domingo, 17 de julio de 2011

Y si realmente cumplieran...declaracion de independencia EUA



Pocos documentos políticos adquieren la textura de la carne, de lo humano, la Declaraciòn de Independencia de los Estados Unidos de America, este documento escrito por Jefferson, se ubica no solo en el contexto de la ilustración y los enciclopedistas, sino del humanismo, este texto ha servido para inspirar no solo documentoa similares, sino procesos revolucionarios, Ho Chi Minh lo uso para declara la independencia de Vietnam, paradójicamente no fue solo de la culta, humana y exquisita Francia, sino de los Estados Unidos, Dien Bien Phu, pretexto para una guerra por demás estúpida y brutal.

Sin embargo, a pesar de que los EUA no han sabido ser consecuentes y con argumentos siempre genuinos como la de su política (todavía vigente, por cierto) del Gran Garrote o Big Stick, este documento continua teniendo vigencia y para celebrar a los estadounidenses que sencillamente aceptan que solo es posible vivir con justicia, equidad, tolerancia, reconocimiento y respeto, para esos millones de amigos y para todos nosotros, transcribo la primera parte de esa declaración de independencia.

Alejandro.
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Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América.
Tomás Jefferson, 4 de julio de 1776.

Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.

Sostenemos que estas verdades son evidentes en sí mismas: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno La historia del actual Rey de la Gran Bretaña es una historia de repetidos agravios y usurpaciones, encaminados todos directamente hacia el establecimiento de una tiranía absoluta sobre estos estados. Para probar esto, sometemos los hechos al juicio de un mundo imparcial.

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