jueves, 20 de marzo de 2014

La felicidad, un día, una vida



Hoy ingresa la primavera, el equinoccio abre nuevamente la vida, hoy 20 de marzo resulta ser el día mundial de la felicidad, pareciera ser algo baladí, tan trivial en un mundo tan lleno de muerte, dolor y tristeza.

Felicidad viene de fértil, de lograr un estado que se reproduce, que crece, que vive y que muere para volver a surgir con mayor fortaleza, sueños y esperanza.

Más por ello creo que es relevante, de hecho desde hace muchos años estoy firmemente convencido de que una (si no la única) razón y sentido de nuestra existencia, así, en la Declaración de Independencia de los EUA los hombres escribieron:

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

Sin embargo, la búsqueda de la felicidad es al parecer una quimera, un salmo extraviado, hay quienes han buscado su felicidad como ogros, devorando la felicidad de los otros, su poniéndose, por alguna extraña razón mejores que los otros o bien viviendo de rodillas y encadenados, comiendo y agradeciendo las migajas que benévolamente sus amos les dan, así caminan y son como Tantalo, nunca logra calmar su hambre, siempre desea más.
 
A veces creo que buscamos la felicidad sin saber exactamente que buscamos, lo hacemos con miedo, porque cuando realmente encontramos lo que nos provoca felicidad, las más de las veces lo tomamos entre las manos, sin embargo es como humo, se esfuma, agua que humedece pero que se desliza y desvanece entre los dedos.

El budismo dice que el sufrimiento existe, y es por qué tiene una causa, por tanto también tiene solución, ello implica que la felicidad es posible.

Más como llegar a la felicidad, yo creo que ese camino debe partir del no huir ni tener miedo, del ánimo para caminar, que la felicidad no es gradúa le, no se compara entre mi felicidad y la tuya y la mía es mejor que la tuya.

La felicidad debe ser sencilla, como la luna, debe ser sentida como el amor, la felicidad debe ser un báculo para el camino, no el camino en sí mismo, la felicidad no es perenne, dura lo suficiente para recordarnos nuestra humanidad, por eso a lo largo de la vida se va encontrando la felicidad vestida de maneras diferentes, a veces como saltimbanqui, pero siempre ahí está, dispuesta a acompañarnos y hacernos sentir completos, ligeros, alegres, compasivos, capaces de ser tolerantes, de amar y ser amados, de saber que un abrazo puede llenar el universo.

Espero que la felicidad sea el hito para la paz y el amor en cada vida, que la alegría haga el camino ligero, que el amor sea un abrazo y que miremos las cosas sencillas con esperanza y fantasía.

Alejandro.

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