sábado, 25 de febrero de 2012

Carta a mí mismo 8



Para Alonso el "Machin", Nacho, Luciano, Jaime, Chabelo, y para los amigos de siempre Felipe el "cuñado", Arturo y Ricardo.

Hoy he descorchado una botella de vino, que por cierto, debe ser rojo, tinto como cuando pardea la tarde o cuando la noche se va con sus sueños y empieza la vida a surgir, en fin, estoy escuchando un poco de música, son como las tres de la mañana y así como llegan los sueños, también la vida, los recuerdos, enciendo un cigarro, fumo demasiado, más de 40 cigarros al día, lo hago desde los 14 años, me agrada, de hecho el fumar me ayuda a pensar, ya se, ya se, eso es lo que creo, pero para mí es tan importante como el aire, paradoja, no lo sé, solo que es indispensable, por que los cigarros, la música y mis libros han sido mi equipaje, cobijo y sustento desde hace mucho tiempo, como ya te dije, mil años.

Sabes Alejandro, cuando estabas en el bachillerato, hace tantos años, más de los que recuerdas. Si, fue como hace mil años, los pantalones acampanados, el cabello largo, aquí no hubo Woodstock, ni Monterrey Pop, tan sólo fue Avandaro, el hermano pobre y reprimido, pero un intento, y estaba el rock, claro, el gringo y el inghés, la trova cubana con Silvio y Pablo, que recién iniciaban y los ya sólidos, Víctor Jara, Violeta Parra, claro, la Negra, Mercedes Sosa, ah! y por supuesto esa mezcla bucólica entre los hermosos boleros y las cursilerías tipo España franquista, 1968 a pesar de haberse ido, su resaca siguió por muchos años hasta lograr abrir puertas y ventanas de este país que olía a abandono, humedad, suciedad, dejando entrar el viento que refrescaba con sus bocanadas el alma, la luz que dibujaba las formas y llenaba de color la nación, sin embargo la resaca seguía, 1971 fue brutal, la primera vez que sentí en la piel y en la dignidad como te golpean y atropellan solo por ser joven, por soñar, por creer, por desear vivir y ser libre.

En esos, mis años de bachillerato entre un Marxismo incomprendido e insulso (la versión común para todos, sólo los elegidos, aquellos que leen y se alejan de la mediocridad miraron como es, una esplendida praxis), y un catolicismo hueco, cuando por un lado mi infancia católica convivía con los Hare Krishna y la carne sostenía un duelo contra lo vegetariano, mi madre liberal pero de centro izquierda y mi radicalismo (jacobino a veces) de una izquierda pura, nítida, hombres vestidos de mezclilla, overoles y la mano en alto sosteniendo una hoz con la mirada extraviada en no sé donde, y donde los pobres, eran los buenos por el solo hecho de ser pobres.

Esa adolescencia donde te enamoras y conoces y reconoces el sexo, donde deseas sentir y ser sentido, donde te crees supermán, aunque gracias a Dios, como siempre he sido bastante feo y tímido con las mujeres, me ha servido para enseñarme a vivir y a aceptarme, cosa que, por cierto, no fue tan fácil, porque sigo siendo feo, tímido y resulta que soy pobre.

En ese mundo, la música fue ocupando cada vez un lugar más importante en mi vida, así que Alonso, el Machin, junto con Nacho, el Lobo y el Moriras me enseñaron, ellos eran rockeros de corazón, yo solo he sido un mero aprendiz, como el aquel que hace un desorden al tratar de emular a su maestro.

Alejandro, recuerdas a los Rolling, a Angie, dime ¿no es aco la canción que siempre te acompaña para el amor?, y Suavecito de Malo, recuerdas a Mauricio, el te decía que por eso no habían hecho nada màs allá de esto, por malos.

Bueno Alejandro, te dejo algo para la memoria, para el recuerdo, para el deseo y para que si alguna vez encuentras a alguien, también sueñe contigo, con los Rolling, con Malo, Deep Purple, con Chicago y con lo mejor del Rock, Stair Way to Haven de Led Zeppelin ah! y por poco lo dejo fuera, al Mody Blues con Nights in White Satin.

Alejandro.











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