viernes, 16 de enero de 2009

Plegaria encontrada en una iglesia escocesa del siglo XVI


Para Karina y Federico, para mi madre, para Violeta y para quienes han compartido parte del camino conmigo.


He cumplido 53 años de vida, nací día 5-Cocodrilo del Tonalpohualli, (quinta casa del signo Ce-Ollin – dos movimiento-) y del calendario civil: 15-Tititl del año 8-Caña perteneciente al signo Pedernal (Mal tiempo) del calendario Mexica, que corresponde al 11 de enero de 1956 bajo el signo de Capricornio (la Cabra-Pez), de acuerdo al horóscopo chino soy un Mono dado mi año de nacimiento, de todos los animales, el mono es el que más se parece al hombre.

He vivido lo suficiente, he visto maravillas y portentos, he andado por tantos caminos y he llegado hasta aquí, acaso sea hora de mirar hacia lo andado, de detenerse y empezar a compartir, a construir, hoy con mis hijos, con mi madre, con mi yerno, con los amores idos, con los amigos, los que estan, los que se han ido, los que vendran, los que llenan el corazón, aquellos que han sido cayado y abrevadero, es tiempo de caminar nuevamente en el camino que no ha sido hollado por mis pies.

He aprendido que la vida es como una pajilla de incienso, que encendida llena con la suavidad de su aroma el cosmos y al final solo se convierte en ceniza, él aprovecha su tiempo y lo disfruta, he aprendido que el corazón está donde los pies andan, aunque siempre queda un poco de nosotros en cada lugar, en cada cara y cuerpos conocidos, he aprendido a mis 53 años que la vida está llena de gozos y alegrías, de recovecos de tristeza, de vericuetos de dolor, que la vida no es gratuita, que debemos ganarnos cada alegría, que la felicidad está en la solidaridad, que la vida es lo necesario y lo suficiente, que debemos tejer con cuidado, con suavidad, con dulzura y fuerte, que el viento es mensajero, que cada cosa, que cada ser posee un espíritu, que cada noche es una esperanza y cada amanecer una ilusión, que el dolor es nuestro y que debemos aprender a vivir y aprender de el, que una mano es una esperanza, que la soledad existe y es camino, que solo nos arropamos con lo que aprendemos, que la memoria y los recuerdos son lo andado, que estamos hechos del mismo material que las estrellas, es por eso debemos de andar ligero, sin cargar con emociones, sentimientos, cosas y deseos que no necesitamos para andar, solo lo útil, lo necesario.

Que al andar debemos de saber que el tiempo no es un absoluto, que la muerte es una buena amiga y confidente, que la pobreza es la mayor forma de violencia, que la discriminación nos disminuye, que la guerra y la ira pesan demasiado, por eso debemos saber mirar, elegir, para poder caminar en tranquilidad, sin mayor deseo que construir la utopía.

He encontrado en Ser Rizomatico algo que me parece que a mi edad y con lo andado debo guardar en mi morral, junto con la esperanza, los sueños, un poco de amor y de paz.
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En uno de mis viajes al Reino Unido, en una antigua iglesia escocesa, pude leer esta oración que hoy transcribo aquí.

Yo soy agnóstica, de manera que no creo en una instancia superior a la que invocar y que pueda concederme mis deseos, por lo tanto, el alcanzar las cosas, ya sean estas materiales o intangibles, ya sean cosas ajenas a mí, o actitudes que desarrollar en mí misma, depende, fundamentalmente de mí, de mi responsabilidad, de mi esfuerzo, de mi elección y de mi compromiso, y algunas veces, las menos, de los demás y de algunos imponderables.

Ahora que me voy haciendo "mayor" creo que pulir mi carácter en la dirección de este texto, sería una buena cosa. Por ello la dejo aquí, por si a alguien, también de mi edad, mayor o menor, le puede venir bien:

ORACIÓN DEL SIGLO XVII

"Señor, sabes que desde mi nacimiento voy envejeciendo y un día llegaré a la vejez.

Guárdame del hábito fatal de querer opinar sobre todo y en toda ocasión.

Líbrame del ardiente deseo de querer arreglar asuntos ajenos y ayúdame a servir sin imponerme.

Hazme reflexionar serenamente y sin hundirme en el mal humor. Parece una lástima no aprovechar todo el caudal de mi sabiduría, pero Señor, quisiera que me quedaran algunos amigos hasta el final.

Impídeme el ensartar un rosario de detalles sin fin y dame alas para ir al grano directamente.

Sella mis labios a mis penas y dolores, aumentan con mi edad y cada año me gusta más recrearme en desgranarlos.

Señor, no me atrevo a pedirte la gracia de poder escuchar las letanías de mis semejantes con placer, pero ayúdame a escucharlas con paciencia.

Tampoco te pido, Señor, mejor memoria, pero dame más humildad y menos certeza inquebrantable cuando mi memoria esté en desacuerdo con la de los demás.

Enséñame la gloriosa lección que, de vez en cuando, puedo no tener razón.

Concédeme el ser dulce sin exageración; no deseo la santidad -con algunos santos es tan dura la convivencia- pero una persona agria es una de las obras maestras del diablo.

Dame, Señor, la capacidad de ver talentos insospechados y bondad en personas donde menos lo esperaba; y dame, oh Señor, la gracia de sabérselo decir.

Amén"

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