jueves, 30 de octubre de 2008

12 de octubre de 1492



Tarde, pero no se debe dejar de lado…

Un doce de Octubre de 1492, 10 meses y once días después de que Granada fue tomada por los Reyes Católicos y Boabdil fue exiliado, año también en el cual sus católicas majestades expulsaron a los judíos de sus reinos, fue hace 516 años y algunos días, cuando Rodrigo de Triana grito ¡tierra! Y la historia de la humanidad cambio, no fue el encuentro de dos mundos como se le llamo hace 16 años, fue la destrucción inmisericorde de un mundo y si, para gestar violentamente un mundo nuevo, un mundo de maíz y trigo.

Siempre hay tantas preguntas y tan pocas respuestas.

Un ahuehuete, en la calzada México – Tacuba, en el pueblo de Popotla, un viejo árbol sembrado en tiempos de Nezahualcoyotl conmemora la huida del conquistador, sin embargo yo no entiendo ¿Por qué el árbol de la noche triste? ¿Acaso por los tesoros perdidos después de haberlos robado?, ¿acaso por las muertes en el gran teocalli ordenada y protagonizada por el que los mexicas llamaban Tonathiu -Pedro de Alvarado-?, ¿por las calles llenas de dolor y por los sueños rotos?, porque entonces ¿el árbol de la noche triste?

¿Por qué cuando deseamos insultar a alguien para decirle tonto, inepto, sucio, incapaz, estúpido, borracho le decimos indio?, ¿acaso el color de la piel, el linaje, el idioma hacen mejor a los que no son “indios”? ¿No fueron esos blancos, de ojos claros quienes en estos quinientos años mataron, despojaron y violaron?, ¿no fueron esos cultos humanos los que derrocaron la república española, los que sistemáticamente exterminaron y humillaron a más de once millones de personas en Birkenau, Dahau y otros tantos campos?, entonces no entiendo ¿Por qué son mejores que los indios, no lo entiendo?, pero menos entiendo ¿Por qué nosotros tenemos que insultarlos como si fuéramos mejores?

Pensar en esas y otras preguntas y buscarles respuesta, miremos lo que somos, aprendamos de dónde venimos, porque entre esos lugares ha habido también seres maravillosos, seres que hemos podido conocer y aprender de ellos por ese grito de dé Triana así León Felipe, Federico García Lorca, Franz Meyer, y tantos otros.

Por ahora solo queda recordar les dejo con un poema escrito después del 13 de agosto de 1521 y que leí por vez primera hace más de 30 años en la Visión de los Vencidos (de verdad, vale la pena leerlo)

 


 
Y todo esto pasó con nosotros.
Nosotros lo vimos,
nosotros lo admiramos.
Con esta lamentosa y triste suerte nos vimos angustiados.
En los caminos yacen dardos rotos,
los cabellos están esparcidos.
Destechadas están las casas,
enrojecidos tienen sus muros.
Gusanos pululan por calles y plazas, y en las paredes están salpicados los sesos.
Rojas están las aguas,
están como teñidas, y cuando las bebimos,
es como si bebiéramos agua de salitre.
Golpeábamos, en tanto,
los muros de adobe, y era nuestra herencia una red de agujeros.
Con los escudos fue su resguardo,
pero ni con escudos puede ser sostenida su soledad.
Hemos comido palos de colorín,
hemos masticado grama salitrosa,
piedras de adobe, lagartijas,
ratones, tierra en polvo, gusanos
Comimos la carne apenas,
sobre el fuego estaba puesta.
Cuando estaba cocida la carne,
de allí la arrebataban,
en el fuego mismo, la comían.
Se nos puso precio.
Precio del joven, del sacerdote,
del niño y de la doncella.
Basta: de un pobre era el precio
sólo dos puñados de maíz,
sólo diez tortas de mosco;
sólo era nuestro precio veinte tortas de grama salitrosa.
Oro, jades, mantas ricas,
plumajes de quetzal, todo eso que es precioso,
en nada fue estimado.

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