sábado, 18 de enero de 2014

EL LIBRO DE GATOS PRÁCTICOS DEL VIEJO POSSUM



Hace algún tiempo se puso de moda la obra de teatro Cats, de Andrew Lloyd Weber, esta se basa en el trabajo que el poeta autor de “La tierra baldía (The Waste Land)”, T.S. Eliot hace sobre los gatos.

Me recuerda a Bertolt Brecht cuando lo hace sobre los tiburones, aquí la poesía se convierte en una critica social caustica, hilarante y sensata, reflejar lo humano en los animales no es un proceso antiguo de los viejos Dioses, es ante todo una opción para entender y mirar la vida y lo que hacemos en ella.

Espero les guste y se diviertan con algunos textos del libro "EL LIBRO DE GATOS PRÁCTICOS DEL VIEJO POSSUM" escrito en 1939, la traducción es de: Jaime García Terres.

Alejandro.
 

EL BAUTIZO DE LOS GATOS

Bautizar a los gatos agita nuestras mentes,
no se trata de un popular jueguecillo.
Acaso pensaréis que me falta un tornillo
cuando alegue que un gato en su vida concilia tres nombres diferentes.
Viene primero el nombre que le da la familia,
Augusto, por ejemplo, Pedro, Alonso o Jacinto,
Víctor o Jonathán, Jorge o Perico Pinto,
todos nombres sensatos, normales, cotidianos,
aunque los hay de lujo, con ecos lisonjeros.
Hallaréis para damas y para caballeros:
Platón, Admeto, Electra, y el armonioso Uranos;
todos ellos vocablos cuerdos y cotidianos.
Pero sabed que un gato requiere un nombre suyo,
un nombre peculiar y mucho más conspicuo;
si no, ¿cómo podría su rabo alzar oblicuo,
o atusar sus bigotes o vigilar su orgullo?
De tal rango de nombres cate mentar un quórum:
¿Os gusta Munkustrap, Quaxo o Coricopato?
¿Qué tal Bombalurina, o quizá Jellylorum?
Nombres son que jamás adopta más de un gato.
Ah, pero todavía nos queda un tercer nombre,
el nombre inviolado que a nadie se dirá,
un nombre irreductible al esfuerzo del hombre;
sólo el gato lo sabe, y no lo dice, ¡quiá!
Cuando adviertáis que un gato cavila sin cesar,
la razón, de seguro, será siempre la misma:
fascinado ese gato, la mente se le abisma
pensando el pensamiento de su propio pensar
en aquel inefable,
sublime archinotable
profundo singular inescrutable Nombre.

RON TON ESTIRÓN

El Ron Ton Estirón es un gato curioso:
Si le ofreces faisán prefiere codomiz.
Si les das casa sola quiere un piso con mozo,
Y si les das el piso prefiere casa gris.
Si un ratón le señalas dirá que quiere rata,
Y si a la rata apuntas, no, de ratón se trata.
Hum, Ron Ton Estirón es un gato curioso-
          Y nada por hacer hay al respecto:
          Pues digan lo que digan quienesquiera
         Él hará lo que quiera
         Por más que lo repudie el intelecto.

El Ron Ton Estirón vive dando la lata:
Si lo pasan adentro, quiere salir afuera;
Si le abren la puerta, la cierra con su pata,
Y sintiéndose dentro, un paseíllo espera.
Le encanta reposar en un cajón,
Pero si no lo sacan, ¡menudo sofocón!
Sí, Ron Ton Estirón es un gato curioso-
        Y no te quepa duda,
        Pues digan lo que digan quienesquiera
        Él hará lo que quiera
        Contra todo consejo y sin ayuda.

Es Ron Ton Estirón curioso animalillo:
Su afán contradictorio lo tiene por costumbre.
Si le sirven pescado no lo querrá sencillo;
Si pescado no hay, no aceptará legumbre.
Si le sugieren crema, rehúsa con cinismo,
Porque sólo le gusta lo que ve por sí mismo;

Así que si lo suben a la usual alacena
Se acabará solito el almuerzo y la cena.
El Ron Ton Estirón es astuto y versado,
Al Ron Ton Estirón no seduce tu mimo
Mas te salta al regazo si te mira ocupado.
Ya que lo vuelve loco el importuno arrimo.
Sí, Ron Ton Estirón es un gato curioso-
       Y no importa que yo se lo publique:
       Pues digan lo que digan quienesquiera
        Él hará lo que quiera;
        Sin que de nada sirva mi público palique.

DEUTERONOMIO

Mucho ha vivido el viejo, viejo Deuteronomio,
Muchas vidas de gato en una larga historia
Precede su prestigio a la Reina Victoria,
Y lo cantan baladas compuestas en su encomio.
Enterró a nueve esposas el gran Deuteronomio-,
Y aún puede que fueran más bien noventa y nueve;
Hoy su innúmera prole prospera y se conmueve,
Y aplaude nuestra aldea su bien ganada gloria.
A la vista de aquel plácido rostro viejo,
Tomando el sol ahí, pacífico y ufano,
El anciano del pueblo gruñe: “¡Por mi pellejo...!
         Será o no será... ¿Sí es...? Mi mente falla,
         Lo admito. Pero... es el veterano,
         O creo que sería, con el pelo ya cano,
          El quintañón Deuteronomio, ¡vaya!”

El gran Deuteronomio se sienta en las callejas,
O en la Calle Mayor, en día de mercado;
Mujan los bueyes, balen las ovejas,
Los perros y pastores las apartan a un lado;
Rodarán sobre el prado los coches y camiones,
Pues la gente del pueblo las calles ha cerrado
Para que nada inquiete ni estorben los montones
El reposo del gato, tan cansado
Que no repara en ese general manicomio.
         Entonces el anciano del pueblo gruñe: “¡Zas!
         ¿Será posible, o qué supones?
          ¡Válgame diablos rojos!
          ¡Aunque con la vejez no ven mis pobres ojos,
Intuyo que el causante contumaz
De todo esto es Deuteronomio!”

El gran Deuteronomio descansa sobre el suelo
Del Bar del Zorro Verde para dormir un pisto;
Y cuando la clientela reclama un licorzuelo
Antes de irse, la patrona: “Insisto
En que todos se marchen por la puerta trasera,”
Advierte, “porque yo, señores, no resisto
Tener que perturbar esta imagen señera,
Y llamaré a la guardia, si necesario fuera”-
Y todos se deslizan sin chistar por lo visto,
A fin de preservar la felina modorra
Que debe tutelarse por encima del momio,
Quiéralo o no el cachorro de la muy verde zorra:
Y el anciano del pueblo gruñe: “¡Por San Ignacio,
         Ya me voy del espacio
         Del Zorro y de la Zorra,
Pero con estas piernas me marcharé despacio,
Para no despertar al gran Deuteronomio”.

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