jueves, 1 de noviembre de 2012

La muerte tiene permiso...




"El pueblo mexicano tiene dos obsesiones: el gusto por la muerte y el amor a las flores. Antes de que nosotros "habláramos castilla" hubo un día del mes consagrado a la muerte; había extraña guerra que llamaron florida y en sangre los altares chorreaban buena suerte."
Carlos Pellicer

  
"No por siempre en la tierra,
sólo breve tiempo aquí.
Aunque sea oro se rompe,
aunque sea jade se quiebra,
aunque sea pluma de quetzal se desgarra...
¡No por siempre en la tierra,
sólo breve tiempo aquí!"
Nezahualcoyotl.


Se escuchan los atabales, los teponaxles, las chirimías, de pronto el caracol suena y todos callan, miran hacia la parte superior, el teopixke (sacerdote) se yergue, levanta los brazos hacia el cielo mirando el sol de levante, todo está silencio, en la plaza se ora, en el Uey Teokali (templo mayor) el sacerdote toma la obsidiana, el tlamanalistli (sacrificio) está por empezar, el holocausto divino va a ser, la ofrenda es acomodada por 4 sacerdotes, cada uno sosteniendo una extremidad, el pedernal se alza sobre el pecho de la víctima, el sacerdote ataviado y pintado como lo distan los cánones, deja caer los brazos y el cuchillo de obsidiana penetra la piel, el sacerdote introduce la mano y extrae el corazón, todavía palpitante, lo levanta hacia el cielo y todos lo miran, se escucha admiración, suena nuevamente el caracol, el universo puede seguir existiendo, los dioses han recibido el corazón y la sangre preciosa, el sol asoma pleno, rojo, color carmesí, un acto de muerte que da vida, un acto de amor que asegura la continuidad.


La muerte entonces no es la desaparición, en el universo nada se desperdicia, todo vuelve a ser, se transforma...

Decían los viejos mexicas que el mundo en que vivimos es cuadrado y está completamente rodeado por el mar. A cierta distancia de la Tierra, el agua se levanta como una pared y se eleva hasta el cielo. Por eso el océano es azul como el firmamento y se llama el agua del cielo.
Sobre la Tierra hay trece cielos. Los nueve más altos son de los dioses. Hasta arriba vive el dios que lo creó todo, el Dios Doble. Es hombre y es mujer, pues en el mundo todas las cosas son masculinas o femeninas. Se llama el Señor que esté cerca y esté lejos porque barca todo el mundo.

Más abajo están las casas de los distintos dioses y de las culebras de fuego, los cometas y las señales que vemos en el firmamento.

En el quinto cielo arde un fuego azul que pinta el firmamento de ese color. Dicen que el Cielo es nuestro padre y que él fecundó a nuestra madre, la Tierra, para que nacieran el Sol y el mundo en que nosotros vivimos. De su unión nacieron los cuatro cielos que están sobre la Tierra. El cuarto cielo es blanco como la sal y en él viven todos los pájaros. En el tercer cielo vive el Sol y debajo de él vive la mujer de la falda de estrellas, que cubre el cielo todas las noches y lo ilumina con cientos de luces. En el cielo más bajo, entre las nubes, vive la Luna, que siempre anda detrás del Sol pero nunca lo puede alcanzar.

El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala mesoamericana de valores, habitar el Omeyocan era un privilegio.

El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los mexicas. Para ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.

Debajo de la Tierra hay nueve mundos más. En el primero están las venas de la Tierra, que traen el agua del mar hasta las montañas.

Las montañas son como cántaros inmensos pues tienen piel de piedra pero están huecas por dentro. Cuando llueve es porque las aguas guardadas en las montañas salen al cielo a través de las cuevas y se hacen nubes.

Los otros ocho mundos que hay debajo de la Tierra son del reino de los muertos.


Mictlan o Mictlán, es el nivel inferior de la tierra de los muertos. Recinto donde irán los muertos de muerte natural y para ellos idearon "el camino de los muertos" que sería largo y doloroso, y a él llegarían por igual los nobles y plebeyos, sin distinción de rango ni riquezas, a excepción de las personas que no morían ni en guerra, ni durante el parto (estos iban al Tonatiuhichan o Casa del Sol), ni por muerte relacionada con el agua, (estos iban al Tlalocan o Casa de Tláloc). Y para que el alma del que había dejado de existir llegase hasta el trono de Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, debería hacer un largo viaje. El muerto pasaría primeramente por el río llamado Apanohuaya, y para atravesarlo, necesitaba el auxilio de un perro de pelo bermejo llamado Techichi, al que criaban exclusivamente para tal menester y al que le ponían al pescuezo un hilo flojo de algodón, cuando el difunto llegaba a la orilla del Apanohuaya, si el perro le conocía como su amo, lo pasaba a cuestas nadando, después del río, el difunto despojado de sus vestimentas cruzaba por dos montañas que constantemente chocaban la una contra la otra y que se llamaban Tepetl-Monamictia.

Existen nueve niveles del inframundo, del Mictlan:
  1. Apanohuaia o Itzcuintlan: Aquí había un río caudaloso, la única manera de cruzarlo era con ayuda de Xólotl. Si en vida no se había tratado bien a algún perro, el muerto se quedaba en esta dimensión por la eternidad.
  2. Tepectli Monamictlan: Lugar donde los cerros chocan entre sí.
  3. Iztepetl: Cerro de navajas; este lugar se encontraba erizado de pedernales.
  4. Izteecayan: Lugar en el que sopla el viento de navajas; este era un sitio con una sierra compuesta de ocho colinas y nevaba copiosamente.
  5. Paniecatacoyan: Lugar donde los cuerpos flotan como banderas; este lugar estaba al pie de la última colina del Izteecayan y ahí empezaba una zona desértica muy fría, compuesta de ocho páramos que había que recorrer.
  6. Timiminaloayan: El lugar donde flechan; aquí se decía era un sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas hasta acribillar a los pasantes.
  7. Teocoyocualloa: Lugar donde las fieras se alimentan de los corazones. En este pasaje, una fiera salvaje abría el pecho del difunto para comerle el corazón, ya que sin este órgano, la persona caía en un charco donde era ferozmente perseguida por un caimán.
  8. Izmictlan Apochcalolca: El camino de niebla que enceguece; en este lugar; se tenían que vadear nueve ríos antes de llegar al sitio donde le esperaba su descanso mortal.
  9. Chicunamictlan: Aquí las almas encontraban el descanso anhelado. Era el más profundo de los lugares de los señores de la muerte.

Con la invasión y conquista española, llegaron sus mitos y creencias, los cuales los adaptaron como lo habían hecho los primeros cristianos, así, dialécticamente se conformo un nuevo proceso, donde lo cristiano y lo indígena se enlazaron en una trama nueva, cuyo urdimbre ha sido anudado con el amor y la fortaleza de los ancestros y la esperanza de los descendientes, la trama dibuja colores y formas, recordándonos no solo la mortalidad sino la importancia de la vida, de llenarla y trascender no en dinero, ni en poder, sino en solidaridad, compasión, amor, en trabajo, en compromiso, en andar ligero, cantar fuerte, llorar con el corazón y amar con todo el cuerpo.

En el siglo XIXI la voz popular construye rimas, formas de sátiras públicas, las calaveritas, los altares a los ancestros, a los muertos, se enriquecen, flores, frutos, comida y bebida, in xochitl in cucatl (en el canto la flor)

Les dejo algunas calaveras del siglo XIX y la música y danza de lo que pudo ser, pero que quedo en el olvido.

Una Oración Mexica....
Que todos nuestros sueños tallados con paciencia en hermosa piedra jade se realicen y no sean perecederos.....
Que cada mujer sea una fortaleza que en su ceno guarde la vida y la esperanza divina, que cada hombre sea un guerrero que vista con el bronce de cada atardecer.
Que el sol se refleje en el imperio subterráneo y que el agua de sus ríos sea la sangre que corra por las venas de los nuestros.
Que dios bendiga el suelo y las lluvias formen el sustento, que no se pierda la alegría y las costumbres prevalezcan, que los sonidos de nuestra identidad le den brillo al color de nuestra piel.
Que todas nuestras voces formen los colores de un semblante espiritual y que nadie olvide el sabor de la tierra que cubre las raíces de un árbol milenario.
Que el padre sea sabio y que el hijo forme su propio camino, que no se pierda la paciencia y que nadie sufra de amores perdidos.
Que las arenas blancas me den la fuerza y el humo neutro la inspiración, que la música se a la musa que nos mantenga viva la esperanza.
Que la grandeza en sus estirpes trascienda a través de los siglos y con la muerte alimentar la tierra que con el tiempo volverá a tomar el lugar que corresponde.

ooOOoo


CALAVERAS

Calavera a los serviles
(Al consumarse la Independencia, 1822)

Pues que sois unos muertos indecentes,
no se oiga en vuestras honras el badajo;
sino que con graznidos inclementes
canten en vuestra tumba sólo grajos;
y diga vuestra losa a los vivientes
en letras que se lean sin trabajo:
Aquí yacen los pérfidos serviles,
de sus hermanos duros alguaciles.
- ¡Ámame por compasión,
pedazo de la otra vida!
- ¡No me hable ya de pasión,
calavera corrompida!
José Guadalupe Posada.
Voy a ver a mi modista
que mi sudario me cosa;
me voy a poner hermosa,
con mi blusa nunca vista.
Los festejos sepulcrales,
muchas horas durarán;
los muertos asistirán
con vestidos especiales.
(Calaveras de autores anónimos editadas por Antonio Vanegas Arroyo a finales del siglo XIX y principios del XX, las cuales fueron ilustradas por José Guadalupe Posada y Manuel Manilla)

Calavera del amor
El que anda de enamorado
y a una mujer echa un reto
no se figura el menguado
que enamora un esqueleto.

Gran Baile de Calaveras (1906)
Llegó la gran ocasión
de divertirse de veras.
Van a hacer las calaveras
su fiesta en el Panteón.
Las flautas son de canillas.
De huesos son los violines.
De cráneos los cornetines.
Los fagós de rabadillas.
Las viuditas relamidas
que se precian de virtuosas
asistirán ruborosas
todas de blanco vestidas.
Un militar esforzado
que en todas partes corría
la gran cruz de valentía
lucirá muy esforzado.
Los sudarios se reforman,
se remiendan las mortajas
y con las fúnebres cajas
estrado y gradas se forman.
Bailarán los comerciantes,
los sastres y los cocheros,
los soldados, los pulqueros,
albañiles y estudiantes.
ingenieros y cantores,
dependientes y modistas,
carretoneros y artistas,
lavanderas y pintores.
Será una gran igualdad
que nivele grande y chico.
No habrá ni pobre ni rico
en aquella sociedad.
El que quiera la función
mirar de las calaveras
que se muera de deveras
y que se vaya al Panteón.

Calaveras de las elecciones presidenciales (1919)
Yo os propongo al nunca bien
ponderado y grande mico,
ilustreChónforo Vico,
escapado de Belén.
Prófugo de las Marías,
gran maestro en la ganzúa,
instruido en San Juan de Ulúa
y en la Penitenciaría.
Sabe abrir las cajas fuertes
y extraer una cartera.
ha sido gran calavera
y debe catorce muertes.
Elegid pues pueblo amado
sin dudar y a tapahocico
al muy ilustre y nombrado
y noble Chónforo Vico.
Después de discursos tales
llenos de frases sinceras
se fueron las calaveras
a las urnas sepulcrales.
Salió electo presidente
por su real y hermoso pico
el notable, prominente,
ilustreChónforo Vico.

Calaveras del montón
(Dedicada a Porfirio Díaz)
Es una verdad sincera
lo que nos dice esta frase:
Que sólo el ser que no nace
no puede ser calavera.

Es calavera el inglés,
calavera, sí señor,
calavera fue el francés
yFauré y Sadi Carnot.
El chino, el americano,
el papa y los cardenales,
reyes, duques, concejales
y el jefe de la nación
en la tumba son iguales:
Calaveras del montón

Los ricos por su elegancia,
los rotitos con redrojos,
los pobres por su miseria,
los tontos por su ignorancia,
los jóvenes por su infancia,
los hombres de edad madura,
todos en la sepultura,
con las viejas, ¡qué ficción!,
serán, como dice el cura:
Calaveras del montón.

(Dedicada a Porfirio Díaz con motivo de su salida del poder)
Al señor General Porfirio Díaz.
Se acabó su omnipotencia
y por ser un gran majadero,
la Parca sin más clemencia
se lo llevó al cementerio
dejando a Pancho Madero
que ahora es el mero mero,
y le dice al señor Díaz:
Por andar de peleonero
ahora tienes las patas frías.
De los artistas y artesanos
Agustinillo el albañil
Tú fuiste un buen albañil,
Cargaste sobre tus hombros
los adobes, los escombros
con dificultades mil.
pusiste el tejamanil
con una destreza rara,
cargaste con tu cuchara
al pasar a la otra vida,
y hoy tu cara es convertida
en calavera muy rara.

Carpintero de afición
Tú hiciste muchos primores
como fueron malas puertas
unas torcidas o tuertas
y otros malos mostradores.
Pero en fin, tus valedores
que te quisieron de veras,
vienen todos con sus ceras
y muy piadosos a verte,
que estás por tu infausta suerte
entre tantas calaveras.

Encuadernador de fama
una biblioteca entera
a un doctor encuadernaste,
y con él muy bien quedaste
con obra tan placentera
y tu fama por doquiera
con gran éxito brilló;
todo el mundo la admiró,
y en el libro de la muerte
por la desdichada suerte
tu calavera se vió.
Grabador inteligente
Tú serías buen grabador,
pero toda tu destreza
no te libró de que fueras
a la tumba de cabeza.
sacude allí la pereza
ya deja de ser lo de antes,
que aburrías a los marchantes,
y ahora en tu sepulcro labra
con buriles elegantes
en tu obsequio una palabra

Un pequeño cuento para la amiga eterna.
Alejandro.

-Hola, adelante, no sabía si usted vendría en esta ocasión, pero por favor, adelante, tome asiento.
Ella estaba ahí frente a él, elegante, sonriendo, como la Gioconda.
Gusta beber algo, un brandy o mejor un vermuth, ¿blanco supongo?
Ella asintió con una leve inclinación de cabeza.
El se dirigió a su pequeño bar, abrió la botella de vermuth y tomo un vaso, cristalino, transparente, vertió el vermuth y se lo ofreció, ella amablemente tomo el vaso y aguardo a que el sirviera el suyo.
-¿Le molesta si fumo?, es que sabe, el sentir el aroma del tabaco me agrada, de hecho, cuando estoy pensando o escribiendo fumo en demasía, así que imagino que mis pulmones son un desastre. Encendió su cigarro, inhalo y saboreo el humo.
Perdón, salud y gracias por venir, levanto su vaso con vermuth y aguardo a que ella hiciera lo mismo para que ambos dieran el primer sorbo.
El cigarro se consumía lentamente, el humo dibujaba en el aire formas de todo tipo, como las que hacen las nubes, la ceniza se acumulaba…
El cigarro se consumió, solo quedaron las cenizas esparcidas en el cenicero formando un pequeño montículo y el aroma del cigarro en el ambiente.
La Catrina se levanto, tomo el cenicero, vació las cenizas en su bolso y salió despacio, desvaneciéndose suavemente como el humo del cigarro…


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