domingo, 6 de noviembre de 2011

Troya IV



Canto Cuarto
Donde se cuenta lo que se cuenta, 1,2,3, 4 y así hasta que se acabe de contar y de las grandes aventuras que tuvieron los que las tuvieron, los otros no, porque no las tuvieron y de cómo Aquiles le llego a Brisaida y de cómo Aquí…les dejo esta canción…

Cuenta Homero que había una vez un reino perdido, así que nadie lo encontró y ahí sigue perdido, pero también de cómo Ulises (Odiseo pa´los cuates u Odi) tejía mientras urdía (a poco este pleonasmo no es bien culto ¿verdad?) y organizaba sus espías (cuando se jubilaban eran ex pias).

Aquiles había capturado una hermosa doncella consagrada a Apolo, Briseida (la que siempre vive), le gusto mucho su estilo pa´adorar al Dios y como él se creía uno (aunque era hijo de…si, de Thetis y de Peleo -no de Peleó, eh!- ella era solo una nereida -si, como las de Agustín Lara-, hija de Poseidón, quien era hermano de Zeus y Dios de los mares) pues quería que lo adoraran.

Cuentan las malas lenguas que Patroclo dejo de hablarle a Aquiles, sin embargo, como Aquiles era el señor de los Mirmidones y él era uno de ellos, pues se aguanto, ni modo.

Más Agamenón como botín de guerra se había quedado con Criseida, prima de Briseida, pero ya ven, envidioso que era, que decidió darle baje a Aquiles y cual narco matandrín secuestro a Briseida, al enterarse Aquiles monto en co…su caballo, aunque eso sí, iba hecho un energúmeno.

Al llegar al campamento de Agamenón, se la mentó, si, se lamento mucho por lo que este había hecho, volarle la vieja (por favor, hablo en griego antiguo y recuerden así se dice mujer, mentira que sea gine) y le dijo, “ora hijo de tu pi…ntoresca Micenas, ¿pos que te trais?, ¿cuándo te he rayado tus cuadernos, te he pedaleado tu bicicleta?, devuélveme a mi vieja (sic) o te parto tu ma…no y el ho...rizonte quedara como testigo”

Agamenón que era el más chin…gón (no se me ocurrió nada, ni modo) de la pradera, le dijo, pos no te la regreso y a ver que haces mirmidón.

Aquiles saco su (si hombre su desa, como se llama, ah! ya se) espada y le abalanzo para partirle su mandarina en gajitos cuando Nestor, el más viejo y sabio de los Aqueos lo detuvo y se coloco entre ambos, Ulises no acepto esto y por ello dejo de trabajar, si ya no fue a la guerra, como Gila.

Mientras tanto, la guerra seguía y seguía y a Ulises le habían profetizado que si no se daba prisa, iba a estar 20 años fuera de casa (igual que muchos, ahorita vengo mi amor, voy a comprar cigarros y a pelear una guerrita, no tardo) y Penélope, su esposa recién había dado a luz (es que estaban a oscuras, aunque hay quienes juran –entre ellos las parteras rosas- que sólo pario) un hermoso niño a quien Ulises bautizo como Telémaco, en fin, para poder regresar a los brazos de su buena (¡buenísima!) mujer y evitar que como cualquier micénico le pusiera el cuerno.

Para esto hablo en privado (si, en privado, aunque eso fuese más caro – y quiere decir: querido en italiano-) con Agamenón, el más guerrero de los guerreros de la Guerrero, le dijo que introduciría algunos de sus soldados disfrazados a Troya, para que trabajaran como espías.

Ante esto, Agamenón le dijo que si eso saldría muy costoso, ya que la Unión Panhelénica Europea estaba negándole recursos para no dejar a Grecia en ruinas.

A lo que Ulises pronto respondió que era gratis, que el había juntado muchas etiquetas de comida chatarra (realmente en eso perdía su tiempo, comiendo alimentos chatarra y tirando sus envolturas al Escamandro, por eso esta divinidad húmeda estaba molesta, ya parecía canal del desagüe), los que canjeo en su tienda de autoservicio de confianza por ropa de Ilión (si, de Troyano).

Aprobado el plan, Ulises reúne algunos de los mejores chismosos y metiches Aqueos y los llevo a un lugar lejano y escondido (si, los llevo a la Cámara de Diputados) para que fueran entrenados por los honorables habitantes de este sitio, los cuales eran especialistas en estas artes.

Mientras sus pupilos aprendían con los seres que habitaban ese lejano y tenebroso lugar, él junto con Diomedes a dar una vuelta por Troya.

Fin del canto cuarto.

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