lunes, 14 de abril de 2014

Para la abuela que va a recibir a su hermosa nieta


Querida hija, esto me lo mando tu nieta para hacértelo llegar, disfrútalo.

DADDY
 
Huehuetlatolli, la palabra de los viejos.
EXHORTACIÓN E INSTRUCCIÓN A LAS HIJAS

Estás aquí, collar mío, plumaje fino mío, criatura mía, hija mía: prueba de la fuerza viril, de mi sangre y de mi linaje. Óyeme pues ahora y acoge lo que te diga:
Has nacido, has llegado a la vida, que te envía acá nuestro señor el creador de los hombres.
Y ya vas viendo cómo son las cosas y qué sentido tienen:
No hay placer, no hay alegría; se sufre y se tienen penas; hay cansancio, hay agotamiento y de ahí el dolor brota.
Sí, oye ahora:
Lugar penoso es la tierra, sitio que al hombre hace llorar; que le amarga las entrañas y hace amargo todo cuanto saborea: agua helada, viento helado por todas partes se derraman.
Y sobre nosotros cae muy de veras calor, viento. Y hay hambre y hay sed.
Es en suma eso así.
Óyeme pues, hija mía:
La tierra no es sitio de dicha: no hay en ella alegría, no hay felicidad.
Suelen decir que es lugar de alegría con pena y de dicha con dolor.
Decían antaño los viejos:
Para que no siempre anduviéramos llorando, para que no siempre estuviéramos tristes, nos dio el señor: la risa, el sueño, el sustento, nuestra fuerza y nuestro brío y aquel dulce placer de la carne con que se propagan los hombres.
Todo eso alivia la vida en la tierra, con que no andemos llorando.
Y aun cuando eso es así, aunque en esta manera se mantiene el mundo, ¿por eso vamos a estar oyendo sólo, vamos a tener miedo, a andar llorando?
Es uno lo que es: rey, jefe de guerra, persona que rige, que tiene rango, que se llega a Águila y Tigre, y ésa es la vida de la tierra y nadie anda intentando la muerte. Todo es afán, contienda, trabajo. Se busca mujer, o se busca marido.
Pues siendo esto así, hija mía, favor de oírme:
Aquí está tu madre y señora: de sus entrañas y de su seno te desgarraste y desprendiste; cual si fueras una hierbecita, como si fueras una plantita, de ella has brotado y has florecido: es como si estando dormida, hubieras despertado.
Ve, pues: oye, entiende: esa es la vida humana.
No vivas vida vana, no vivas sin cordura, no andes por lugares inciertos.
¿Cómo habrás de vivir? ¿Cómo habrás de seguir por breve tiempo el camino de la vida? Hijita mía, pequeñita mía, tortolita mía: se dice que la vida es lugar de conflictos, de espantos, de temores.
Ten entendido que procedes de gente de valía; de gente de prosapia eres brote: fruto y resultado de nuestros viejos señores. Esos reyes y amos que se fueron y allá en la lejana región de la muerte están en hilera; los que vinieron a tener el solio y el trono; los que vinieron a dar nombre y fama a la nobleza.
No te envilezcas, no te abajes al nivel de la plebe: debes vivir en trato y compañía de las personas, aunque seas una pobrecita mujer.
 

Para mi Abuela Verónica:

Abuela, estoy a punto de nacer, estoy muy emocionada, mi abuela va a venir y la voy a conocer, quiero verla, sé que ella me va a contar muchas historias y me va a alegrar cuando este triste.

Cuando la conozca deberé llorar, no, creo que no, le daré una sonrisa como la que estoy preparando para mi mamá y mi papá, bueno, acaso y llore, pero es que como todavía no se hablar, pero cuando aprenda la de cosas que voy a preguntar y las canciones que voy a aprender.

Sabes abuela, hoy llego aquí, lejos de donde nacieron mi mamá y mi papá, yo voy a nacer y quiero ser feliz, sé que el mundo está mal, pero por eso quiero vivir, para poder compartir el amor que tú y mis papas me darán con todas las personas.

Tengo muchas cosas que decirte abuela, pero ahora tengo sueño y solo quiero dormir, es tan bonito estar adentro de mi mamá.

Ya te verte y podrás cantarme y contarme, podrás enseñarme a ser feliz.

Tu nieta que tanto espera para estar con todos ustedes.

ooOOoo
Cortázar escribe esto en Rayuela, yo creo que hoy se acomoda como cuando el viento y el destino se unen y logran el milagro de la perfección, muchas felicidades y una estupenda vida para tu nieta.
ooOOoo
 
Bebé Rocamadour, bebé, mon bebé. Rocamadour :

Rocamadour, ya sé que es como un espejo. Estás durmiendo o mirándote los pies. Yo aquí sostengo un espejo y creo que sos vos. Pero no lo creo, te escribo porque no sabes leer. Si supieras no te escribiría o te escribiría cosas importantes. Alguna vez tendré que escribirte que te portes bien o que te abrigues. Parece increíble que alguna vez, Rocamadour. Ahora solamente te escribo en el espejo, de vez en cuando tengo que secarme el dedo porque se moja de lágrimas. ¿Por qué, Rocamadour? No estoy triste, tu mamá es una pavota, se me fue al fuego el borsch que había hecho (…) porque vos y yo nos estábamos diciendo tantas cosas y él quería volver a París; entonces te pusiste a llorar y él te mostró como el conejito movía las orejas; en ese momento estaba hermoso, quiero decir Horacio, algún día comprenderás, Rocamadour.

(…)

Rocamadour, madame Irène no está contenta de que seas tan lindo, tan alegre, tan llorón y gritón y meón. Ella dice que todo está muy bien y que eres un niño encantador, pero mientras habla esconde las manos en los bolsillos del delantal como hacen algunos animales malignos, Rocamadour, y eso me da miedo. (…). Rocamadour, si en tus ojitos pudiera leer lo que te ha pasado en esos quince días, momento por momento. (…) Rocamadour, por ejemplo me gusta decir tu nombre y escribirlo, cada vez me parece que te toco la punta de la nariz y que te reís, en cambio madame Irene no te llama nunca por tu nombre, dice l'enfant, fíjate, ni siquiera dice le gosse, dice l'enfant, es como si se pusiera guantes de goma para hablar, a lo mejor los tiene puestos y por eso mete las manos en los bolsillos y dice que sos tan bueno y tan bonito.


Hay una cosa que se llama tiempo, Rocamadour, es como un bicho que anda y anda. No te puedo explicar porque eres tan chico, (…) estoy contenta, pero es tan difícil entender las cosas, (…) así, Rocamadour: En París somos como hongos crecemos en los pasamanos de las escaleras, en piezas oscuras donde huele a sebo, donde la gente hace todo el tiempo el amor y después fríe huevos y pone discos de Vivaldi, enciende los cigarrillos (…) Rocamadour, porque el mundo ya no importa si uno no tiene fuerzas para seguir eligiendo algo verdadero, si uno se ordena como un cajón de la cómoda y te pone a ti de un lado, el domingo del otro, el amor de la madre, el juguete nuevo, la gare de Montparnasse, el tren, la visita que hay que hacer. No me da la gana de ir, Rocamadour, y tú sabes que está bien y no estás triste. Rocamadour, bebé Rocamadour, dientecito de ajo, te quiero tanto, nariz de azúcar, arbolito, caballito de juguete...

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