lunes, 18 de noviembre de 2013

Romance de la gentil dama y el rústico pastor



Quizá alguna vez, en algún tiempo, en algún lugar encontraremos el futuro, porque sabes, cuando pienso en el cielo me imagino la muerte es sólo una puerta que cuando se abre hay otra puerta detrás de ella, pero si he e imaginar el cielo, veo una puerta abierta te miro a ti entrando por ella….

Alejandro.

Romance de la gentil dama y el rústico pastor
Anónimo, Siglo XV

Estase la gentil dama
paseando en su vergel,
los pies tenía descalzos,
que era maravilla ver;
desde lejos me llamara,
no le quise responder.

Respondile con gran saña:
-¿Qué mandáis, gentil mujer?
Con una voz amorosa
comenzó de responder:
-Ven acá, el pastorcico,
si quieres tomar placer;
siesta es del mediodía,
que ya es hora de comer,
si querrás tomar posada
todo es a tu placer.

-Que no era tiempo, señora,
que me haya de detener,
que tengo mujer y hijos,
y casa de mantener,
y mi ganado en la sierra,
que se me iba a perder,
y aquellos que me lo guardan
no tenían qué comer.

-Vete con Dios, pastorcillo,
no te sabes entender,
hermosuras de mi cuerpo
yo te las hiciera ver:
delgadica en la cintura,
blanca soy como el papel,
la color tengo mezclada
como rosa en el rosel,
el cuello tengo de garza,
los ojos de un esparver,
las teticas agudicas,
que el brial quieren romper,
pues lo que tengo encubierto
maravilla es de lo ver.

-Ni aunque más tengáis, señora,

no me puedo detener.


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