jueves, 10 de octubre de 2013

12 de octubre un año más...


Para nosotros, en esta América tan nuestra y tan distante, una figura abre la historia del Nuevo Mundo, el Almirante de la Mar Océano, Don Cristóbal Colón, nacido en algún lado y enterrado (se supone) en algún otro, de hecho nadie se ha puesto de acuerdo, hay quien dice que era judío o pirata o acaso un noble venido a menos, eso no importa, el señor es quien por designios divinos Descubre un continente habitado por millones de personas que si sabían que ellos vivían ahí, aunque el resto del mundo no lo supiera.

Todo, según se cuenta fue entre la noche del 11 y la madrugada del 12 de octubre de 1492 y que quien grito tierra fue Rodrigo de Triana (y que al parecer su nombre real era Juan Rodríguez Bermejo).
 
El buen Almirante inicio lo que hasta el día de hoy vivimos, este continente ha sido saqueado, violado, humillado, asesinado, traicionado, ha ardido en la hoguera, sentenciado al paredón, también llegó un dios y una religión que por alguna razón esta religión y Dios eran tan poderosos como sus armas y por tanto eran mejor que los nuestros, Ah! y unos reyes que nunca se dignaron a venir, con excepción de Portugal, que Napoleón lo convenció de mudar residencia, idiomas que por la misma razón que su dios, su religión y su rey es mejor que el nuestro, y que decir de la ley y la justicia que por la misma razón resulto ser mejor que cualquiera de las de este continente, siempre se ha usado el mismo argumento, el del fusil y siempre hemos pagado el mismo precio, la carne y la sangre.

Ah! y claro, los "indios" fueron sometidos por que ellos así lo quisieron, por que siempre se leían en latín "LOS REQUERIMIENTOS" y que en su último párrafo dicen: "Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios, nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen." lo pueden encontrar en lo que el año anterior escribí: http://alejandro-ellugardetodos.blogspot.mx/2012/10/12-de-octubre-los-requerimientos-los.html 

Así llegamos a el siglo XIX y fue al inicio de esa centuria cuando se inicia la independencia de las colonias americanas de Europa (algunas antes, otros después), ah!, pero que equivocados estábamos, en el norte del continente hasta ya entrado el siglo XX siguieron despojando, matando, mintiendo, en el resto, sencillamente fuimos marginados, empobrecidos, mutilados, en fin, puro gatopardismo (Si queremos que todo siga como esta, es necesario que todo cambie, de la obra El gatopardo donde Tancredi le dice a su tío Fabrizio esa frase, la obra es de Guiseppe Tomasi de Lampedusa)
 
Así que este doce de octubre en España es el Día de la Hispanidad, para los españoles, distribuidos como Dios manda en españoles de primera, segunda tercera y demás categorías, sobre todo en aquellos viejos y dolorosos años; en México es el día de la Raza, así, aunque sea de recuerdito, pa´no olvidar, en EUA, ellos que son los “Americanos” (y de pilón varios estúpidos se lo creen, América prácticamente colinda con los dos extremos polares del mundo y con los océanos Pacifico y Atlántico a todo lo largo de ambos, no es solo geografía, es dignidad) es el día de Colón y así sucesivamente, la realidad es que no sé qué celebramos, los millones de muertes, las miles de violaciones, los esclavos traídos desde el África, el saqueo que hizo de Europa lo que es (y siempre es saludable pensar ¿Qué es?)

Cuenta Fray Bartolome de las Casas que estas palabras fueron dichas por Hatuey, cacique indio de la isla la Española.:
"Este es el Dios que los españoles adoran. Por estos pelean y matan; por estos es que nos persiguen y es por ello que tenemos que tirarlos al mar... Nos dicen, estos tiranos, que adoran a un Dios de paz e igualdad, pero usurpan nuestras tierras y nos hacen sus esclavos. Ellos nos hablan de un alma inmortal y de sus recompensas y castigos eternos, pero roban nuestras pertenencias, seducen a nuestras mujeres, violan a nuestras hijas. Incapaces de igualarnos en valor, estos cobardes se cubren con hierro que nuestras armas no pueden craquear."

En el año del señor de 1512 a 20 años del arribo del Almirante de la Mar Oceano, el cacique Tahino de la isla La Española Hatuey fue condenado a la hoguera, castigo reservado a los más viles criminales. Pero cuando estaba a punto de ser quemado, al preguntársele si quería convertirse en cristiano para subir al cielo preguntó:
"¿Y los cristianos también van al cielo?"
y al recibir una afirmación dijo luego el cacique, sin más pensar, que:
"No quiero yo ir allá, sino al infierno, por no estar donde estén y por no ver tan cruel gente. "2

Bueno, les dejo un breve texto que encontré en la revista Letras Libres “Colón, el descubriento”, Por Brenda Lozano – Revista Letras Libres, junio 2006 y el texto del Diario de A bordo del Almirante de la Mar océano.

Colón, el descubriento
 Supongamos que en una avenida se rinde homenaje a todos los descubridores. Digamos que el monumento estelar está dedicado a Colón. Fijemos la mirada en tamaño retoño, que, como todo prócer que posa para el escultor, merece una placa con alguna de sus frases célebres. ¿Cuál? Suspendamos aquí las palabras, Colón no dijo nada memorable. Nadie cita al navegante en medio de un aprieto, pero no empujemos a nuestro protagónico a tan soporífera escena. Todo héroe debe tener su frase célebre y si no, se antoja, como gustaba a Ibargüengoitia, especularla. Indaguemos en los retratos escritos. No cabría plantar en este texto un árbol genealógico de Cristóbal Colón, ni echarse un clavado a las minucias de sus viajes. Pero tres detalles, tres naves, flotan entre sus cartas y biografías. Su Niña: Colón gozaba de una destacable fama de hipocondríaco, sufría frecuentes achaques que repiten tanto Bartolomé de las Casas como su hijo Hernando, y él se encargaba de hacer saber el estado de sus dolencias en sus misivas, de modo que una opción sería: “Caray, mañana será un mejor día.” Su Pinta: Un aspecto menos ilustrado de Colón, y raro en la España del Descubrimiento, era su afición de librero. Anotaba y dibujaba los márgenes de sus ejemplares, dejando rastro para identificar esta rarísima característica, hasta la fecha, que es ser un comprador de libros. Una posible inscripción para la placa del lector: “Caray, ayer fue mejor que hoy.” Su Santa María: Era un hombre de agradables conversaciones, buen sentido del humor, y suponemos que llegó a repetir el mismo chiste una y otra vez como si esa frase fuera un náufrago en la isla del humor, así que podríamos revelar una broma de categoría repetitiva, la nuestra, para que nuestros congéneres crean que la hemos tomado prestada.

Digamos, también, que hay otros monumentos. Por ejemplo, el del hombre que descubre su calvicie luego de observar la coladera del baño y notar que su cabellera cabalga por las tuberías. Su placa: “¿Por qué querrían recordarme por mi melena?” Y conformémonos con un solo hombre que descubre el restaurante donde sirven los mejores y más barrocos emparedados, en el que con letras doradas brillaría la frase de su encuentro: “Los muchachos de la oficina no creerán lo estupendo de estos emparedados.” Suspendamos aquí para enmarcar el segundo del descubrimiento: la frase es necesaria para ordenar el caos de la eureka. En este paseo por la avenida que no existe, se antoja congelar todas las frases por igual, pues quizá las palabras que despiertan un descubrimiento, menor o mayor, son el inicio de toda narración.
 
Diario de abordo del primer viaje del almirante Cristóbal Colón

Jueves, 11 de Otubre, 1492.

Navegó al Güesudueste. Tuvieron mucha mar, más que en todo el viaje avían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la caravela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedaço de caña y otra yerva que nace en tierra y una tablilla. Los de la caravela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado d'escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el sol, 27 leguas. Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Güeste. Andarían doze millas cada ora, y hasta dos oras después de media noche andarían 90 millas, que son 22 leguas y media. Y porque la caravela Pinta era más velera e iva delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas qu'el Almirante avía mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se dezía Rodrigo de Triana puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vid lumbre; aunque fue cosa tan çerrada que no quiso affirmar que fuese tierra, pero llamó a Pero Gutiérrez repostero d'estrados del Rey e díxole que pareçía lumbre, que mirasse él, y así lo hizo, y vídola. Díxolo también a Rodrigo Sánchez de Segovia, qu'el Rey y la Reina embiavan en el armada por veedor, el cual no vido nada porque no estava en lugar do la pudiese ver. Después qu'el Almirante lo dixo, se vido una vez una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alçava y levantava, lo cual a pocos pareçiera ser indiçio de tierra; pero el Almirante tuvo por çierto estar junto a la tierra. Por lo cual, cuando dixeron la Salve, que la acostumbran dezir e cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiziesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dixese primero que vía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes avían prometido, que eran diez mill maravedís de juro a quien primero le viese. A las dos oras después de media noche pareçió la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los lucayos, que se llamava en lengua de indios Guanahaní.

Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinçón y Viceinte Anes, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la vandera real y los capitanes con dos vanderas de la Cruz Verde, que llevava el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una I, ençima de cada letra su corona, una de un cabo de la + y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo d'Escobedo, escrivano de toda el armada, y a Rodrigo Sánches de Segovia, y dixo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomava, como de hecho tomó, possessión de la dicha isla por el Rey e por la Reina sus señores, haziendo las protestaçiones que se requirían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hizieron por escripto. Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante en su libro de su primera navegaçión y descubrimiento d'estas Indias. «Yo», dize él, «porque nos tuviesen mucha amistad, porque cognosçí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra sancta fe con amor que no por fuerça, les di a algunos d'ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescueço, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho plazer y quedaron tant nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estávamos, nadando, y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocavan por otras cosas que nos les dávamos, como cuentezillas de vidrio y cascaveles. En fin, todo tomavan y daban de aquello que tenían de buena voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mugeres, aunque no vide más de una farto moça, y todos los que yo vi eran todos mançebos, que ninguno vide de edad de más de XXX años, muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruessos cuasi como sedas de cola de cavallo e cortos. Los cabellos traen por ençima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. d'ellos se pintan de prieto, y [d']ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y d'ellos se pintan de blanco y d'ellos de colorado y d'ellos de lo que fallan; y d'ellos se pintan las caras, y d'ellos todo el cuerpo, y d'ellos solos los ojos, y d'ellos solo el nariz. Ellos no traen armas ni las cognosçen, porque les amostré espadas y las tomavan por el filo y se cortavan con ignorançia. No tienen algún fierro; sus azagayas son unas varas sin fierro y algunas d'ellas tienen al cabo un diente de peçe, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vide algunos que tenían señales de feridas en sus cuerpos, y les hize señas qué era aquello, y ellos me amostraron cómo allí venían gente de otras islas que estavan açerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí e creo que aquí vienen de tierra firme a tomados por captivos. Ellos deven ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dizen todo lo que les dezía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareçió que ninguna secta tenían. Yo plaziendo a Nuestro Señor llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que deprendan fablar. Ninguna bestia de ninguna manera vide, salvo papagayos en esta isla.

Todas son palabras del Almirante.



1 comentario:

  1. Se te ha olvidado alguna que otra pirámide con restos humanos que chorrean sangre de niños, mujeres y hombres asesinados y luego despedazados y arrojados a la multitud.

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