miércoles, 26 de noviembre de 2008

El espirítu del amor


El amor.
Cuentan que hace mucho tiempo, tanto que no es posible contarlo, estaban jugando el deseo y la locura, ambos corrieron y el deseo abrazo a la la locura, ella gozo desenfrenadamente, de esa unión nació el amor, por eso el amor es tan loco, por eso solo llega, contundente, por eso es loco, por eso nos vuelve irracionales, nos hace vivir sin darnos cuenta del camino por el que andamos, por eso el amor, el verdadero suele ser deseo y locura, carne y placer, ternura, gozo y generosidad, es honesto, por que el deseo y la locura solo saben soñar.

Los amantes.

En una noche, una como cualquiera de esas noches llenas de estrellas y de luna, en las cuales el viento sopla con suavidad y nos refresca acariciando los cuerpos, la luna entro por la ventana de la habitación suavecito, despacio, con sigilo, ahí estaban los amantes, desnudos, mirándose fijamente, recorriendo su geografía con las yemas de sus dedos, aprendiéndose cada parte de cada cuerpo, elaborando un plano.

El la recostó suavemente y comenzó a besar cada parte de su cuerpo, de esa geografía que ya conocía, a cada parte le daba un nombre, en voz baja, para que solo quedara en la piel, la bautizaba con un beso, con este sencillo acto, el cuerpo de ella era ahora el de el, ahora eran uno solo.

Así las palabras se filtraron por los poros.

Esa noche ellos se abrazaron con ternura, suavemente, con la misma dulzura con la cual el Divino Alfarero soplo sobre el barro.

Ambos abrazados, unidos se quedaron dormidos, soñando uno en el otro, sabiendo que ahora eran uno solo, dos seres en una sola opción, la luna se acerco y con su luz y los arropo, mientras ellos soñaban que soñaban con el amor.

Alejandro.

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