lunes, 22 de marzo de 2010

A veces...

A veces, a veces la vida nos sorprende, es cuando nos damos cuenta que en algún lugar, que en algún momento dejamos algo sin terminar, con los años y la soledad uno supone que la vida ya no dará saltos y sorpresas, asombros, asombros, será porque en el corazón humano es donde reside el alma…

No es así, entonces me pregunto (música de suspense) ¿Qué quedo pendiente?, lo poco que he leído, al abrir el viejo baúl y sacar cosas que ni siquiera recordabas que existían, lo interesante es que esos recuerdos se acompañan de sentimientos, de sensaciones, de sabores, aromas, colores, texturas, que no son planos sino paisajes de Gaugin, pero también está la parte objetiva, aquella que proviene de la experiencia y de la distancia que da el tiempo y que te hace mirar como si fuese una conversación en off, me imagino como detective, con mi gabardina, mi sombrero, zapatos negros, camisa arrugada, corbata abierta, hablando desde adentro y narrando todo.

La voy a ver (…), solo espero tener la prudencia y la inteligencia para poder actuar con sabiduría, no lo sé, no lo sé… “



Esto es algo que escribí hace algún tiempo para ella y que nunca leyó.
Ven, siéntate, descansa un poco, aquí bajo este árbol, junto a este pequeño arroyo, siente el viento fresco como roza tu cara, como te acaricia, observa con cuidado, ahí está un pueblo, pequeño, una villa que pareciera ser una nacimiento navideño, los bosques, los miras?, árboles frondosos, sus copas coronadas de luz y bajo de ellos un mundo maravilloso, diferente, mira más allá, si ahí, las montañas altas unas que pareciera que unen el cielo y la tierra y otras, como aquellas, más pequeñas, se ven modestas junto a las anteriores y sin embargo son inmensas y poderosas, ahora voltea, aquí, ves?, el mar ancho azul, y un poco más para allá, esa gran planicie, es el desierto, árido y majestuoso, solitario y distante.

Mira con cuidado, ese mundo maravilloso, observa los caminos anchos, pero también los angostos con sus vericuetos, escucha, ahí está la música, los cantos, los oyes?, son todos, evocaciones, y más para allá, en ese mercado, sus olores, sus colores, sus sonidos, voces que piden, voces que dan, y un poco más para allá están esas gentes, caminando de un lado a otro, unas casi corriendo, sin observar nada, otras despacio, mirando todo, aprendiendo todo.

Ahora pregúntate mientras descansamos y nos remojamos los pies en este arroyo, que es lo que has visto atrás de ti, acaso no es tu vida?, ah!, ya se, seguramente piensas “pero es que mi vida no es así”, pues bien, creo que estas equivocado, esa es tu vida, sin embargo, la has recorrido como aquellos que corren sin saber porque ni para donde van, la has recorrido sin aprender, la has andado por las noches, esas noches obscuras y tormentosas, no has sabido mirar y aguardar.

Observa con atención, con cuidado, te miraste a ti?, te encontraste entre la multitud de rostros?, no, no te viste, porque ellos siempre van acompañados, a veces andan solos, pero siempre buscan con quien recorrer el camino tu, tu sencillamente no has buscado ni has aceptado recorrerlo con nadie.

Has andado por demasiados vericuetos, mira como estas, sucio, descuidado, cuantas veces has tropezado?, cuantas veces has caído?, y si bien de todas ellas te has levantado, no te has cuidado, te has abandonado, nunca te has preguntado, porque elegiste el camino difícil?, porque hacerlo, si de todas maneras habrías de llegar a este lugar a charlar conmigo.

Supongo que debes de tener hambre, toma un trozo de este pan, porque sabes, todos somos trigo y vid, trigo que se convierte en pan, vid que se convierte en vino, somos pan de la esperanza y vino de alegría, anda come y bebe, que es tu esperanza y tu alegría.

Bien, ahora mira hacia delante, ves ese camino?, ese que se asoma allá a lo lejos, más adelante se bifurca, uno de ellos es suave, agradable, el otro es un laberinto, duro, árido, yermo, cuando llegues a ese entronque, recuerda que en él vive Hécate, no esa que los temerosos convirtieron en bruja, sino aquella que es sabia y que en la noche brilla por ser la luna hermosa, recuérdalo bien, porque habrás responder a su pregunta ¡y tu hacia dónde vas? Y de tu respuesta depende el camino por qué habrás de andar, pero esa respuesta debe ser segura, certera, firme, debe ser aquella que des para toda tu vida.

Bien, es hora de que me marche, en algún lugar y en algún momento habremos de encontrarnos, cuando requieras compañía, cuando necesites un poco de compasión, de amor y de ternura ahí estaré, y recuerda: que los dos caminos conducen al mismo punto, el que elegimos es el que nos puede conducir con alegría y felicidad o bien con dolor, tristeza y soledad, y también que lo verdadero, lo hermoso, solo se mira con los ojos del corazón, que nuestras manos están vacías porque no sabemos dar y porque no sabemos recibir, que nuestras manos están llenas cuando hayamos aprendido esto.

Toma el pan y el vino, llévalo contigo, camina ligero, despacio, observa, alégrate de lo que ves y comparte, sigue tu camino, yo me retiro y no te arrepientas de lo que has hecho, las cosas no son ni buenas ni malas, sencillamente son, por eso solo podemos aprender de lo que hagamos y digamos y yo estaré contigo, con el viento, con la lluvia, con las aves, yo estaré contigo...

Todo se va diluyendo en el tiempo, el tiempo adquiere formas y matices, texturas y aromas únicos, es tan solo aquel que nos lleva desde un extremo a otro de la vida.

Cuando Dios creó el universo, en ese intenso y fantástico estallido de luz y color, de sonido en ese gran vacío, cuando con sus manos nos amaso como buen alfarero y nos formo, hizo el barro de polvo de estrellas de esas que forman todo el cosmos, nos dio el alma soplando suavemente y está por venir directamente de Dios debe regresar a él, más limpia, más pura, más viva.

Por eso creo que renacemos en colibríes, pero también en flores y en viento, en sueños y en esperanzas, por eso creo que gozamos del canto y la flor.

Una buena vida, ese saberse satisfecho del haber vivido, por que se amo, se aprendió, se compartió, se construyo, ese lograr llegar al remanso y después de tanto andar nos hace volver la vista atrás y mirar verdes campos, frondosos bosques, bellos lugares, inmensos ríos, tersos océanos, ese andar que nos invoca al soñar y saber que somos un sueño de Dios.

Solo te digo que la mayor aventura concluye cuando realmente se aprende y se comparte, cuando miramos las estrellas y sabemos que todos somos uno, que todos somos lo mismo, que volveremos a reunirnos más ricos, más sabios, en armonía y en paz.

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