sábado, 13 de abril de 2013

Las cosas sencillas



Mi nieta tiene ya dos añitos, habla y corre, toca todo y pregunta por todo y si va caminando y ve una hoja, sencillamente se detiene, se agacha y la toma, se levanta con un brinquito y corre, así, nada más, la cosas sencillas, son suficiente, una caricia, jugar, mirar y sorprenderse.

La vida pasa, en ella estamos, aquí amamos, nos enojamos, estudiamos, crecemos, poco a poco vamos andando.

He tenido fiebre, 39 grados, con esa temperatura hay quien dice que comienzas a alucinar, algo así me ha sucedido, la vida tiene una cualidad, es finita y en ese tiempo debemos de hacer o acaso de no hacer.

Hoy, en ese dejarse ir recordé las pequeñas cosas que dan alegría, esas que se hacen sin cuidar un protocolo o un atuendo, donde las formas son efímeras y lo importante es el hacer, así como correr descalzo o andar en bicicleta haciendo piruetas o bien, algo (que todavía hago, aunque cada vez con menos frecuencia), tocar los timbre de un edificio y echar a correr o saltar sobre un charco y mojar a quien va con nosotros.

Si, los sueños y la alegría se van quedando olvidados en un rincón, los míos los deje hace muchos años sentados en una banca de un parque y nunca he retornado por ellos.

Hoy extraño las cosas sencillas, quisiera tener el ánimo y el valor de hacerlos, pero desde que soy un adulto he olvidado cómo hacerlo, así que estoy intentando regresar y buscar esa banca donde algún día las deje, sé que no van a estar ahí, pero al menos habré recuperado un poco de eso que alegra la vida.

Hoy solo deseo que antes de irme pueda volver a jugar y a correr, a saltar y a detenerme a mirar una flor, acariciarla y olerla, a las cosas sencillas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario