Yo
provengo de una generación que vivió muchas cosas en la mitad, no estaba lo
suficientemente grande para entender y participar, ni lo suficientemente
pequeña como para no vivirlo.
En
1968 yo tenía 12 años, recién había ingresado a la secundaria, recuerdo cuando iba
en un camión (autobús) pasando por un costado de la Alameda Central, Felipe
estaba conmigo, esto tuvo que ser por septiembre, se subieron algunos
estudiantes, jóvenes ellos aunque unos cuatro o cinco años más que yo, comenzaron
a hablar, decían cosas contra el gobierno y pedían apoyo, varias personas, sino
es que todos cooperamos con alguna moneda, eso lo tengo muy presente, de
pronto, mientras ellos hablaban, repartían volantes y el camión avanzaba por la
calle de Tacuba, uno grito algo y ellos se bajaron corriendo con el vehículo en
movimiento, algunos granaderos, con armas y macanas abordaron el camión y nos
arrebataron los volantes de las manos, a Felipe y a mi nos bajaron, traíamos el
uniforme de la escuela y los libros, nos preguntaron a gritos quienes éramos,
si éramos estudiantes, en que escuela íbamos, uno grito más fuerte, recuerdo
muy bien que me dijo”¡cabroncito, ahora si te vas a ir a chingar a tu madre, te
vamos a llevar a la cárcel!”
Una
señora intervino, se enojo y los granaderos, nos dejaron, no sin antes seguir gritándonos
e insultándonos, Felipe y yo estábamos asustados, aterrados, no decíamos nada,
sencillamente no salía palabra alguna, el miedo por vez primera lo veía a la
cara, es terrible.
La
madrugada del tres de octubre, sonó el teléfono, ya dormíamos mi madre y yo, de
pronto escucho un grito y veo a mi madre temblando sosteniendo el teléfono,
solo me dijo que me vistiera, ella no tenia donde y con quien dejarme, hacia
algunos días que ya no asistía como muchos otros de mi edad a la escuela y
cuando lo hacíamos era vestidos de paisano, nunca con el uniforme y sin libros
o cuadernos, salimos, había un taxi esperándonos, fuimos a la Cruz Roja, mi
prima Lolis estaba en la puerta, esperándonos, le dijo a mi mamá que mi tío
Toño había muerto de un balazo.
Todo
estaba rodeado por el ejército, no sé cómo, per ingresamos, mi mamá no me soltó
jamás la mano, al caminar por los pasillos, se escuchaban gritos de dolor,
llanto, muchos cuerpos en el piso, apenas si cubiertos con sabanas llenas de
sangre, al entrar a una sala, estaba mi Tía, llorando, callada, mi tío tirado,
con un gran hoyo en la cabeza, apenas la semana pasada me había llevado en su
motocicleta, ahí estaba, sin moverse, sin sonrisa, sin decirme nada, sin decirle
a mis primos que jugáramos, ahí estaba, seco, totalmente seco, había sido
asesinado mientras intentaba recatar a una joven, le dispararon desde arriba,
el era un voluntario de la Cruz Roja, para poder cobrar el seguro de vida, mi tía
acepto que su acta de defunción dijera que el sencillamente había muerto de un
ataque cardiaco.
El
dos de octubre mi prima Rebeca, que es un par de años más grande que yo,
regresaba del cine, ella vivía con mis tíos en Tlatelolco, de pronto balazos,
gritos, gente corriendo, humo, ella cayo, un joven, no supimos nunca quien fue,
se tiro sobre ella para cubrirla, ella no recuerda cuanto tiempo estuvo bajo el
cuerpo, solo sintió sangre en su cuerpo, no recuerda como se levanto y llego a
su casa, sangrando, pero no era su sangre, era la del joven que la cubrió, el
ya no cobijaría jamás otro cuerpo, ella siempre ha vivido con eso.
Porque
el dos de octubre es importante, por eso, porque abrir las puertas del futuro
fue doloroso, un parto y que vivimos en mi generación, algunos en Vietnam,
otros en Paris o en Praga, algunos más en Berckley, otros en Tlatelolco, Marx decía
sobre estos partos:
“Por nuestra parte
debemos iluminar el viejo mundo y crear positivamente el mundo nuevo./ Cuanto
más tiempo dejen los acontecimientos para reflexionar a la humanidad que sufre,
tanto más perfecto vendrá al mundo el fruto que el presente lleva en su
vientre”
Alejandro,
Ciudad de México, madrugada del martes 2 de octubre del 2012 a 44 años de 1968
Las
canciones que dejo, son por un lado una balada que parodia a otra, diciendo y
exponiendo a los granaderos que en ese momento sirvieron al poder y la otra, es
para mi un canto que tiene un poder especial, con esa canción se concluyo la
huelga en la que participe y con la que me reconoci a mi mismo como trabajador,
es un canto para mirar y caminar, para construir, para vivir.
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