sábado, 6 de agosto de 2011

¿¡¡¡Buen provecho!!!?



Hoy en algún lugar del universo posiblemente algún pueblo o nación este festejando una gran victoria, acaso algunos millones festejen su natalicio, pero en todos los casos o sino en la mayoría, lo que hay es comida, bebida, frutas, verduras, carnes de ave, de cerdo o res, pescados o mariscos, se celebra comiendo, bebiendo, es una parte fundamental del festejo.

La gran mayoría de nosotros acaso y conocemos el sentido del hambre, pero siempre hay alguien que nos acerca un poco de comida, pero no sabemos lo que es la hambruna, esa plaga, ese jinete del Apocalipsis ya no comparte al parecer nuestro camino y solo lo hace cuando en ese noble acto hacemos la guerra, si, a las estupideces las ennoblecemos, más la hambruna, la carencia total de alimentos y bebidas nos es prácticamente desconocida.

Hoy, agosto del 2011, sin guerras como las que concluyo en 1945, sin las sequias de hace 80 o más años, no creemos que sea posible la hambruna, el desarrollo tecnológico nos permite producir alimentos en cantidades nunca imaginadas por generación anterior alguna.

Hoy en este año, en África, continente saqueado, violado, desangrado por más de 500 años de cultura civilizatoria, hoy miles, millones están padeciendo hambre, si, ese jinete no se ha ido, sencillamente ahora cabalga lejos de los emporios financieros, industriales y tecnológicos, ahora vive en el hambre de cada niño africano, de cada madre seca que no puede amamantar a sus hijos, de cada padre sin ánimos ni fuerzas para caminar mientras ve a su familia morir de hambre.

Varias veces en mi vida me han dicho que yo siempre veo vasos medio vacios, ahora yo pregunto ¿acaso la solidaridad se ha hecho presente?, ¿Cuántos de nosotros hemos sido menos sordos y ciegos?.

Sin embargo, yo sigo creyendo firmemente que el espíritu humano será capaz de unirse, de ser solidario, de hacer que todos los seres humanos caminemos juntos.

Les dejo con algunos datos y un breve articulo de la Dolce Welle.
_____________________________________


La gran hambruna del 2011

Según reportó la ONU en enero pasado, los precios de los alimentos han llegado a cifras récord. El azúcar, por ejemplo, cotiza a niveles inéditos en 30 años. Las economías emergentes (con China e India a la cabeza) se enfrentan a la disyuntiva de exportaciones masivas o el desabasto. Los precios al interior producen un lastre que acaba con el brillo de las perspectivas de crecimiento de los nuevos rectores de la economía: la inflación. India enfrenta niveles inflacionarios que llegan a un 18% anua.

Ese es el panorama con que el 2011 y en donde la constantes es el amenaza del hambre a una escala mundial.

Con una población mundial que aumenta a razón de 80 millones de comensales por año, el aumento en el precio de los alimento se ha visto impulsado por la especulación, las leyes de la oferta y la demanda y la escasez provocada por el empobrecimiento de los suelos, el cambio climático y el creciente uso de los granos como combustible.

Dentro de la demanda, hay que colocar en un sitial especial a las economías emergentes, cuya capacidad adquisitiva ha aumentado su demanda de carnes, leche y huevo. La población china consume, ahora mismo, el doble que la norteamericana

El aumento en los precios de los alimentos amenaza a las poblaciones más débiles, pero no sólo de los países económicamente más débiles, sino también a las de las llamadas “economías emergentes”, con China y la India a la cabeza.

La especulación en el precio de carne, leche, granos proviene, irónicamente, del ascenso de las clases medias de esas economías, que al adoptar un estilo de vida “más occidental”, aumenta la demanda de los productos básicos, y con ello su precio. También influyen el aumento en el precio de los combustibles y la demanda de granos para la producción de biocombustibles.

Hay, además, una causa que, según los expertos, irá aumentando su marco de influencia en el precio de los alimentos, pues es un empuje negativo para su producción: el cambio climático.

A la cada vez más escasa producción de alimento debido a los cambios en la climatología, se suma la desaparición de “la moral económica” que, hasta hace algunas décadas, disponía políticas y estrategias para que los más pobres tuviesen acceso a la comida.

Hoy en día esas políticas de aprovisionamiento popular son vistas como innecesarias y redundantes: si algún alimento falta en una región, se adquiere en otra. Adquirida al precio que señala la demanda, sin que se estimule el acceso a ellos.

Con el recorte de programas sociales en todo el mundo y un aumento de 75 millones de desempleados, el 2011 no tendrá una crisis alimentaria como la del 2008, sino algo mucho peor… Eso sí: muchos especuladores serán más ricos y estarán bien nutridos.

Tras recolectar las tres cosechas más grandes de la historia de la humanidad: Niveles de desnutrición aguda por encima del 30%, dos muertes por cada 10.000 habitantes al día, menos de 2.100 kilocalorías por persona al día, menos de cuatro litros de agua diarios para consumo humano, desplazamientos masivos de población y conflicto de gran intensidad. Todo esto y más puede atribuirse hoy Somalia, que el imaginario colectivo ubica sólo como “el país de los piratas” o, los menos, como uno de los “estados fallidos” del planeta.

Pero, no nos engañemos, la declaración oficial de hambruna que Naciones Unidas acaba de hacer no se limita a una distinción semántica o técnica. Es más bien el fracaso de la humanidad de lograr una gobernanza global en la era de las comunicaciones, en un momento en que todas las barreras físicas y espaciales parecían poder ser abatidas y 63 años después de que se proclamase que hay unos derechos que son universales. ¿Cómo explicar si no a un niño desnutrido, que ya no quiere ni puede comer, el hecho de que esta sea una crisis anunciada, de la que las organizaciones humanitarias presentes en el país veníamos alertando desde hace semanas?

El factor desencadenante ha sido esta vez una sequía (la mayor de los últimos 60 años), la consecuente pérdida de cosechas y ganado y la subida brutal del precio de los alimentos básicos. Pero Somalia ha venido viviendo en una situación de continua inseguridad alimentaria, violencia y fragilidad durante los últimos 20 años. Hoy hablamos de una emergencia dentro de otra emergencia que se traduce en un hambre masivo, brutal, letal. No veíamos nada igual desde 1992, cuando otra hambruna se cobró la vida de 300.000 somalíes. En todas las mentes está el recuerdo de Biafra, donde murieron, en 1984, un millón de personas.

¿Qué hacer ante una situación así? Actuar. Responder. Prevenir. Resolver en el corto plazo pero proyectarse también en el medio y el largo plazo. Hoy, con la etiqueta oficial de hambruna, la comunidad internacional debe sin mayor dilación liberar todos los fondos necesarios para aliviar el sufrimiento de los 2,5 millones de somalíes que han dejado sus hogares huyendo del hambre. Proteger a los once millones de personas amenazadas por esta sequía en el Cuerno de África. Asegurar la próxima siembra a principios de 2012. Los gobiernos de la región deben también facilitar el acceso inmediato a la ayuda humanitaria. Naciones Unidas debe coordinar la respuesta y las organizaciones no gubernamentales asegurar el uso más eficiente de los recursos disponibles sobre el terreno. Los ciudadanos, que sistemáticamente señalan en las encuestas el hambre como primera causa de preocupación global, tienen la oportunidad de hacer real su solidaridad. Pero esto no se resuelve salvando un puñado de vidas y relegando después otra vez al olvido al Cuerno de África, al que nadie le importa un cuerno.

Toda esta indignación que despiertan las imágenes de vientres hinchados por el hambre debe transformarse en algo concreto. Podemos empezar por dejar de considerar la desnutrición aguda como una fatalidad y empezar a verla como una enfermedad. Diagnosticable, prevenible y tratable. Ojalá Somalia pueda abrirnos los ojos.
_____________________________________


Hambre en África, producto de la corrupción

Se dice a menudo que las catástrofes alimentarias son una consecuencia del cambio climático, pero las causas del hambre son, sobre todo, la corrupción, los malos gobiernos y una administración ineficiente.

Dadaab, en el norte de Kenia, es el campamento de refugiados más grande del mundo. A él llegan, día tras día, entre 1.000 y 2.000 refugiados de Somalia huyendo del hambre y de un Estado que ya ha dejado de ser tal, abandonando a su gente.

“La situación es tan terrible e intrincada en el sur de Somalia que hasta para nosotros es peligroso llegar hasta allí. Los grupos rebeldes crean un clima de violencia y, además, hay una sequía extrema. Por eso, el precio de cereales como el mijo –un alimento muy importante en Somalia- se ha duplicado en un corto tiempo. La gente no tiene otra alternativa”, explica Ralf Südhoff, del Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés).

Violencia, sequía y muerte

No sólo se trata de la sequía permanente, sino, sobre todo, de la violencia continua que hace imposible que llegue ayuda externa. Se trata de seres humanos abandonados a su suerte, Somalia es un estado fallido, sin gobierno, subraya Michael Brüntrup, experto en Ciencias Agropecuarias del Instituto Alemán de Desarrollo (DIE). Y esa es una de las típicas características de las crisis alimentarias.

“A un conocido economista, Amartya Sen, se le otorgó el Premio Nobel en parte por haber demostrado que en los sistemas democráticos casi no hay muertes por hambre. Y lo demostró en su propio país, India, que estaba asolado por crisis alimentarias y ahora ya no lo está”, señala Michael Brüntrup. Sin embargo, según él, el hambre crónica también es un fenómeno común en democracia.

El hambre afecta a más de 1.000 millones de personas

Pero el mal que se extiende por el Cuerno de África no es el hambre normal que sufren más de 1.000 millones de personas en todo el mundo, sino una crisis alimentaria que cobra dimensiones de catástrofe. La gente muere huyendo de ella, los niños fallecen, luego de caminatas a pie que duran semanas, antes de llegar al campamento de refugiados de Dadaab porque están completamente debilitados. Llegan de Somalia o de Etiopía, uno de los países más pobres del mundo, cuyos habitantes luchan desesperadamente contra el hambre.

“Etiopía es un país muy pobre que ha invertido mucho en el sector agrario y que logró reducir el número de personas que sufren de hambre en un 1 a un 1,5 por ciento anual. La mitad de la población de Etiopía está subalimentada. A eso se suma el crecimiento poblacional. Se puede decir que se ha hecho mucho, pero que aún no es suficiente en absoluto”, advierte Michael Brüntrup.

“No hay suficiente dinero”

El experto del Instituto Alemán de Desarrollo aplaude la Declaración de Maputo de la Unión Africana, en la que los países africanos se comprometieron en 2003 a invertir el 10 por ciento de su presupuesto en la agricultura. Sólo así es posible combatir las catástrofes alimentarias como la que afecta al Cuerno de África, dice Michael Brüntrup.

“En caso de crisis agudas como la actual, se debe invertir reservas de dinero o de alimentos para poder alimentar a la población. O, en su defecto, se debe solicitar ayuda a la comunidad internacional, como se ha hecho ahora”, señala Brüntrup.

Pero, a pesar de todas las promesas, estas ayudas adicionales de la comunidad internacional han sido bastante escasas y no alcanzan en absoluto para combatir una catástrofe alimentaria de esta magnitud. “Tenemos el siguiente problema: sólo para la segunda mitad de este año nos faltan aproximadamente 140 millones de euros para ayudar a cientos de miles de niños y adultos que están a punto de morir de hambre. Eso significa que nuestra tarea, que también fue encomendada por los gobiernos, es ayudar a esas personas, pero no tenemos el dinero suficiente”, alerta Ralf Südhof, del Programa Mundial de Alimentos.

Es por eso que muchas organizaciones humanitarias advierten que ya se avecina la próxima crisis alimentaria, y será en Sudán del Sur, el Estado más joven en la organización de las Naciones Unidas desde que declaró su independencia, en julio de 2011. Y la espiral del hambre sigue en aumento.

Autora: Helle Jeppesen/ Cristina Papaleo - Editor: Enrique López Magallón, DW-WORLD.DE

No hay comentarios:

Publicar un comentario