Las ausencias se habitan, son periferias de ciudades vacías, sordas y mudas, ajenas y en silencio.
Realmente
no recuerdo cuando te fuiste, solo al voltear ya no estabas ahí, son imágenes que
te hacen entrar en trance, pedazos que se despegan de las paredes de mi subconsciente
lleno de angustia, que se debate entre la felicidad sin límites y los tormentos
en carne viva.
Para
hablar de las ausencias es indispensable que haya existido la presencia, no hay
ausencia si nunca has estado, por eso las ausencias son duras, por que implican
recuerdos y también demasiados “quizás”, “tal vez”, “y si hubiera…”, son hechos
contundentes de presentes que como el fantasma de Patroclo se van diluyendo,
como los sueños que al despertar solo queda el aroma del recuerdo.
Así el
fantasma de Patroclo entra como un ataphoi,
(sin tumba) cargado de reproche le dice a Aquiles; "¿Duermes, Aquiles, y me tienes olvidado? Te cuidabas de mí
mientras vivía, y ahora que he muerto me abandonas".
Mientras que
Aquiles le tiende los brazos “pero no
consiguió asirlo: disipóse el alma cual si fuese humo y penetró en la tierra
dando chillidos. Aquiles se levantó atónito, dio una palmada y exclamó con voz
lúgubre ¡Oh dioses! (…). Toda la noche ha estado cerca de mí el alma del mísero
Patroclo, derramando lágrimas y despidiendo suspiros, para encargarme lo que
debo hacer; y era muy semejante a él cuando vivía”
Es
hasta este momento en que Aquiles se da cuenta de la ausencia de Patroclo, por
que las ausencias se notan sólo cuando los fantasmas surgen, cuando los
espíritus nos hablan, cuando requerimos de su presencia y los invocamos, porque
solo las ausencias existen por que las presencias se fueron.
-En el alba -dijo el poeta- me recordé diciendo unas palabras que al
principio no comprendí. Esas palabras son un poema. Sentí que había cometido un
pecado, quizá el que no perdona el Espíritu.
-El que ahora compartimos los dos -el Rey musitó-. El de haber conocido la
Belleza, que es un don vedado a los hombres. Ahora nos toca expiarlo. Te di un
espejo y una máscara de oro; he aquí el tercer regalo que será el último.
Le puso en la diestra una daga. Del poeta sabemos que se dio muerte al
salir del palacio; del Rey, que es un mendigo que recorre los caminos de
Irlanda, que fue su reino, y que no ha repetido nunca el poema”.
“El espejo y
la máscara”
– Jorge Luis Borges
Ahora
ya no estás, tu ausencia llena todo, dejando siempre u gran vacío, un hueco que
solo queda, así, sin dolor, sin nada…
“En mi mano derecha, respondió Alicia. —Mira ahora la
niña del espejo y dime ¿en qué mano tiene su naranja? —En su mano izquierda. —
¿Y cómo explicas esto? Ella reflexionó un instante y respondió: —Si yo pudiese
pasar del otro lado del espejo, ¿no tendría acaso siempre la naranja en mi mano
derecha?
“Alicia a
través del espejo”
- Charles Lutwidge Dodgson,
mejor conocido como Lewis Carroll
Solo
puedo recordarte, saber que tejimos y caminamos, ahora no queda nada de ti, ese
día sencillamente te cubriste con tu abrigo, guardaste la esperanza en un bolso
y te echaste a andar, solo te fuiste.
“- (…) ese tipo de silencio
en donde no se ha dicho todo, y simplemente está ahí, como colgando en la
habitación. No era ese silencio acompañado, en el que te sientas junto a
alguien, en silencio, ambos leyendo, por ejemplo, y es maravilloso. Éste era de
aquellos en donde no todo se ha dicho, se eleva por encima de la habitación,
como si fuera una horrible criatura que se asomara por encima de todos los que
estábamos ahí, y nadie decía nada.
(…) Siempre hay secretos que
no puedes decir: (…) y nadie puede decir nada… Siempre hay secretos, hay
silencios, y cualquiera que rompa esos silencios no es perdonado, porque se
supone que debió haberse quedado callado”.
Entrevista
a Jannette Winterson autora de “Whitbread por Oranges are not the only fruit” (Fruta prohibida)
Y
yo, en secreto, silenciosamente nunca dije nada y tú con tu cuerpo, con tus
roces me decías todo, era mi secreto y no, nunca te dije nada, ambos suponíamos
que no era necesario, que todo estaba dicho ya, pero tú si decías, yo callaba, era
el silencio que abruma, presagio del camino, realmente ahí comenzó la ausencia,
en el silencio, hoy ya no te puedo sentir, ya no camino a tu lado, ahora lo
hago en silencio, extraño tus palabras, tus risas, hoy sigo solo, en silencio.
Alejandro.
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