francisco José Tenreiro, Sao Tome.

Si yo dijera que su cuerpo moreno
tiene el ritmo de la cobra negra al deslizarse
mentiría.
Mentiría si comparara tu rostro fruto
al de las estatuas adormecidas de las viejas civilizaciones de África
con ojos rasgados en sueños de plenilunio
y boca en secretos de amor.
Como mi isla es tu cuerpo mulato
fuerte tronco que da
amorosamente ramas, hojas, flores y frutos
y hay frutos en la geografía de su cuerpo.
Tu rostro de fruto
ojos oblicuos de safu,
boca fresca de frambuesa silvestre
eres tú.
Eres tú mi isla y mi África
fuerte y desdeñosa de los que te hablan en derredor.


Luz


Joao Maimona, Angola.

No le lances a mi pecho
palabras sórdidas palabras viejas
a mi pecho no le lancen
palabras viejas palabras sórdidas
inventaré las mías
en el piso de la ciudad
en el suelo del campo
en la oscuridad de la soledad.
A mi camino no le lancen
palabras viejas palabras sórdidas
iré en busca de la palabra
donde los hombres desconocen el grito
iré en busca de la palabra
donde los hombres cultivan en el pecho
las palabras que han de se dichas:
dichas a la ventana de la ciudad
iré en busca de la palabra
y diré lo que se dice entre las paredes
para que de la palabra nazca la luz.
No me lancen palabras sórdidas
palabras viejas
inventaré las mías
y seré un pedazo de palabra.



Aquí estás

J. Jacques Rabearivelo

Aquí estás,
en pie y desnudo.
Limo eres, lo recuerdas;
pero en verdad eres el hijo de esta sombra parturienta
que se apacienta de lactógeno lunar,
luego la forma de un fuste tomas lentamente
Por esta pared baja que atraviesan los seños de las flores
Y el perfume del estío en su reposo.

Sentir, creer que raíces te brotan en los pies,
corren y se retuercen como ávidas serpientes
hacia alguna fuente subterránea
o se enlazan en la arena
y ya te unen con ella, a ti, oh viviente,
árbol desconocido, árbol no identificado,
que elabora frutos que tu mismo has de coger.

Tu cima,
en los cabellos que sacude el viento,
encubre un nido de pájaros sin materia;
y cuando a acostarte vengas a mi cama
y yo te reconozca, hermano mío errante,
tu contacto, tu aliento y el olor de tu piel
suscitarán ruidos de alas misteriosas
hasta las fronteras del sueño.

Mujer negra

Lópold Sedar Senghor

¡Mujer desnuda, mujer negra!
vestida con tu color que es vida, con tu forma
que es belleza.
A tu sombra he crecido; la dulzura de tus manos
vendaba mis ojos.
Y ahora, en pleno estío, en pleno mediodía, te
descubro, Tierra prometida, desde la cima 
de un alto puerto calcinado
y tu belleza me fulmina en pleno corazón, cual
relámpago de un águila.

¡Desnuda mujer, mujer obscura!
madura fruta de carne tersa, sombríos éxtasis 
de vino negro, boca que haces lírica mi boca.
Sabana de puros horizontes, sabana que a las
caricias fervientes del viento del Este te estremeces
tantán esculpido, tantán tensado que en los 
dedos del vencedor bramas
canto espiritual de la Amada tu voz grave 
de contralto.

¡Desnuda mujer, mujer oscura!
Aceite que ninguna brisa riza, aceite suave en
los costados del atleta, en los costados de los
príncipes de Malí

Gacela de celestes ataduras, las perlas son 
estrellas por la noche de tu piel.
Delicias de los juegos del espíritu los brillos de
oro púrpura por tu piel en tornasol.
A la sombra de tu cabellera mi angustia se ilumina
con los cercanos soles de tus ojos.

¡Mujer desnuda, mujer negra!
tu belleza canto pasajera, forma que en lo
Eterno fijo
antes que el Destino celoso te reduzca a cenizas
para nutrir las raíces de la vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario