martes, 18 de noviembre de 2008

Para las ausencias y los exilios


Para los que ya no están Martín, para ti.

He descubierto que la gente buena es la que se va, es la exiliada, la ausente, he descubierto que es esa gente la que siempre hace falta. Por lo general son los tímidos, los opacos, aunque no siempre, a veces son los divertidos, los que están siempre rodeados de otros, pero son ellos los que se van.

Cuando parten, lo hacen sin hacer ruido, en silencio, solo toman sus recuerdos y su generosidad, se los colocan bajo el brazo y echan a andar.

Ahora que ya no estas, es cuando tu presencia más se siente, es curioso como vamos dándonos cuenta de las ausencias, de pronto, no estas ahí, sentado, con tus crucigramas, mirando la televisión y tu inseparable gorra, no estás en ningún lado.

Recuerdo como te conocí, de un modo truste y doloroso ¿lo recuerdas?, sin embargo, aunque nunca hablamos de eso, ni de otras cosas, estoy seguro que tu actitud fue voz y trueno para poder hablar y ser lo que fuimos.

No tuve oportunidad de despedirme, debi de haberlo hecho hace años, cuando tu hija y yo decidimos caminar en senderos diferentes, pero no tuve el valor de ver tu cara y mucho menos de tu mirada que seguramente hubiese dicho muchas cosas.

El viernes me avisaron que tu ya no estabas, que habias tomado tus sueños y tu esperanza y te habias ido. No se donde estas, solo se que las dos cosas impostergables e ineludibles en la vida existen y que tu ya has concluido tu camino.

Siempre he pensado que cuando nos vamos, solo nos cambiamos de casa, es reanudar el camino desde otro camino, por eso se que tu nuevo camino será bueno.

Por lo que nunca dijimos, por los silencios complices y por tu ausencia Martin.

Noviembre 14

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