lunes, 16 de septiembre de 2013

Anecdotario de la independencia - 2013




 Hoy se festeja en México y en muchos países latinoamericanos se puede decir que es el inicio de la guerra de Independencia, esta coincidencia no es fortuita, se la debemos a Napoleón Bonaparte, a su hermano Pepe Botella y claro a el rey de España Fernando VII, y sobre todo a la Junta de Cadiz y a el levantamiento del pueblo español el dos de mayo de 1808.

En un inicio, pocas personas buscaban la independencia, básicamente era el cumplimiento de la Constitución de Cadiz (en su honor, la plaza central de la Ciudad de México, se llama Plaza de la Constitución y claro, el Zócalo, por una estatua que nunca supero su zócalo), pero el necio de Fernando VII, absolutista, eso hizo que los muchas personas y juntas en este continente buscaran ahora la independencia, la lucha fue larga, brutal, sangrienta y creo, que perdieron los que habían empezado a perder el 12 de octubre de 1492, los indios, ellos, sólo fueron buenos para abonar con sus vidas, sus sueños y sus esperanzas esta América Latina.

En fin, después de todo, les dejo con cinco momentos importantes en nuestra independencia, el primero es (como debe de ser) la proclamación por Ignacio López Rayón de los Sentimientos de la Nación, escritos por Dn. José María Morelos y Pavón (de quien se dice que el propio Napoleón le escribe a Morelos, en donde además de glorificarle al triunfo mencionaba lo siguiente: "Si en mi ejército hubiera 10 hombres como usted, yo podría ser el emperador de toda Europa"),  documento fundamental, piedra de toque de la vida de una nación.

El segundo fue cuando el Emperador Maximiliano I dio el grito en Dolores, el tercero es cuando el General Porfirio Díaz festeja el centenario de la independencia y termino con un discurso de un verdadero revolucionario, anarquista, combativo, sensato, honesto, Ricardo Flores Magón, este discurso él lo da el 16 de septiembre de 1910.

Alejandro, septiembre, 16 del 2013



1º. Que la América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía, y que así se sancione dando al mundo las razones.

2º. Que la religión católica sea la única sin tolerancia de otra.

3º. Que todos sus ministros se sustenten de todos y solos los diezmos y primicias, y el pueblo no tenga que pagar más obvenciones que las de su devoción y ofrenda.

4º. Que el dogma sea sostenido por la jerarquía de la Iglesia, que son el Papa, los obispos y los curas, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plantó: omnis plantatis quam non plantabit Pater meus Celestis cradicabitur. Mat. Cap. XV.

5º. Que la Soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que sólo quiere depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto de representantes de las provincias en igualdad de números.

6º. Que los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial estén divididos en los cuerpos compatibles para ejercerlos.

7º. Que funcionarán cuatro años los vocales, turnándose, saliendo los más antiguos para que ocupen el lugar los nuevos electos.

8º. La dotación de los vocales será una congrua suficiente y no superflua, y no pasará por ahora de 8000 pesos.

9º. Que los empleos sólo los americanos los obtengan.

10º. Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir y libres de toda sospecha.

11º. Que los Estados mudan costumbres y, por consiguiente, la Patria no será del todo libre y nuestra mientras no se reforme el Gobierno, abatiendo el tiránico, substituyendo el liberal, e igualmente echando fuera de nuestro suelo al enemigo español, que tanto se ha declarado contra nuestra Patria.

12º. Que como la buena ley es superior a todo hombre las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.

13º. Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados; y que éstos sólo lo sean en cuanto al uso de su ministerio.

14º. Que para dictar una ley se haga junta de sabios en el número posible, para que proceda con más acierto y exonere de algunos cargos que pudieran resultarles.

15º. Que la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y solo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud.

16º. Que nuestros puertos se franqueen a las naciones extranjeras amigas, pero que éstas no se internen al reino por más amigas que sean, y sólo habrá puertos señalados para el efecto, prohibiendo el desembarque en todos los demás, señalando el diez por ciento u otra gabela a sus mercancías.

17º. Que a cada uno se le guarden sus propiedades y respete en su casa como en un asilo sagrado, señalando penas a los infractores.

18º. Que en la nueva legislación no se admita la tortura.

19º. Que en la misma se establezca por Ley Constitucional la celebración del día 12 de diciembre en todos los pueblos, dedicado a la Patrona de nuestra Libertad, María Santísima de Guadalupe, encargando a todos los pueblos la devoción mensual.

20º. Que las tropas extranjeras o de otro reino no pisen nuestro suelo, y si fuere en ayuda, no estarán donde la Suprema Junta.

21º. Que no se hagan expediciones fuera de los límites del Reino, especialmente ultramarinas; pero [se autorizan las] que no son de esta clase [para] propagar la fe a nuestros hermanos de Tierra adentro.

22º. Que se quite la infinidad de tributos, pechos e imposiciones que nos agobian y se señale a cada individuo un cinco por ciento de semillas y demás efectos o otra carga igual, ligera, que no oprima tanto, como la Alcabala, el Estanco, el Tributo y otros; pues con esta ligera contribución y la buena administración de los bienes confiscados al enemigo, podrá llevarse el peso de la guerra y honorarios de empleados.

23º. Que igualmente se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa Libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se desplegaron los labios de la Nación para reclamar sus derechos con espada en mano para ser oída; recordando siempre el mérito del grande héroe, el señor Dn. Miguel Hidalgo y su compañero Don Ignacio Allende.
 
Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813 José María Morelos.


 
El 16 de marzo de 1811, es nombrado jefe supremo del ejército insurgente por la Junta de Saltillo, a Ignacio López Rayón, quien junto con Andrés Quintana Roo, organiza la Junta de Zitacuaro.

El 15 de septiembre de 1812, Rayón y Quintana Roo, llegan a la población de Huichapan, Hidalgo, y son recibidos entusiastamente por la población, celebrando esa noche una misa en la parroquia para recordar al cura Hidalgo. Después de la misa cambian impresiones y consideran que sería bueno estimular a todos aquellos que siguen de pie de lucha por la Independencia. En compañía de algunos vecinos se dirigen a un pequeño edificio que era parte del atrio de la parroquia, llamado chapitel y donde se encuentran sus tropas y gran parte de la población.

Ambos suben al balcón e Ignacio López Rayón se dirige a la multitud a la que invita a seguir apoyándolos como hasta el momento. Para finalizar su arenga, recuerda las palabras de don Miguel Hidalgo pronunciadas en esa fecha, pero dos años antes, en el atrio del curato de Dolores; como respuesta la multitud lanza vivas a la arenga de sus jefes.

Mientras, el tiempo hizo lo suyo, así en 1821 al fin se firma el Acta de Independencia del Imperio Mexicano, años aciagos, un imperio, una presidencia botín, unos legisladores débiles, corruptos y egoístas, un pueblo a veces indiferente, a veces héroe, una nación que tuvo 11 veces a Antonio López de Santana, por eso, aquí les dejo lo que fue llevado al teatro hace poco tiempo, una anécdota de nuestro México, tan igual y tan diferente: “1822, el año en que fuimos imperio” de autoría de Flavio González Mello, dirigida por Luis Franco Zertuche.


ooOOoo

 
En 1864 el emperador Maximiliano de Habsburgo fue el primer gobernante en regresar a Dolores Hidalgo para celebrar el inicio de la independencia.

El quería ganar la simpatía de los mexicanos, en especial de los liberales que lo consideraban un usurpador.

Por ello pasó todo el día 15 en Dolores y a las 11 de la noche vitoreó a los héroes nacionales; esa noche vistió de charro y Carlota de china poblana.
Además, el extranjero mandó pintar una de las representaciones más conocidas de Miguel Hidalgo... en suma, fue uno de los formadores de la identidad nacional, afirman historiadores.

Sería hasta que Maximiano I, Emperador de México, mostrando interés por rescatar del olvido la fecha del inicio de la Guerra de Independencia, llega a Dolores Hidalgo, luego de padecer una enfermedad en su viaje por el Bajío y que lo hace caer en cama en Irapuato, atravesando por el Camino Real más corto, sale de Irapuato, duerme en la Hacienda de Cerro Gordo en Salamanca, y al día siguiente continua rumbo a Dolores, lugar al que llega puntual para la Ceremonia del LIV (54º) Aniversario, este fue su discurso.

Mexicanos:

"Más de medio siglo tempestuoso ha transcurrido desde que en esta humilde casa, del pecho de un humilde anciano, resonó la gran palabra de Independencia, que retumbó como un trueno del uno al otro océano por toda la extensión del Anáhuac, y ante la cual quedaron aniquilados la esclavitud y el despotismo de centenares de años. Esta palabra, que brilló en medio de la noche como un relámpago, despertó a toda una Nación de un sueño ilimitado, á la libertad y á la emancipación; pero todo lo grande y todo lo que está destinado a ser duradero, se hace con dificultad, á costa de tiempo. Años y años de pasiones, combates y luchas se sucedían: la idea de la Independencia había nacido ya, pero desgraciadamente aun no la ve la Nación. Peleaban hermanos contra hermanos; los odios de partido amenazaban minar lo que los héroes de nuestra hermosa Patria habían creado.

"La bandera tricolor, ese magnífico símbolo de nuestras victorias, se habían dejado invadir por un solo color, el de la sangre. Entonces llegó al país del apartado Oriente, y también bajo el símbolo de una grandiosa bandera tricolor, el magnánimo auxilio: un águila de la moderación y de la ley. El germen que Hidalgo sembró en este ligar, debe ahora desarrollarse victoriosamente, y asociando la Independencia con la unió, el porvenir es nuestro.

"Un pueblo que, bajo la protección y con la bendición de Dios, funda su Independencia sobre la libertad y la ley, y tiene una sola voluntad, es invencible y puede elevar su frente con orgullo. Nuestra águila, al desplegar sus alas, caminó vacilante; pero ahora que ha tomado el buen camino y ahoga entre sus garras al levantarse nuestra Patria de entre los escombros, poderosa y fuerte, y cuando ocupe en el mundo el lugar que le corresponde, no debemos olvidar los días de nuestra Independencia ni los hombres que nos la conquistaron. ¡Mexicanos: que viva la Independencia y la memoria de sus héroes!

Maximiliano.

Fuente: Alocuciones y Cartas Oficiales del Emperador Maximiliano. Imprenta Imperial. México, 1867.
 
  
En 1896 Porfirio Díaz se llevó de la campana de a Palacio Nacional para tocarla la noche del 15 (justo en su cumpleaños); ese año hubo juegos pirotécnicos y fiesta popular en la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México.


El 15 de septiembre de 1910, México se preparaba para celebrar el centenario del inicio del movimiento de Independencia.

Por decreto presidencial, cada estado, municipio y localidad debían participar de este gran concierto con la conclusión y entrega de una extensa red de obra pública.

El general no quiso dejar nada a la improvisación. Su intención era mostrar al mundo un México moderno y cosmopolita

Desde 1903 arquitectos, ingenieros, constructores y escultores, en su mayoría extranjeros, se encargaron de visualizar la República porfirista para la celebración. Y en 1907 fue conformada la Comisión Nacional del Centenario.

La Ciudad de México fue el corazón de la fiesta y la vorágine constructiva de la época le dio el cariz y traza que hasta el día de hoy conservan la mayoría de sus edificios, avenidas, monumentos y espacios públicos.

La Comisión ofreció un programa diario de los eventos que se realizarían, además, los actos cívicos, desfiles y eventos públicos fueron anunciados en periódicos y en carteles en las calles.

Se invitó a adornar las fachadas de las casas, edificios gubernamentales y establecimientos mercantiles con motivos patriotas, como listones, medallones, banderas, pendones con las efigies de los héroes de la patria, etc.

El presidente Díaz ajustó la fecha independista para que el núcleo de la fiesta fuera el 15 de septiembre de 1910, que coincidía con su cumpleaños 80. Sucede que don Porfirio festejaba su cumpleaños el día 15 de septiembre (efectivamente día de los Porfirios). Sin embargo, y para empatar su onomástico con los festejos del Grito (en ocasión del centenario de la Independencia), decidió adelantar éste por unas horas. Así pues, desde 1910, el Grito de Independencia como festejo popular, tiene lugar los días 15 de septiembre, cerca de las 11 de la noche y no los 16 por la madrugada como realmente sucedió en 1810.

Según las crónicas de la época, ese día los eventos empezaron temprano: espectáculos públicos, funciones populares de teatro, corridas de toros, entrega de juguetes y despensas en el primer cuadro de la Ciudad de México.

A las 9 de la mañana se continuó con el Gran Desfile Histórico que representaba, a decir de los organizadores, las tres épocas de la historia de México: la Conquista, la dominación española y la guerra y consumación de la Independencia.

Por la tarde, espectáculos de juegos pirotécnicos iluminaron las principales plazas del país. A las 23:00 horas se inició la ceremonia oficial en la Plaza de la Constitución, se entonó el Himno Nacional, el presidente dio el Grito e hizo repicar la campana de Dolores.

La prensa dio cuenta de un gran éxito en la ceremonia oficial, aunque Porfirio Díaz y los miembros del gabinete vivieron actos de repudio de grupos antirreleccionistas que portaban retratos de Francisco I. Madero.

El 16 de septiembre, la Ciudad se engalanó con la inauguración de su monumento oficial, el Ángel de la Independencia, obra del arquitecto mexicano Antonio Rivas Mercado y el ángel fue su hija, Antonieta, mujer interesante de la historia cultural, política y femenina de este país.

Durante la cena que ofrece el General Díaz y su esposa Carmelita, para lo cual el chef particular de Díaz, Sylvain Daumonty preparó "foie gras de strasbourg en croutes, noisettes de chevreuil y puree de champignons". Los platillos exigían un viaje épico: se sirvieron con vinos de Bordeaux, jerez gaditano o champaña. Aquí, "escaloppes de dorades à la parisienne"




Este es el discurso que da Ricardo Flores Mago, seguidor de Bakunin, el 16 de septiembre de 1910.

Compañeros:

Un recuerdo glorioso y una aspiración santa nos congrega esta noche.

Cada vez más claro, según el tiempo avanza; cada vez más definido, según pasan los años, vemos aquel acto grandioso, aquel acto inmortal llevado a cabo por un hombre que en los umbrales de la muerte, cuando su religión le mostraba el cielo, bajó la vista hacia la Tierra, donde gemían los hombres bajo el peso de las cadenas, y no quiso irse de esta vida, no quiso decir su eterno adiós a la humanidad sin antes haber roto las cadenas y transformado al esclavo en hombre libre.

Yo gusto de representarme el acto glorioso. Veo con los ojos de mi imaginación la simpática figura de Miguel Hidalgo. Veo sus cabellos, blanqueados por los años y por el estudio, flotar al aire: veo el noble gesto del héroe iluminar el rostro apacible de aquel anciano. Lo veo, en la tranquilidad de su aposento, ponerse repentinamente en pie y llevar la mano nerviosa a la frente.

Todos duermen, menos él. La vida parece suspendida en aquel pueblo de hombres cansados por el trabajo y la tiranía; pero Hidalgo vela por todos, Hidalgo piensa por todos. Veo a Hidalgo lanzarse a la cabeza de media docena de hombres para someter un despotismo sostenido por muchos miles de hombres. Con un puñado de valientes llega a la cárcel y pone en libertad a los presos; va a la iglesia después y congrega al pueblo, y, al frente de menos de cincuenta hombres, arroja el guante al despotismo.

Ese fue el principio de la formidable rebelión cuyo centenario celebramos esta noche; este fue el comienzo de la insurrección que, si algo puede enseñarnos, es a no desconfiar de la fuerza del pueblo, porque precisamente fueron sus autores los que aparentemente son los más débiles.

No fueron los ricos los que rodearon a Hidalgo en su empresa de gigante: fueron los pobres, fueron los desheredados, fueron los parias, los que amasaron con su sangre y con sus vidas la gloria de Granaditas, la tragedia de Calderón y la epopeya de Las Cruces.

Los pobres son la fuerza, no porque son pobres, sino porque son el mayor número. Cuando los pueblos tengan la conciencia de que son más fuertes que sus dominadores, no habrá más tiranos.

Proletarios: la obra de la Independencia fue vuestra obra; el triunfo contra el poderío de España fue vuestro triunfo; pero que no sirva este triunfo para que os echéis a dormir en brazos de la gloria. Con toda la sinceridad de mi conciencia honrada os invito a despertar.

El triunfo de la revolución que iniciasteis el 16 de septiembre de 1810 os dio la Independencia nacional; el triunfo de la revolución que iniciasteis en Ayutla os dio la libertad política; pero seguís siendo esclavos, esclavos de ese moderno señor que no usa espada, no ciñe casco guerrero, ni habita almenados castillos, ni es héroe de alguna epopeya: sois esclavos de ese nuevo señor cuyos castillos son los bancos y se llama el Capital.

Todo está subordinado a las exigencias y a la conservación del Capital. El soldado reparte la muerte en beneficio del Capital; el juez sentencia a presidio en beneficio del Capital; la máquina gubernamental funciona por entero, exclusivamente, en beneficio del Capital; el Estado mismo, republicano o monárquico, es una institución que tiene por objeto exclusivo la protección y salvaguarda del Capital.

El Capital es el Dios moderno, a cuyos pies se arrodillan y muerden el polvo los pueblos todos de la Tierra. Ningún Dios ha tenido mayor número de creyentes ni ha sido tan universalmente adorado y temido como el Capital, y ningún Dios, como el Capital, ha tenido en sus altares mayor número de sacrificios.

El Dios Capital no tiene corazón ni sabe oír. Tiene garras y tiene colmillos. Proletarios, todos vosotros estáis entre las garras y colmillos del Capital; el Capital os bebe la sangre y trunca el porvenir de vuestros hijos.

Si bajáis a la mina, no es para haceros ricos vosotros, sino para hacer ricos a vuestros amos; si vais a encerraros por largas horas en esos presidios modernos que se llaman fábricas y talleres, no es para labrar vuestro bienestar ni el de vuestras familias: es para procurar el bienestar de vuestros patrones; si vais a la línea del ferrocarril a clavar rieles, no es para que viajéis vosotros, sino vuestros señores; si levantáis con vuestras manos un palacio, no es para que lo habiten vuestra mujer y vuestros hijos, sino para que vivan en él los señores del Capital.

En cambio de todo lo que hacéis, en cambio de vuestro trabajo, se os da un salario perfectamente calculado para que apenas podáis cubrir las más urgentes de vuestras necesidades, y nada más.

El sistema de salario os hace depender, por completo, de la voluntad y del capricho del Capital. No hay más que una sola diferencia entre vosotros y los esclavos de la antigüedad, y esa diferencia consiste en que vosotros tenéis la libertad de elegir vuestros amos.

Compañeros: habéis conquistado la Independencia nacional y por eso os llamáis mexicanos: conquistasteis así mismo, vuestra libertad política, y por eso os llamáis ciudadanos; falta por conquistar la más preciosa de las libertades; aquélla que hará de la especie humana el orgullo y la gloria de esta mustia Tierra, hasta hoy deshonrada por el orgullo de los de arriba y la humildad de los de abajo.

La libertad económica es la base de todas las libertades. Ante el fracaso innegable de la libertad política en todos los pueblos cultos de la Tierra, como panacea para curar todos los dolores de la especie humana, el proletariado ha llegado a la conclusión de que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos, y este sencillo axioma es el cimiento de granito de toda obra verdaderamente revolucionaria.

Compañeros, conozco al mexicano. La historia me dice todo lo que puede hacer el mexicano. Abrid la página de ese gran libro que se llama historia de México, y en ella encontraréis los grandes hechos de los hombres de nuestra raza.

Es grande el mexicano cuando rechaza, con su pecho desnudo y sus armas de piedra, al bandidaje español caído en nuestra tierra, en son de conquista; es grande el mexicano cuando vencido y torturado, cuando sus carnes arden en el suplicio del fuego, lanza una mirada despreciativa a sus verdugos y formula, con la sonrisa en los labios, aquella pregunta digna de un dios en desgracia y que es algo así como la nota más alta de la ironía, arrancada a los horrores de la tragedia: ¿Estoy acaso en un lecho de rosas?

Es grande el mexicano cuando sepulta, bajo una tormenta de guijarros, la altura altanera de la alhóndiga de Granaditas; es grande el mexicano en Cuautla, grande en el cerro de El Sombrero, grande en Padierna y Chapultepec, grande en Calpulalpan, grande en Puebla, grande en Santa Isabel y en Querétaro.

Grandes sabéis ser en el infortunio y grandes en el triunfo: ahí está la historia que lo dice.

Cada vez que el humano progreso da un paso, dais vosotros un paso también. No queréis ir atrás, os avergüenza quedaros a la zaga de vuestros hermanos de las otras razas, y aun bajo el peso de la tiranía, cuando la conciencia humana parece dormir, y cuerpo y espíritu son esclavos, viven en vosotros, con la vida intensa de las cualidades de la raza, el estoicismo de Cuauhtémoc, la serena audacia de Hidalgo, el arrojo indomable de Morelos, la virtud de Guerrero y la constancia inquebrantable de Juárez, el indio sublime, el indio inmenso, el piloto gigante que llevó a la raza a seguro puerto en medio de los escollos y de las tempestades de un mar traidor.

Mexicanos: vuestro pasado merece un aplauso. Ahora es preciso que conquistéis el aplauso del porvenir por vuestra conducta en el presente. Habéis cumplido con vuestro deber en las grandes luchas del pasado; pero falta que toméis la parte que os corresponde en las grandes luchas del presente.

La libertad que conquistasteis no puede ser efectiva, no podrá beneficiaros mientras no conquistéis la base primordial de todas las libertades: la libertad económica, sin la cual el hombre es miserable juguete de los ladrones del gobierno y de la banca, que tienen sometida a la humanidad con algo más pesado que las cadenas, con algo más inicuo que el presidio y que se llama la miseria, ¡el infierno trasplantado a la Tierra por la codicia del rico!

Os independizasteis de España; independizaos, ahora, de la miseria. Fuisteis audaces entonces; sed audaces ahora uniendo todas vuestras fuerzas a las del Partido Liberal Mexicano en su lucha a muerte contra el despotismo de Porfirio Díaz.
Ricardo Flores Magón



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