martes, 7 de septiembre de 2010

MUNDO RARO ES ESTE, DONDE ABUNDAN LAS PREGUNTAS Y ESCACEAN LAS RESPUESTAS

Esa humana necesidad de circunscribir las cosas, de limitarlas, de saber que el tiempo son límites y unidades de medida, que solo nos hacen sentir infinitamente insignificantes ante el tiempo del universo e infinitamente poderosos al poder acotarlo. El tiempo es una gota de rocío que se desliza con gran suavidad sobre una hoja al amanecer, en ese instante en el cual se ayuntan el día y la noche. Sin embargo, el tiempo como todo el universo está vivo, se cambia, se transforma cambiando todo aquello que está sujeto a su existencia, antes y siervos del tiempo. Dicen que el tiempo transcurre en una clepsidra, así la vida al ser parte del tiempo, existe en esa clepsidra, deslizándose hacia su destino. El fin suele ser el principio génesis y apocalipsis, el uno en el otro, concluye lo que se es ido y acabado, inicia lo no venido y recién gestado, se van los sueños viejos, cayendo como hojas al soplar el viento, llegan nuevas semillas, nuevos sueños, diferentes a sus padres, pero a fin de cuentas hijos de estos.
Nosotros no hemos visto todavía los ojos de una estrella. Para buscar lo que buscamos (¿dónde está mi sortija?) una cerilla es buena, y la luz del gas, y la maravillosa luz eléctrica... Nosotros no hemos visto todavía los ojos de una estrella.
León Felipe Ahora que este año concluye, con el se van los desasosiegos y llegan las nuevas esperanzas, los sueños germinaron, otros sencillamente se extinguieron Alguien pregunto al Rabi Schneur Hay algo en las sagradas escrituras que me tiene perplejo: cómo es posible que Dios, el conocedor de todo, llama a Adam, luego de que este prueba el fruto del árbol de la vida y le pregunta:
"¿Adam, donde estas? ¿Si Dios fuese realmente omnisciente, no lo hubiera encontrado a Adam por Si solo?” A lo cual el Rabi Schneur le respondió: Las escrituras son aplicables para cada generación y en cada generación Dios llama a cada ser humano y le pregunta: “¿Adam, hombre: ayeka, donde estas?, ¿tanto tiempo ya ha pasado, adónde has llegado?”
En estos primeros instantes del nuevo año, al preguntársenos: ¿ayeka, donde estas?, la verdadera respuesta la tenemos cada uno en nuestro fuero mas intimo. Parafraseando al rabino Alvin Fine, (quien fuera rabino jefe de la comunidad Bet El de San Francisco), podemos decir que “el nacer es un comienzo y la muerte un destino, pero la vida es una jornada, un andar, un crecer de fase en fase”. Jorge Luis Borges hace una reflexión sobre la experiencia de la poesía: “He sido profesor de literatura inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y he tratado de prescindir en lo posible de la historia de la literatura. Cuando mis estudiantes me pedían bibliografía yo les decía: ‘no importa la bibliografía; al fin de todo, Shakespeare no supo nada de bibliografía shakespiriana’.
(...) Creo que la poesía es algo que se siente, y si ustedes no sienten la poesía, si no tienen sentimiento de belleza, si un relato no los lleva al deseo de saber qué ocurrió después, el autor no ha escrito para ustedes. Déjenlo de lado, que la literatura es bastante rica para ofrecerles algún autor digno de su atención, o indigno hoy de su atención y que leerán mañana.’(...) El hecho estético es algo tan evidente, tan inmediato, tan indefinible como el amor, el sabor de la fruta, el agua. Sentimos la poesía como sentimos la cercanía de una mujer, o como sentimos una montaña o una bahía. Si la sentimos inmediatamente, ¿a qué diluirla en otras palabras, que sin duda serán más débiles que nuestros sentimientos?”.
(“La poesía” en Siete noches) “Cada uno se define para siempre en un solo instante de su vida, un momento en el que el un hombre se encuentra para siempre consigo mismo. (...) La idea de Dios como indescifrable es un concepto que ya encontramos en otro de los libros esenciales de la humanidad. En el Libro de Job (...)” Jorge Luis Borges (“La divina Comedia” en Siete noches, 1980) Lo maravilloso de la biografía es que esta concluye cuando nuestra vida termina, por eso, hoy creo que debemos de dar gracias por lo que hemos sido, por lo que somos, por tener la oportunidad de ser, de redimirnos, de reinventarme sin dejar de haber sido, la oportunidad de resarcir el daño causado, el dolor ocasionado, de enmendar mis caminos, de aprender para poder despedirme cuando ya no pueda ser sin temor alguno, en paz, sabiendo que la heredad que he dejado es la de la vida, la del amor. POEMAS MENORES
Nadie fue ayer ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios. Para mí el borbón sólo. A vosotros os dejo la vara justiciera, el caduceo, el báculo y el cetro. Para mí el borbón sólo del romero... Yo quiero el camino blanco y sin término. ¿Qué me importa que se borren los caminos de la tierra con el agua que ha traído esa tormenta? Mi pena es porque esas nubes tan negras han borrado las estrellas. Huyen. Se ve que huyen vueltas de espaldas a la tierra. Nosotros no hemos visto todavía los ojos de una estrella. Para buscar lo que buscamos (¿dónde está mi sortija?) una cerilla es buena, y la luz del gas, y la maravillosa luz eléctrica... Nosotros no hemos visto todavía los ojos de una estrella. No es lo que me trae cansado este camino de ahora. No cansa una vuelta sola. Cansa el estar todo un día, hora tras hora, y día tras día un año y año tras año una vida dando vueltas a la noria.
Concluyo recordando a Colderige y de Jorge Manrique.
“… ¿Y si durmieras? ¿Y si en tu sueño soñaras? ¿Y si soñaras que ibas al cielo y allí recogías una hermosa y extraña flor? ¿Y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano? ¡Ah! ¿Entonces qué?
“ Coplas a la muerte de su padre (fragmento)
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se passa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el plazer, cómo después, de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parescer, cualquiera tiempo pasado fue mejor. Y pues vemos lo presente cómo en un punto s'es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por passado. No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera, más que duró lo que vio, porque todo ha de pasar por tal manera. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros, medianos y más chicos, allegados son iguales los que viven por sus manos y los ricos. Este mundo bueno fue si bien usáremos dél como debemos

Buena vida, amor, prosperidad, sabiduría, tolerancia, alegría y fortaleza Gracia, con Afecto: Alejandro

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