sábado, 1 de noviembre de 2008

Guitarra negra 1 / 2 Alfredo Zitarrosa

La primera vez que escuche este hermoso poema, este epico canto, fua en el Auditorio Nacional en 1977 o 1978, yo estudiaba Antropologia en la ENAH, en el Museo y al esccharla, senti como penetraba por los poros y como pasa a ser parte de mi, no un recuerdo, no solo memoria, sino carbe, corazón, higado…
Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra. Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía (….) Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas. (….) Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa. Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco. Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma (….) Y por todos nuestros muertos. Y he sabido, guitarra, que este otro perro que criaste, ladrador, campesino, a veces manso o vigilante, que roe su propio hueso en la penumbra y gruñe, cual casi todo perro popular, vagará por tus anchas veredas, tus milongas sangrantes, hasta morir también, tal vez un día, de soledad y rabia. De ternura. O de algún violento amor: de amor, sin duda.
Alfredo Aitarrosa (guitarra negra)

No hay comentarios:

Publicar un comentario